Daría.
Los heridos fueron acomodados en lo poco que quedaba de la gran casa que por generación habían habitado los alfas. Sabía que el alfa nos cuidaría como había prometido, pero también entendía lo difícil que sería buscar un lugar para todos. Con mi padre ayudé a cuidar a los heridos, pero era muy difícil al no tener lugar suficiente para todos. La noche fue terrible, pues el frío y la falta de comida estaban haciendo que todos nos desesperamos. Los más grandes podían entender la situación, pero los más pequeños no, por los que muchos lloraban. La situación, empeoraba con las horas, pues poco a poco aparecían más y más heridos. Sin más que hacer, el alfa ordenó que todos nos dirigiéramos a la manada Luna creciente, que era la más cerca por así decirlo. Al llegar a ella nos tomaría cinco días caminando y dos si lo hacíamos transformados y tres en coche. Sin embargo, ese era el dilema, pues los heridos no podrían transformarse al ser niños y no había suficiente transporte para todos. Así, el alfa envió a varios para que alistaran todo para nuestra llegada. Envió a los heridos en coche y los que estábamos en perfecto estado viajaríamos en la espalda de los guerreros, por supuesto que yo bajaría en la espalda de Máximum, el lobo de mi padre. El viaje fue tranquilo, hicimos dos paradas para descansar y alimentarnos con lo poco que llevábamos. La gran resistencia de los guerreros hizo que llegáramos antes de lo previsto. Después de más de treinta horas de viaje, a lo lejos pude ver, cómo grandes edificios se asomaban entre los árboles, por fin habíamos llegado. El lobo de mi padre se detuvo repentinamente, haciendo que casi caiga de su espalda. Como pude tuve que sostener, los demás se detuvieron al ver que mi padre lo hacía. —¿Qué ocurre, Máximum? —Le preguntó. Él estaba muy inquieto, lo podía sentir. El alfa se acercó a nosotros en su forma de lobo. Al parecer se estaban comunicando. Luego aulló y los guerreros hicieron que todos bajaran de su espalda, estaba confundida y temerosa, pues temía que algo grave estuviera por ocurrir. Todos volvieron a su forma humana, cerré mis ojos, pues la mayoría eran hombres, así que, aunque era algo normal, me sentía avergonzada de verlos desnudos. —Daría— me habló mi padre. Abrí los ojos, él ya se encontraba vestido, mis ojos llegaron a los suyos, encontrándome con que los tenía cristalizados. —¿Qué ocurre? —Me acerqué a él y él me abrazó. Podía sentir cómo su cuerpo temblaba —Papá—. Volvía a hablarle, ya que no me daba respuesta —Ella está aquí —fue lo que salió de sus labios temblorosos. ¿Pero qué era lo que eso significaba? Miré al alfa para ver si él me decía lo que estaba pasando, pero solo me dedicó una sonrisa, confundiéndome aún más. Mi padre me tomó de la mano y caminamos a la entrada de la manada. En ella se encontraba un gran grupo de personas esperando por nosotros. Pero hubo dos personas que destacaron entre todos. Una de ellas era una linda mujer, ella llevaba puesto un traje de guerrera, su piel era muy blanca y su cabello negro como la noche. Sus ojos eran claros, en su rostro había una gran sonrisa y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Ella miraba a mi padre de manera extraña y yo seguía sin entender. La otra era un hombre de unos veinticinco años, era alto, su cabello era rubio y su piel blanca. Él, al igual que la mujer, lucía un traje de guerrero. Sus ojos cafés estaban fijos en mí. Pero ignoré ese hecho y me fijé en la mujer, que al estar cerca corrió a nosotros y abrazó a mi padre. —Mate—susurró mi padre. En ese momento me cayó el veinte, a eso se refería cuando me dijo que ella estaba aquí. Esta mujer era la mate de mi padre y, por lo tanto, podía ser mi madre. Aunque eso tenía que ser imposible, pues a diferencia de ella y mi padre, mi cabello era blanco como la nieve, mis ojos eran en un tono casi rojo. —No sabes cuánto llevo buscándolos —dijo la mujer acercándose a mí después de soltar a mi padre. Yo estaba estática, ella acarició mi rostro con ternura. —Cuánto has crecido mi niña—Mi corazón saltó, de verdad esta mujer era mi madre. Era realmente hermosa, sus ojos me miraban con calidez, dándome tranquilidad. Algo me decía que a su lado estaría segura. —Bueno, esto sí es una gran sorpresa, Agustín, amigo, qué felicidad es volver a verte —dijo un hombre de aspecto imponente, llevándome a identificarlo como el alfa. Mi padre lo miró sin entender, pues aún no habíamos dicho que él no tenía recuerdos de su pasado. —Alfa William, él no tiene recuerdo de su pasado —intervino nuestro alfa—. Yo le di un nombre, se llama Agustín. — Entiendo, ya tendremos tiempo para hablar, por ahora sean bienvenidos— dijo el alfa William. Yo estaba aún en estado de shock, habían pasado muchas cosas en menos de cuatro días, primero la destrucción de la manada en la que había creído, luego esto. Aunque en el fondo estaba feliz porque papá estuviera con su pareja, pero tenía la necesidad de escuchar qué es lo que había pasado. ¿Cómo fue que terminaron separados?, ¿por qué no nos encontró antes? Tenía muchas preguntas, pero debía ser paciente. Ya tendríamos tiempo para hablar. Por ahora lo importante era que ya estaban juntos. Papá estaba feliz, aún le costaba creer que estuviera enfrente de su mate. Sus ojos la miraban de una forma que nunca había visto; ¿era amor? Debía ser eso, pues la luminosidad de sus ojos era algo que antes no tenía. Todos nos dieron la bienvenida, incluyendo a la luna, quien me abrazó. —Esto tiene que ser un milagro de la diosa Luna, Alina, tu hija es hermosa, comentó mientras acariciaba mi cabeza. —Lo es luna, la diosa me obró el milagro que llevo años pidiéndole —agrego la mujer que dice ser mi madre.Alexander.Alexander Ivanov, ciento diez años, uno de los mejores guerreo y futuro alfa de la manada Luna creciente.Ese soy yo, un hombre inteligente que vela cada día por el bienestar de su manada, me esfuerzo cada día para llegar a ser un alfa, que cuide de su manada, como lo han hecho mis padres todos estos años. Llevo tiempo buscando a mi mate, pero, como ven, no he podido hallarla.Había estado todo el día en la oficina ayudando a mi padre con todos los asuntos de la manada, normalmente es algo que hago dos veces por semana, el resto lo ocupo entrenando o revolcándome con alguna loba.Pues les puedo decir, soy un hombre responsable, pero tengo mis necesidades. Cerca de las tres de la tarde, un guerrero nos informa de que tenemos un visitante.Ninguna manada nos había avisado que enviaría a alguien, por lo que nos pusimos en alerta. El visitante resultó ser un enviado del alfa William, quien nos solicitaba ayuda, pues un terremoto había destruido gran parte de su manada y no tení
Todos los recién llegados fueron ubicados en carpas temporales que habían habilitado; los heridos llegaron horas después y fueron atendidos.Daría y sus padres, ellos fueron a la que había sido años atrás su hogar.—Bienvenidos—dijo Alina.Ella estaba feliz, había tenido todo exactamente igual, para cuando ellos regresaran.—Gracias —contestaron Daría y su padre.E ingresaron a la que había sido su hogar años atrás. La casa, contaba con dosplantas. Era una casa hermosa, con estilo rústico, donde reinaba la madera, rodeaba de vegetación. En la parte de atrás de ella se unía con el bosque.**Daría.Alina era una mujer sencilla y hermosa, podía sentir el amor que nos tenía a mi padre y a mí, era así como un vínculo.Ella nos preparó para comer. En lo que mi padre y yo mirábamos fotos en un viejo álbum, en él pudimos ver muchas fotos de mi padre y de ella. Algunas de ellas eran de su matrimonio y otras fueron en mi nacimiento, confirmándome que sí era su hija.—¿De verdad es mi madre? —
Daría.Mi madre estaba feliz, ella siempre había soñaba con poder llevarme a mi primer día de clase. La Diosa Luna había cumplido su deseo, así que la felicidad en su rostro era más evidente.—Ten un lindo día, hija, si necesitas algo no dudes en llamarme —me dijo mamá desde la ventana del coche.—Estaré bien, así que no debes preocuparte—le dije. Ella me dedicó una sonrisa, luego se despido con la mano, papá hizo lo mismo. Los vi marcharse, luego suspiré y me encaminé al interior de la escuela. Todos se detuvieron para observarme, sería un largo día. Tratando de ignorarlos, me encaminé a lo que creía era la oficina del rector. Toqué y me permitieron el paso después del segundo toque.—Buenos días—saludé.—Señorita Sullivan, sea usted bienvenida, mi nombre es María, soy la secretaria —me saludó una mujer de unos cuarenta años.—Muchas gracias, señorita María—le contesté.—El rector vendrá en un momento, por favor, tome asiento —dijo. Me senté en una silla que quedaba enfrente del e
Alexander.Con la llegada de los visitantes, el trabajo se había aumentado. Mi padre y el alfa Óscar, estaban buscando el mejor lugar para restablecer la manada, ya que reconstruir la antigua era algo que no se podía.Con ellos centrado en eso, yo debía hacerme cargo del resto y una de las cosas que debía hacer, era asegurarme que todos los visitantes tuvieran todo lo necesario.Así que pensando en eso, me dirigía a la escuela para verificar que todos los estudiantes sean tratados como corresponde y no les haga falta nada.El director me informó la cantidad de estudiantes que habían asistido y me dio una lista de lo que se necesitaba para brindarles todo lo necesario.Después de discutir con él un par de temas más, me despedí. La verdad era que debía dirigirme con rapidez a la oficina de papá, pero las ganas de ver a Daria me ganaron, no sabía dónde buscarla, ya que era hora del receso, así que sin más me dirigí a la cafetería. Raramente, todo estaba casi en silencio, Barton mi futuro
Daría. Elegí un lindo vestido de tira en un tono pastel, no me esforcé mucho en verme bien, ya que no deseaba salir de casa. Cuando llegamos a la mansión de los Alfa, la Luna y el alfa William nos esperaban. —Bienvenidos— nos dijeron. —Muchas gracias por la invitación — dijeron mis padres. La luna se acercó a mí y acarició mis mejillas. —Daria, eres realmente hermosa—. Sus ojos tenían un brillo, mientras me miraban con cariño. —Gracias, Luna— le dije dándole una sonrisa. Seguimos al interior de la gran casa; en la sala se encontraba Alexander, el futuro sucesor. También el alfa Óscar junto a su luna. Todos se sentaron y empezaron con el relato de lo que pasó aquel día hace diecisiete años. “Había sido un día ajetreado, recuerdo que se celebraba el festival de la luna creciente, toda la manada estaba animada, disfrutando de todas las actividades que se habían organizado”, contó el alfa William. “Ese día, yo estaba de patrullaje, Agustín habí
Alexander.Me sentía como un completo idiota, le había hablado a Daría de manera terrible, por estar siguiendo los consejos de Ares.Pero lo que yo en realidad quería era estar con ella y reclamarla como mía, pero también tenía claro que necesitaba una compañera acta para el puesto de Luna.De verdad que tenía un caos en mi cabeza, tratando de dejar ese tema de lado, bajé y me uní a la cena. Durante ella no pude evitar mirar a Daria. Ella lucía tranquila, es más, podía jurar que me estaba ignorando, pero la entendía. Hacía solo unos instantes que la había tratado mal, diciéndole que no era más que una invasora. Necesitaba disculparme.La cena finalizó tranquilamente, ella y su familia se despidieron sin darme oportunidad de disculparme por lo que había pasado.Sin más que hacer, me fui a descansar, con la idea de ir a la mañana siguiente a la escuela y disculparme con ella.Emocionado por ir a verla, me levanté temprano, entrené, luego tomé una ducha y salí de casa sin mirar el desayu
Daría.Tres meses se habían cumplido desde nuestra llegada a esta manada.Tres meses en los que hemos tratado de adaptarnos a otras costumbres.Pero no todo ha sido malo, ya que he podido presenciar el amor de mis padres.Diría que ha sido lo único bueno de haber llegado a la luna creciente.Porque si hablamos de la escuela, en ella hemos tenido que aprender a vivir con las miradas de desaprobación de mucho, comentarios estúpidos de otros.Hacía dos meses atrás tuve un altercado con Santiago, un compañero de clase que se atrevió a besarme sin mi aprobación. Por suerte logré ponerlo en su lugar y dejarle claro que debía respetarme. Desde entonces mantiene su distancia, cosa que agradezco.Digamos que ese ha sido un resumen de todo lo poco interesante que he vivido hasta ahora.Aunque si hay algo que me tiene pensativa y es el hecho de que hay una voz que suelo escuchar, eso me ha llevado a pensar que mi loba ha despertado, pero no me he atrevido a hablarle o, de ser lo contrario, estar
Daría.Mis impulsos estaban empezando a controlarme, sentía la necesidad de correr hacia él, pero no podía.¿Cómo le explicaría el hecho de que yo sabía que él era mi mate, cuando no he tenido mi primera transformación?—Atenea, no podemos dejar que el vínculo sea más fuerte —le dije por el enlace.—Lo sé, pero esta sensación es más fuerte —me contestó.La verdad fue que cuando quise reaccionar, ya me encontraba en su habitación, oliendo su cama. Parecía una puta enferma haciendo eso.Por suerte él no estaba en casa, porque la vergüenza hubiera sido grande.Ya más tranquila, bajé a la primera planta y menos mal que lo hice, pues cuando acababa de bajar el último escalón de la escalera, la puerta fue abierta y por él entró un Alexander, sudoroso, con medio cuerpo descubierto. Se veía tan sexy.Por primera vez lo detallé y pude ver lo apuesto que era.Respiré profundo, tratando de guardar el suficiente oxígeno y no respirar su aroma.Mi corazón estaba fuera de control, estaba casi segur