—¿Quién carajo eres? —lo mira—. Si eres su guardia personal, entonces estás despedido. Lárgate de aquí. Los problemas que tengo con mi mujer, los resuelvo yo —Mario comienza a acercarse al tipo mientras Luisana se desespera.
—De verdad voy a sacarte por mi cuenta si no te vas.
—Por favor, ya es suficiente —dice ella llegando hacia ambos
—Tú te callas —Mario gruñe hacia la mujer
—Mira, gran imbécil —Renzo lo toma de las solapas del traje, atrayéndolo hacia él—. Te dije que termines con lo que estás haciendo y te vayas de este lugar. No vuelvas a tratarla así. No te acerques a ella nunca más, no la molestes.
—¿Tú y cuántos más me van a detener? —gruñe
—Puedo romperte la cabeza sin ayuda de nadie.
—Inténtalo —lo desafía
—Por favor, ya —Luisana se acerca a Renzo y lo mira—. Suéltalo, deja que se vaya.
—Que te pida disculpas —insiste
—Esto no puede ser posible. —el hombre hace una sonrisa sarcástica
—Se calman —grita la mujer—. Mario, es mejor que te vayas ahora —Luisana mira hacia Renzo—. Déjalo, él se va a ir. Hay demasiadas personas cerca para que hagamos un escándalo.
Renzo gruñe y lo suelta nuevamente, ganas de romperle la cara no le faltaban, con aquellas sonrisas sarcásticas creyéndose el gran hombre. No era más que un idiota que se creía con derechos de hacer lo que se le daba la gana.
Sin ganas de irse por su cuenta, Mario se acomoda el traje y la mira a ella con una sonrisa, asintiendo con su cabeza.
—Ahora entiendo por qué te fuiste de casa. Tuve que adivinar que estabas con un matón como esté, que se cree importante. ¿Me acusas a mi? —él se ríe—. No eres más que una zorra, nunca debí confiar en ti. ¿Con cuántos más?
Renzo no podía creer lo que estaba escuchando de su boca, él parecía más imbécil cada vez que abría su boca. El tipo realmente no tenía noción de nada, estaba creándose una película equivocada y estaba dispuesto a hacerlo callar.
—Solo espera regresar a México. Nosotros nos volveremos a ver, eso te lo aseguro. Hija de p...
—Ahora si te ganaste la lotería —murmura Renzo
Mario se fue para atrás cuando el puñetazo de Renzo impactó en su boca. El hombre cayó al suelo mientras que Renzo estaba siendo sostenido del hombro.
—¿Qué m****a está pasando?
Mario se levantó del suelo con mucho más odio que antes, en ese momento estaba dispuesto a golpearlo si no fuera porque una mujer se interpuso entre ambos. Le daba rabia de solo pensar que ese hombre había estado con su novia, él sí que podía imaginarse cosas muy rápido, principalmente tenía agallas para acusarla a ella de algo que él mismo había hecho varias veces a lo largo de los años.
—¡Basta ya! —grita Luisana, levantando sus manos
—Voy a matarte, imbécil. Ya verás lo que va a pasarte cuando te vea en otro sitio —lo amenaza Mario
—¿Por qué no lo haces ahora? ¿Eh? —lo provoca—. Sos valiente para estar agrediendo a tu novia, pero no para venir y decírmelo en la cara. Cobarde. Mereces que te de una paliza.
—Termina con esto —le dice Lena, mirándolo
—Tienen que defenderte dos mujeres porque no tienes huevos. Pero no te preocupes, en algún momento vamos a vernos de nuevo. Mírala bien —le dice señalando a Luisana con la mirada—. Va a arruinarte la vida, te hará sentirte culpable a ti cuando ella me lo ha hecho peor —él aprieta la mandíbula—. No creas que me voy a olvidar de que te acostaste con mi mujer.
—Ridículo. Vamos a arreglar esto de una buena vez.
Renzo coloca sus manos en la cintura, provocando que su saco se fuera hacia atrás y allí es cuando Luisana abrió sus ojos y se horrorizó al ver el arma que tenía allí. Rápidamente se interpuso y lo tomó de las manos, esperando que de verdad no cometiera una locura.
—Ni se te ocurra. ¿Qué m****a te pasa? —le grita
—¿Qué?
—¿Vas a matarme, idiota? —le dice Mario—. Lo único que faltaba, que fueras un maleante. ¿Qué piensas que va a suceder? —Renzo pone los ojos en blanco— ¿Por qué no te enfrentas a mí? ¡Sin armas!
Ante el escándalo, los guardaespaldas de Renzo se acercan hacia él, mirando al hombre que estaba allí. Se ponen en alerta al ver sus gestos, pero se mantuvieron en su lugar cuando él les hizo una seña para que no procedieran.
—¿Sabes qué? Me aburriste. Muchachos, sáquenlo de este lugar. Se le prohíbe la entrada y dejan en claro que estaba agrediendo a esta mujer —Renzo mira a Mario una vez más—. Si me entero de que se te ocurre volver a buscarla, te aseguro que voy a encontrarte y no va a agradarte demasiado.
—¿Quién te crees? —el hombre forcejea con ambos guardaespaldas— ¡Suéltenme, imbéciles! ¡Tengo derecho a estar donde quiera!
Lena no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, sinceramente llegó demasiado tarde para entender el concepto de tal pelea entre ambos hombres. Pocas veces veía enojado a su hermano, siempre era un hombre calmo y para nada violento.
—¿Cómo se te ocurre querer apuntarlo con un arma? ¿Estás demente? —le grita Luisana con puro nerviosismo
—Nunca le apunté con un arma, ni siquiera la toqué. En vez de enojarte conmigo, tendrías que asegurarte de que ese tipo deje de seguirte.
—No hacía falta, nada de lo que pasó —se acomoda el cabello nerviosa—. Yo no sé qué suerte hemos tenido de que la m*****a prensa no se diera cuenta de esta situación.
—Gracias, ¿No? —él se ríe—. Me importa una m****a la prensa, podrían estar aquí y de todas maneras no dejaría que te faltara el respeto. No sé qué m****a pasó entre ustedes, pero no me voy a disculpar por reaccionar de esa manera. ¿Querés enojarte conmigo porque tenía una pistola en la cintura? Entonces hazlo. A la m****a.
Renzo se da media vuelta y decide irse de allí. No es que esperaba un abrazo por parte de ella tampoco, pero no era para que se enojara por algo que ni siquiera había hecho. No se le ocurrió en ningún momento sacar el arma y apuntarlo porqué si, podría encargarse de ese tipo sin ella, pero al parecer la mujer frente a él no pensaba lo mismo.
Lena lo siguió sin decir mucho, parecía frustrado. Y como para terminar con la historia aún peor, Claudia apareció de un momento para el otro.—¿Dónde están los guardias? —le dice con el ceño fruncido—Sacando a un tipo que se estaba poniendo violento —le explica Lena mientras Renzo toma una larga respiración.—¿Qué te pasa? —ella mira a su hijo— ¿Tuviste una pelea con él?—No importa —suspira—. Estaba molestando y además no era invitado. Está solucionado.—Entonces si está solucionado quita esa cara de amargado —Claudia toma un buen sorbo de su copa y sonríe—. Esta noche vamos a brindar y a disfrutar un poco.—Tu mamá tiene razón, ni siquiera vale la pena estar así. Conseguí unos tragos para nosotros, no puedes quejarte —Renzo le regala una media sonrisa a su hermana y acepta el trago—Apenas comienza la noche, va a ser divertido —lo anima Claudia—. Vamos que quiero presentarles a alguien.—Clau, ¿No has visto a mi padre? —pregunta Lena—, pensé que vendría contigo. —la mujer toma otr
Cuando Luisana se retira de al lado de su padre, ambos se quedan incrédulos. Ninguno de sus hijos solía actuar de esa manera, Luisana se había comportado muy seca con respecto a lo que ella solía ser y Renzo ni hablar, siempre era un muchacho simpático y sonriente.—Ella no está bien, siento si no te saludó del mejor modo —murmura Mariano mientras la toma del brazo y comienzan a caminar—. Acaba de separarse de su novio de años y está un poco triste. No me quiero imaginar cómo se debe sentir.—Me imagino —suspira—. El amor te tiene un poco estúpido la mayor parte del tiempo. Y no te preocupes, ella fue amable de todas maneras, ya se repondrá.—Mhm. Hablando de amores, ¿Dónde está José?—José —la mujer hace una mueca—. Lo estoy llamando hace horas y nada que aparece. La verdad es que últimamente pienso que algo está ocultando.—No quiero meterme en tus líos, pero creo que deberías hablar con él.—Si, ya voy a resolver nuestro asunto. ¿Cómo estás tú? —ella le sonríe—. Hace tiempo no te v
Un auto varado en el medio de una calle poco transitada fue reportado aquella mañana. No solo porque parecía estar maltratado, sino que cuando aquel hombre pasó por allí de camino al trabajo, vio a aquellas dos personas dentro del mismo, con mucha sangre sobre su ropa.A pesar del horror de haber tenido una imagen como esa, se atrevió a marcarle a la policía y quedarse allí, esperando que los oficiales llegaran.La comisaría comenzó a estar en alerta y fue camino hacia el sitio indicado, comenzando con el protocolo para estos casos. Anotaron todo lo que veían de la escena del crimen, los videos rotos, las balas en el suelo, la puerta forcejada y los cuerpos de ambas personas adentro, sin vida.—¿No hay cámaras de seguridad por aquí? —pregunta el oficial Matías—No, señor. Este lugar está muy alejado de la avenida principal, ni siquiera tiene luces.—¿Qué piensas?—Todo parece indicar que fue un robo —anuncia—. Los vidrios rotos, el forcejeo de la puerta, el hombre que está con medio c
(Horas antes de la fiesta de Mariano)Ya era de noche cuando Claudia llegó hacia aquel famoso hotel del centro de la ciudad. Ella necesitaba hacer una parada técnica antes de ir directamente hacia el cumpleaños, no podía dejar ese asunto pendiente.—Buenas noches, señora —dice uno de los hombres que la espera en la puerta trasera—Héctor, que bueno verte. ¿Hiciste la tarea hoy? —el hombre asiente—Las cámaras están congeladas y su huésped se encuentra en la habitación 107 —Claudia sonríe—. Me ocuparé de que nadie esté cerca en la próxima media hora —le informa, entregándole la tarjeta de la habitación.—Solo bastarán cinco minutos, Héctor. Dile al chico de la limpieza que pase por allí en diez. —Claudia mira a las chicas y les hace una seña—. Me siguen y se quedan afuera de la habitación.Claudia caminaba decidida por los pasillos mientras sus tacones resonaban por aquel mármol. La mujer nunca se había sentido tan decidida como en este momento, aunque claro, hubiese querido un mejor f
Mariano se retiró de la sala cuando su amiga pidió tener una charla con él. Tanto Renzo como Lena se quedaron en silencio, sin ningún tipo de opinión. El ambiente no era el mejor, pero el hombre no dejaría que las cosas quedaran de esa manera. Renzo no quería estar allí, necesitaba despejarse un poco para ser sincero, por lo que tomó aquella pequeña botella y se puso de pie. —¿Me acompañas? —¿A dónde quieres ir? —Solo a caminar un poco por los terrenos. Creo que ellos quieren tener privacidad después de todo —dice mirando a su madre, quién está sentada a unos pocos metros. Ambos comienzan a caminar en silencio, alejándose de la casa. Lo terrenos eran muy extensos, podían tener un poco de privacidad. le gustaba su compañía, la idea de estar solo en un momento como este no era su estilo y ella parecía estar mucho más calmada que el día anterior. —¿Aún sigues molesta conmigo? —pregunta él mientras le da una mirada —No, ya lo hemos hablado. El asunto se acabó —ella suspira—. Quiero p
Lena maldecía el momento en el que decidió estar sola y tomar unas cuántas copas de más. No solo porque se supone que tenía que conducir a casa, sino porque ahora no tenía manera de irse de allí después de ver lo que estaba ocurriendo.Aquel hombre se pasó toda la noche mirándola, incluso cuando ella se había sumergido a su propio mundo y continuó allí tomando. Parecía que no se daría por vencido al estar más de una hora sentado esperando a saber cómo actuaría después, tenía el apoyo de sus amigos, y lo más importante es que la veía absolutamente sola.—El mismo trago, por favor —dice el hombre, volviéndose a poner a su lado— ¿Por qué estás tan amargada? ¿No querés divertirte un rato?—No me molestes.—Mira, tengo un grupo de amigos que te van a caer bien —la mujer pone los ojos en blanco—. Podemos tomar unos tragos, ir a otro lugar más divertido, tomar algunas cosas ricas que nos van a poner de buen humor. ¿Que pensas? ¿Eh?—Voy a llamar a seguridad —le advierte—¿Porqué, preciosa? —
Lena estaba tan borracha que apenas podía mantenerse de pie. Tuvo suerte que la mujer a su lado se mantuviera allí mientras intentaba recuperar sus sentidos. Lourdes intentaba comunicarse con su teléfono con aquel amigo que podía ayudarla, mientras Lena la observaba.Era una mujer alta, de cabello castaño, vestida de negro, con un pantalón y una chaqueta de jean, la mujer tenía unas botas y peinada con una media cola. Sus ojos delineados de aquella manera resaltaban increíblemente sus ojos verdes, y sin dudas, Lena estaba al tanto de todo eso.Ella podía estar muy borracha, pero apreciaba a la mujer frente a ella sin ninguna duda.Solo fueron unos minutos de delirio mientras su hermano la llama al celular, por lo que decide atender con rapidez.—¿Dónde estás? —pregunta Renzo—En el baño. ¿Llegaste?—Si, estoy entrando. Hay muchas personas, no logro saber dónde está el baño.—Decile que a la derecha de la entrada hay un pequeño pasillo a la derecha que te lleva hasta los baños, ahí hay
Luisana podía sentir la intensidad de sus ojos, él lo estaba diciendo en serio. Por alguna razón quería ser protegida por ese hombre, había algo en el que la atraía demasiado.—¿Quieres tomar algo?—¿Un café? —ella lo mira—. No sé si estoy de ánimos para un trago—Claro, voy a prepararte uno. Si querés esperamos hasta que Lena se vaya a dormir y te llevo a tu casa —él la mira—. Aunque me gustaría que te quedes.—En realidad olvidé las llaves de la casa de mi papá y él aún sigue en la casa de Claudia. Voy a llamarlo para preguntar a qué hora puede volver.—No te preocupes por eso, tengo otra habitación, podrías quedarte al menos hasta mañana. Enzo y mi madre suelen quedarse toda la noche hablando, eso no sería algo extraño —él le hace una seña para que lo acompañe—. Vamos a la cocina, preparemos un café. Quizás hasta te caigo bien después de todo.—Eso lo dudo —ella le sonríe— ¿Podría pasar al baño primero?—Hay un baño a la izquierda, Lena se está duchando en el otro —él aclara su gar