•••¿Qué le pasó a tu cuello?•••
A la hora de la salida, Zeida juntaba sus cosas mientras veía a todos salir, el clima había empeorado drásticamente y por esa razón los dejaron salir una hora antes del trabajo, las fuertes lluvias seguro inundarían las calles y era peligroso para los empleados, en las noticias recomendaban quedarse en casa o ir a refugios, era grave si el mismo jefe dio la orden de que todos se fueran a casa a resguardarse.—El demonio del jefe me ha sorprendido esta vez.Zeida escuchaba la conversación de dos empleadas, ellas hablaban de su amado Mitchell, ella prefería guardarse sus comentarios.—Es verdad, me alegra que se haya apiadado de nosotros, mira que el clima solo va de mal en peor.—Hay que darnos prisa o el tránsito estará brutal.—¡Nos vemos Zeida!.—Si, ve con cuidado— se despidió Zeida de uno de sus compañeros.Una vez que guardó todo, tomó sus cosas y caminó hasta al cuarto donde se guardaban los abrigos y las sombrillas, tomó su abrigo negr*o y se quedó fuera de sí al ver que su paraguas no estaba, ella buscó y buscó, estaba segura de que lo había traído, solo un tonto no lo cargaría en ese día tan horrible.—¿Dónde?...— miró a su alrededor y nada, solo había un paraguas azul que no era suyo, arrugó la cara, se sintió frustrada, alguien debió de tomarlo y llevárselo, ya no había nadie en ese piso, solo quedaba el jefe y una ejecutiva, pero ellos no ocupaban sombrillas, venían en auto, no tenían la necesidad de salir del edificio y mojarse.Miró el que quedaba y lo tomó, lo abrió y se dio cuenta de que no servía, por eso se habían llevado el suyo, no valía la pena llevarse ese paraguas inservible, no le iba a quedar de otra que mojarse.《Perfecto》.La pobre salió y llegó hasta la recepción y se sintió un poco asustada al ver por el enorme ventanal que daba a la calle, una tormenta que no iba a perdonar a absolutamente a nadie el día de hoy, era horrible.Miró que todos los que salían usaban paraguas e impermeables, y ella estaba indefensa dentro de ese abrigo que hoy no iba a cumplir su función, no iba a cubrirla ni de la lluvia, ni del frío.Aerofort estaba en el centro de la ciudad, y por tal razón estaban cerca de la avenida mas transitada, había un caos afuera, el trafico empeoró con las fuertes lluvias, todos querían ir a casa, todos empezaban a desesperarse y la desesperación solo hacia mas difícil el tráfico.Zeida alcanzó a llegar a la parada, pero se había mojado absolutamente toda, a pesar de que corrió tan rápido como un correcaminos, eso no la ayudó, terminó toda mojada, como un fideo después de cocerse, su cabello escurría de agua y el frio empezó a hacerla temblar, sus manos se congelaban y sus mejillas y su nariz se ponían rojas.Suspiró y pensó que no era tan malo, al llegar a casa se bañaría con agua caliente y se prepararía un café caliente, estaría bien, estaría bien en cuanto llegara a su hogar, mientras tanto, Mitchell subía a su auto, usualmente su chofer lo llevaba y lo traía, pero en ocasiones prefería manejar él mismo, así que hoy había decidido sacar su Mercedes de ultimo año, un hermoso auto que dejaba en claro una cosa, que Mitchell era un hombre pudiente.¿Cuál era la probabilidad de que Mitchell y Zeida se encontraran en la misma situación?, era una en un millón, pero todo se ajustó ese día, si el clima no hubiera empeorado, si el trafico no hubiera avanzado, o si la madre que peleaba con sus hijos dentro del auto hubiera tomado otra ruta o no hubiera olvidado las tabletas de sus hijos para que se entretuvieran viendo videos, tal vez, nada hubiera ocurrido, pero el destino, tenía otros planes.Mitchell condujo sin prisa hasta que su auto se detuvo cerca de la parada de autobús, mientras esperaba a que el trafico avanzara, miró por la ventanilla, apenas y podía ver algo, odiaba la lluvia, así que se alegraba de poder ir a casa y trabajar desde ahí, no había razón para quedarse en la oficina. Había meditado si quedarse esa noche o no, pero recordó que tenía que ver como estaba su hermana, no le contestaba las llamadas y el mayordomo le dijo que ella iba en camino, que el chofer la había recogido de la casa de su abuela, tenia que cerciorarse de que estuviera bien, en especial porque en estos días, su rebeldía estaba un poco descontrolada, prendió la calefacción y se acomodó.Mientras tanto justo detrás de él, un auto rojo se estacionó, una madre peleaba por contener a sus dos hijos los cuales discutían y peleaban como dos gatos salvajes, era sorprendente ver como dos niñ*os tan pequeños hacían tanto alboroto, ella estaba tan alterada que sin querer, pisó el acelerador hasta el fondo, causando un fuerte impacto con el coche de enfrente.Zeida pegó un brinco al escuchar aquel estruendo, por suerte no había sido tan devastador, pero sin duda alguien estaba en problemas, estaba a tan solo unos metros de distancia y pudo ver todo con claridad, definitivamente hoy no era una buena tarde.Mitchell dentro de su auto maldecía y apretaba la mandíbula, lleno de coraje, se había lastimado el cuello por el golpe que recibió, mientras tanto la mujer que lo chocó estaba petrificada dentro de su auto, jamás fue su intención causar tal accidente, y mucho menos hacerle tal daño a un auto tan lujoso.La gente quería ver, pero nadie quería mojarse, Zeida por otro lado ya no prestó atención, a ella no le importaba o al menos eso pensó, hasta que vio a el amor de su vida salir de aquel auto.Se tapó la boca para evitar gritar y lo miró sujetarse el cuello.《Se lastimó》. Estaba realmente angustiada, ¿Por qué su jefe manejaba en un día como hoy?, ¿Por qué hoy no lo acompañaba su chofer o su asistente?.La preocupación la invadió, él parecía muy adolorido, no sabía que hacer, ¿Necesitaba ayuda?, no lo parecía pero aún así…Mientras tanto Mitch se acercó al otro auto y tocó la ventanilla muy enojado, él no podía creer que hubiera gente tan imprudente, la mujer dentro de aquel vehículo aún estaba en shock y al ver al guapo hombre con el ceño fruncido, sintió un escalofrío invadirla, parecía un demonio enfurecido que estaba listo para estrangularla.—Lo siento mucho, lo siento, por favor perdóneme.—Señora, ¿Acaso no sabe poner el freno de mano?—Preguntó Mitchell sintiendo una punzada en la espalda.—Disculpeme, fue un accidente.Mitchell quería regañarla hasta quedar un poco satisfecho, pero escuchó los llantos de un menor y se contuvo al dirigir su mirada a la parte trasera de ese auto, si algo podía ablandar su corazón, eran los niñ*os, no valía la pena dejar en ridículo a esa mujer.—Le pagaré los daños de su auto, en verdad lo siento mucho…“¿Los daños?”, era evidente para él que aquella mujer apenas y podía con su alma, su auto era viejo, su ropa no era la mejor, era una mujer de la clase baja, ni siquiera valía la pena llamar a su aseguradora y perder su valioso tiempo.—No importa, solo tenga mas cuidado.—Disculpeme, por favor discúlpeme, tendré mas cuidado.Mitchell caminó hasta su auto y sintió un fuerte dolor al girar un poco su cuello, se lo había torcido y dolía, cerró los ojos un momento y respiró hondo, nada podía ir peor, se mojaba, su auto tenia una abolladura horrible y su cuello estaba mal, temía que un rayo cayera sobre su cabeza, ¿Qué podía pasarle ahora?.—¿Se encuentra bien?...Y de pronto todo su cuerpo se tensó al escucharla.•••No miraré•••El corazón de Mitch se detuvo por una fracción de segundo al escuchar esa voz tan frágil y suave, sabía de quien era, porque escucharla hablar era como escuchar la mas grandiosa melodía que por alguna razón hacía a su corazón latir con fuerza.Alzó un poco la vista y ahí estaba ella, la joven Nash, estaba empapada y su preocupación era sincera, se podía ver en su rostro.—Estoy bien— respondió Mitchell con frialdad, ocultando la felicidad que le causaba verla.Zeida asintió, ahora se sentía estúpida de haber ido a preguntar, era evidente que el demonio Mitch no la necesitaba.Mitchell iba a subir a su auto, pero al abrir su puerta, sus llaves se resbalaron de sus manos y se cayeron al suelo.—¡Maldita sea!— se quejó por su mala suerte.Zeida solo lo miró y enarcó una ceja.—¿Necesita ayuda?—Preguntó al ver lo que le pasó. Mitchell suspiró, no quería molestar a la chica, a su chica, no quería que ella viera que él era un inútil incapaz de juntar sus propias llav
•••¿Tu novia?•••—Toma el volante con las dos manos. La chica pegó un brinco y guardó silencio, ciertamente estar sola con el jefe era una experiencia que jamás podría olvidar, por un lado lo admiraba tanto como hombre y como empresario y por el otro, le tenía mucho miedo, era un hombre que imponía con su sola presencia. Su mirada daba miedo y siempre hablaba de ese modo tan golpeado, que parecía molesto, educado, pero sin una pizca de alegría dentro de su ser. Por esa razón se había ganado el apodo, del demonio Mitch. —Si, lo siento señor.— Dijo Zeida poniéndose nerviosa, creyó que Mitchell dormía. De pronto estornudó y sonrió apenada. —Perdón. —Si te enfermas no será mi culpa. Zeida lo miró y una sonrisa distorsionada se dejó ver en su limpio rostro. —¿Acaso dije algo?—preguntó ella mientras pisaba el acelerador, la verdad era que Zeida también podía ser un poco violenta, pero al estar en el trabajo se contenía de decir lo que pensaba, además admiraba mucho a Mitchell como p
•••La propuesta•••Zeida se sentía incómoda, el jefe parecía que se había puesto de malas, lo seguía escaleras arriba hasta que llegaron a una enorme habitación.El delicioso aroma se estampó contra el rostro de Zeida, olía a él, olía a Mitchell, esa fragancia tan única que despertaba sus instintos más bajos.—Puedes cambiarte aquí, las habitaciones de huéspedes no están presentables.—Gracias.—Frederick te consiguió ropa seca, cámbiate y baja.Ella admiraba a ese hombre, no podía apartar la vista de él, el como se movía, el como hablaba, le gustaba tanto, era radiante como el destello del sol, cegador y alucinante, con el cuerpo perfecto como el de un dios o un súper modelo, ¿Cómo no sentir algo por él?.Sin duda este día quedaría grabado en su memoria por siempre. Salió de sus pensamientos y se aclaró la garganta.—Gracias y perdón por causarle molestias.¿Molestias?, para Mitchell ella no era una molestia, estaba agradecido de que todo se hubiera acomodado y de que esta s
•••El primer encuentro •••Zeida odiaba las mentiras, en especial si tenía que decírselas a su madre, pero ¿Cómo iba a explicarle que se quedaría en la casa de su sexi jefe?. No había manera de decírselo a su madre sin que ella se escandalizara, así que tuvo que inventar algo.Ni siquiera ella podía creer que estuviera a punto de dormir en la cama de su amor platónico, era como un sueño echo realidad, sonreía tontamente y daba pequeños sorbos de su taza de café.—Si gustas comer algo, no dudes en decirme.La pobre mujer pegó un brinco y tosió un par de veces, el café en su garganta se había quedado atorado unos segundos.—Lo siento, no quería asustarte.Zeida miró a la empleada que los había recibido, por un momento pensó que ya se había ido.—No, está bien.—El señor Maxwell me pidió que te atendiera en todo lo que necesites.—Estoy bien, en serio.Claudia, la empleada del hogar, sonrió al ver la humildad de la chica, por un momento pensó que aquella joven sería presuntuosa
•••!Cásate con ella!•••Media hora después estaban los tres en un restaurante muy lujoso, Zeida veía el menú, pero nunca había comido nada como lo que servían en aquel lugar.Miró a Mitchell, él parecía despreocupado, pero al mismo tiempo no parecía muy cómodo, y su abuela, aquella señora la miraba detenidamente como buscando algo en ella.—¿Y desde cuando salen?—Preguntó la señora Nora de repente.Zeida empezó a toser sin control y se dio de palmadas en el pecho, nunca antes se había ahogado tantas veces en tan poco tiempo.—Abuela creo que estas confundiendo las cosas—Informó Mitch.—Solo hice una pregunta, debiste habérmelo dicho antes.Cuando Zeida por fin pudo respirar, bebió un poco de agua y se aclaró la garganta.—¿Por qué debería de decirte lo que hago o no?, ya no soy un niñ*o.—Es verdad, ya no lo eres, pero soy tu abuela, te crie desde pequeño, lo mínimo que pido es que me mantengas informada de las cosas que pasan en esta familia, en especial si son importantes.
•••Mi futura esposa•••—¿Mi novio?.Mitchell no conocía los sentimientos de Zeida, ¿Le gustaba alguien?.—¿Acaso no tienes?.—¿Por qué supone que si?.Mitchell se sobó la barbilla. —Pues no eres fea y eres joven.Zeida no pudo evitar sonreír con burla. —¿Y?.Él solo alzó los hombros.—No tengo novio señor Maxwell.—¿Te gusta alguien?.Ella sintió que su corazón se tropezó con sus latidos acelerados y sus manos empezaron a transpirar, Mitch pudo ver su reacción, por supuesto que le gustaba alguien, ¿Pero quien?.Se sintió celoso, le molestaba saber que algún pelmazo era dueño de su corazón.—No importa, a partir de hoy solo piensa en mi—Demandó él.Zeida lo miró y los colores se le subieron al rostro de inmediato. —¿Cómo?.—Serás mi futura esposa, y en lo que dura nuestro matrimonio tendrás que darme exclusividad, así que te prohíbo pensar en cualquier hombre que no sea yo, tu futuro esposo.La chica sentía que iba a desmayarse, si tan solo él supiera, que ella lo amaba
•••¿Cuándo pasó?•••El lunes por la mañana, Mitchell estaba animado, algo que no era común en él, Itzel lo veía con curiosidad, se acercó a él y tocó su frente. —¿Estás enfermo?, ¿Ese choque te dejo loco?, ¿Se te zafaron los tornillos?.Mitchell le pellizcó una mejilla y ella chilló. —Auch mi piel.—Ten un lindo día, y no despilfarres mi dinero—Advirtió él. —Claro—Dijo ella mientras se sobaba la mejilla.Salió de su casa y fue por uno de sus autos, el chofer se acercó y Mitchell lo detuvo. —Yo conduciré.—¿Su cuello no le duele señor?.—No, ya casi no, ya estoy mejor.—Cómo guste.Subió a su auto y condujo hasta su empresa, al llegar, su asistente ya lo estaba esperando junto con los guardias, todos recibían al presidente de buen modo, le tenían un poco de miedo, cualquier cosa fuera de lugar, lo molestaba, y nadie quería verlo molesto.En recepción, las dos mujeres que atendían, se apresuraron a marcar los números de las oficinas principales.—El jefe llegó.Todos parecí
•••Difícil•••—¿Será que salen?.—Eso debe ser, la abrazó delante de todos, hasta un escalofrío me dio.Zeida estaba en su escritorio y a lado de ella dos mujeres hablaban en voz baja, pero ella podía escucharlas a la perfección, fue un error ponerse a llorar delante de él, ¿Por qué no le dijo a Mitchell la razón de por qué lloraba?, ahora se sentía tonta.No era un secreto, pero en verdad no quería echar sus problemas sobre él. Era mejor mantenerse al margen, era mejor que él la tratara como a una empleada, así cuando tuviera que decir adiós, iba a ser más fácil, así no dolería tanto.Un año, un año era mucho tiempo.Entonces ella pensó, “¿Y si él se enamorara de mí, tanto como yo lo amo?”.“¿Mitchell se fijaría en mi?”, Zeida se quedó hundida en esas preguntas que rondaban su cabeza, “¡Si, eso voy a hacer!, voy hacer que se enamore de mi”. Fue la mejor idea que se le había ocurrido en toda su vida, tenía todo a su favor para que eso pasara, iban a estar juntos, ¿Qué mejor opo