Alexander.
Con la llegada de los visitantes, el trabajo se había aumentado. Mi padre y el alfa Óscar, estaban buscando el mejor lugar para restablecer la manada, ya que reconstruir la antigua era algo que no se podía. Con ellos centrado en eso, yo debía hacerme cargo del resto y una de las cosas que debía hacer, era asegurarme que todos los visitantes tuvieran todo lo necesario. Así que pensando en eso, me dirigía a la escuela para verificar que todos los estudiantes sean tratados como corresponde y no les haga falta nada. El director me informó la cantidad de estudiantes que habían asistido y me dio una lista de lo que se necesitaba para brindarles todo lo necesario. Después de discutir con él un par de temas más, me despedí. La verdad era que debía dirigirme con rapidez a la oficina de papá, pero las ganas de ver a Daria me ganaron, no sabía dónde buscarla, ya que era hora del receso, así que sin más me dirigí a la cafetería. Raramente, todo estaba casi en silencio, Barton mi futuro beta, me seguía. —Es extraño—dijo y nos apresuramos a llegar Al llegar a la entrada de la cafetería, vi cómo un imbécil se acercaba a Daría, y acariciaba su cabello. Apreté mis puños tratando de contener la ira. Di un paso, pero Barton me detuvo. —Alexander—me dijo. Justo en ese momento, escuché las palabras amenazantes de Daría, luego el crujido de la muñeca del sujeto. Una sonrisa se formó en mi rostro. Esta niña sabía hacerse respetar, pero no fue eso lo que me dejó sin palabra, sino ver cómo con un simple toque había lanzado al idiota lejos. —Creo que debemos intervenir —dijo Barton, al percatarse de que varios de los acompañantes del tipo se acercaban, daría de manera amenazante. Di un pequeño rugido, haciendo que todo se tensaran y bajaran la cabeza. —Se puede saber qué pasa aquí —dije con mi voz de alfa. Todos estaban en silencio y temerosos, al parecer no tenían intensión de hablar, a excepción de Daría, que al parecer mi voz de alfa no le afectaba. —Me disculpo con usted, Alfa — inició—. Nuestra intención no fue causar problema, pero al parecer algunas personas están incómodas con nuestra presencia. Su voz era suave y tranquila, la seguridad con la que se dirigía a mí me encantaba. —Lamento que los estén haciendo sentir de esa forma —le respondí—. Hablar con el rector, esto no se puede repetir. —Le agradezco —dijo. Nuestros ojos se encontraron, puedo jurar que los vi brillar. Era un brillo único, uno que nunca había visto. En sus labios se formó una ligera sonrisa, causando así que una eléctrica recorriera mi espalda. —— El descanso se cancela, vuelvan todos a sus salones- ordené y todos no tardaron en salir corriendo. Daría y sus amigos fueron los últimos en abandonar la cafetería, así que no aparté la mirada de ella, hasta que no desapareció de mi vista. —¿Te gusta esa niña?—preguntó Barton borrando la sonrisa de mi rostro. —No digas estupideces, es la hija de Alina, solo cuido de ella - mentí. Él me miró desconfiado, pero lo ignoré dirigiéndome a la salida. Sabía que el asunto con esos tipos se podía repetir, por lo que al llegar a la oficina le envié un correo al rector, poniéndolo al tanto de lo ocurrido y pidiéndole que vigilara que no se repitiera. ** Las cosas en las vidas de Alexander y daría iban normales, sus encuentros no eran frecuentes, por lo que Alexander se mantuvo tranquilo, aunque en ocasiones se perdía para verla de lejos. —En menos de un año, asumiremos el puesto de alfa de esta manada, debemos buscar a una compañera acta para el cargo- habló Ares. —Crees que es lo mejor, podríamos esperar —dije. —Sabes que asumir el puesto de luna, es algo que conlleva mucha responsabilidad. Daría, es solo una niña. No podemos quitarse su juventud, además es peligroso para ella —aseguro Ares—. Debemos protegerla. —Pero es necesario rechazarla, no podríamos, simplemente, buscar a alguien que asuma el puesto de luna y a ella tenerla como nuestra compañera - agregó Alexander. —Eso sería humillante para ella —dijo Ares—. Debes mantenerte alejado. —¿Cómo puedo hacer eso, es que acaso no notas lo fuerte que es este vínculo?—afirmó Alexander. —Yo también lo siento, pero mi responsabilidad ante esta manada está por encima de eso. Daría es una niña, niña que debe vivir sus etapas y nosotros necesitamos a alguien que asuma el puesto de luna — finalizó Ares. Alexander, sabía que perdería el tiempo si seguía intentando persuadir a su lobo, por lo que decidió dejar el tema por el momento. Así fueron pasando las semanas, cumpliéndose dos meses desde la llegada de los visitantes. Algunos habitantes no ocultaban su descontento con la situación, pues se sentían invadidos, a tal punto de ser groseros con los visitantes. Daría que se mantenía firme, sin dejar que nadie llegara a intimidarla o a humillarla. Después de un día de escuela, llegó a casa en donde sus padres esperaban por ella. — ¿Qué hacen aquí, no deberían estar entrenando? - le dijo que daría a sus padres dejando su abrigo en el perchero. —Te estábamos esperando, el alfa y la luna nos han invitado a cenar a su casa; al aparecer, desean saber la historia de su desaparición - comentó Alina. — ¿Es necesario que yo vaya? —Digo que creo que sería mejor que los adultos hablen solos —dijo daría tratando de zafarse del compromiso. —La luna desea verte, así que tienes que venir - le contestó su padre. —Bien, iré a vestirme - dijo resignada. Daría subió a su habitación, y buscó un sencillo vestido en un tono pastel, luego tomó una ducha rápida. Una vez estuvo lista, baja. Después de unos minutos, ya el coche de los padres de Daría, se encontraba parqueado en la entrada principal de la casa de los alfas. Los líderes de la manda no dudaron en salir a recibirlos, a excepción de Alexander, quien prefirió esperar dentro de la casa, sentado en la sala, conversando con Rubi.Daría. Elegí un lindo vestido de tira en un tono pastel, no me esforcé mucho en verme bien, ya que no deseaba salir de casa. Cuando llegamos a la mansión de los Alfa, la Luna y el alfa William nos esperaban. —Bienvenidos— nos dijeron. —Muchas gracias por la invitación — dijeron mis padres. La luna se acercó a mí y acarició mis mejillas. —Daria, eres realmente hermosa—. Sus ojos tenían un brillo, mientras me miraban con cariño. —Gracias, Luna— le dije dándole una sonrisa. Seguimos al interior de la gran casa; en la sala se encontraba Alexander, el futuro sucesor. También el alfa Óscar junto a su luna. Todos se sentaron y empezaron con el relato de lo que pasó aquel día hace diecisiete años. “Había sido un día ajetreado, recuerdo que se celebraba el festival de la luna creciente, toda la manada estaba animada, disfrutando de todas las actividades que se habían organizado”, contó el alfa William. “Ese día, yo estaba de patrullaje, Agustín habí
Alexander.Me sentía como un completo idiota, le había hablado a Daría de manera terrible, por estar siguiendo los consejos de Ares.Pero lo que yo en realidad quería era estar con ella y reclamarla como mía, pero también tenía claro que necesitaba una compañera acta para el puesto de Luna.De verdad que tenía un caos en mi cabeza, tratando de dejar ese tema de lado, bajé y me uní a la cena. Durante ella no pude evitar mirar a Daria. Ella lucía tranquila, es más, podía jurar que me estaba ignorando, pero la entendía. Hacía solo unos instantes que la había tratado mal, diciéndole que no era más que una invasora. Necesitaba disculparme.La cena finalizó tranquilamente, ella y su familia se despidieron sin darme oportunidad de disculparme por lo que había pasado.Sin más que hacer, me fui a descansar, con la idea de ir a la mañana siguiente a la escuela y disculparme con ella.Emocionado por ir a verla, me levanté temprano, entrené, luego tomé una ducha y salí de casa sin mirar el desayu
Daría.Tres meses se habían cumplido desde nuestra llegada a esta manada.Tres meses en los que hemos tratado de adaptarnos a otras costumbres.Pero no todo ha sido malo, ya que he podido presenciar el amor de mis padres.Diría que ha sido lo único bueno de haber llegado a la luna creciente.Porque si hablamos de la escuela, en ella hemos tenido que aprender a vivir con las miradas de desaprobación de mucho, comentarios estúpidos de otros.Hacía dos meses atrás tuve un altercado con Santiago, un compañero de clase que se atrevió a besarme sin mi aprobación. Por suerte logré ponerlo en su lugar y dejarle claro que debía respetarme. Desde entonces mantiene su distancia, cosa que agradezco.Digamos que ese ha sido un resumen de todo lo poco interesante que he vivido hasta ahora.Aunque si hay algo que me tiene pensativa y es el hecho de que hay una voz que suelo escuchar, eso me ha llevado a pensar que mi loba ha despertado, pero no me he atrevido a hablarle o, de ser lo contrario, estar
Daría.Mis impulsos estaban empezando a controlarme, sentía la necesidad de correr hacia él, pero no podía.¿Cómo le explicaría el hecho de que yo sabía que él era mi mate, cuando no he tenido mi primera transformación?—Atenea, no podemos dejar que el vínculo sea más fuerte —le dije por el enlace.—Lo sé, pero esta sensación es más fuerte —me contestó.La verdad fue que cuando quise reaccionar, ya me encontraba en su habitación, oliendo su cama. Parecía una puta enferma haciendo eso.Por suerte él no estaba en casa, porque la vergüenza hubiera sido grande.Ya más tranquila, bajé a la primera planta y menos mal que lo hice, pues cuando acababa de bajar el último escalón de la escalera, la puerta fue abierta y por él entró un Alexander, sudoroso, con medio cuerpo descubierto. Se veía tan sexy.Por primera vez lo detallé y pude ver lo apuesto que era.Respiré profundo, tratando de guardar el suficiente oxígeno y no respirar su aroma.Mi corazón estaba fuera de control, estaba casi segur
Alexander.No sabía lo que estaba haciendo con mi vida, entre Ares y Rubí, me estaba volviendo loco diciéndome lo que no podía hacer.Poco a poco me estaban conduciendo a un callejón sin salida, del cual sabía que si continuaba no podría salir.Pero, aun así, seguía haciéndole caso, y así llegamos aquí. En este momento en el que soy encontrado, casi teniendo intimidad por quién será mi compañera.El miedo y la preocupación a perderla me invadieron, mostrándome que de veras no deseaba rechazarla. La quería en mi vida. Pero había dado un paso para perderla.Sus ojos inexpresivos me miraban, mientras yo me sentía estúpido delante de una joven de diecisiete años.No supe cómo actuar y dejé que Rubí la maltratara; yo, quien debía protegerla, estaba dejando que una loba que está de paso en mi vida la lastimara.Pero una vez más, Daría me mostró que no necesitaba que alguien más la defendiera.Con pasos firmes y rápidos, su mirada brillante, cuál luz sangrienta, se acercó a Rubí y sin esfuer
Daría.Después de mi enfrentamiento con Rubí, mi padre me llevó a casa. Durante el camino, no hubo preguntas, solo un silencio.Sabía que ellos tendrían pregunta, pero no deseaba hacerlo, no ahora, solo deseaba encerrarme en mi habitación.Eso hice por los siguientes cinco días, tenía una oleada de sentimientos que necesitaba procesar, gracias a los cielos mis padres fueron comprensivos y me dieron mi espacio.Cuando estaba mejor, salí de mi habitación para cenar con ellos.—Qué bueno que te animaste a bajar—dijo mi madre.—¿Cómo te sientes?—preguntó mi padre.—Mejor —contesté mientras me sentaba.Ellos se miraron entre sí, sabía que estaban hablando por el enlace, sabía que tenían muchas preguntas. —Me disculpo por causarles problema —les dije.—No tienes que disculparte, sabemos cómo eres, y lo que pasó lo tuvo que desencadenar algo —dijo mi madre.—Sí, pero no era la forma —dije—. Debo aprender a controlar mis emociones.—Es normal que algo así ocurra, así que no seas dura contigo
Alexander.Sabía que sería difícil acercarme a Daría, ella siempre colocaba un muro entre los dos cuando intentaba acercarme o conversar con ella.Pero no estaba dispuesto a darme por vencido, lo lograría, así tenga que pasar lo que me queda de vida intentándolo.—Qué pérdida de tiempo—habló Ares, quien se había mantenido en silencio los últimos días. No respondí a lo que dijo, pues sabía que iniciar una conversación con él no llevaría a nada.Solo me limité a esperar a Daría fuera de la escuelaDaría venía cada tarde y pues yo iba por ella a la escuela.Siempre me ofrecía a ayudarlas con los preparativos, así lograba cruzar una que otra palabra con ella.Después de diez minutos de espera, pude sentir su aroma en el aire, aroma que con los días se hacía fuerte, ya no era tan ligero como el primer día que llegó a la manada.Lo pude ver salir por la entrega principal, su hermoso cabello brillaba con la luz del sol, su sonrisa era angelical.Pero era molesto saber que no era causada por
Daría.Alexander se había esforzado para acercarse, cada día me recogía en la escuela y trataba desesperadamente de conversar conmigo.Poco a poco su cediendo, pero no olvidando lo que había pasado, le daría su lección, pero lo primero era que estuviera loco por mí, después le mostraría quién es Daría Sullivan.Pero las cosas se estaban colocando un poco extrañas, lo digo por la repentina aparición de Rubi y su hermana.Según la Luna, ellas ayudarían con la preparación; sin embargo, estoy segura de que hay algo más detrás de todo.Y lo confirmé, por la pregunta que Maira me hizo delante de todos. Ella deseaba dejarme mal parada delante de Alexander y su madre, no obstante no caería en provocación.—No tienes que ser grosera —dijo Maira al escuchar mi respuesta.—Me disculpo si fui un poco directa, es que no me gusta compartir mi vida privada con personas a las cuales no conozco —dije con una sonrisa en mis labios—. Sin embargo, si tanto deseas escuchar mi respuesta, la respuesta es no