Capítulo 5

Lena lo siguió sin decir mucho, parecía frustrado. Y como para terminar con la historia aún peor, Claudia apareció de un momento para el otro.

—¿Dónde están los guardias? —le dice con el ceño fruncido

—Sacando a un tipo que se estaba poniendo violento —le explica Lena mientras Renzo toma una larga respiración.

—¿Qué te pasa? —ella mira a su hijo— ¿Tuviste una pelea con él?

—No importa —suspira—. Estaba molestando y además no era invitado. Está solucionado.

—Entonces si está solucionado quita esa cara de amargado —Claudia toma un buen sorbo de su copa y sonríe—. Esta noche vamos a brindar y a disfrutar un poco.

—Tu mamá tiene razón, ni siquiera vale la pena estar así. Conseguí unos tragos para nosotros, no puedes quejarte —Renzo le regala una media sonrisa a su hermana y acepta el trago

—Apenas comienza la noche, va a ser divertido —lo anima Claudia—. Vamos que quiero presentarles a alguien.

—Clau, ¿No has visto a mi padre? —pregunta Lena—, pensé que vendría contigo. —la mujer toma otro trago de su bebida antes de responder

—Me ha dicho que nos encontrábamos aquí, tenía una reunión con un inversor —ella hace una mueca—. Ya sabes cómo es tu padre, no le gustan mucho estas fiestas.

—Lo sé, pero me preocupa. Nunca hace esto tan tarde, y menos cuando tenemos un compromiso.

—Intentaré llamarlo —le asegura mientras saca el celular del bolso

Luisana no entendía cómo la situación se había ido hacia ese punto de un momento para el otro. La sola presencia de Mario le había puesto los pelos de punta, las cosas entre ellos dos había terminado muy mal.

Si, él la acusaba diciendo que ella lo había engañado, pero eso no era cierto. Luisana es quién lo encontró con otra mujer, incluso esa relación que ellos tenían venía desde hace meses, por lo que no podía ni siquiera excusarse con que fue algo de una sola noche.

Mario no era más que un caradura, intentando quitarse peso por lo ocurrido y acusándola a ella. Ni siquiera quiso pensar en las palabras que le había dicho, no era una noche para comenzar a sentirse mal otra vez.

—¿Hija? ¿Está todo bien?

La mujer levanta su mirada para ver a su padre de pie, mirándola con preocupación. Lo cierto era que un día como este no quería arruinárselo con sus asuntos, solo tenía que fingir por unas pocas horas más e intentarlo por él.

Luisana le sonrió y lo abrazó, pensando en que era mejor dejar las cosas de ese tamaño. Ni siquiera quería mencionar a aquel hombre que estuvo peleando con Mario.

Mariano sabía que algo estaba ocurriendo, pero quiso suponer que su hija se sentía mal por su reciente separación, porque no tenía idea de que Mario había estado allí. Él siempre había sido muy unido a Luisana, su esposa falleció en un accidente trágico cuando la niña solo tenía cuatro años, por lo que comenzó a cambiar prácticamente su vida, al ser la única persona que esa bebé tenía. Al menos en esa ciudad.

Mariano tenía varios restaurantes en aquella ciudad, lo suyo siempre había sido la gastronomía y fue algo en lo que tuvo mucha suerte. Siempre había sido un gran empresario, aunque tampoco le gustaba presumir todo lo que tenían.

—Los invitados están llegando, pero quería tener unos minutos para verte —él le sonríe— ¿Dónde está Luca? Pensé que vendrías con él —le dice, refiriéndose a su mejor amigo.

—No te lo dije hoy temprano, pero Luca en realidad no venía. Tuvo un asunto familiar, así que se quedará con su madre. Dijo que te mandaba muchas felicitaciones.

—Me dejó un mensaje esta mañana, pero con todo el asunto de la fiesta no pude responderle —el hombre suspira y abraza a su hija por los hombros—. Bueno, ya que estás aquí me gustaría presentarte a algunas personas. Ellos te van a gustar, y quizás puedes divertirte un poco.

—¿De quién hablas, papá?

—De una gran amiga. No la conoces porque hace mucho que no te quedas tanto tiempo aquí, pero es una mujer maravillosa. Ella tiene dos hijos también.

—¿Pequeños?

—No, no realmente. Tienen tu edad. Estoy seguro de que van a gustarte. Mira, allí están. ¡Claudia!

Los ojos de Luisana van hacia la mujer que se gira para sonreírle a su padre, era cierto que no la conocía, pero algo le decía que tenía cierto parecido a...

Cuando Claudia y mariano se abrazaron, Luisana no pudo evitar mirar a las personas que estaban detrás de esa mujer. Ella se sorprendió cuando se encontró nada más ni nada menos que con el hombre que acababa de discutir.

Él se veía tan serio como hace unos pocos minutos y la mujer a su lado parecía divertida con la situación. Ella sabía perfectamente lo que ocurría.

—Hija, permíteme. Voy a presentarte a Claudia, una gran amiga —ambas se saludan con una sonrisa—. Ellos son sus hijos, Renzo y Lena. Son unos muchachos muy agradables que quiero mucho. Chicos, ella es Luisana, mi hija.

El silencio se estableció por unos largos segundos, Luisana había quedado frente a él, ambos mirándose sin decir nada. Renzo podía darse cuenta de que su mirada no era de enojo esta vez, pero el enfrentamiento había ocurrido de todas maneras.

Lena tuvo que romper el silencio, sonriendo y fingiendo que nada pasaba por allí, sus padres comenzaban a inquietarse. Le estrechó su mano mientras se acercaba.

—Lena Antana, un placer.

—Me agrada conocerte, Lena —murmura Luisana

Renzo aclara su garganta y da un paso hacia el frente, sin dejar de mirar a la mujer. Aún se sentía enojado por lo que ocurrió, pero no permitiría que sus padres se metieran en ese asunto, ya tenía suficiente con que su madre le manejara la mayor parte de su vida.

—Señorita Navarro, es un placer.

Ambos se dan la mano en gesto de saludo y Renzo le sonríe, ganándose una arqueda de ceja de su madre. Ya le resultaba extraño el comportamiento de su hijo, pero no le diría nada por el momento.

—Hace mucho tiempo que no te veo, muchacho —le dice Mariano con una sonrisa, cortando la tensa mirada entre ambos

—Si, eso es cierto —Renzo sonríe mirando al hombre frente a él, ofreciéndole su mano y un corto abrazo—. Estoy un poco ocupado con el trabajo, pero es bueno verte. Feliz cumpleaños, por cierto.

—Si, tu madre me ha dicho. Supongo que debes tener poco tiempo libre. ¿Cómo va todo entonces?

—Todo en marcha, ya sabes como es. La jefa se pone un poco pesada cuando no hago mi trabajo —Renzo se ríe y Luisana lo mira

—No mientas —Claudia se ríe—. Desde que me dijiste que no querías que esté detrás tuyo todo el tiempo no voy demasiado a la empresa. Así que no puedes decir nada.

—Si, eso está mucho mejor —Renzo va hacia su madre y la abraza de costado, besando su cabello—. Te quiero igual, mamá.

—Feliz cumpleaños, señor Navarro —Mariano le sonríe y asiente. Lena le deja un beso en la mejilla—. Oye, ¿Vamos por unos tragos?

—Cierto, claro —Renzo le guiña el ojo a su hermana y se disculpa

—Ahora regresamos, mamá.

—No te tarden tanto, que los necesito aquí. Hija, si sabes algo de tu padre me lo dices —le menciona a Lena

—Si, lo haré.

Lo cierto es que Claudia era muy buena actriz, ella sabía perfectamente dónde se encontraba José ahora mismo, pero tenía que fingir estar preocupada para no levantar sospechas.

—Ahora regreso también —dice Luisana mientras miro a su padre. Es un placer conocerla, señora.

—El placer es mío, querida.

La mujer se retira de allí, dejando a ambos un poco descolocados por lo que acababa de suceder. Ninguno de sus hijos solía actuar de esa manera, Luisana se había comportado muy seca con respecto a lo que ella solía ser y Renzo ni hablar, siempre era un muchacho simpático y sonriente.

El empresario toma un largo trago de alcohol mientras su hermana lo mira con el ceño fruncido. Estaba claro que él continuaba molesto por lo que había sucedido, pero al menos seguía en la fiesta.

—Aun no entiendo cómo es que llegaste a tener problemas con la hija de mariano. Por tu sorpresa al verla supongo que no sabías quién era, ¿O me equivoco?

—No, no tenía idea de quién era en realidad. No puedo decir que fue una grata casualidad.

—¿Desde cuándo la conoces?

—No la conozco, nos encontramos hace unos minutos. Ella venía con un mal genio terrible, nos chocamos y le tiré la copa de vino encima de su vestido, ayudé con eso y se fue. Estaba buscándote en realidad, presencié una escena bastante extraña al parecer él quería que se vayan a otro sitio para hablar, ella no quería y la estaba amenazando, le lastimó la muñeca. Solo me metí en esa discusión porque de verdad la estaba lastimando, parecía no entender que ella no quería saber nada.

—Pude notar que no estaba muy consciente de sus actos —dice con una mueca—¿Porqué ella se enojó en realidad?

—Vio el arma que tenía en la cintura y pensó que lo iba a amenazar con eso. Me conoces, sabes que no reacciono así. De todas maneras, la situación ya estaba siendo demasiado tensa de por sí.

—Bueno, quizás no estaba enojada contigo realmente fue la tensión del momento. No quiero imaginarme cómo reaccionaría si estuviese arruinando el cumpleaños de mi padre y más para hacer ese tipo de cosas. El tipo es un idiota, no tienes que darle importancia.

—No voy a darle importancia. La invitaré a bailar —Lena comienza a reír— ¿Qué?

—Esa tipa acaba de mandarte al demonio, ¿Y tu la quieres invitar a bailar?

—Ella me gusta. Y francamente, puede olvidarse de ese imbécil por hoy. Solo mírame.

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