•••¿Tu novia?•••
—Toma el volante con las dos manos.La chica pegó un brinco y guardó silencio, ciertamente estar sola con el jefe era una experiencia que jamás podría olvidar, por un lado lo admiraba tanto como hombre y como empresario y por el otro, le tenía mucho miedo, era un hombre que imponía con su sola presencia.Su mirada daba miedo y siempre hablaba de ese modo tan golpeado, que parecía molesto, educado, pero sin una pizca de alegría dentro de su ser. Por esa razón se había ganado el apodo, del demonio Mitch.—Si, lo siento señor.— Dijo Zeida poniéndose nerviosa, creyó que Mitchell dormía. De pronto estornudó y sonrió apenada. —Perdón.—Si te enfermas no será mi culpa.Zeida lo miró y una sonrisa distorsionada se dejó ver en su limpio rostro. —¿Acaso dije algo?—preguntó ella mientras pisaba el acelerador, la verdad era que Zeida también podía ser un poco violenta, pero al estar en el trabajo se contenía de decir lo que pensaba, además admiraba mucho a Mitchell como para criticarlo abiertamente.Él sonrió disimuladamente, todo de ella le fascinaba, era asombroso.Al llegar a la casa de Mitchell, Zeida se sorprendió. —Su casa es hermosa— dijo ella mientras bajaba del auto y admiraba el lugar, siempre supo que alguien millonario como él no viviría en un lugar modesto, pero aún así era sorprendente de ver, ella nunca había estado en un lugar tan glamuroso como la casa de aquel hombre.—Vamos, necesitas ponerte ropa seca—Dijo él sin muchas ganas de contemplar la casa que ya conocía de pies a cabeza, para él no era tan sorprendente.Ella lo siguió y se mordió el labio inferior al ver la majestuosidad del lugar, el interior era aún mucho mas asombroso. 《No me molestaría vivir aquí 》.—Bienvenido señor Maxwell.Ella no dejaba de asombrarse, ¿Tenían servidumbre?, miró a la mujer de uniforme gris, una empleada del hogar, ella solo las había visto en películas, jamás había visto a alguien con el suficiente dinero como para tener esa clase de empleados.—¿Dónde esta mi hermana?—Preguntó Mitch con seriedad.—Está en su habitación señor.—¿Se mojó?.—No señor.—Buenas tardes señor.Los ojos de Zeida contemplaron al educado caballero que llegó, era un hombre mayor. —¿Está bien señor?—Preguntó aquel hombre un poco preocupado al ver que Mitchell traía puesto un collarín.—Si, tuve un accidente, nada grave, ¿Mi hermana llegó bien?.—Si señor, pero…¿Qué clase de accidente?, ¿Por qué le pusieron un collarín?.Mitchell se enderezó. —Una mujer me chocó, me torcí el cuello, no es nada, en unos días estaré bien.¿Hermana?, Zeida se había quedado perdida en esa parte. Parpadeo y miró al hombre que tenía la vista fija en ella, ¿Quién era él?, ¿Un tío?, ¿o tal vez un Amigo?...—Ella es Zeida, es una de mis secretarias.—Mucho gusto señorita—Dijo aquel hombre.—El es Frederick, el amo de llaves, se encarga de mantener en pie esta casa.Las cejas de Zeida se levantaron con sorpresa. —A…, bien, debe ser difícil, es una casa enorme.—No lo es tanto en realidad, su ropa esta mojada señorita, va a resfriarse—Dijo Frederick muy sorprendido, durante todos sus años de trabajo, jamás miró al señor traer a una mujer a su casa, no importaban las circunstancias, Mitchell jamás llevó a una mujer ajena a su familia.—Prepara dos tazas de café por favor—Ordenó Mitchell mientras miraba a Zeida.—Si, enseguida señor.—Espera…Zeida, ¿Te gusta el café?—Mitchell sabía que si, pero aún así, quería cerciorarse.—Si, claro.—Enseguida se las traigo.Ella dio una vuelta completa sobre su eje, y se detuvo en la mirada de su imponente jefe, por un momento se le fue la respiración, era tan guapo, aún más con su hermoso cabello despeinado y esos hermosos labios, él la veía fijamente y ella sentía que se hacía cada vez más pequeña.—¿Mitchell?.La voz de una mujer vino de algún lugar, Zeida respiró aliviada cuando Mitchell apartó la vista de ella, y se acomodó el cabello rápidamente, no quería dar una mala impresión, mucho menos a la familia de su amado.—¡Estoy en la sala!— dijo Mitch mientras se aflojaba un poco la corbata.Una chica de cabello negro y largo dentro de un traje deportivo de edición limitada, llegó hasta la sala, se podía ver desde lejos que era una chica mimada, de piel fina y tersa, maquillaje perfecto y cuerpo delgado, era bonita.—Que bueno que llegas, necesito que me des dinero, mis amigas y yo iremos mañana al centro comercial, te compraré algo…¿Por qué traes esa cosa en el cuello?.Aquella chica llegó hablando sin siquiera poner un poco de atención en Zeida, la hizo sentir invisible, la hermana de Mitchell sacó su teléfono y puso toda su atención en el.—¿Qué pasa con tus tarjetas?—Preguntó Mitch mientras metía ambas manos en los bolsillos de su pantalón, cada movimiento en él, era perfecto, no importaba que tan pequeño fuera.—Perdí una, y la otra se quedó en casa de la abuela, no volveré allá.—¿Perdiste tu tarjeta de crédito y me lo dices hasta ahora?.—La perdí o la olvide en algún lugar, ¿Que más da?, ¿Vas a darme dinero?.—¿Cuánto ocupas?.—No lo sé, cincuenta o cien mil dólares.La boca de Zeida se abrió llena de asombro, era absurdo escuchar a una adolescente pedir tanto dinero solo para ir de compras, ¿Pues que iba a comprar?.Sin embargo Mitchell sacó su cartera y de ella una tarjeta negra. —Usa una de mis tarjetas, no la pierdas o no volveré a darte una.—Claro— dijo aquella chica, guardó su teléfono y tomó la tarjeta. —Gracias, te amo— Dijo ella y dio media vuelta.—Espera…— La detuvo Mitchell antes de que ella pudiera marcharse. —¿Acaso no tienes modales?.—¿He?.Él se hizo a un lado y entonces la vista de la chica se posó en la mujer que estaba ahí, toda mojada.—¿Quién es ella?.—Su nombre es Zeida, Zeida ella es mi hermana, Itzel.Itzel se tapó la boca y se sujetó del brazo de Mitch. —¿Es tu novia?.Zeida sonrió avergonzada y negó rápidamente. —No, ¿Como cree?, solo soy su secretaria.Mitchell se sintió un poco mal, ¿Acaso tanto le desagradaba la idea a Zeida de que lo vincularan con él?.Por otro lado, la emoción de Itzel se esfumó de inmediato, nunca le había conocido una novia a su hermano, aquella mujer era bonita y se veía simpática, era una lastima.—A, bueno, mucho gusto, ¿Ya me puedo ir?.—Si, que mañana te lleve el chofer y no vuelvas tan tarde— dijo Mitchell.—Si por supuesto.•••La propuesta•••Zeida se sentía incómoda, el jefe parecía que se había puesto de malas, lo seguía escaleras arriba hasta que llegaron a una enorme habitación.El delicioso aroma se estampó contra el rostro de Zeida, olía a él, olía a Mitchell, esa fragancia tan única que despertaba sus instintos más bajos.—Puedes cambiarte aquí, las habitaciones de huéspedes no están presentables.—Gracias.—Frederick te consiguió ropa seca, cámbiate y baja.Ella admiraba a ese hombre, no podía apartar la vista de él, el como se movía, el como hablaba, le gustaba tanto, era radiante como el destello del sol, cegador y alucinante, con el cuerpo perfecto como el de un dios o un súper modelo, ¿Cómo no sentir algo por él?.Sin duda este día quedaría grabado en su memoria por siempre. Salió de sus pensamientos y se aclaró la garganta.—Gracias y perdón por causarle molestias.¿Molestias?, para Mitchell ella no era una molestia, estaba agradecido de que todo se hubiera acomodado y de que esta s
•••El primer encuentro •••Zeida odiaba las mentiras, en especial si tenía que decírselas a su madre, pero ¿Cómo iba a explicarle que se quedaría en la casa de su sexi jefe?. No había manera de decírselo a su madre sin que ella se escandalizara, así que tuvo que inventar algo.Ni siquiera ella podía creer que estuviera a punto de dormir en la cama de su amor platónico, era como un sueño echo realidad, sonreía tontamente y daba pequeños sorbos de su taza de café.—Si gustas comer algo, no dudes en decirme.La pobre mujer pegó un brinco y tosió un par de veces, el café en su garganta se había quedado atorado unos segundos.—Lo siento, no quería asustarte.Zeida miró a la empleada que los había recibido, por un momento pensó que ya se había ido.—No, está bien.—El señor Maxwell me pidió que te atendiera en todo lo que necesites.—Estoy bien, en serio.Claudia, la empleada del hogar, sonrió al ver la humildad de la chica, por un momento pensó que aquella joven sería presuntuosa
•••!Cásate con ella!•••Media hora después estaban los tres en un restaurante muy lujoso, Zeida veía el menú, pero nunca había comido nada como lo que servían en aquel lugar.Miró a Mitchell, él parecía despreocupado, pero al mismo tiempo no parecía muy cómodo, y su abuela, aquella señora la miraba detenidamente como buscando algo en ella.—¿Y desde cuando salen?—Preguntó la señora Nora de repente.Zeida empezó a toser sin control y se dio de palmadas en el pecho, nunca antes se había ahogado tantas veces en tan poco tiempo.—Abuela creo que estas confundiendo las cosas—Informó Mitch.—Solo hice una pregunta, debiste habérmelo dicho antes.Cuando Zeida por fin pudo respirar, bebió un poco de agua y se aclaró la garganta.—¿Por qué debería de decirte lo que hago o no?, ya no soy un niñ*o.—Es verdad, ya no lo eres, pero soy tu abuela, te crie desde pequeño, lo mínimo que pido es que me mantengas informada de las cosas que pasan en esta familia, en especial si son importantes.
•••Mi futura esposa•••—¿Mi novio?.Mitchell no conocía los sentimientos de Zeida, ¿Le gustaba alguien?.—¿Acaso no tienes?.—¿Por qué supone que si?.Mitchell se sobó la barbilla. —Pues no eres fea y eres joven.Zeida no pudo evitar sonreír con burla. —¿Y?.Él solo alzó los hombros.—No tengo novio señor Maxwell.—¿Te gusta alguien?.Ella sintió que su corazón se tropezó con sus latidos acelerados y sus manos empezaron a transpirar, Mitch pudo ver su reacción, por supuesto que le gustaba alguien, ¿Pero quien?.Se sintió celoso, le molestaba saber que algún pelmazo era dueño de su corazón.—No importa, a partir de hoy solo piensa en mi—Demandó él.Zeida lo miró y los colores se le subieron al rostro de inmediato. —¿Cómo?.—Serás mi futura esposa, y en lo que dura nuestro matrimonio tendrás que darme exclusividad, así que te prohíbo pensar en cualquier hombre que no sea yo, tu futuro esposo.La chica sentía que iba a desmayarse, si tan solo él supiera, que ella lo amaba
•••¿Cuándo pasó?•••El lunes por la mañana, Mitchell estaba animado, algo que no era común en él, Itzel lo veía con curiosidad, se acercó a él y tocó su frente. —¿Estás enfermo?, ¿Ese choque te dejo loco?, ¿Se te zafaron los tornillos?.Mitchell le pellizcó una mejilla y ella chilló. —Auch mi piel.—Ten un lindo día, y no despilfarres mi dinero—Advirtió él. —Claro—Dijo ella mientras se sobaba la mejilla.Salió de su casa y fue por uno de sus autos, el chofer se acercó y Mitchell lo detuvo. —Yo conduciré.—¿Su cuello no le duele señor?.—No, ya casi no, ya estoy mejor.—Cómo guste.Subió a su auto y condujo hasta su empresa, al llegar, su asistente ya lo estaba esperando junto con los guardias, todos recibían al presidente de buen modo, le tenían un poco de miedo, cualquier cosa fuera de lugar, lo molestaba, y nadie quería verlo molesto.En recepción, las dos mujeres que atendían, se apresuraron a marcar los números de las oficinas principales.—El jefe llegó.Todos parecí
•••Difícil•••—¿Será que salen?.—Eso debe ser, la abrazó delante de todos, hasta un escalofrío me dio.Zeida estaba en su escritorio y a lado de ella dos mujeres hablaban en voz baja, pero ella podía escucharlas a la perfección, fue un error ponerse a llorar delante de él, ¿Por qué no le dijo a Mitchell la razón de por qué lloraba?, ahora se sentía tonta.No era un secreto, pero en verdad no quería echar sus problemas sobre él. Era mejor mantenerse al margen, era mejor que él la tratara como a una empleada, así cuando tuviera que decir adiós, iba a ser más fácil, así no dolería tanto.Un año, un año era mucho tiempo.Entonces ella pensó, “¿Y si él se enamorara de mí, tanto como yo lo amo?”.“¿Mitchell se fijaría en mi?”, Zeida se quedó hundida en esas preguntas que rondaban su cabeza, “¡Si, eso voy a hacer!, voy hacer que se enamore de mi”. Fue la mejor idea que se le había ocurrido en toda su vida, tenía todo a su favor para que eso pasara, iban a estar juntos, ¿Qué mejor opo
••Preséntamelo•••—¿Cómo sigue tu cuello?.Mitchell miró a Zeida, después de salir del trabajo, Uriel los llevaba a la casa de la chica, Mitchell no quería dejar pasar ni un día más, estaba entretenido con sus pensamientos y solo ella podía interrumpirlo sin hacerlo molestarse. —Mejor, ya no me duele tanto.—Que bueno.—¿Estas preocupada por mi?.—Un poco—Respondió ella con sinceridad, y armándose de valor, hizo la pregunta que no dejaba de rondar en su cabeza. —Usted…, ¿Si quiere casarse?.—Te lo diré luego.Zeida asintió y no insistió más, era obvio que Mitchell solo cumplía las órdenes de su abuela, ella estaba segura de eso, pero tenía esperanza, iba a esforzarse.Al llegar a su casa ella se quedó mirando desde la ventanilla de aquel lujoso auto, ver su casa nunca antes le causó ansiedad, el techo no era el mejor, la pintura de las paredes estaba desgastada, se preguntaba si su madre había limpiado o no.—¿Aquí vives?—Preguntó Mitchell fingiendo no saber, él ya había ve
•••El asombroso Mitch•••—Mamá, por favor, ¿Podrías tratarlo bien?.—¿Y eso?.—Es que, me gusta mucho, y no quiero que se asuste o se sienta incomodo.—Si es un buen hombre entonces no deberías de temer que yo lo trate mal, ¿Por qué lo haría si es bueno?.Zeida asintió, su madre sería severa, no importaba que tan asombroso fuera él, ella se iba a encargar de ver los defectos que sus ojos enamorados no veían, caminó hasta la sala y con cada paso trataba de calmarse así misma. Mitchell estaba ahí de pie, luciendo tan espectacular como siempre, con ese traje y ese rostro, con esa aura autoritaria e intimidante y con esos ojos que parecían atravesar cualquier cosa.La madre de Zeida, la señora Valentina se quedó anonadada al ver al impresionante caballero, estaba consiente de que su hija era bonita y de que tenia un carisma sin igual, pero jamás pensó que pudiera atrapar a un hombre tan atractivo, la había subestimado mucho, ahora se daba cuenta de eso.—Mamá él es Mitchell Maxwell