Todos los recién llegados fueron ubicados en carpas temporales que habían habilitado; los heridos llegaron horas después y fueron atendidos.
Daría y sus padres, ellos fueron a la que había sido años atrás su hogar. —Bienvenidos—dijo Alina. Ella estaba feliz, había tenido todo exactamente igual, para cuando ellos regresaran. —Gracias —contestaron Daría y su padre. E ingresaron a la que había sido su hogar años atrás. La casa, contaba con dos plantas. Era una casa hermosa, con estilo rústico, donde reinaba la madera, rodeaba de vegetación. En la parte de atrás de ella se unía con el bosque. ** Daría. Alina era una mujer sencilla y hermosa, podía sentir el amor que nos tenía a mi padre y a mí, era así como un vínculo. Ella nos preparó para comer. En lo que mi padre y yo mirábamos fotos en un viejo álbum, en él pudimos ver muchas fotos de mi padre y de ella. Algunas de ellas eran de su matrimonio y otras fueron en mi nacimiento, confirmándome que sí era su hija. —¿De verdad es mi madre? —dije casi llorando. —Así es—dijo mi padre. —La comida está lista —gritó desde el comedor. Mi padre y yo nos miramos y sonreímos, se sentía como si nunca hubiésemos estado separados. Corría hasta la cocina y la abracé, era ese abrazo que siempre había soñado, deseaba saber todo de ella y contarle lo que han sido estos diecisiete años lejos de ella. —Mi niña —me dijo dándome muchos besos en la cabeza—. No sabes cuánto los extrañé, todos los días fueron un infierno sin ustedes; lo único que me mantenía con vida, era el saber que seguían vivos. —¿Cómo lo sabías? —pregunté limpiando una lágrima que se me había escapado. —Cuando tienes a tu mate, el vínculo es fuerte y puedes sentir lo que siente tu pareja, así que sabía que él estaba vivo —dijo mirando a mi padre con amor—. Visité todas las manadas, pero no pude hallarlos y me duele saber que estuve tan cerca de ustedes todos estos años. —Recuperaremos el tiempo perdido, ahora estamos juntos —dijo mi padre. —Pero tú no te acuerdas de mí —dijo mi madre, llena de tristeza—. ¿Cómo pudiste olvidarme? —Lo siento —susurró mi padre. Era increíble cómo el vínculo hacía lo suyo; mi padre y mi madre actuaban como si llevaran años juntos. Era evidente el amor y eso me hacía feliz e incluso llegué a imaginar cómo sería encontrar a mi paraje. Comimos en familia, mi madre nos mostró la casa y nos contó anécdotas de cuando vivíamos juntos. Mi habitación era linda, había muchos juguetes y fotos de mi madre embarazada, pero era imposible que durmiera en la pequeña cuna. —Esta noche dormiremos juntos —dijo mi madre—. Mañana iremos a comprar muebles nuevos y ropa. Yo asentí con una enorme sonrisa, después de tomar una ducha y conversar un largo rato, me quedé dormida en medio de mis padres. Nunca había sentido tanta tranquilidad, me sentía protegida. Estar cerca de mamá me daba mucha paz, ella se había convertido en mi lugar seguro. A la mañana siguiente me despertó un rico aroma a tocino frito, abrí los ojos con pereza. Mamá y papá ya no estaban a mi lado, así que me levanté y fui al baño. Después de tomar una ducha, busqué algo entre la ropa de mamá que me dará, luego bajé. En mi rostro había una gran sonrisa, sonrisa que se agrandó más al llegar a la cocina y ver cómo mamá y papá bailaban al ritmo de la música que salía de un pequeño parlante que estaba encima de la mesa del comedor. Los observé un largo rato, hasta que mamá se acercó a mí para tomarme de la mano, uniéndome a su gracioso baile. —Soy la mujer más feliz, gracias por volver a mí—dijo llena de felicidad. Los tres nos abrazamos y lloramos. Después de desayunar, salimos a comprar todo lo necesario para mi nueva habitación y mucha ropa. Recorrimos gran parte de la manada, increíblemente había cosas y lugares que papá reconocía, dándole esperanza a mamá de que sus recuerdos llegarán poco a poco. Mi cabello llamaba mucho la atención, era incómodo tener la mirada de todos en mí, traté de no darle importancia, pero no estaba acostumbrada. En mi manada, todos estaban acostumbrados a mi apariencia, por lo que no tuve que vivir algo parecido, así que me costará acostumbrarme. La manada estaba muy bien desarrollada, hay lugares increíbles, me sentía en casa. Cerca del mediodía nos dirigimos al campamento a brindar ayuda. Había mucho por hacer, así que estuvimos el resto de la tarde ayudando. Estaba concentrada ayudando a mi madre a clasificar unos medicamentos. Cuando sentía que era observada, con la mirada busqué por todos lados, pero no vi a nadie. A pesar de todo, no me sentía rara, era una sensación increíble, que hacía que mi piel se erizara. —¿Sucede algo? —preguntó mi madre. Negué con la cabeza y seguí en lo mío. El resto del día sentí lo mismo, hasta que llegó el momento de ir a casa. Los días fueron pasando y cada día íbamos a ayudar a los campamentos, hasta que fueron dados de alta a todos los pacientes, después de eso. El alfa William nos dio la oportunidad de ingresar a clase, así mismo a los adultos les dio un trabajo. Todo sería temporal en lo que nuestro alfa lograba reconstruir la manada o conseguir un terreno que pudiéramos habitar. Me organicé para lo que sería mi primer día de clase, sabía que sería algo incómodo, pues aquí somos unos parecidos, solo esperaba que todo saliera bien. Busqué algo cómodo y lindo para usar. Mamá se había vuelto loca comprándome ropa. Papá y yo tratamos de detenerla, pero dijo que debí comparar la ropa que no me había comprado todos estos años, así que no hubo cómo deberla. Así que ahora tengo mucha ropa y zapatos. Después de tanto buscar, me decidí por un vestido blanco; era ligero y sencillo. Acomodé mi cabello en un moño. No me maquillé, pues no es algo que me guste. Ya lista, bajé y desayuné con mis padres. Papá se integró a los guerreros, así que trabajara bajo el mando de mamá. Los dos me dejaron en la entrada de la escuela.Daría.Mi madre estaba feliz, ella siempre había soñaba con poder llevarme a mi primer día de clase. La Diosa Luna había cumplido su deseo, así que la felicidad en su rostro era más evidente.—Ten un lindo día, hija, si necesitas algo no dudes en llamarme —me dijo mamá desde la ventana del coche.—Estaré bien, así que no debes preocuparte—le dije. Ella me dedicó una sonrisa, luego se despido con la mano, papá hizo lo mismo. Los vi marcharse, luego suspiré y me encaminé al interior de la escuela. Todos se detuvieron para observarme, sería un largo día. Tratando de ignorarlos, me encaminé a lo que creía era la oficina del rector. Toqué y me permitieron el paso después del segundo toque.—Buenos días—saludé.—Señorita Sullivan, sea usted bienvenida, mi nombre es María, soy la secretaria —me saludó una mujer de unos cuarenta años.—Muchas gracias, señorita María—le contesté.—El rector vendrá en un momento, por favor, tome asiento —dijo. Me senté en una silla que quedaba enfrente del e
Alexander.Con la llegada de los visitantes, el trabajo se había aumentado. Mi padre y el alfa Óscar, estaban buscando el mejor lugar para restablecer la manada, ya que reconstruir la antigua era algo que no se podía.Con ellos centrado en eso, yo debía hacerme cargo del resto y una de las cosas que debía hacer, era asegurarme que todos los visitantes tuvieran todo lo necesario.Así que pensando en eso, me dirigía a la escuela para verificar que todos los estudiantes sean tratados como corresponde y no les haga falta nada.El director me informó la cantidad de estudiantes que habían asistido y me dio una lista de lo que se necesitaba para brindarles todo lo necesario.Después de discutir con él un par de temas más, me despedí. La verdad era que debía dirigirme con rapidez a la oficina de papá, pero las ganas de ver a Daria me ganaron, no sabía dónde buscarla, ya que era hora del receso, así que sin más me dirigí a la cafetería. Raramente, todo estaba casi en silencio, Barton mi futuro
Daría. Elegí un lindo vestido de tira en un tono pastel, no me esforcé mucho en verme bien, ya que no deseaba salir de casa. Cuando llegamos a la mansión de los Alfa, la Luna y el alfa William nos esperaban. —Bienvenidos— nos dijeron. —Muchas gracias por la invitación — dijeron mis padres. La luna se acercó a mí y acarició mis mejillas. —Daria, eres realmente hermosa—. Sus ojos tenían un brillo, mientras me miraban con cariño. —Gracias, Luna— le dije dándole una sonrisa. Seguimos al interior de la gran casa; en la sala se encontraba Alexander, el futuro sucesor. También el alfa Óscar junto a su luna. Todos se sentaron y empezaron con el relato de lo que pasó aquel día hace diecisiete años. “Había sido un día ajetreado, recuerdo que se celebraba el festival de la luna creciente, toda la manada estaba animada, disfrutando de todas las actividades que se habían organizado”, contó el alfa William. “Ese día, yo estaba de patrullaje, Agustín habí
Alexander.Me sentía como un completo idiota, le había hablado a Daría de manera terrible, por estar siguiendo los consejos de Ares.Pero lo que yo en realidad quería era estar con ella y reclamarla como mía, pero también tenía claro que necesitaba una compañera acta para el puesto de Luna.De verdad que tenía un caos en mi cabeza, tratando de dejar ese tema de lado, bajé y me uní a la cena. Durante ella no pude evitar mirar a Daria. Ella lucía tranquila, es más, podía jurar que me estaba ignorando, pero la entendía. Hacía solo unos instantes que la había tratado mal, diciéndole que no era más que una invasora. Necesitaba disculparme.La cena finalizó tranquilamente, ella y su familia se despidieron sin darme oportunidad de disculparme por lo que había pasado.Sin más que hacer, me fui a descansar, con la idea de ir a la mañana siguiente a la escuela y disculparme con ella.Emocionado por ir a verla, me levanté temprano, entrené, luego tomé una ducha y salí de casa sin mirar el desayu
Daría.Tres meses se habían cumplido desde nuestra llegada a esta manada.Tres meses en los que hemos tratado de adaptarnos a otras costumbres.Pero no todo ha sido malo, ya que he podido presenciar el amor de mis padres.Diría que ha sido lo único bueno de haber llegado a la luna creciente.Porque si hablamos de la escuela, en ella hemos tenido que aprender a vivir con las miradas de desaprobación de mucho, comentarios estúpidos de otros.Hacía dos meses atrás tuve un altercado con Santiago, un compañero de clase que se atrevió a besarme sin mi aprobación. Por suerte logré ponerlo en su lugar y dejarle claro que debía respetarme. Desde entonces mantiene su distancia, cosa que agradezco.Digamos que ese ha sido un resumen de todo lo poco interesante que he vivido hasta ahora.Aunque si hay algo que me tiene pensativa y es el hecho de que hay una voz que suelo escuchar, eso me ha llevado a pensar que mi loba ha despertado, pero no me he atrevido a hablarle o, de ser lo contrario, estar
Daría.Mis impulsos estaban empezando a controlarme, sentía la necesidad de correr hacia él, pero no podía.¿Cómo le explicaría el hecho de que yo sabía que él era mi mate, cuando no he tenido mi primera transformación?—Atenea, no podemos dejar que el vínculo sea más fuerte —le dije por el enlace.—Lo sé, pero esta sensación es más fuerte —me contestó.La verdad fue que cuando quise reaccionar, ya me encontraba en su habitación, oliendo su cama. Parecía una puta enferma haciendo eso.Por suerte él no estaba en casa, porque la vergüenza hubiera sido grande.Ya más tranquila, bajé a la primera planta y menos mal que lo hice, pues cuando acababa de bajar el último escalón de la escalera, la puerta fue abierta y por él entró un Alexander, sudoroso, con medio cuerpo descubierto. Se veía tan sexy.Por primera vez lo detallé y pude ver lo apuesto que era.Respiré profundo, tratando de guardar el suficiente oxígeno y no respirar su aroma.Mi corazón estaba fuera de control, estaba casi segur
Alexander.No sabía lo que estaba haciendo con mi vida, entre Ares y Rubí, me estaba volviendo loco diciéndome lo que no podía hacer.Poco a poco me estaban conduciendo a un callejón sin salida, del cual sabía que si continuaba no podría salir.Pero, aun así, seguía haciéndole caso, y así llegamos aquí. En este momento en el que soy encontrado, casi teniendo intimidad por quién será mi compañera.El miedo y la preocupación a perderla me invadieron, mostrándome que de veras no deseaba rechazarla. La quería en mi vida. Pero había dado un paso para perderla.Sus ojos inexpresivos me miraban, mientras yo me sentía estúpido delante de una joven de diecisiete años.No supe cómo actuar y dejé que Rubí la maltratara; yo, quien debía protegerla, estaba dejando que una loba que está de paso en mi vida la lastimara.Pero una vez más, Daría me mostró que no necesitaba que alguien más la defendiera.Con pasos firmes y rápidos, su mirada brillante, cuál luz sangrienta, se acercó a Rubí y sin esfuer
Daría.Después de mi enfrentamiento con Rubí, mi padre me llevó a casa. Durante el camino, no hubo preguntas, solo un silencio.Sabía que ellos tendrían pregunta, pero no deseaba hacerlo, no ahora, solo deseaba encerrarme en mi habitación.Eso hice por los siguientes cinco días, tenía una oleada de sentimientos que necesitaba procesar, gracias a los cielos mis padres fueron comprensivos y me dieron mi espacio.Cuando estaba mejor, salí de mi habitación para cenar con ellos.—Qué bueno que te animaste a bajar—dijo mi madre.—¿Cómo te sientes?—preguntó mi padre.—Mejor —contesté mientras me sentaba.Ellos se miraron entre sí, sabía que estaban hablando por el enlace, sabía que tenían muchas preguntas. —Me disculpo por causarles problema —les dije.—No tienes que disculparte, sabemos cómo eres, y lo que pasó lo tuvo que desencadenar algo —dijo mi madre.—Sí, pero no era la forma —dije—. Debo aprender a controlar mis emociones.—Es normal que algo así ocurra, así que no seas dura contigo