Mi vuelo sale el día de mañana, me encuentro ansiosa ya estoy lista para irme, mi mama me hará una comida familiar, solo mi hermano Mauro, mi abuelita Sofía y ella.
He terminado de meter todas mis cosas en las maletas, mi vuelo sale a las 5 de la mañana, en ese tiempo estuve revisando algunas fotografías de mis vivencias con amigos y Jacobo, tuve un poco de nostalgia al recordar todo por lo cual tome todas las fotografías y las volví a meter en su cajita y la coloque en un baúl donde guarde todo lo que conservare.
Mi mamá y mi hermano salieron de la casa para ir por mi abuela, que tenía ya un tiempo que no la veía y con esto del viaje quizás tardaría más tiempo en verla. Me quede sola en casa.
Bajé a la cocina y mientras tomaba una manzana sonó el timbre, fui a ver quién era y para mi sorpresa era Jacobo, mi corazón comenzó latir más rápido y con mayor fuerza, abrí la puerta con calma, nos vimos durante unos segundos antes de pronunciar palabra.
– ¿Cómo estás? –Dijo con voz rápida y sofocada, al parecer venia corriendo, como si hubiera salido a correr. Se encontraba vestido con un pantalón corto negro y una playera similar. Su cabello y cara se encontraban empapadas de sudor.
–Me encuentro muy bien –Dije con una voz quebradiza, lo que no disimulaba lo nerviosa que me encontraba.
–quiero platicar contigo lo que paso la semana pasada en la cafetería, creo que no pudimos terminar de hablar y decir muchas cosas –Dijo con voz un poco más lenta.
–Quieres pasar, mi familia salió y tardaran un rato en regresar, podemos platicar –Dije con voz aún más nerviosa, mis manos temblaban y mi cuerpo se encontraba frio, tenía miedo a lo que dijera, ¿y si perdía su amistad?, ¿si lo perdía para siempre? Entro en casa y pasamos a la sala, nos sentamos uno a lado del otro.
Callamos unos segundos, mirábamos a todas partes menos a nosotros, cuando en un momento el tomo mi mano y la llevo a su cara.
–Tienes tus manos frías –Dijo Jacobo con voz cálida.
Tenía miedo y no pude responder, acaricio su cara con mi mano y mis latidos comenzaron a ser más rápido, mi piel comenzaba a sentir su piel cálida y suave, Se acercó a mi cara, sus labios tocaron mi mejilla y recorrieron lentamente hasta llegar a mis labios, mi cuerpo comenzó a temblar no por miedo, era deseo, mi cuerpo desprendía calor, desprendía fuego.
Poso su mano en mi cuello sujetando mi cabello con delicadeza, sus labios apretaban más los míos, sentía su calor, comencé a dejarme ir por mi instinto, lo sujete de sus brazos y su cuerpo se fue sobre el mío, acariciaba sus brazos fuertes hasta tomarlo de su espalda, nuestros cuerpos estaban calientes, ese calor que había esperado hace tanto tiempo, sus labios bajaron a mi cuello besándolo lentamente hasta llegar a mi clavícula, mis suspiros salían a cada momento y un ligero gemido salía de mis labios, el metió sus manos bajo mi blusa acariciando mi cintura y subiendo mi blusa hasta mis pechos, luego sostuvo uno y lo acaricio con delicadeza, estaba a nada de entregarme a él pero algo en el ambiente cambio cuando el auto de mi mamá aparco en la calle frente a la puerta. Nos levantamos rápidamente acomodando nuestras prendas y cabello.
–Esto no es correcto Aurora, te quiero, pero no de esta manera, perdóname por este momento –Dijo con vergüenza, yo tenía todas mis emociones encontradas, nunca había sentido nada sexual por nadie, más que por él y que me dijera que esto es un error, me duele
–Para que vienes hasta mi casa, solo a ilusionarme, a dejarme con esté sentimiento, sabes que me gustas y ahora me dices que lo que acabamos de hacer es un mal entendido, tú también sientes lo mismo por mi ¿por qué me haces esto? –Conteste enojada –Por favor sal de mi casa, estuve esperando que fuera suficiente para ti. Pero tristemente no me vez así. Me hiciste pedazos.
El salió de casa, encontrándose en la salida a mi familia, agacho la cabeza se despidió con cortesía, yo solo lo vi marchar. No es fácil verlo irse así, quería que me abrazara y que quedarse conmigo no lo hizo.
Estuve un rato pensando las cosas en mi cuarto, hasta que mi hermano entro en ella, me hablaba para bajar a cenar. Me veía un poco distante pero no pregunto más y agradezco eso. Cenamos sin contratiempos y subimos a dormir un rato ya que teníamos que salir a las 2 de la mañana al aeropuerto de la ciudad de México para tomar mi vuelo.
Ya son las 2:00 de la mañana, nos encontramos en el aeropuerto, mi hermano y mi mamá se despidieron de mí, lloramos un rato hasta que tuve que despedirme de ellos. Para pasar a la puerta de mi vuelo para prepararme a la salida. Los extrañare.
Me senté un rato y me estuve distrayendo un poco con mi celular para que la espera fuera más amena, era un viaje largo y era de las pocas veces que viajaba sola.
Será un vuelo largo verdad, Hola mi nombre es Gabriel –Dijo el hombre sentado a lado mío estirando su mano para saludarme, voltee a verlo, era un hombre muy atractivo, alto de pelo castaño ondulado, tenia unos ojos grandes color miel, barba poblada muy bien peinada con unos labios gruesos y piel canela por un buen bronceado, su semblante de hombre fuerte y con energía alegre me atrapo.
Me quede muda, tenía mucho que decir y yo no tenía palabras, salude sin mucho interés, no porque no quisiera si no porque me intimidaba su personalidad, pero él siguió insistiendo, nos llamaron abordar el vuelo y la buena noticia es que el estaría todo ese tiempo sentado a mi lado.
Revise por última vez mi celular y tenía un mensaje de Jacobo, no quería abrirlo, no hasta llegar a España.
Quiero irme tranquila hasta llegar allá. Apague mi celular y nos prepararon para iniciar el vuelo. Adiós México, adiós familia, adiós Jacobo.
Capítulo 3 Te conocí verdaderamente en el vuelo.Siento sus manos recorrer mi cuerpo, es algo súbito, me encanta, permito que me besé apasionadamente, sus manos acarician mis muslos y mis manos entrelazadas se encuentran alrededor de su cuello acariciando su cabello, quiero que me tome, que me haga suya. Sus besos recorren mi cuerpo y siento su calidez en cada una de sus caricias, Me siento estallar.Tiene su cuerpo sobre el mío. Me ha comenzado a desabrochar la blusa dejando expuestos mis pechos desnudos, sus dedos firmes pasan de mi cuello a mis pechos y se deslizan con suavidad hasta mi ombligo, estoy en un borde de placer. Le quito su playera y puedo sentir su cuerpo desnudo sobre mi piel, mi cuerpo lo abraza, su respirar es agitado, poco a poco mis manos tocan su espalda, lo sujeto con fuerza acerco mis manos hacia su pantalón, comienzo a desabrochar poco a poco, bajo la cremallera con cuidado, Jacobo está completamente excitado.Encienden las luces del avión y me despierto abrup
Al poco tiempo de iniciar la carrera, Jacobo y yo platicábamos de cuáles eran nuestros sueños y metas, recuerdo que me contaba que quería salir de la ciudad y poder vivir en algún lugar tranquilo, la ciudad solía absorber sus sueños, decía que construiría dos casas una a lado de otra de dos pisos cada una, fachadas muy rústicas, con puertas y ventanas de madera, tendrían chimeneas porque nos iríamos a un lugar frío, tendríamos también un amplio jardín para que nuestros hijos jugaran juntos, una de las casas sería para él y otra para mí.El inicio del curso en la universidad pasaba sin mayor problema, cada quien se enfocaba en su carrera, pero el tiempo para vernos era difícil y convivir todos los días era todo un reto, cuando salía de clases me dirigía a su edificio que me quedaba un poco lejos, solía esperarlo por dos o más horas, aprovechaba el tiempo haciendo tareas o viendo alguna película, absorbía toda mi energía.No puedo negar que adoraba estar día tras día con él, habíamos el
Estoy preparando la ropa que usaré el día de mañana, un vestido color guinda con unas medias negras y unas bellas zapatillas negras altas, muy elegantes, acompañada además de un abrigo negro largo. Estoy sumamente emocionada, estoy segura de que aprenderé mucho al estar ahí, quiero hacer amigos y además por la tarde tengo una cita con Gabriel y en cierto modo, me emociona volverlo a ver. Hemos platicado bastante por llamadas y mensajes, me cuenta su día y yo le he contado como me siento aquí, me resulta un poco extraño porque lo normal es que nadie preguntara por mí o de como me siento, y Gabriel lo hace y en cierto modo me causa mucha Ilusión.Me he despertado temprano, son las 5:00 de la mañana, me he dado una ducha con agua caliente y comencé a vestirme tranquilamente porque tengo tiempo. He terminado de vestirme y no he decidido como peinarme, al final he optado por recogerme el cabello en una coleta y he rizado un poco mi cabello para que tenga una linda caída, tierna, pero el
Las citas que he vivido no han sido, ni de lejos, memorables. Más bien, podría decir que muchas de ellas rozan la categoría de desastres. Una en particular, durante mis años de universidad, se grabó en mi memoria como un episodio tan incómodo como frustrante.Era un chico guapo, con un aire de timidez que a primera vista parecía encantador. Acepté su invitación y quedamos de vernos en una pequeña cafetería en el corazón del bullicioso centro de la Ciudad de México. Sin embargo, el encanto comenzó a desmoronarse antes de que siquiera llegara: apareció tarde, sin prisa alguna, como si el tiempo no tuviera importancia.Ya en la cafetería, su falta de conversación llenó los minutos con un incómodo silencio que ni siquiera el aroma del café pudo disipar. Pero eso no fue lo peor. Al momento de pagar, descubrí que no llevaba dinero consigo. Sorprendida, terminé cubriendo la cuenta, algo que podría haber pasado como un simple detalle si no hubiera tenido que costear también el taxi que lo lle
Gabriel es, sin lugar a dudas, el hombre más guapo que he conocido creo que más que Jacobo. Incluso ahora, después de lo que acabamos de vivir, me cuesta asimilarlo. Mi mente está llena de preguntas, y el simple pensamiento de lo que nos espera mañana me hace sentir una mezcla de emoción y nerviosismo.—¿Estás bien, Aurora? Te veo algo dispersa —dijo Gabriel, con una mirada que reflejaba tanto duda como preocupación.Su voz me sacó de mi ensimismamiento, pero al regresar al presente, un cúmulo de emociones me invadió. Mi pecho parecía demasiado pequeño para contener todo lo que sentía en ese momento.—Estoy bien, Gabriel... pero tengo muchas preguntas —respondí, tratando de sonar firme, aunque mi tono estaba cargado de incertidumbre.Un breve silencio se instaló entre nosotros, cargado de una tensión que no era incómoda, sino más bien expectante. Fue Gabriel quien finalmente lo rompió, con una confesión que parecía haber estado guardando por un largo tiempo.—Aurora, vengo de una fami
Gabriel me dejó frente a mi departamento, el rugido suave del motor del auto apagándose marcando el final de nuestra velada. Bajamos juntos, y aunque la noche era fría, el calor de su presencia hacía que el aire pareciera más tibio. Con un gesto tímido y una mirada intensa, se acercó lo suficiente para darme un beso en la mejilla, Me sonroje pero no me negue aceptar su beso. Sentí un temblor recorrerme, aunque no sabía si era el frío o el vértigo de lo que parecía gestarse entre nosotros. ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo él lograra despertar en mí algo que iba mucho más allá de la amistad?Antes de que el nerviosismo pudiera atraparme, solté las palabras casi atropelladas:—¿Te gustaría pasar a tomar un café? Creo que aún podemos seguir conversando un poco más.Hubo un destello de duda en sus ojos, pero rápidamente fue reemplazado por una sonrisa que desarmó cualquier posible arrepentimiento.—Claro, me encantaría —respondió con una mezcla de nervios y entusiasmo.Subimos por
Me desperté con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas de la ventana del cuarto, acariciando mi rostro con una calidez para poder despertar por completo. Al girar hacia el otro lado de la cama, me di cuenta de que Gabriel no estaba allí. Por un instante, sentí el vacío de su ausencia, pero el delicioso aroma que venía de la cocina disipó cualquier preocupación.Me levanté con curiosidad y, antes de salir de la habitación, tomé su camisa del respaldo de la silla y me la puse. El algodón suave y el ligero aroma a él me hicieron sentir como si lo abrazara. Caminé descalza hacia el origen de aquel tentador olor y lo vi, con su figura despreocupada y deslumbrante, apenas cubierto por unos bóxers. Estaba concentrado, moviéndose entre la estufa y el mesón con una gracia que no podía dejar de admirar. En ese instante, parecía la imagen misma de la ternura y la sensualidad combinadas.—¿Ya despertaste? —dijo con esa voz cálida que siempre lograba derretir mi corazón—. Ven, siéntat
La mañana se deslizaba lentamente, con el aire fresco como un eco de los silencios que llenaban el interior del auto. Estábamos estacionados frente al imponente corporativo, pero ninguna palabra había roto la quietud entre nosotros. Lo miré de reojo: sus manos estaban aferradas al volante, como si soltarlo pudiera desmoronar algo más que el control del vehículo.Sus hombros tensos y la rigidez de su mandíbula hablaban más alto que cualquier palabra. Me armé de valor, extendí la mano y toqué suavemente su brazo, buscando traerlo de vuelta. Mis ojos encontraron los suyos mientras preguntaba, con un hilo de preocupación:—¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te ayude en algo?Su respuesta llegó como un torrente de emociones contenidas, cargada de vulnerabilidad.—No quiero que te apartes de mí. No sabes lo duro que es esto. Yo no quiero estar aquí, pero... es mi destino. Soy el heredero de esta gran empresa, y tengo que sacarla adelante. Pero no quiero hacerlo solo. —Su voz se quebró apenas