Capítulo 2. En las garras de un lobo.

Al salir de la oficina de Alex, toma sus cosas para irse. Estaba muy disgustada ante la propuesta de Alex, de pronto su amiga Sandra, se le acerca y le pregunta:

—¿Qué te sucede Abril?

—Nada amiga me tengo que ir, tengo clases.

—Si quieres nos vamos juntas.

—Tengo prisa, tengo una clase muy importante y no puedo esperar a que termines con tu trabajo.

—Bueno si, aún no termino unos pendientes de la señorita Madison.

—Adiós amiga, nos vemos mañana.

—Cuídate mucho, Abril.

Afuera suena de inmediato su celular:

—Aló.

—Hija tu abuela se puso mal, deben de operarla de inmediato. Las próximas horas serán cruciales.

—No puede ser mamá.

—Lo siento hija, no quiero agobiarte.

—Tranquila mamá, yo llevaré ese dinero para que operen a mi abuela, ahora mismo—indica Abril con firmeza.

—¿Cómo hija?

—Yo sé cómo.

Envuelta en la desesperación y en el caos emocional, Abril toma valor y sube nuevamente a la oficina de Alex, su compañera Sandra se maravilla al verla de nuevo. Abril sin ver a los lados, impacta abruptamente en el despacho de su jefe, cerrando la puerta de un trancazo.

—Muy bien señor Lutter, acepto.

—¿Por qué entraste así, Abril? No olvides que hay reglas.

—Lo lamento, pero no debo esperar más, la situación de mi abuela se complica. Acepto pasar una noche con usted.

—¡Vaya!

—Solo dígame, ¿dónde?

—Estás muy decidida.

—Respóndame antes que me arrepienta.

—Muy bien Abril, ven conmigo y por tus clases, no te preocupes yo me encargo—se maravilla Alex en seguida con su respuesta.

Parten velozmente a su encuentro íntimo, al internarse en el ascensor, Alex le dice:

—Hoy mismo tendrás el dinero—de inmediato Abril lo mira con reserva.

En todo el camino, ambos se miraban de reojos y no articulan ni una sola palabra, inmediatamente Abril rompe el silencio, para decirle:

—¿Para donde me lleva?

—Vamos a mi apartamento.

—¿Por qué allí?

—Es más discreto y también por tu seguridad.

—¡Sí claro! —exclama Abril en un tono sarcástico.

Minutos más tarde…

Llegan al moderno y lujoso apartamento de Alex, rápidamente él le ofrece ponerse cómoda, Abril es una chica sencilla, pero al mismo tiempo es muy franca.

—Acabemos con esto de una buena vez.

—Ven, vamos a mi habitación—le señala Alex sin tapujos.

Al ingresar le extiende su mano, su brillante y trémula mirada la encandila. La rodea entre sus brazos, situación que toma por sorpresa a Abril, de pronto pega su cuerpo junto al de ella, cerrando grácilmente los ojos, recorre con sus dedos su cuello y Abril siente como si el corazón, se le saliera del pecho en un santiamén.

—Me tienes hechizado, desde que te vi por primera vez, no he dejado de pensar en ti—susurra Alex a su oído con mucha seducción.

Sus palabras son como un detonante para Abril, quien se mantiene altiva y nerviosa, Alex se inclina es un hombre muy profundo de 1,92 metros de altura. La besa suavemente y a la vez murmura, muy cerca lo siguiente:

—Quiero morder tus labios, y luego quiero hacerte el amor.

Su dormitorio es un lugar muy acogedor y pulcro, se puede apreciar desde arriba la hermosa ciudad de Londres. Aquella cama ultramoderna, será la única declarante de una furtiva noche de pasión, entre dos seres aparentemente desconocidos en la intimidad.

Rápidamente Abril tiembla, no cree lo grande de su osadía, está a punto de entregarse por primera vez a un hombre diferente al resto, como Alexander Lutter, su respiración se entrecorta no puede apartar la mirada de sus estoicos ojos grises. Alex comienza a quitarse todo lo que lleva encima muy despacio, Abril se sienta en la cama mirando para todos lados muy conmovida, él se gira y trata de mostrarse serano para no espantarla.

—Es mi primera vez—murmura Abril con mucha ansiedad.

—¡Wao! —se maravilla Alex.  Sin embargo, continúa hacia delante con sus pretensiones.

Se le acerca muy bonitamente, para desnudar su cuerpo, el deseo intenso lo invade, se detiene enfrente de ella y le propone:

—Déjame quitarte el resto de la ropa.

—Yo lo hago sola, no soy una lisiada.

—Relájate Abril, necesitas ese dinero.

—Y usted necesita, satisfacer sus bajos instintos.

—¿No tienes idea de lo mucho que te deseo?

—Terminemos con esto de una buena vez—responde Abril con rabia, quitando su ropa con mucha brusquedad.

Minutos después…

El cuerpo de Alex se tensa con infinito placer, rápidamente murmura:

—Eres tan hermosa.

Los pezones de Abril se endurecen, es inevitable no sentir placer al lado de ese hombre tan encantador y extremadamente guapo. El lobo permanece todavía muy oculto dentro de él, no aspira estar con Abril.

—Por favor—suplica Abril.

—Seré lo menos brusco posible, tranquila—musita Alex, antes de entrar en ella.

Entre una lenta y sensual cabalgada, hacen el amor de forma descomedida, tal como lo vaticino el apuesto Alex, ella hizo que se encendiera todo su cuerpo, como nunca antes lo había experimentado, es un hombre que ha estado con muchas mujeres, pero nunca con una como ella, que lo hizo sumergirse en una dulce y honda agonía.

—¡Santo cielo! Ha sido tan fantástico. Eres maravillosa, Abril—advierte Alex, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

Se voltea Alex, con el propósito de besarla nuevamente, para seguir con su ardiente frenesí, de inmediato ella lo inmoviliza:

—Es suficiente, debo irme.

Rápidamente, enciende la lámpara que está en su buro y sus hermosos ojos grises, brillaban más que la luz de la bombilla.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Alex, en un tono muy bajo.

—Estaré bien—señala Abril con mucha formalidad.

Juntos se miran en la cama antes de partir por unos minutos, en las sábanas blancas se podía evidenciar salpicaduras de sangre, de la pureza de Abril. Se ruboriza y se incomoda al verla, cubre su cuerpo, toma su ropa y se interna en el baño.

Alex se levanta y mira por la ventana, son más de las 6 de la tarde, pronto la luna llena se hará aún más visible y su transformación en hombre lobo es ineludible. Se cuestiona por su condición, y piensa que llegó muy lejos para estar con la muchacha, imagina que él no sabría cómo enamorarla de a poco, ni de manera convencional, por lo que la terrible situación con su abuela se le manifestó a él como una oportunidad.

Sale Abril vestida y antes de marcharse le dice:

—Espera voy contigo, así pago los gastos de la operación de tu abuela, de una vez.

—Lo espero afuera.

—Abril, no me veas así. Como si fuera un ser infame.

—Apresúrese— apunta Abril y sale de la habitación.

*****

Una hora después…

Llegan a la clínica, hacen contacto visual con la madre de ella, la cual lloraba desconsoladamente, en un rincón de la sala de espera. Se presenta Alex como el salvador, desconociendo Elizabeth la madre de Abril, las condiciones que impuso el jefe de su hija, para acceder a ayudarlas.

—Mamá, vamos a administración ya volvemos, todo estará bien.

Corren rápidamente y van a cancelar los gastos correspondientes, de la operación y de la estadía de la señora Aurora en la clínica.

Minutos después…

—Listo Abril, tu abuelita se repondrá.

—Gracias señor.

—A ti, soy yo quien tiene que agradecerte—Abril lo mira de reojos y va donde su madre para contarle, que no tiene nada de qué preocuparse, su jefe cubrió toda la deuda con del hospital.

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