El frío en la ciudad no era un impedimento para que la ducha caliente no sea placentera. Nicki se había despertado temprano como siempre, saliendo de la cama para recibir una ducha, aunque le sorprendió que en medio recibiera una visita inesperada.Las miradas cómplices, las sonrisas, los besos y las caricias no faltaban entre ambas, solo que cuando el agua comenzó a enfriarse varios minutos después, tuvieron que apurarse con la ducha y terminar en tiempo récord.—¿Dónde hay un lugar cerca para desayunar? —pregunta Nicki mientras peina su cabello—Hay una cafetería, pero es mejor que preparemos algo. No tengo muchas ganas de salir.—Podría traer un café para ambas —el timbre interrumpe la conversación— ¿Esperas a alguien?—No, pero capaz que sea Renzo —ella termina de colocar su pijama, sin intensiones de salir a la calleNicki siguió cambiándose con tranquilidad mientras Lena abría la puerta. No se trataba de Renzo, era su gran amiga Lourdes, la cual no veía desde hace varios días.—
Claudia no permitiría que una imbécil como Mónica viniera a hablarle de esa manera en su casa. Tenía suficiente con todo lo que estaba pasando actualmente como para tener un lío amoroso con la esposa del que escasa vez fue su amante.Ante la mirada atenta de Claudia, la mujer se subió al auto y salió a toda velocidad de allí, prometiendo que algo iba a hacer para que la sonrisa de aquella mujer se borrara de su rostro.Claudia tenía que descartar cualquier duda, aunque tenía la certeza de que Javier en realidad no tenía idea sobre sus planes y mucho menos las estrategias, pero ahora mismo no quería que nadie entrara en la finca.—Esa tipa está demente, de verdad —se queja Claudia mientras sube al jeep—. Imbécil de Javier, no hace nada bien. ¿Qué opinas sobre esa mujer?—Nada en realidad. Solo está despechada por su marido, pero no tiene nada que ver con vos.—Nunca le gustó que hiciera negocios con él. Sabe a lo que me dedico y ella no me gusta una mierda.—¿Estás teniéndola en cuenta
El día había comenzado movido en la finca. Claudia pidió una reunión con todos los empleados, necesitaba accionar cuanto antes, sino esto se volvería un camino sin retorno a la confianza.Por primera vez había decidido hacerlo en la gran sala de la finca, no tenía ganas de que fuera al aire libre ni tampoco en los poteros. Los empleados fueron recibidos por Gonzalo, quien no estaba muy de acuerdo con que esas personas estuvieran allí.—Me imagino que todos se están preguntando porqué la reunión, pero es algo muy obvio si nos ponemos a pensar en lo que sucedió hace unos días —la mujer pone sus brazos hacia atrás y comienza a caminar frente a todos—. La policía de alguna manera descubrió que íbamos a hacer el cambio allí, incluso aunque cambiemos el panorama a la última vez que nos incautaron —ella aclara su garganta—. Si los convoqué a todos fue porque necesito del servicio de todos. Renata, por favor.La chica se pone de pie, caminando hacia el largo block de hojas que había sobre un
Cuando lo tomaron de los hombros y lo empujaron hacia adelante, él se puso en guardia y estuvo a punto de golpearlo, hasta que lo reconoció.—¿Que mierda, Marcos? —se ríe—. Me asustaste, pensé que me estaban siguiendo.—Ey, no —se ríe el chico—. Solo te quería hacer una broma. ¿Todo bien? ¿Qué haces en Miami?—Vine a ver a mi chica —sonríe— ¿Y vos? Tenía entendido que estabas en España.—Vine a pasar unos días, nada más. Por cierto, te vi en las noticias, ¿Estás realmente con esa actriz?—Si, se llama Luisana —sonríe— ¿La conoces?—Por las novelas, es famosa en España. ¿Cómo están las cosas por allá? ¿Tu familia?—¿Tomamos una cerveza? —pregunta él mientras señala el pequeño bar a solo unos pasos—Si, vamos.Después de sentarse en una mesa y hacer la orden, Renzo hace una mueca antes de hablar de su familia. Nunca era fácil hacerlo, pero no había otra realidad que esa.—¿Supiste lo de José?—¿José? —frunce el ceño—. No, ¿Que le pasó?—Lo mataron —Renzo hace una mueca ante la mención—.
Aquella mañana del 23 de abril había comenzado de lo más especial. Hoy se celebraba el matrimonio oficial de Renzo Herrera y Luisana Navarro, dos amantes que decidieron darse una oportunidad a pesar de las adversidades.El problema no solo era la pasada vida criminal de Renzo, sino que la tormenta apenas parecía comenzar.El barrio de Nordelta había sido el elegido para celebrar, la boda estaría reducida a solo las personas más cercanas, Luisana no quería a la prensa, ni tampoco a nadie fuera de su círculo íntimo para que estuviera allí.Mirando a través del espejo, observa como su cuñada entra, regalándole una sonrisa de tranquilidad. Era lo que necesitaba, el día estaba siendo demasiado tenso.—Este es tu día especial, deja de estar pensando en lo que está sucediendo afuera —Luisana hace una mueca y se gira con su silla, mirando a la mujer—No puedo sentirme cómoda sí sé que ella está a unos pocos metros.—Ella puede irse a la mierda ahora mismo, finge que realmente no está. No voy
El rugido de aquel motor hacía que su corazón se acelerara y sonriera por la adrenalina. Renzo pensaba que no había nada más emocionante que estar montado a una motocicleta mientras que la brisa pegaba en tu rostro. No estaba solo, había un grupo de hombres y mujeres que lo seguían en una camioneta, aquella que en la que él no quiso montarse solo para conducir por su cuenta. Renzo había insistido en que necesitaba hacer algo para matar el aburrimiento, y eso incluía entregar el cargamento de bolsas de marihuana, aquellas que se utilizarían para la venta en varios puntos de la ciudad. Era una tarea sencilla, aquello no generaba ningún riesgo, pero esta vez no sería todo tan fácil. En la última entrega, el castaño comenzó a darse cuenta de que lo estaban siguiendo, había al menos una patrulla desde hace más de cinco calles. —Lena, tenemos compañía —dice a través de la radio que lleva en su cintura —Vamos a tomar caminos diferentes —decreta la otra mujer. Con una media sonrisa en su
Luisana tenía demasiado estrés acumulado y le urgía ocuparse de su exnovio de verdad, últimamente estaba demasiado pesado y no quería que arruinara la fiesta con otro de sus números.Renzo le sonríe y le hace una inclinación en forma de saludo a la última chica que queda dentro del baño. Luisana se apoya sobre el mármol del lavamanos y cierra los ojos, inclinando su cabeza para tomar una larga respiración.—No veo bien que estés en el baño de mujeres—la mujer se reincorpora y mira a Renzo, quien está apoyado contra la pared, con los brazos cruzados—. Deberías irte. No tenés que hacer esto.—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —pregunta con tranquilidad, deshaciendo el agarre de sus brazos y acercándose a ella—No, no te preocupes.—Bien —él aprieta los labios y asiente—. Al menos deja que te ayude con esa mancha.Renzo enciende la canilla y toma una buena cantidad de servilletas en sus manos, pero Luisana no se esperaba para nada lo que iba a hacer a continuación. Él remoja su mano y
—¿Quién carajo eres? —lo mira—. Si eres su guardia personal, entonces estás despedido. Lárgate de aquí. Los problemas que tengo con mi mujer, los resuelvo yo —Mario comienza a acercarse al tipo mientras Luisana se desespera.—De verdad voy a sacarte por mi cuenta si no te vas.—Por favor, ya es suficiente —dice ella llegando hacia ambos—Tú te callas —Mario gruñe hacia la mujer—Mira, gran imbécil —Renzo lo toma de las solapas del traje, atrayéndolo hacia él—. Te dije que termines con lo que estás haciendo y te vayas de este lugar. No vuelvas a tratarla así. No te acerques a ella nunca más, no la molestes.—¿Tú y cuántos más me van a detener? —gruñe—Puedo romperte la cabeza sin ayuda de nadie.—Inténtalo —lo desafía—Por favor, ya —Luisana se acerca a Renzo y lo mira—. Suéltalo, deja que se vaya.—Que te pida disculpas —insiste—Esto no puede ser posible. —el hombre hace una sonrisa sarcástica—Se calman —grita la mujer—. Mario, es mejor que te vayas ahora —Luisana mira hacia Renzo—.