Gracias por acompañarme hasta aquí, se viene el Epílogo. ¿Qué te pareció? Me encantaría que me comentaras.
Sus tacones se hundieron en el pasto con cada uno de sus pasos y al escuchar la risita de burla del resto de los Herrera que la precedían, decidió ignorarlos, tal como lo hizo antes de salir de la mansión, cuando le advirtieron que usar ese estilo de calzado no sería una buena idea.El fuerte brazo de Adam Baumann apareció justo a tiempo e impidió que hiciera el ridículo, sirviéndole de apoyo sin inmutarse.—¿Todo bien? —preguntó él con esa sonrisa enigmática que tenía a sus compañeras de la facultad convertidas en gelatinas acaloradas, igual que cada vez que lo veían a los ojos, con ese azul tan oscuro e intenso.—Gracias. Sé que no es lo que esperabas para una primera cita —dijo fingiendo que de verdad sentía los cambios de planes a último minuto, pero lo cierto era que ella pensó que podía escapar esta vez del compromiso familiar.—¡Abigaíl Herrera!El tono de advertencia por parte de su primo, Alexander, a sus espaldas, la orilló a sujetar al heredero Baumann con un poco más de fi
Abigaíl rechinó los dientes al escuchar el nombre del maldito inglés al que odiaba tanto.—¿Está aquí? Siempre anda a su alrededor, como un perro. Papá no ha muerto todavía, así que…—No te expreses así de él. Ambas sabemos que jamás tuvo una sola oportunidad con tu madre —dijo señalando con el mentón a la rubia seductora, que tomaba asiento con su traje de diseño sobre la lápida de su suegro y secaba sus lágrimas con un pañuelo bordado entre sus guantes.»¿Qué hay de Adam? Por lo visto mordió el anzuelo.—No lo creo, tía. Él no es como los demás. Lo he notado observarme por meses. Sabe bien quién soy y estoy segura de que también lo que quiero.—¿Y qué es eso? —preguntó su tía acariciándole el rostro mientras le sonreía divertida—. Te dije que te divirtieras. Los asuntos de la corporación los manejaré en persona. La próxima semana veré a su padre y hablaremos al respecto.»Al chico aún le falta poco más de un año por graduarse y tú lo harás en unos meses. Así que todavía no tiene el
Esta parte de la serie Volver a Amar ha culminado y ha sido un placer para mí el haberlas tenido a mi lado durante todo este tiempo. Sus comentarios fueron un apoyo invaluable para mi trabajo, agradezco que me hayan recomendado a sus amistades lectoras, y el valor que no dudan en pagar por mis historias.Eso manifiesta el respeto y consideración que me tienen por todas esas horas que he invertido para entregarles libros con personajes diferentes y tramas que desaten emociones diversas e intensas en cada una de ustedes.Cada vez que recibo todos estos incentivos me hacen sentir que el momento en que decidí dedicarme a escribir para esta plataforma no ha sido en vano. Me hace saber que hay gente que disfruta y estima lo que hago.Cuando eso pasa, decirles buenas noches a mis hijos y teclear hasta las madrugadas, en las que el sonido del teclado llena mi habitación y mis gatos se acomodan en mi regazo o a mis pies, mi esposo pasa a mis espaldas para preguntarme si quiero otro vaso de so
Vania Doskas es su nuevo nombre y ella se ha convertido en una mujer fría y calculadora, que ahora tiene como únicos objetivos proteger a su hija a toda costa y seguir huyendo de su terrible pasado y de aquellos, que la buscan como pago de una deuda familiar de la que no tenía la menor idea. Las mentiras y la traición es su moneda de cambio, porque no le queda más opción y es la única forma que conoce en la actualidad, para que ambas puedan mantenerse a salvo, sin importar dónde se encuentren.Alexander Herrera es heredero de un imperio que no deja de crecer. Pero nadie habría previsto que la rivalidad que siempre tuvo, con el hermano que su padre le impuso al casarse con esa mujer, lo empujarían a tomar la decisión que cambió su vida por completo y que lo dejó hundido en ese estado y sin esperanzas de redención. La vida de ambos se cruza de manera fortuita por un momento, pero el destino se encargará de volverlos a reunir, para que se ayuden mutuamente a liberarse de las cadenas que
Ella observó la imagen que le devolvía el espejo y tragó con fuerza, para hacer bajar el enorme nudo que se le formaba en la garganta. Respiró hondo antes de deslizar el labial rojo por sus carnosos labios y se detuvo un instante en ellos, odiándolos por ser tan llamativos, como cada noche que debía hacer el mismo ritual. Los golpes en la puerta le aceleraron el corazón y verificó por última vez que el pequeño maletín deportivo no estuviese visible.—Sirena, tu turno. Dos minutos.—Estoy lista —dijo al tiempo en que abrió la puerta y se alisó el estrecho vestido azul rey que destacaba su figura. Odiaba que le llamaran de esa forma, ese no era su nombre, pero era como le conocían todos en ese mundo por su peculiar voz ronca y aterciopelada que no tenía nada que ver con su rostro delicado.Al salir al pasillo, la canción que escuchó de fondo le estrujó el estómago. Recordó que fue por culpa del baile sensual que hizo bajo su ritmo, que la mantenían cautiva allí desde hacía dos años. P
Alexander sujetó su rostro con una mano ejerciendo presión y le mostró el anillo, deslizando el compartimiento en la roca engarzada, para que supiera que había sido descubierta.—¿Qué buscas? —preguntó—. No me gusta perder el tiempo esperando respuestas.—Yo… —intentó hablar, pero el miedo le cerró la garganta.—Te dije que bailaras, no que me tocaras y menos que me envenenaras. Se acercó a sus labios y se apoderó de ellos, mientras una de sus manos estilizadas, pero masculinas, se deslizó por toda su piel hasta posarla sobre uno de sus senos y luego presionó su pezón antes de descubrirlo, haciéndola jadear.Ella gimió, impresionada por haber sentido que el beso le removió algo en el estómago. La exigencia de sus labios era intensa, pero sus movimientos y la intrusión de su lengua encendieron un fuego ardiente e inexplicable en su interior.Alexander la giró, acariciándole la espalda y bajando con ambas manos su sostén. Luego llegó a sus glúteos, hasta posar sus manos sobre las braga
Alexander cerró los ojos y recordó a la chica que un par de horas atrás había huido de la sobrecargada habitación del club. La primera vez que la vio, se encontraba en el escenario de ese lugar a media penumbra. Las luces iluminaban solo una parte de su rostro, destacando su inusual color platino de cabello y unos labios que envolvían las notas aterciopeladas de su voz, como un conjuro al que todos los hombres presentes sucumbían. La había solicitado varias noches y jamás estuvo disponible, así que desistió y se olvidó de ella por un tiempo. Cuando volvió a la isla, meses después y tuvieron aquel encuentro furtivo, supo con toda certeza que debía poseerla de nuevo. Envió el collar de perlas para ablandar la mano del sujeto que la manejaba y logró su cometido. Se moría de curiosidad por probar su resistencia y saborearla, quería sentir su piel bajo su cuerpo y escuchar que le cantara al oído mientras cerraba los ojos. De solo pensarlo se endurecía.Suspiró audiblemente al repasar los
El humo de su cigarrillo se elevó, casi tanto como los sueños sin cumplir que la obligaban a levantarse cada mañana, pero de igual manera que ellos, la nube gris se disipó en el ambiente. Con la misma certeza implacable con la que el cansancio la embargaba al regresar cada noche al cuartucho en el que vivían, por no poder pagarse algo mejor. Ella tenía dos empleos horribles y desgastantes a nivel físico y emocional, pero que le ayudaban a arreglárselas para llegar a fin de mes. Eso evitaba que golpearan a su puerta en plena madrugada para desalojarla, como había escuchado que hacían con sus vecinos que iban y venían todo el tiempo. Apagó la colilla con su tacón bajo después de dejarla caer sobre el asfalto. Era el único placer culposo del que no había podido desprenderse en todos esos años. Miró hacia el cielo, agradecida, porque al parecer, en ese lugar en el que llevaba ya seis meses, no habían podido extenderse los largos tentáculos de Darius Dropolus. Aunque no quería sentirse d