•••Sale con el jefe•••—¿Desayunaste?.La mañana inició de maravilla, Zeida caminaba junto a Mitchell, hoy la había recogido para ir juntos al trabajo.—Aún no, pero no tengo hambre todavía.—Desayunemos juntos entonces.—Si.Zeida estaba feliz, jamás imaginó que tendría una conversación así con su jefe, ¿Cuáles eran las probabilidades?, se sintió afortunada hasta que de pronto, la puerta trasera del auto se abrió y una sonriente Mercy apareció en escena.—Vamos, apresúrense, llegare tarde al colegio—Los apuró la joven.—Perdona, no se quiso ir con el chofer—se disculpó Mitchell en voz baja. —La dejaremos en la escuela.—Si, no te preocupes.Después de unos minutos, dejaron a Mercy en el colegio y al llegar al trabajo, antes de bajar del auto, Mitchell se inclinó un poco hacía Zeida y la miró fijamente.—Tú y yo, tenemos una conversación pendiente.Los nervios se apoderaron de la chica, olerlo y tenerlo tan cerca la hacía temblar.—¿Q-que?..., ¿Sobre qué?.—Ayer dijiste
•••Eres cruel•••Zeida estaba concentrada en la computadora, cuando miró a su jefa salir de la oficina del presidente echa un fantasma, estaba tan pálida qué parecía que iba a desmayarse en cualquier momento.—Lo siento— dijo la encargada apenas llegó hasta su escritorio. —El jefe quiere verte en su oficina.—¿Qué pasó?.—Él no va a cambiarte.Zeida no creyó que él se opusiera, ¿No era mejor estar separados?.Se puso de pie lentamente y se armó de valor, valor qué fue quedando en sus pies con cada paso que daba, llegó hasta la puerta y se dijo así misma qué era lo mejor, no había echo nada malo, él entendería.Entró después de tocar y su vista llegó hasta el hombre que se servía un trago.—¿Quería verme señor?.Mitchell sintió un escalofrío, odiaba qué ella le hablara tan formal, porque eso le daban ganas de tomarla y someterla debajo de él. Ella ya había sido advertida, y aún así continuaba picando sus costillas sin darse cuenta de que un día de estos, él no iba a perdonarla
•••Te gusta•••—Lo siento Leonard, pero ya te he dicho que estoy comprometida, y por favor no vuelvas a hacer eso, la gente puede mal interpretarlo.Leonard alejó sus manos de las de Zeida y sonrió un poco incómodo y avergonzado.—Lo siento, no quería incomodarte.Zeida bebió de su jugo y suspiró.—Estoy muy enamorada de mi novio, y él trabaja aquí mismo, así que…—A, entiendo, que tonto soy, bueno, seamos amigos entonces, ¿Te parece?.Zeida asintió.Por otro lado, Mitchell estaba realmente molesto.—¿Alguien trae un cigarro?.Nelson y Tomas se miraron el uno al otro, Mitchell había dejado el vicio desde la universidad, debía de sentirse muy estresado.—¿No es muy temprano para beber?—Preguntó Tomas aún sin saber porque se habían ido de la cafetería.—¿Temprano?, ¿Dónde quedó tu espíritu aventurero?, llamaré a Elías— dijo Nelson un poco entusiasmado. —Iremos en tu auto.Fue así como los tres se subieron al auto de Tomas y condujeron hasta un pequeño restaurante-bar cerca de
•••Un demonio cursi•••—No deberías de beber de ese modo.—¿Y por qué no?, ¿A quien le importa?, no le importo a ella.—Dices tonterías Mitch, se van a casar.Mitchell soltó una carcajada qué asustó a Elías, nunca lo había visto de ese modo tan descontrolado, era aterrador.Suspiró un poco agobiado, de un momento a otro, Tomas se tuvo que ir por un asunto con su esposa, y Nelson escapó con una linda chica que inicialmente trató de ligarse a Mitchell, pero al ver el nulo interés, cambió su objetivo.Elías se había quedado solo con Mitchell y ahora se sentía un poco…asustado.—Te diré un secreto, solo porque eres mi amigo, ¿Eres mi amigo?.—Me temo que si— Respondió Elías con sarcasmo.Mitchell bebió todo el licor de su vaso y pidió uno más.—¿Sabes como me llaman en el trabajo?, el demonio Mitch, ¿Y sabes por qué?, porque soy terrible, soy un maldito.Elías alzó una ceja y sonrió. —Eso no es nada nuevo.—La obligué a casarse conmigo, así de maldito soy— confesó Mitchell y b
•••Apiádate de mi•••Zeida lentamente sujetó su rostro y lo alzó hacía ella, los ojos de Mitchell brillaban de un modo encantador, sus labios rojos y sus mejillas sonrojadas por todo el alcohol qué había bebido.Ella nunca antes había visto algo tan perfecto.—No hace falta que hagas eso, no hace falta que te esfuerces en hacer que me enamore de ti.—¿Por qué?.Zeida acercó sus labios a los de Mitch y cerró los ojos. —Porque hace mucho que yo te amo.Dentro de Mitchell siempre existió ese pequeño hueco qué no podía ser llenado con nada, tenía dinero, una empresa, familia buena, amigos, una vida activa, pero nada de eso lo hacía realmente feliz, se llamaba así mismo inconformista, ya se había echo a la idea de vivir así…, y de pronto…la plenitud lo invadió, si moría justo en ese momento, él moriría sumamente feliz.—Te amo Mitchell Maxwell—Susurró Zeida conteniendo el aliento.Mitchell se puso de pie, aún tambaleante, la sujetó de la cintura y la miró fijamente.—Dilo de nuevo
•••¡Nooo!•••Mercy en lugar de irse a su casa, se fue a la casa de Mitch, ahí se encontró con Itzel, quien a su vez se alistaba para la cena familiar, Itzel era demasiado despreocupada, así que cuando Mercy le dijo que quería ir a la cena, Itzel le dijo que si podía ir.Mercy era como de la familia después de todo, Itzel estaba segura de que Mitchell no tendría problema con eso.Pero antes de que salieran, Mercy corrió al botiquín de la casa, un botiquín muy bien equipado, tomó un laxante y sonrió con maldad, pues esa noche, pondría en vergüenza a Zeida, tanto que Mitchell no pudiera verla nunca más a la cara.………..—¿Me veo bien?—Preguntó la señora Valentina mientras se veía al espejo.Támara sonrió y asintió. —Si mamá, te vez bien.—El señor Maxwell debe de tener mucho dinero, ¿Verdad?.—Nada le faltará a mi hermana— dijo Tam mientras veía por la ventana el auto negro qué las esperaba, había sido mandado por el mismo Mitch para llevarlas a la cena de esa noche, sin duda era
•••El mejor día de mi vida•••La preocupación de Mercy iba en aumento con cada segundo qué pasaba, empezaba a sudar frío.—No debe de preocuparse por su hija, mi nieto es un hombre excepcional, si él no cuida bien de ella, me encargaré yo misma de él—dijo la señora Nora poniéndose en los zapatos de la madre de Zeida.Podía ver a una mujer humilde y trabajadora, que había sacado a sus dos hijas adelante, por supuesto que las defendería sin dudarlo.—Me alegra saberlo, no quiero dudar de su nieto, así que espero que en verdad sean muy felices.Zeida sujeto la mano de su madre y sonrió, había estado muy asustada de lo que ella pudiera decirle o como iba a tomarlo, pero ya no podía vivir solo imaginando como podría ser.—Estoy planeando irnos de viaje, no será por mucho tiempo, un par de días tan solo, no puedo dejar mi empresa sola, pero me gustaría que al volver, nos reunamos de nuevo para…—Mitchell sintió un retorcijón en el estómago —Para hacer un viaje en familia.—¡Si, a mi m
•••Le dicen el demonio••• 3 días después…*Zeida*.Las flores qué adornaban la habitación dejaban un encantador aroma, me sentía nerviosa, mi corazón no dejaba de palpitar con fuerza, tampoco dejaba de pensar en como fue.Recordaba pequeños fragmentos, el primer día que vi a Mitchell Maxwell, daba miedo, me sentí tan pequeña delante de él, insignificante, sabía que jamás estaría a su altura y aun así, me enamoré, perdidamente me volví adicta a él.A veces llegué a pensar que él me odiaba, ni siquiera me veía, o eso pensaba, cuando llevaba su café, el solo hacía ese gruñido qué no dejaba espacio para iniciar una conversación, estar junto a él se volvía una tortura con el paso del tiempo, quería odiarlo y sacarlo de mi mente.Pero se volvió imposible, aquel día lluvioso, aunque era horrible, dentro de mi, sabía que pasaría algo magnífico, corrí bajo la lluvia deseando qué fuera el día que tanto anhelaba, deseando que fuera el día en que por fin Mitchell Maxwell me notara.Tal