Estamos cerca del final y me pregunto desde dónde me lees. Cuéntame. ♥
Creyó que le sería imposible avanzar con seguridad hacia la primera curva de la alfombra, que atravesaba tres peldaños hasta llegar a la pérgola, con el arco rodeado de flores, donde ya la esperaba Alexander. —Estás tiritando, niña —dijo Pablo yendo más despacio—. Si no quieres hacer esto, es el momento perfecto para ir en sentido contrario —añadió con una sonrisa tierna y con un gesto de curiosidad. Vania negó y se apoyó en los ojos azules que la miraban con añoranza, ignorando todos los comentarios de admiración sobre lo bien que se verían juntos y la suerte que ella tenía al haberlo atrapado. Sentir el calor de la mano de su suegro fue la certeza que necesitaba en ese momento. Advirtió que las notas bajaban de intensidad y olvidó disfrutar aquel instante que no se repetiría nunca más, porque su mente aún no dejaba ir del todo el nombre que la persiguió durante tanto tiempo, aún en sus pesadillas. ¿De verdad había terminado? Miró a Pablo diciéndole algo a Alexander que lo hizo
Un beso lánguido sobre los labios lo empujaba a abrir los ojos, aunque el esfuerzo era demasiado, así que desistió. No había podido pegar ojo en toda la noche y el inconveniente se repetía con frecuencia desde el atentado, empezando a pasarle factura con su mal humor. Escuchó su risita inconfundible cerca de su oído, pero hizo caso omiso a la pluma que sintió rozando su nariz. —¿Está muerto? —¡Abi! No digas esas cosas. Déjalo dormir, debe estar agotado. —Pregunto para saber si ha visto al abuelo allá arriba. Lo extraño. —Sé que es así, pero como te ha dicho tu tía Andrea, él seguirá visitándote en tus sueños y siempre te ve desde el cielo. —Alexander dijo que no es verdad, que su mamá es una tonta por creer en eso. ¿Sabes qué? Mejor iré abajo con mi tía Casandra y su bebé. Es más interesante que estar aquí, y… ¡Aaaahhh! —gritó con los ojos desorbitados, al darse cuenta que la habían alzado desde atrás, hasta hacerla aterrizar sobre el pecho musculoso del hombre que insistía en de
La hora de la cena llegó sin dilación. Después de que entraran tanto Fabio, como Javier y conservar la calma hasta el postre, Vania casi se echó a llorar por la mirada de compasión que recibió de sus cuñadas cuando Alexander no asistió. Las dos parejas se pusieron de pie, dando por finalizada la velada, pero ella quería quedarse a acabar con una botella entera, sola. Casi estaba segura de que su táctica daría resultado para limar asperezas con él y así volver a ser lo que fueron antes de lo sucedido, pero era evidente que estaba equivocada. —¿Todo en orden? —le preguntó Fabio, quien se había convertido en un buen confidente. —Todo perfecto —respondió. Evitó su mirada reservada, pero inquisidora, para no darle los vergonzosos detalles. —¿Un cigarrillo? Casi se le secó la garganta de necesidad al escucharlo, pero ya tenía un tiempo de no disfrutar uno, porque a Alexander le hacía mal. —Creí que no fumabas. —Si compartes tu vida con un Herrera, se convierte en una necesidad —brome
Sus tacones se hundieron en el pasto con cada uno de sus pasos y al escuchar la risita de burla del resto de los Herrera que la precedían, decidió ignorarlos, tal como lo hizo antes de salir de la mansión, cuando le advirtieron que usar ese estilo de calzado no sería una buena idea.El fuerte brazo de Adam Baumann apareció justo a tiempo e impidió que hiciera el ridículo, sirviéndole de apoyo sin inmutarse.—¿Todo bien? —preguntó él con esa sonrisa enigmática que tenía a sus compañeras de la facultad convertidas en gelatinas acaloradas, igual que cada vez que lo veían a los ojos, con ese azul tan oscuro e intenso.—Gracias. Sé que no es lo que esperabas para una primera cita —dijo fingiendo que de verdad sentía los cambios de planes a último minuto, pero lo cierto era que ella pensó que podía escapar esta vez del compromiso familiar.—¡Abigaíl Herrera!El tono de advertencia por parte de su primo, Alexander, a sus espaldas, la orilló a sujetar al heredero Baumann con un poco más de fi
Abigaíl rechinó los dientes al escuchar el nombre del maldito inglés al que odiaba tanto.—¿Está aquí? Siempre anda a su alrededor, como un perro. Papá no ha muerto todavía, así que…—No te expreses así de él. Ambas sabemos que jamás tuvo una sola oportunidad con tu madre —dijo señalando con el mentón a la rubia seductora, que tomaba asiento con su traje de diseño sobre la lápida de su suegro y secaba sus lágrimas con un pañuelo bordado entre sus guantes.»¿Qué hay de Adam? Por lo visto mordió el anzuelo.—No lo creo, tía. Él no es como los demás. Lo he notado observarme por meses. Sabe bien quién soy y estoy segura de que también lo que quiero.—¿Y qué es eso? —preguntó su tía acariciándole el rostro mientras le sonreía divertida—. Te dije que te divirtieras. Los asuntos de la corporación los manejaré en persona. La próxima semana veré a su padre y hablaremos al respecto.»Al chico aún le falta poco más de un año por graduarse y tú lo harás en unos meses. Así que todavía no tiene el
Esta parte de la serie Volver a Amar ha culminado y ha sido un placer para mí el haberlas tenido a mi lado durante todo este tiempo. Sus comentarios fueron un apoyo invaluable para mi trabajo, agradezco que me hayan recomendado a sus amistades lectoras, y el valor que no dudan en pagar por mis historias.Eso manifiesta el respeto y consideración que me tienen por todas esas horas que he invertido para entregarles libros con personajes diferentes y tramas que desaten emociones diversas e intensas en cada una de ustedes.Cada vez que recibo todos estos incentivos me hacen sentir que el momento en que decidí dedicarme a escribir para esta plataforma no ha sido en vano. Me hace saber que hay gente que disfruta y estima lo que hago.Cuando eso pasa, decirles buenas noches a mis hijos y teclear hasta las madrugadas, en las que el sonido del teclado llena mi habitación y mis gatos se acomodan en mi regazo o a mis pies, mi esposo pasa a mis espaldas para preguntarme si quiero otro vaso de so
Vania Doskas es su nuevo nombre y ella se ha convertido en una mujer fría y calculadora, que ahora tiene como únicos objetivos proteger a su hija a toda costa y seguir huyendo de su terrible pasado y de aquellos, que la buscan como pago de una deuda familiar de la que no tenía la menor idea. Las mentiras y la traición es su moneda de cambio, porque no le queda más opción y es la única forma que conoce en la actualidad, para que ambas puedan mantenerse a salvo, sin importar dónde se encuentren.Alexander Herrera es heredero de un imperio que no deja de crecer. Pero nadie habría previsto que la rivalidad que siempre tuvo, con el hermano que su padre le impuso al casarse con esa mujer, lo empujarían a tomar la decisión que cambió su vida por completo y que lo dejó hundido en ese estado y sin esperanzas de redención. La vida de ambos se cruza de manera fortuita por un momento, pero el destino se encargará de volverlos a reunir, para que se ayuden mutuamente a liberarse de las cadenas que
Ella observó la imagen que le devolvía el espejo y tragó con fuerza, para hacer bajar el enorme nudo que se le formaba en la garganta. Respiró hondo antes de deslizar el labial rojo por sus carnosos labios y se detuvo un instante en ellos, odiándolos por ser tan llamativos, como cada noche que debía hacer el mismo ritual. Los golpes en la puerta le aceleraron el corazón y verificó por última vez que el pequeño maletín deportivo no estuviese visible.—Sirena, tu turno. Dos minutos.—Estoy lista —dijo al tiempo en que abrió la puerta y se alisó el estrecho vestido azul rey que destacaba su figura. Odiaba que le llamaran de esa forma, ese no era su nombre, pero era como le conocían todos en ese mundo por su peculiar voz ronca y aterciopelada que no tenía nada que ver con su rostro delicado.Al salir al pasillo, la canción que escuchó de fondo le estrujó el estómago. Recordó que fue por culpa del baile sensual que hizo bajo su ritmo, que la mantenían cautiva allí desde hacía dos años. P