•••No miraré•••
El corazón de Mitch se detuvo por una fracción de segundo al escuchar esa voz tan frágil y suave, sabía de quien era, porque escucharla hablar era como escuchar la mas grandiosa melodía que por alguna razón hacía a su corazón latir con fuerza.Alzó un poco la vista y ahí estaba ella, la joven Nash, estaba empapada y su preocupación era sincera, se podía ver en su rostro.—Estoy bien— respondió Mitchell con frialdad, ocultando la felicidad que le causaba verla.Zeida asintió, ahora se sentía estúpida de haber ido a preguntar, era evidente que el demonio Mitch no la necesitaba.Mitchell iba a subir a su auto, pero al abrir su puerta, sus llaves se resbalaron de sus manos y se cayeron al suelo.—¡Maldita sea!— se quejó por su mala suerte.Zeida solo lo miró y enarcó una ceja.—¿Necesita ayuda?—Preguntó al ver lo que le pasó.Mitchell suspiró, no quería molestar a la chica, a su chica, no quería que ella viera que él era un inútil incapaz de juntar sus propias llaves, eso lo desagradaba tanto, pero no había opción, su cuello dolía tanto. —Mis llaves se cayeron, ¿Podrías ayudarme?.—Claro— Respondió Zeida sin pensarlo, caminó a paso rápido hasta donde estaba él y miró el suelo, el agua las había jalado hasta debajo del auto, así que ella tuvo que ponerse de rodillas y estirar su mano para alcanzarlas, no fue difícil y de cualquier modo, ya estaba mojada.Cuando las tuvo se sintió orgullosa de poder ayudar a su jefe, al hombre con el que soñaba todas las noches, esto era un logro desbloqueado. —Aquí están señor.Mitchell las tomó y la miró detenidamente, la pobre estaba toda mojada, sus mejillas estaban sonrojadas al igual que su nariz, miró con cuidado hacia la parada de autobús y se dio cuenta de que mucha gente esperaba impaciente, el autobús debía de venir retrasado y tal vez sumamente lleno.—Sube al auto —Ordenó él.—¿Eh?...oh, no gracias, no hace falta que me lleve.—Sube al auto Zeida—Ordenó él, no aceptaba las negativas de nadie.Zeida sintió que su cuerpo se congelaba por completo, ¿Cómo la había llamado?, ¿Acaso él sabía quién era ella?, le tomó unos segundos reaccionar, fue obediente y se subió en la parte del copiloto, lo miró subir y hacer muecas mientras se sujetaba el cuello.—¿Se lastimó?.—Solo un poco.Las puertas se cerraron y todo quedo en silencio y calidez, el auto del jefe olía bien, olía a nuevo y se veía nuevo, olía a él.—Estoy mojando sus asientos —Dijo ella un poco avergonzada.—No importa—Respondió él mientras ponía el auto en marcha.Ella no podía sentirse mas emocionada, está era la conversación mas larga que había tenido con el guapo Mitchell, y solo le había tomado tres años y un evento desafortunado.—Debería de ir al hospital, hay un hospital cerca—Sugirió ella al verlo sobarse nuevamente.—Te llevaré a casa primero.—Puedo esperar, en serio no me importa, se ve que le duele mucho, y si no toma analgésicos dolerá aún más.Era un buen punto, Mitch la miró de reojo, en realidad él no quería que ella estuviera mojada durante tanto tiempo, se enfermaría, aunque no parecía que fuera por su culpa, ella ya estaba mojada desde antes, aún así, estaba preocupado por su salud.—Deberías de quitarte esa ropa mojada, en el asiento trasero tengo una camisa limpia y un abrigo, póntelos.Zeida miró el asiento trasero, ahí tenia una camisa blanca de vestir perfectamente doblada, parecía una camisa de repuesto, y también había un abrigo perfectamente acomodado.—Usted también esta mojado.—Si, pero no tanto como tú, solo mírate.Eso era verdad.Ella asintió y luego dudó en como proceder.Se aclaró la garganta y lo miró llena de vergüenza, con lentitud se quitó el abrigo empapado que traía puesto, lo dobló con calma y cuidado y acarició los botones de su camisa.Usaba el uniforme de la compañía, el cual constaba de un saco negro*, camisa de vestir azul y falda arriba de las rodillas de color negra*, se quitó el saco mientras que el trafico avanzaba y se mordió el labio.Mitchell sentía como sus manos transpiraban un poco, ¿Por qué ella lo ponía de ese modo?, ¿Cómo fue que ocurrió?.Con lentitud desabotonó su camisa, se sentía apenada, en verdad iba desvestirse a lado de su jefe, se detuvo en el último segundo y suspiró tratando de calmar sus nervios.“Que vergüenza”.Mitchell detuvo el auto de nuevo y se llevó una mano al mentón.—No miraré, las ventanas son polarizadas, nadie te verá— Prometió imaginando lo que la chica pensaba, miró hacía la ventanilla y desde ahí se dio cuenta de que podía ver el reflejo de su chica.Zeida estaba temblando por los nervios, se aclaró la garganta y lo hizo de una vez, se quitó la camisa mojada y la sostuvo en sus manos cubriéndose inconscientemente.Mitchell empezaba a sentir cierto deseo en todo su cuerpo, no podía verla bien, y luego se sintió un imbécil, cerró los ojos y tragó saliva, lo prometió.Ella se estiró un poco para tomar la camisa limpia del jefe, se la puso con rapidez y se acomodó en su lugar.—Listo.Mitchell le subió aún más a la calefacción, el trafico avanzaba cada vez más rápido, hasta que por fin salieron de aquel embotellamiento.Él condujo hasta el hospital más cercano, el que por suerte era al que Mitch siempre iba, ya lo conocían y siempre lo recibían de buen modo, en especial porque era inversionista de ese lugar, Zeida bajó con él y lo siguió hasta la recepción, ahí se dio cuenta de que las mujeres de aquel lugar le sonreían y lo trataban como si él fuera una celebridad, Mitchell era sumamente guapo, tenía unos ojos hermosos y un cabello castaño oscuro deslumbrante, tenia una piel blanca, era alto y de complexión atlética, no era sorpréndete que las mujeres se quedaran enamoradas de su buen físico y de su hermoso rostro, así que solo trataba de no sentirse celosa, después de todo, a ella le pasó.Se quedó en la sala de espera, mientras que Mitchell se fue a uno de los consultorios, tardó alrededor de una hora y salió con un collarín puesto y platicando con un doctor, aún con ese collarín se veía muy intimidante.La chica suspiró por lo bajo y se puso de pie, cuándo él se acercó, eso la hizo sentir una corriente de aire helada.—¿Sabes manejar?.Zeida se quedó atontada con el movimiento de sus labios, pero al final asintió.—Si, claro.—¿Podrías conducir?.—¿Su auto?.—Si, ¿Que más si no?— respondió él en tono áspero.—Si, por supuesto que si.—Bien, vamos.Era emocionante para ella, tener la oportunidad de manejar tan hermoso auto, subió con entusiasmo y se acomodó en el asiento, Mitchell subió en el asiento del copiloto y se recargó en el, se había torcido el cuello y tendría que usar el collarín por una semana al menos, era frustrante para alguien como él.Aunque no todo fue un desastre, pues ahora tenia la oportunidad de hablar con la chica que le gustaba.—¿Y…a donde lo llevo?.—Vayamos a mi casa, y ahí le pediré al chofer que te lleve a la tuya.—No tiene que preocuparse por mi, yo puedo llegar sola a casa, pero...—No estoy preocupado por ti, lo hago por educación.Zeida se sintió tonta, si, debió de imaginarlo. —Claro.Mitch a veces no se daba cuenta de lo cruel que podía ser, siempre había sido de esa forma tan arrogante y poco amigable, era educado, pero sus palabras a veces mataban.Ella condujo en silencio y Mitch solo cerró los ojos, el auto se había inundado de un olor delicioso, a rosas y a lluvia, de pronto la escuchó tararear una canción, ella tenía una voz fina y encantadora, si ella supiera como lo ponía.Abrió los ojos con lentitud y la miró, ella jugaba con un mechón de su cabello mojado mientras conducía, era tan despistada y eso la volvía hermosamente mortal, si, para Mitch, ella era inmensamente hermosa…《Te amo Zeida》, pensó él y sonrió.•••¿Tu novia?•••—Toma el volante con las dos manos. La chica pegó un brinco y guardó silencio, ciertamente estar sola con el jefe era una experiencia que jamás podría olvidar, por un lado lo admiraba tanto como hombre y como empresario y por el otro, le tenía mucho miedo, era un hombre que imponía con su sola presencia. Su mirada daba miedo y siempre hablaba de ese modo tan golpeado, que parecía molesto, educado, pero sin una pizca de alegría dentro de su ser. Por esa razón se había ganado el apodo, del demonio Mitch. —Si, lo siento señor.— Dijo Zeida poniéndose nerviosa, creyó que Mitchell dormía. De pronto estornudó y sonrió apenada. —Perdón. —Si te enfermas no será mi culpa. Zeida lo miró y una sonrisa distorsionada se dejó ver en su limpio rostro. —¿Acaso dije algo?—preguntó ella mientras pisaba el acelerador, la verdad era que Zeida también podía ser un poco violenta, pero al estar en el trabajo se contenía de decir lo que pensaba, además admiraba mucho a Mitchell como p
•••La propuesta•••Zeida se sentía incómoda, el jefe parecía que se había puesto de malas, lo seguía escaleras arriba hasta que llegaron a una enorme habitación.El delicioso aroma se estampó contra el rostro de Zeida, olía a él, olía a Mitchell, esa fragancia tan única que despertaba sus instintos más bajos.—Puedes cambiarte aquí, las habitaciones de huéspedes no están presentables.—Gracias.—Frederick te consiguió ropa seca, cámbiate y baja.Ella admiraba a ese hombre, no podía apartar la vista de él, el como se movía, el como hablaba, le gustaba tanto, era radiante como el destello del sol, cegador y alucinante, con el cuerpo perfecto como el de un dios o un súper modelo, ¿Cómo no sentir algo por él?.Sin duda este día quedaría grabado en su memoria por siempre. Salió de sus pensamientos y se aclaró la garganta.—Gracias y perdón por causarle molestias.¿Molestias?, para Mitchell ella no era una molestia, estaba agradecido de que todo se hubiera acomodado y de que esta s
•••El primer encuentro •••Zeida odiaba las mentiras, en especial si tenía que decírselas a su madre, pero ¿Cómo iba a explicarle que se quedaría en la casa de su sexi jefe?. No había manera de decírselo a su madre sin que ella se escandalizara, así que tuvo que inventar algo.Ni siquiera ella podía creer que estuviera a punto de dormir en la cama de su amor platónico, era como un sueño echo realidad, sonreía tontamente y daba pequeños sorbos de su taza de café.—Si gustas comer algo, no dudes en decirme.La pobre mujer pegó un brinco y tosió un par de veces, el café en su garganta se había quedado atorado unos segundos.—Lo siento, no quería asustarte.Zeida miró a la empleada que los había recibido, por un momento pensó que ya se había ido.—No, está bien.—El señor Maxwell me pidió que te atendiera en todo lo que necesites.—Estoy bien, en serio.Claudia, la empleada del hogar, sonrió al ver la humildad de la chica, por un momento pensó que aquella joven sería presuntuosa
•••!Cásate con ella!•••Media hora después estaban los tres en un restaurante muy lujoso, Zeida veía el menú, pero nunca había comido nada como lo que servían en aquel lugar.Miró a Mitchell, él parecía despreocupado, pero al mismo tiempo no parecía muy cómodo, y su abuela, aquella señora la miraba detenidamente como buscando algo en ella.—¿Y desde cuando salen?—Preguntó la señora Nora de repente.Zeida empezó a toser sin control y se dio de palmadas en el pecho, nunca antes se había ahogado tantas veces en tan poco tiempo.—Abuela creo que estas confundiendo las cosas—Informó Mitch.—Solo hice una pregunta, debiste habérmelo dicho antes.Cuando Zeida por fin pudo respirar, bebió un poco de agua y se aclaró la garganta.—¿Por qué debería de decirte lo que hago o no?, ya no soy un niñ*o.—Es verdad, ya no lo eres, pero soy tu abuela, te crie desde pequeño, lo mínimo que pido es que me mantengas informada de las cosas que pasan en esta familia, en especial si son importantes.
•••Mi futura esposa•••—¿Mi novio?.Mitchell no conocía los sentimientos de Zeida, ¿Le gustaba alguien?.—¿Acaso no tienes?.—¿Por qué supone que si?.Mitchell se sobó la barbilla. —Pues no eres fea y eres joven.Zeida no pudo evitar sonreír con burla. —¿Y?.Él solo alzó los hombros.—No tengo novio señor Maxwell.—¿Te gusta alguien?.Ella sintió que su corazón se tropezó con sus latidos acelerados y sus manos empezaron a transpirar, Mitch pudo ver su reacción, por supuesto que le gustaba alguien, ¿Pero quien?.Se sintió celoso, le molestaba saber que algún pelmazo era dueño de su corazón.—No importa, a partir de hoy solo piensa en mi—Demandó él.Zeida lo miró y los colores se le subieron al rostro de inmediato. —¿Cómo?.—Serás mi futura esposa, y en lo que dura nuestro matrimonio tendrás que darme exclusividad, así que te prohíbo pensar en cualquier hombre que no sea yo, tu futuro esposo.La chica sentía que iba a desmayarse, si tan solo él supiera, que ella lo amaba
•••¿Cuándo pasó?•••El lunes por la mañana, Mitchell estaba animado, algo que no era común en él, Itzel lo veía con curiosidad, se acercó a él y tocó su frente. —¿Estás enfermo?, ¿Ese choque te dejo loco?, ¿Se te zafaron los tornillos?.Mitchell le pellizcó una mejilla y ella chilló. —Auch mi piel.—Ten un lindo día, y no despilfarres mi dinero—Advirtió él. —Claro—Dijo ella mientras se sobaba la mejilla.Salió de su casa y fue por uno de sus autos, el chofer se acercó y Mitchell lo detuvo. —Yo conduciré.—¿Su cuello no le duele señor?.—No, ya casi no, ya estoy mejor.—Cómo guste.Subió a su auto y condujo hasta su empresa, al llegar, su asistente ya lo estaba esperando junto con los guardias, todos recibían al presidente de buen modo, le tenían un poco de miedo, cualquier cosa fuera de lugar, lo molestaba, y nadie quería verlo molesto.En recepción, las dos mujeres que atendían, se apresuraron a marcar los números de las oficinas principales.—El jefe llegó.Todos parecí
•••Difícil•••—¿Será que salen?.—Eso debe ser, la abrazó delante de todos, hasta un escalofrío me dio.Zeida estaba en su escritorio y a lado de ella dos mujeres hablaban en voz baja, pero ella podía escucharlas a la perfección, fue un error ponerse a llorar delante de él, ¿Por qué no le dijo a Mitchell la razón de por qué lloraba?, ahora se sentía tonta.No era un secreto, pero en verdad no quería echar sus problemas sobre él. Era mejor mantenerse al margen, era mejor que él la tratara como a una empleada, así cuando tuviera que decir adiós, iba a ser más fácil, así no dolería tanto.Un año, un año era mucho tiempo.Entonces ella pensó, “¿Y si él se enamorara de mí, tanto como yo lo amo?”.“¿Mitchell se fijaría en mi?”, Zeida se quedó hundida en esas preguntas que rondaban su cabeza, “¡Si, eso voy a hacer!, voy hacer que se enamore de mi”. Fue la mejor idea que se le había ocurrido en toda su vida, tenía todo a su favor para que eso pasara, iban a estar juntos, ¿Qué mejor opo
••Preséntamelo•••—¿Cómo sigue tu cuello?.Mitchell miró a Zeida, después de salir del trabajo, Uriel los llevaba a la casa de la chica, Mitchell no quería dejar pasar ni un día más, estaba entretenido con sus pensamientos y solo ella podía interrumpirlo sin hacerlo molestarse. —Mejor, ya no me duele tanto.—Que bueno.—¿Estas preocupada por mi?.—Un poco—Respondió ella con sinceridad, y armándose de valor, hizo la pregunta que no dejaba de rondar en su cabeza. —Usted…, ¿Si quiere casarse?.—Te lo diré luego.Zeida asintió y no insistió más, era obvio que Mitchell solo cumplía las órdenes de su abuela, ella estaba segura de eso, pero tenía esperanza, iba a esforzarse.Al llegar a su casa ella se quedó mirando desde la ventanilla de aquel lujoso auto, ver su casa nunca antes le causó ansiedad, el techo no era el mejor, la pintura de las paredes estaba desgastada, se preguntaba si su madre había limpiado o no.—¿Aquí vives?—Preguntó Mitchell fingiendo no saber, él ya había ve