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Capítulo 4 Amo Mallorca, amo mi libertad.

Al poco tiempo de iniciar la carrera, Jacobo y yo platicábamos de cuáles eran nuestros sueños y metas, recuerdo que me contaba que quería salir de la ciudad y poder vivir en algún lugar tranquilo, la ciudad solía absorber sus sueños, decía que construiría dos casas una a lado de otra de dos pisos cada una, fachadas muy rústicas, con puertas y ventanas de madera, tendrían chimeneas porque nos iríamos a un lugar frío, tendríamos también un amplio jardín para que nuestros hijos jugaran juntos, una de las casas sería para él y otra para mí.

El inicio del curso en la universidad pasaba sin mayor problema, cada quien se enfocaba en su carrera, pero el tiempo para vernos era difícil y convivir todos los días era todo un reto, cuando salía de clases me dirigía a su edificio que me quedaba un poco lejos, solía esperarlo por dos o más horas, aprovechaba el tiempo haciendo tareas o viendo alguna película, absorbía toda mi energía.

No puedo negar que adoraba estar día tras día con él, habíamos elegido carreras completamente diferentes, Relaciones internacionales por su parte y yo, por el contrario, me gustaba mucho el diseño gráfico.

Siempre que estábamos juntos las pláticas eran interminables y siempre tenía muchas cosas que contarme, bueno ahora que lo pienso, siempre eran referentes a él, aunque en su momento no me incomodaba es más me fascinaba escuchar todos los días sus anécdotas, pocas veces preguntaba por mi día, siempre pensé que era mi tesoro más valioso.

A pesar de ser siempre mejores amigos, vivía tras su sombra, éramos Jacobo y su amiga, en algunas ocasiones escuchaba como sus amistades decían que yo solo era como su perro faldero, y aunque la descripción me molestaba, era algo que no podía cambiar, no quería discutir.

No hice amigos en la carrera, para no separarme de Jacobo, sus amigos eran mis amigos, pero solo me toleraban porque él era muy popular y siempre me quería a su lado.

He pensado todo esto durante una larga ducha dentro de la ballena que he llenado hasta el tope y casi al punto de derramarse, había despertado tarde después de dormir casi 12 horas seguidas. Sentí que mi cuerpo volvió a nacer, de pronto una sensación de hambre surgió dentro mi estómago, no había comido casi nada desde mi llegada y como aún no he comprado comestibles, me puse un precioso vestido color negro y un abrigo color gris y me dirigí hacia la tienda cercana.

Estuve caminando por las calles del centro de palma con una bolsita llena de dulces que iba comiendo uno a uno, hasta que reflexioné, no había contestado el mensaje de Jacobo.

“Te voy a extrañar mucho, querida Aurora, no quiero que nuestra historia termine así, pronto estaré contigo”. Su mensaje me llenaba de muchas incógnitas.

¿Qué es lo que quiere decirme? ¿Quiere algo conmigo? ¿Algo formal? O solo quiere conservar nuestra amistad intacta, tengo tanto miedo por el hecho de que yo esté malinterpretando todo. O quizás sí quiere estar conmigo. Solo han pasado algunos días desde que me fui y lo tengo tanto en mi mente.

“Hola Jacobo, tengo tanto que decirte. Quiero que sepas que he llegado con bien a España, he hecho un nuevo amigo, la compañía me ha asignado un bello departamento. Yo sé que ha sido difícil que ya no estemos juntos, pero siempre estarás en mi corazón.”

Creo que el mensaje ha dejado mucho que desear, pero no sé qué más contestar. Yo soy la culpable de iniciar todo esto y me arrepiento un poco, dado que, si no hubiera dicho nada, seguiríamos siendo mejores amigos, pero… yo sé también le gusto, tal vez podamos llegar a ser pareja, él siempre ha sido muy buen novio.

Mientras camino hacia el departamento me llene de pensamientos como, él siempre ha sido atento en sus relaciones de pareja, las llevaba a citas románticas y les compraba regalos, bueno pensándolo bien siempre fue con mi ayuda, yo organizaba el encuentro, yo buscaba las flores favoritas de sus parejas, eran las más afortunadas.

Al regresar al departamento encontré en recepción un paquete para mí, era un delicioso pedido de comida española. En la nota decía: “Es un regalo para vos, un pequeño detalle de mi parte por tu bienvenida a España. Atentamente Gabriel”

Es un hombre sumamente atento, bastante detallista. Sonreí con mucha alegría. Tomé el paquete y me dispuse a subir hasta mi cuarto. Al abrir la caja me encontré que era una orden de paella todavía caliente y un buen vino.

Mientras me disponía a comer sonó mi teléfono, era una llamada, Gabriel estaba marcando. 

– ¿Hola Aurora, has recibido mi regalo? –Dijo Gabriel con tono alegre

-Claro que sí, soy muy feliz con él, ya que por el cambio de horario no había comido y lo que compre no es tan delicioso como lo que me mandaste. –Le dije en tono aún más alegre.

–Bien, pues comamos, yo tengo lo mismo aquí –Dijo Gabriel

Es que también vas a comer lo mismo que tengo yo, pediste lo mismo que me mandaste –Dije en todo de sorpresa.

–Sí, es correcto, estoy a punto de comer lo mismo, ya que también tengo un poco de hambre, vine por algunas cosas a Palma, decidí que debemos comer juntos. –Dijo con un tono autoritario.

Encendimos nuestras cámaras y platicamos un rato más hasta que nuestros alimentos se terminaron y mi botella había bajado quizás más de la mitad, hace un tiempo que no tomaba vino, ya me encontraba un poco sonrojada y mareada, él me veía y solo reía,

Tienes las mejillas completamente rosadas, ¿te encuentras borracha verdad? –dijo en tono burlón.

Claro que no –Mencione, pero mis movimientos torpes frente a la cámara decían todo lo contrario.

Te dejaré descansar, para que puedas seguir acoplándote a tu nueva vida, recuerda tenemos una cita la siguiente semana, por cierto, adoro tus mejillas todas rositas –Dijo con un tono diferente, un tono sensual. Colgó la llamada y yo me fui a recostar bastante alegre y muy mareada.

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