Lena lo siguió sin decir mucho, parecía frustrado. Y como para terminar con la historia aún peor, Claudia apareció de un momento para el otro.
—¿Dónde están los guardias? —le dice con el ceño fruncido
—Sacando a un tipo que se estaba poniendo violento —le explica Lena mientras Renzo toma una larga respiración.
—¿Qué te pasa? —ella mira a su hijo— ¿Tuviste una pelea con él?
—No importa —suspira—. Estaba molestando y además no era invitado. Está solucionado.
—Entonces si está solucionado quita esa cara de amargado —Claudia toma un buen sorbo de su copa y sonríe—. Esta noche vamos a brindar y a disfrutar un poco.
—Tu mamá tiene razón, ni siquiera vale la pena estar así. Conseguí unos tragos para nosotros, no puedes quejarte —Renzo le regala una media sonrisa a su hermana y acepta el trago
—Apenas comienza la noche, va a ser divertido —lo anima Claudia—. Vamos que quiero presentarles a alguien.
—Clau, ¿No has visto a mi padre? —pregunta Lena—, pensé que vendría contigo. —la mujer toma otro trago de su bebida antes de responder
—Me ha dicho que nos encontrábamos aquí, tenía una reunión con un inversor —ella hace una mueca—. Ya sabes cómo es tu padre, no le gustan mucho estas fiestas.
—Lo sé, pero me preocupa. Nunca hace esto tan tarde, y menos cuando tenemos un compromiso.
—Intentaré llamarlo —le asegura mientras saca el celular del bolso
Luisana no entendía cómo la situación se había ido hacia ese punto de un momento para el otro. La sola presencia de Mario le había puesto los pelos de punta, las cosas entre ellos dos había terminado muy mal.
Si, él la acusaba diciendo que ella lo había engañado, pero eso no era cierto. Luisana es quién lo encontró con otra mujer, incluso esa relación que ellos tenían venía desde hace meses, por lo que no podía ni siquiera excusarse con que fue algo de una sola noche.
Mario no era más que un caradura, intentando quitarse peso por lo ocurrido y acusándola a ella. Ni siquiera quiso pensar en las palabras que le había dicho, no era una noche para comenzar a sentirse mal otra vez.
—¿Hija? ¿Está todo bien?
La mujer levanta su mirada para ver a su padre de pie, mirándola con preocupación. Lo cierto era que un día como este no quería arruinárselo con sus asuntos, solo tenía que fingir por unas pocas horas más e intentarlo por él.
Luisana le sonrió y lo abrazó, pensando en que era mejor dejar las cosas de ese tamaño. Ni siquiera quería mencionar a aquel hombre que estuvo peleando con Mario.
Mariano sabía que algo estaba ocurriendo, pero quiso suponer que su hija se sentía mal por su reciente separación, porque no tenía idea de que Mario había estado allí. Él siempre había sido muy unido a Luisana, su esposa falleció en un accidente trágico cuando la niña solo tenía cuatro años, por lo que comenzó a cambiar prácticamente su vida, al ser la única persona que esa bebé tenía. Al menos en esa ciudad.
Mariano tenía varios restaurantes en aquella ciudad, lo suyo siempre había sido la gastronomía y fue algo en lo que tuvo mucha suerte. Siempre había sido un gran empresario, aunque tampoco le gustaba presumir todo lo que tenían.
—Los invitados están llegando, pero quería tener unos minutos para verte —él le sonríe— ¿Dónde está Luca? Pensé que vendrías con él —le dice, refiriéndose a su mejor amigo.
—No te lo dije hoy temprano, pero Luca en realidad no venía. Tuvo un asunto familiar, así que se quedará con su madre. Dijo que te mandaba muchas felicitaciones.
—Me dejó un mensaje esta mañana, pero con todo el asunto de la fiesta no pude responderle —el hombre suspira y abraza a su hija por los hombros—. Bueno, ya que estás aquí me gustaría presentarte a algunas personas. Ellos te van a gustar, y quizás puedes divertirte un poco.
—¿De quién hablas, papá?
—De una gran amiga. No la conoces porque hace mucho que no te quedas tanto tiempo aquí, pero es una mujer maravillosa. Ella tiene dos hijos también.
—¿Pequeños?
—No, no realmente. Tienen tu edad. Estoy seguro de que van a gustarte. Mira, allí están. ¡Claudia!
Los ojos de Luisana van hacia la mujer que se gira para sonreírle a su padre, era cierto que no la conocía, pero algo le decía que tenía cierto parecido a...
Cuando Claudia y mariano se abrazaron, Luisana no pudo evitar mirar a las personas que estaban detrás de esa mujer. Ella se sorprendió cuando se encontró nada más ni nada menos que con el hombre que acababa de discutir.
Él se veía tan serio como hace unos pocos minutos y la mujer a su lado parecía divertida con la situación. Ella sabía perfectamente lo que ocurría.
—Hija, permíteme. Voy a presentarte a Claudia, una gran amiga —ambas se saludan con una sonrisa—. Ellos son sus hijos, Renzo y Lena. Son unos muchachos muy agradables que quiero mucho. Chicos, ella es Luisana, mi hija.
El silencio se estableció por unos largos segundos, Luisana había quedado frente a él, ambos mirándose sin decir nada. Renzo podía darse cuenta de que su mirada no era de enojo esta vez, pero el enfrentamiento había ocurrido de todas maneras.
Lena tuvo que romper el silencio, sonriendo y fingiendo que nada pasaba por allí, sus padres comenzaban a inquietarse. Le estrechó su mano mientras se acercaba.
—Lena Antana, un placer.
—Me agrada conocerte, Lena —murmura Luisana
Renzo aclara su garganta y da un paso hacia el frente, sin dejar de mirar a la mujer. Aún se sentía enojado por lo que ocurrió, pero no permitiría que sus padres se metieran en ese asunto, ya tenía suficiente con que su madre le manejara la mayor parte de su vida.
—Señorita Navarro, es un placer.
Ambos se dan la mano en gesto de saludo y Renzo le sonríe, ganándose una arqueda de ceja de su madre. Ya le resultaba extraño el comportamiento de su hijo, pero no le diría nada por el momento.
—Hace mucho tiempo que no te veo, muchacho —le dice Mariano con una sonrisa, cortando la tensa mirada entre ambos
—Si, eso es cierto —Renzo sonríe mirando al hombre frente a él, ofreciéndole su mano y un corto abrazo—. Estoy un poco ocupado con el trabajo, pero es bueno verte. Feliz cumpleaños, por cierto.
—Si, tu madre me ha dicho. Supongo que debes tener poco tiempo libre. ¿Cómo va todo entonces?
—Todo en marcha, ya sabes como es. La jefa se pone un poco pesada cuando no hago mi trabajo —Renzo se ríe y Luisana lo mira
—No mientas —Claudia se ríe—. Desde que me dijiste que no querías que esté detrás tuyo todo el tiempo no voy demasiado a la empresa. Así que no puedes decir nada.
—Si, eso está mucho mejor —Renzo va hacia su madre y la abraza de costado, besando su cabello—. Te quiero igual, mamá.
—Feliz cumpleaños, señor Navarro —Mariano le sonríe y asiente. Lena le deja un beso en la mejilla—. Oye, ¿Vamos por unos tragos?
—Cierto, claro —Renzo le guiña el ojo a su hermana y se disculpa
—Ahora regresamos, mamá.
—No te tarden tanto, que los necesito aquí. Hija, si sabes algo de tu padre me lo dices —le menciona a Lena
—Si, lo haré.
Lo cierto es que Claudia era muy buena actriz, ella sabía perfectamente dónde se encontraba José ahora mismo, pero tenía que fingir estar preocupada para no levantar sospechas.
—Ahora regreso también —dice Luisana mientras miro a su padre. Es un placer conocerla, señora.
—El placer es mío, querida.
La mujer se retira de allí, dejando a ambos un poco descolocados por lo que acababa de suceder. Ninguno de sus hijos solía actuar de esa manera, Luisana se había comportado muy seca con respecto a lo que ella solía ser y Renzo ni hablar, siempre era un muchacho simpático y sonriente.
El empresario toma un largo trago de alcohol mientras su hermana lo mira con el ceño fruncido. Estaba claro que él continuaba molesto por lo que había sucedido, pero al menos seguía en la fiesta.
—Aun no entiendo cómo es que llegaste a tener problemas con la hija de mariano. Por tu sorpresa al verla supongo que no sabías quién era, ¿O me equivoco?
—No, no tenía idea de quién era en realidad. No puedo decir que fue una grata casualidad.
—¿Desde cuándo la conoces?
—No la conozco, nos encontramos hace unos minutos. Ella venía con un mal genio terrible, nos chocamos y le tiré la copa de vino encima de su vestido, ayudé con eso y se fue. Estaba buscándote en realidad, presencié una escena bastante extraña al parecer él quería que se vayan a otro sitio para hablar, ella no quería y la estaba amenazando, le lastimó la muñeca. Solo me metí en esa discusión porque de verdad la estaba lastimando, parecía no entender que ella no quería saber nada.
—Pude notar que no estaba muy consciente de sus actos —dice con una mueca—¿Porqué ella se enojó en realidad?
—Vio el arma que tenía en la cintura y pensó que lo iba a amenazar con eso. Me conoces, sabes que no reacciono así. De todas maneras, la situación ya estaba siendo demasiado tensa de por sí.
—Bueno, quizás no estaba enojada contigo realmente fue la tensión del momento. No quiero imaginarme cómo reaccionaría si estuviese arruinando el cumpleaños de mi padre y más para hacer ese tipo de cosas. El tipo es un idiota, no tienes que darle importancia.
—No voy a darle importancia. La invitaré a bailar —Lena comienza a reír— ¿Qué?
—Esa tipa acaba de mandarte al demonio, ¿Y tu la quieres invitar a bailar?
—Ella me gusta. Y francamente, puede olvidarse de ese imbécil por hoy. Solo mírame.
Cuando Luisana se retira de al lado de su padre, ambos se quedan incrédulos. Ninguno de sus hijos solía actuar de esa manera, Luisana se había comportado muy seca con respecto a lo que ella solía ser y Renzo ni hablar, siempre era un muchacho simpático y sonriente.—Ella no está bien, siento si no te saludó del mejor modo —murmura Mariano mientras la toma del brazo y comienzan a caminar—. Acaba de separarse de su novio de años y está un poco triste. No me quiero imaginar cómo se debe sentir.—Me imagino —suspira—. El amor te tiene un poco estúpido la mayor parte del tiempo. Y no te preocupes, ella fue amable de todas maneras, ya se repondrá.—Mhm. Hablando de amores, ¿Dónde está José?—José —la mujer hace una mueca—. Lo estoy llamando hace horas y nada que aparece. La verdad es que últimamente pienso que algo está ocultando.—No quiero meterme en tus líos, pero creo que deberías hablar con él.—Si, ya voy a resolver nuestro asunto. ¿Cómo estás tú? —ella le sonríe—. Hace tiempo no te v
Un auto varado en el medio de una calle poco transitada fue reportado aquella mañana. No solo porque parecía estar maltratado, sino que cuando aquel hombre pasó por allí de camino al trabajo, vio a aquellas dos personas dentro del mismo, con mucha sangre sobre su ropa.A pesar del horror de haber tenido una imagen como esa, se atrevió a marcarle a la policía y quedarse allí, esperando que los oficiales llegaran.La comisaría comenzó a estar en alerta y fue camino hacia el sitio indicado, comenzando con el protocolo para estos casos. Anotaron todo lo que veían de la escena del crimen, los videos rotos, las balas en el suelo, la puerta forcejada y los cuerpos de ambas personas adentro, sin vida.—¿No hay cámaras de seguridad por aquí? —pregunta el oficial Matías—No, señor. Este lugar está muy alejado de la avenida principal, ni siquiera tiene luces.—¿Qué piensas?—Todo parece indicar que fue un robo —anuncia—. Los vidrios rotos, el forcejeo de la puerta, el hombre que está con medio c
(Horas antes de la fiesta de Mariano)Ya era de noche cuando Claudia llegó hacia aquel famoso hotel del centro de la ciudad. Ella necesitaba hacer una parada técnica antes de ir directamente hacia el cumpleaños, no podía dejar ese asunto pendiente.—Buenas noches, señora —dice uno de los hombres que la espera en la puerta trasera—Héctor, que bueno verte. ¿Hiciste la tarea hoy? —el hombre asiente—Las cámaras están congeladas y su huésped se encuentra en la habitación 107 —Claudia sonríe—. Me ocuparé de que nadie esté cerca en la próxima media hora —le informa, entregándole la tarjeta de la habitación.—Solo bastarán cinco minutos, Héctor. Dile al chico de la limpieza que pase por allí en diez. —Claudia mira a las chicas y les hace una seña—. Me siguen y se quedan afuera de la habitación.Claudia caminaba decidida por los pasillos mientras sus tacones resonaban por aquel mármol. La mujer nunca se había sentido tan decidida como en este momento, aunque claro, hubiese querido un mejor f
Mariano se retiró de la sala cuando su amiga pidió tener una charla con él. Tanto Renzo como Lena se quedaron en silencio, sin ningún tipo de opinión. El ambiente no era el mejor, pero el hombre no dejaría que las cosas quedaran de esa manera. Renzo no quería estar allí, necesitaba despejarse un poco para ser sincero, por lo que tomó aquella pequeña botella y se puso de pie. —¿Me acompañas? —¿A dónde quieres ir? —Solo a caminar un poco por los terrenos. Creo que ellos quieren tener privacidad después de todo —dice mirando a su madre, quién está sentada a unos pocos metros. Ambos comienzan a caminar en silencio, alejándose de la casa. Lo terrenos eran muy extensos, podían tener un poco de privacidad. le gustaba su compañía, la idea de estar solo en un momento como este no era su estilo y ella parecía estar mucho más calmada que el día anterior. —¿Aún sigues molesta conmigo? —pregunta él mientras le da una mirada —No, ya lo hemos hablado. El asunto se acabó —ella suspira—. Quiero p
Lena maldecía el momento en el que decidió estar sola y tomar unas cuántas copas de más. No solo porque se supone que tenía que conducir a casa, sino porque ahora no tenía manera de irse de allí después de ver lo que estaba ocurriendo.Aquel hombre se pasó toda la noche mirándola, incluso cuando ella se había sumergido a su propio mundo y continuó allí tomando. Parecía que no se daría por vencido al estar más de una hora sentado esperando a saber cómo actuaría después, tenía el apoyo de sus amigos, y lo más importante es que la veía absolutamente sola.—El mismo trago, por favor —dice el hombre, volviéndose a poner a su lado— ¿Por qué estás tan amargada? ¿No querés divertirte un rato?—No me molestes.—Mira, tengo un grupo de amigos que te van a caer bien —la mujer pone los ojos en blanco—. Podemos tomar unos tragos, ir a otro lugar más divertido, tomar algunas cosas ricas que nos van a poner de buen humor. ¿Que pensas? ¿Eh?—Voy a llamar a seguridad —le advierte—¿Porqué, preciosa? —
Lena estaba tan borracha que apenas podía mantenerse de pie. Tuvo suerte que la mujer a su lado se mantuviera allí mientras intentaba recuperar sus sentidos. Lourdes intentaba comunicarse con su teléfono con aquel amigo que podía ayudarla, mientras Lena la observaba.Era una mujer alta, de cabello castaño, vestida de negro, con un pantalón y una chaqueta de jean, la mujer tenía unas botas y peinada con una media cola. Sus ojos delineados de aquella manera resaltaban increíblemente sus ojos verdes, y sin dudas, Lena estaba al tanto de todo eso.Ella podía estar muy borracha, pero apreciaba a la mujer frente a ella sin ninguna duda.Solo fueron unos minutos de delirio mientras su hermano la llama al celular, por lo que decide atender con rapidez.—¿Dónde estás? —pregunta Renzo—En el baño. ¿Llegaste?—Si, estoy entrando. Hay muchas personas, no logro saber dónde está el baño.—Decile que a la derecha de la entrada hay un pequeño pasillo a la derecha que te lleva hasta los baños, ahí hay
Luisana podía sentir la intensidad de sus ojos, él lo estaba diciendo en serio. Por alguna razón quería ser protegida por ese hombre, había algo en el que la atraía demasiado.—¿Quieres tomar algo?—¿Un café? —ella lo mira—. No sé si estoy de ánimos para un trago—Claro, voy a prepararte uno. Si querés esperamos hasta que Lena se vaya a dormir y te llevo a tu casa —él la mira—. Aunque me gustaría que te quedes.—En realidad olvidé las llaves de la casa de mi papá y él aún sigue en la casa de Claudia. Voy a llamarlo para preguntar a qué hora puede volver.—No te preocupes por eso, tengo otra habitación, podrías quedarte al menos hasta mañana. Enzo y mi madre suelen quedarse toda la noche hablando, eso no sería algo extraño —él le hace una seña para que lo acompañe—. Vamos a la cocina, preparemos un café. Quizás hasta te caigo bien después de todo.—Eso lo dudo —ella le sonríe— ¿Podría pasar al baño primero?—Hay un baño a la izquierda, Lena se está duchando en el otro —él aclara su gar
Renzo había invitado a tomar un café caliente al balcón del departamento, principalmente para que pudieran hablar con tranquilidad al cerrar el ventanal, no quería que su hermana se despertara si conciliaba el sueño.—¿Cómo es lo de la fiesta? —pregunta ella—Nicolás quiere festejar su cumpleaños en Miami, tiene amigos allá y siempre le gustó viajar. Dijo que nos iríamos tres o cuatro días, pero creo que no se quedará ahí, sino que piensa irse a otros lugares.—Miami me gusta, pero no sé si quiero estar viajando tanto. He estado metida en un avión en los últimos meses debido a los negocios.—Podrías acompañarme a su fiesta en Miami, de paso cambiamos de aire. Estoy intentando convencer a Lena, pero es difícil —él la mira—. Vamos, nos divertimos en la fiesta, mi amigo hace unas muy buenas. Cambiamos de aire, hace mucho tiempo que no me voy —Luisana entrecierra los ojos—. Y de paso después no me reclamas que te debo una —ella se ríe—Eso suena como a un chantaje, pero si, te acompaño —e