Cuando lo tomaron de los hombros y lo empujaron hacia adelante, él se puso en guardia y estuvo a punto de golpearlo, hasta que lo reconoció.—¿Que mierda, Marcos? —se ríe—. Me asustaste, pensé que me estaban siguiendo.—Ey, no —se ríe el chico—. Solo te quería hacer una broma. ¿Todo bien? ¿Qué haces en Miami?—Vine a ver a mi chica —sonríe— ¿Y vos? Tenía entendido que estabas en España.—Vine a pasar unos días, nada más. Por cierto, te vi en las noticias, ¿Estás realmente con esa actriz?—Si, se llama Luisana —sonríe— ¿La conoces?—Por las novelas, es famosa en España. ¿Cómo están las cosas por allá? ¿Tu familia?—¿Tomamos una cerveza? —pregunta él mientras señala el pequeño bar a solo unos pasos—Si, vamos.Después de sentarse en una mesa y hacer la orden, Renzo hace una mueca antes de hablar de su familia. Nunca era fácil hacerlo, pero no había otra realidad que esa.—¿Supiste lo de José?—¿José? —frunce el ceño—. No, ¿Que le pasó?—Lo mataron —Renzo hace una mueca ante la mención—.
Aquella mañana del 23 de abril había comenzado de lo más especial. Hoy se celebraba el matrimonio oficial de Renzo Herrera y Luisana Navarro, dos amantes que decidieron darse una oportunidad a pesar de las adversidades.El problema no solo era la pasada vida criminal de Renzo, sino que la tormenta apenas parecía comenzar.El barrio de Nordelta había sido el elegido para celebrar, la boda estaría reducida a solo las personas más cercanas, Luisana no quería a la prensa, ni tampoco a nadie fuera de su círculo íntimo para que estuviera allí.Mirando a través del espejo, observa como su cuñada entra, regalándole una sonrisa de tranquilidad. Era lo que necesitaba, el día estaba siendo demasiado tenso.—Este es tu día especial, deja de estar pensando en lo que está sucediendo afuera —Luisana hace una mueca y se gira con su silla, mirando a la mujer—No puedo sentirme cómoda sí sé que ella está a unos pocos metros.—Ella puede irse a la mierda ahora mismo, finge que realmente no está. No voy
El rugido de aquel motor hacía que su corazón se acelerara y sonriera por la adrenalina. Renzo pensaba que no había nada más emocionante que estar montado a una motocicleta mientras que la brisa pegaba en tu rostro. No estaba solo, había un grupo de hombres y mujeres que lo seguían en una camioneta, aquella que en la que él no quiso montarse solo para conducir por su cuenta. Renzo había insistido en que necesitaba hacer algo para matar el aburrimiento, y eso incluía entregar el cargamento de bolsas de marihuana, aquellas que se utilizarían para la venta en varios puntos de la ciudad. Era una tarea sencilla, aquello no generaba ningún riesgo, pero esta vez no sería todo tan fácil. En la última entrega, el castaño comenzó a darse cuenta de que lo estaban siguiendo, había al menos una patrulla desde hace más de cinco calles. —Lena, tenemos compañía —dice a través de la radio que lleva en su cintura —Vamos a tomar caminos diferentes —decreta la otra mujer. Con una media sonrisa en su
Luisana tenía demasiado estrés acumulado y le urgía ocuparse de su exnovio de verdad, últimamente estaba demasiado pesado y no quería que arruinara la fiesta con otro de sus números.Renzo le sonríe y le hace una inclinación en forma de saludo a la última chica que queda dentro del baño. Luisana se apoya sobre el mármol del lavamanos y cierra los ojos, inclinando su cabeza para tomar una larga respiración.—No veo bien que estés en el baño de mujeres—la mujer se reincorpora y mira a Renzo, quien está apoyado contra la pared, con los brazos cruzados—. Deberías irte. No tenés que hacer esto.—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —pregunta con tranquilidad, deshaciendo el agarre de sus brazos y acercándose a ella—No, no te preocupes.—Bien —él aprieta los labios y asiente—. Al menos deja que te ayude con esa mancha.Renzo enciende la canilla y toma una buena cantidad de servilletas en sus manos, pero Luisana no se esperaba para nada lo que iba a hacer a continuación. Él remoja su mano y
—¿Quién carajo eres? —lo mira—. Si eres su guardia personal, entonces estás despedido. Lárgate de aquí. Los problemas que tengo con mi mujer, los resuelvo yo —Mario comienza a acercarse al tipo mientras Luisana se desespera.—De verdad voy a sacarte por mi cuenta si no te vas.—Por favor, ya es suficiente —dice ella llegando hacia ambos—Tú te callas —Mario gruñe hacia la mujer—Mira, gran imbécil —Renzo lo toma de las solapas del traje, atrayéndolo hacia él—. Te dije que termines con lo que estás haciendo y te vayas de este lugar. No vuelvas a tratarla así. No te acerques a ella nunca más, no la molestes.—¿Tú y cuántos más me van a detener? —gruñe—Puedo romperte la cabeza sin ayuda de nadie.—Inténtalo —lo desafía—Por favor, ya —Luisana se acerca a Renzo y lo mira—. Suéltalo, deja que se vaya.—Que te pida disculpas —insiste—Esto no puede ser posible. —el hombre hace una sonrisa sarcástica—Se calman —grita la mujer—. Mario, es mejor que te vayas ahora —Luisana mira hacia Renzo—.
Lena lo siguió sin decir mucho, parecía frustrado. Y como para terminar con la historia aún peor, Claudia apareció de un momento para el otro.—¿Dónde están los guardias? —le dice con el ceño fruncido—Sacando a un tipo que se estaba poniendo violento —le explica Lena mientras Renzo toma una larga respiración.—¿Qué te pasa? —ella mira a su hijo— ¿Tuviste una pelea con él?—No importa —suspira—. Estaba molestando y además no era invitado. Está solucionado.—Entonces si está solucionado quita esa cara de amargado —Claudia toma un buen sorbo de su copa y sonríe—. Esta noche vamos a brindar y a disfrutar un poco.—Tu mamá tiene razón, ni siquiera vale la pena estar así. Conseguí unos tragos para nosotros, no puedes quejarte —Renzo le regala una media sonrisa a su hermana y acepta el trago—Apenas comienza la noche, va a ser divertido —lo anima Claudia—. Vamos que quiero presentarles a alguien.—Clau, ¿No has visto a mi padre? —pregunta Lena—, pensé que vendría contigo. —la mujer toma otr
Cuando Luisana se retira de al lado de su padre, ambos se quedan incrédulos. Ninguno de sus hijos solía actuar de esa manera, Luisana se había comportado muy seca con respecto a lo que ella solía ser y Renzo ni hablar, siempre era un muchacho simpático y sonriente.—Ella no está bien, siento si no te saludó del mejor modo —murmura Mariano mientras la toma del brazo y comienzan a caminar—. Acaba de separarse de su novio de años y está un poco triste. No me quiero imaginar cómo se debe sentir.—Me imagino —suspira—. El amor te tiene un poco estúpido la mayor parte del tiempo. Y no te preocupes, ella fue amable de todas maneras, ya se repondrá.—Mhm. Hablando de amores, ¿Dónde está José?—José —la mujer hace una mueca—. Lo estoy llamando hace horas y nada que aparece. La verdad es que últimamente pienso que algo está ocultando.—No quiero meterme en tus líos, pero creo que deberías hablar con él.—Si, ya voy a resolver nuestro asunto. ¿Cómo estás tú? —ella le sonríe—. Hace tiempo no te v
Un auto varado en el medio de una calle poco transitada fue reportado aquella mañana. No solo porque parecía estar maltratado, sino que cuando aquel hombre pasó por allí de camino al trabajo, vio a aquellas dos personas dentro del mismo, con mucha sangre sobre su ropa.A pesar del horror de haber tenido una imagen como esa, se atrevió a marcarle a la policía y quedarse allí, esperando que los oficiales llegaran.La comisaría comenzó a estar en alerta y fue camino hacia el sitio indicado, comenzando con el protocolo para estos casos. Anotaron todo lo que veían de la escena del crimen, los videos rotos, las balas en el suelo, la puerta forcejada y los cuerpos de ambas personas adentro, sin vida.—¿No hay cámaras de seguridad por aquí? —pregunta el oficial Matías—No, señor. Este lugar está muy alejado de la avenida principal, ni siquiera tiene luces.—¿Qué piensas?—Todo parece indicar que fue un robo —anuncia—. Los vidrios rotos, el forcejeo de la puerta, el hombre que está con medio c