Alexander.No sabía lo que estaba haciendo con mi vida, entre Ares y Rubí, me estaba volviendo loco diciéndome lo que no podía hacer.Poco a poco me estaban conduciendo a un callejón sin salida, del cual sabía que si continuaba no podría salir.Pero, aun así, seguía haciéndole caso, y así llegamos aquí. En este momento en el que soy encontrado, casi teniendo intimidad por quién será mi compañera.El miedo y la preocupación a perderla me invadieron, mostrándome que de veras no deseaba rechazarla. La quería en mi vida. Pero había dado un paso para perderla.Sus ojos inexpresivos me miraban, mientras yo me sentía estúpido delante de una joven de diecisiete años.No supe cómo actuar y dejé que Rubí la maltratara; yo, quien debía protegerla, estaba dejando que una loba que está de paso en mi vida la lastimara.Pero una vez más, Daría me mostró que no necesitaba que alguien más la defendiera.Con pasos firmes y rápidos, su mirada brillante, cuál luz sangrienta, se acercó a Rubí y sin esfuer
Daría.Después de mi enfrentamiento con Rubí, mi padre me llevó a casa. Durante el camino, no hubo preguntas, solo un silencio.Sabía que ellos tendrían pregunta, pero no deseaba hacerlo, no ahora, solo deseaba encerrarme en mi habitación.Eso hice por los siguientes cinco días, tenía una oleada de sentimientos que necesitaba procesar, gracias a los cielos mis padres fueron comprensivos y me dieron mi espacio.Cuando estaba mejor, salí de mi habitación para cenar con ellos.—Qué bueno que te animaste a bajar—dijo mi madre.—¿Cómo te sientes?—preguntó mi padre.—Mejor —contesté mientras me sentaba.Ellos se miraron entre sí, sabía que estaban hablando por el enlace, sabía que tenían muchas preguntas. —Me disculpo por causarles problema —les dije.—No tienes que disculparte, sabemos cómo eres, y lo que pasó lo tuvo que desencadenar algo —dijo mi madre.—Sí, pero no era la forma —dije—. Debo aprender a controlar mis emociones.—Es normal que algo así ocurra, así que no seas dura contigo
Alexander.Sabía que sería difícil acercarme a Daría, ella siempre colocaba un muro entre los dos cuando intentaba acercarme o conversar con ella.Pero no estaba dispuesto a darme por vencido, lo lograría, así tenga que pasar lo que me queda de vida intentándolo.—Qué pérdida de tiempo—habló Ares, quien se había mantenido en silencio los últimos días. No respondí a lo que dijo, pues sabía que iniciar una conversación con él no llevaría a nada.Solo me limité a esperar a Daría fuera de la escuelaDaría venía cada tarde y pues yo iba por ella a la escuela.Siempre me ofrecía a ayudarlas con los preparativos, así lograba cruzar una que otra palabra con ella.Después de diez minutos de espera, pude sentir su aroma en el aire, aroma que con los días se hacía fuerte, ya no era tan ligero como el primer día que llegó a la manada.Lo pude ver salir por la entrega principal, su hermoso cabello brillaba con la luz del sol, su sonrisa era angelical.Pero era molesto saber que no era causada por
Daría.Alexander se había esforzado para acercarse, cada día me recogía en la escuela y trataba desesperadamente de conversar conmigo.Poco a poco su cediendo, pero no olvidando lo que había pasado, le daría su lección, pero lo primero era que estuviera loco por mí, después le mostraría quién es Daría Sullivan.Pero las cosas se estaban colocando un poco extrañas, lo digo por la repentina aparición de Rubi y su hermana.Según la Luna, ellas ayudarían con la preparación; sin embargo, estoy segura de que hay algo más detrás de todo.Y lo confirmé, por la pregunta que Maira me hizo delante de todos. Ella deseaba dejarme mal parada delante de Alexander y su madre, no obstante no caería en provocación.—No tienes que ser grosera —dijo Maira al escuchar mi respuesta.—Me disculpo si fui un poco directa, es que no me gusta compartir mi vida privada con personas a las cuales no conozco —dije con una sonrisa en mis labios—. Sin embargo, si tanto deseas escuchar mi respuesta, la respuesta es no
Daría.—Despierta, ya es tarde—Escuché que una voz femenina me habló, no abrí los ojos, ya que tenía mucho sueño.—El momento ha llegado—Se volvió a escuchar, abrí los ojos de golpe al recordar que en casa solo vivíamos mi padre y yo. La luz del sol que entraba por la ventana me molestaba, pero me esforcé por buscar de dónde provenía tal voz. En mi habitación no había absolutamente nadie, pero no sentí miedo; todo lo contrario, esa voz me daba paz y mucha tranquilidad.—Es tarde —gritó mi padre desde la primera planta.Automáticamente, miré el reloj de mi mesa de noche y efectivamente era tarde.—Mierda—dije.Salí de mi cama y corrí al baño, olvidando lo que acababa de pasar.Me di una ducha en tiempo récord, busqué algo cómodo para poner, opté por un pantalón deportivo, una camiseta y unos zapatos deportivos. Mi cabello lo recogí en un moño alto. Una vez lista, bajé corriendo.—Eso fue rápido —dijo mi padre entregándome un vaso con jugo de naranja.—Ser rápido es lo mío —dije antes
Daría.Los heridos fueron acomodados en lo poco que quedaba de la gran casa que por generación habían habitado los alfas.Sabía que el alfa nos cuidaría como había prometido, pero también entendía lo difícil que sería buscar un lugar para todos.Con mi padre ayudé a cuidar a los heridos, pero era muy difícil al no tener lugar suficiente para todos. La noche fue terrible, pues el frío y la falta de comida estaban haciendo que todos nos desesperamos. Los más grandes podían entender la situación, pero los más pequeños no, por los que muchos lloraban.La situación, empeoraba con las horas, pues poco a poco aparecían más y más heridos.Sin más que hacer, el alfa ordenó que todos nos dirigiéramos a la manada Luna creciente, que era la más cerca por así decirlo. Al llegar a ella nos tomaría cinco días caminando y dos si lo hacíamos transformados y tres en coche. Sin embargo, ese era el dilema, pues los heridos no podrían transformarse al ser niños y no había suficiente transporte para todos.
Alexander.Alexander Ivanov, ciento diez años, uno de los mejores guerreo y futuro alfa de la manada Luna creciente.Ese soy yo, un hombre inteligente que vela cada día por el bienestar de su manada, me esfuerzo cada día para llegar a ser un alfa, que cuide de su manada, como lo han hecho mis padres todos estos años. Llevo tiempo buscando a mi mate, pero, como ven, no he podido hallarla.Había estado todo el día en la oficina ayudando a mi padre con todos los asuntos de la manada, normalmente es algo que hago dos veces por semana, el resto lo ocupo entrenando o revolcándome con alguna loba.Pues les puedo decir, soy un hombre responsable, pero tengo mis necesidades. Cerca de las tres de la tarde, un guerrero nos informa de que tenemos un visitante.Ninguna manada nos había avisado que enviaría a alguien, por lo que nos pusimos en alerta. El visitante resultó ser un enviado del alfa William, quien nos solicitaba ayuda, pues un terremoto había destruido gran parte de su manada y no tení
Todos los recién llegados fueron ubicados en carpas temporales que habían habilitado; los heridos llegaron horas después y fueron atendidos.Daría y sus padres, ellos fueron a la que había sido años atrás su hogar.—Bienvenidos—dijo Alina.Ella estaba feliz, había tenido todo exactamente igual, para cuando ellos regresaran.—Gracias —contestaron Daría y su padre.E ingresaron a la que había sido su hogar años atrás. La casa, contaba con dosplantas. Era una casa hermosa, con estilo rústico, donde reinaba la madera, rodeaba de vegetación. En la parte de atrás de ella se unía con el bosque.**Daría.Alina era una mujer sencilla y hermosa, podía sentir el amor que nos tenía a mi padre y a mí, era así como un vínculo.Ella nos preparó para comer. En lo que mi padre y yo mirábamos fotos en un viejo álbum, en él pudimos ver muchas fotos de mi padre y de ella. Algunas de ellas eran de su matrimonio y otras fueron en mi nacimiento, confirmándome que sí era su hija.—¿De verdad es mi madre? —