Daría.Alexander se había esforzado para acercarse, cada día me recogía en la escuela y trataba desesperadamente de conversar conmigo.Poco a poco su cediendo, pero no olvidando lo que había pasado, le daría su lección, pero lo primero era que estuviera loco por mí, después le mostraría quién es Daría Sullivan.Pero las cosas se estaban colocando un poco extrañas, lo digo por la repentina aparición de Rubi y su hermana.Según la Luna, ellas ayudarían con la preparación; sin embargo, estoy segura de que hay algo más detrás de todo.Y lo confirmé, por la pregunta que Maira me hizo delante de todos. Ella deseaba dejarme mal parada delante de Alexander y su madre, no obstante no caería en provocación.—No tienes que ser grosera —dijo Maira al escuchar mi respuesta.—Me disculpo si fui un poco directa, es que no me gusta compartir mi vida privada con personas a las cuales no conozco —dije con una sonrisa en mis labios—. Sin embargo, si tanto deseas escuchar mi respuesta, la respuesta es no
— No eres más que un inmaduro, acaso tienes idea del papel en que cumplimos las lunas en una manada —le gritó—. Solo te voy a advertir una cosa, Alexander Ivanov, ni se te ocurra rechazarla. Sin saber qué responder, Alexander solo vio la espalda de su madre alejarse. — Ella no entiende —le habló Ares—. Nuestra luna debe tener el conocimiento necesario para dirigir una manada. Daria es solo una niña, que únicamente piensa en llamar la atención del chico guapo de la escuela. Alexander lo ignoró, pues aún estaba aturdido por el golpe y las palabras de su madre. **Alexander. Mi madre nunca me había golpeado, no desde que era un adolescente y me metí en una pelea en la escuela, así que estaba aturdido por lo que acaba de pasar, por lo que no le preste atención a Ares.Subí a mi habitación, tomé una ducha y me acosté, tratando de controlar mis pensamientos, aunque sabía que mi madre tenía razón, ya no era un niño, así que debía portarme como tal.Al no lograr dormir salí de mi habitac
Daría.Abrí mis ojos con pereza, hacía mucho que no dormía con tanta tranquilidad como lo había hecho. Me sentí aturdida al ver que no me encontraba en mi habitación. Miré a todos lados buscando algo que me indicara en dónde me encontraba y viendo los aparatos a los que me encontraba conectada, supe que estaba en un hospital.— Hija— dijo mi madre, rompiendo en llanto.— ¿Mamá, qué pasa, porque lloras? —le pregunté llena de preocupación, sin entender lo que pasaba.— Por fin despertaste, hija —dijo mi padre con lágrimas en los ojos.Estaba aturdida, pues no sabía a qué se refería, acaso cuánto llevaba dormida.— ¿Me pueden explicar qué está pasando?—pregunté impaciente. Ellos se miraron entre sí y asintieron. — Hija, llevadas inconscientes más de un mes —dijo mi madre. Y me quedé en shock, acaso estaba bromeando, como podía ser posible, eso. Si más, no recuerdo, anoche me acosté como de costumbre. — Eso no puede ser posible —les dije con una sonrisa en mi rostro, pensando que se t
Daría.—Despierta, ya es tarde—Escuché que una voz femenina me habló, no abrí los ojos, ya que tenía mucho sueño.—El momento ha llegado—Se volvió a escuchar, abrí los ojos de golpe al recordar que en casa solo vivíamos mi padre y yo. La luz del sol que entraba por la ventana me molestaba, pero me esforcé por buscar de dónde provenía tal voz. En mi habitación no había absolutamente nadie, pero no sentí miedo; todo lo contrario, esa voz me daba paz y mucha tranquilidad.—Es tarde —gritó mi padre desde la primera planta.Automáticamente, miré el reloj de mi mesa de noche y efectivamente era tarde.—Mierda—dije.Salí de mi cama y corrí al baño, olvidando lo que acababa de pasar.Me di una ducha en tiempo récord, busqué algo cómodo para poner, opté por un pantalón deportivo, una camiseta y unos zapatos deportivos. Mi cabello lo recogí en un moño alto. Una vez lista, bajé corriendo.—Eso fue rápido —dijo mi padre entregándome un vaso con jugo de naranja.—Ser rápido es lo mío —dije antes
Daría.Los heridos fueron acomodados en lo poco que quedaba de la gran casa que por generación habían habitado los alfas.Sabía que el alfa nos cuidaría como había prometido, pero también entendía lo difícil que sería buscar un lugar para todos.Con mi padre ayudé a cuidar a los heridos, pero era muy difícil al no tener lugar suficiente para todos. La noche fue terrible, pues el frío y la falta de comida estaban haciendo que todos nos desesperamos. Los más grandes podían entender la situación, pero los más pequeños no, por los que muchos lloraban.La situación, empeoraba con las horas, pues poco a poco aparecían más y más heridos.Sin más que hacer, el alfa ordenó que todos nos dirigiéramos a la manada Luna creciente, que era la más cerca por así decirlo. Al llegar a ella nos tomaría cinco días caminando y dos si lo hacíamos transformados y tres en coche. Sin embargo, ese era el dilema, pues los heridos no podrían transformarse al ser niños y no había suficiente transporte para todos.
Alexander.Alexander Ivanov, ciento diez años, uno de los mejores guerreo y futuro alfa de la manada Luna creciente.Ese soy yo, un hombre inteligente que vela cada día por el bienestar de su manada, me esfuerzo cada día para llegar a ser un alfa, que cuide de su manada, como lo han hecho mis padres todos estos años. Llevo tiempo buscando a mi mate, pero, como ven, no he podido hallarla.Había estado todo el día en la oficina ayudando a mi padre con todos los asuntos de la manada, normalmente es algo que hago dos veces por semana, el resto lo ocupo entrenando o revolcándome con alguna loba.Pues les puedo decir, soy un hombre responsable, pero tengo mis necesidades. Cerca de las tres de la tarde, un guerrero nos informa de que tenemos un visitante.Ninguna manada nos había avisado que enviaría a alguien, por lo que nos pusimos en alerta. El visitante resultó ser un enviado del alfa William, quien nos solicitaba ayuda, pues un terremoto había destruido gran parte de su manada y no tení
Todos los recién llegados fueron ubicados en carpas temporales que habían habilitado; los heridos llegaron horas después y fueron atendidos.Daría y sus padres, ellos fueron a la que había sido años atrás su hogar.—Bienvenidos—dijo Alina.Ella estaba feliz, había tenido todo exactamente igual, para cuando ellos regresaran.—Gracias —contestaron Daría y su padre.E ingresaron a la que había sido su hogar años atrás. La casa, contaba con dosplantas. Era una casa hermosa, con estilo rústico, donde reinaba la madera, rodeaba de vegetación. En la parte de atrás de ella se unía con el bosque.**Daría.Alina era una mujer sencilla y hermosa, podía sentir el amor que nos tenía a mi padre y a mí, era así como un vínculo.Ella nos preparó para comer. En lo que mi padre y yo mirábamos fotos en un viejo álbum, en él pudimos ver muchas fotos de mi padre y de ella. Algunas de ellas eran de su matrimonio y otras fueron en mi nacimiento, confirmándome que sí era su hija.—¿De verdad es mi madre? —
Daría.Mi madre estaba feliz, ella siempre había soñaba con poder llevarme a mi primer día de clase. La Diosa Luna había cumplido su deseo, así que la felicidad en su rostro era más evidente.—Ten un lindo día, hija, si necesitas algo no dudes en llamarme —me dijo mamá desde la ventana del coche.—Estaré bien, así que no debes preocuparte—le dije. Ella me dedicó una sonrisa, luego se despido con la mano, papá hizo lo mismo. Los vi marcharse, luego suspiré y me encaminé al interior de la escuela. Todos se detuvieron para observarme, sería un largo día. Tratando de ignorarlos, me encaminé a lo que creía era la oficina del rector. Toqué y me permitieron el paso después del segundo toque.—Buenos días—saludé.—Señorita Sullivan, sea usted bienvenida, mi nombre es María, soy la secretaria —me saludó una mujer de unos cuarenta años.—Muchas gracias, señorita María—le contesté.—El rector vendrá en un momento, por favor, tome asiento —dijo. Me senté en una silla que quedaba enfrente del e