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Capítulo 6. La realidad.

Hospital central de Londres.

Abril, ya estaba decidida dejar el bufete para siempre, sin embargo, su madre tiene algo que decirle:

—Hija, menos mal que tienes tu empleo en el bufete, se nos vienen gastos muy fuertes con tu abuela. Yo mi parte veré la manera de conseguir un empleo, Rita también nos ayudará con los gastos, todo sea por el bien de la abuela—expone su madre con melancolía y Abril siente, como se inquieta su corazón.

—Mamá, todo en la vida es tan complicado, el dinero es la causa de todos los males de la humanidad—se aflige la pobre Abril.

—Lamentablemente es así, mi pequeña. Hija, no creas que no me he dado cuenta, pero te noto distinta y tus ojos brillan de manera diferente.

—No tengo nada, mamá.

—Soy tu madre, Abril, entre las dos nunca ha habido secretos, ¿tienes algo que me quieres contar?

—No…—de improvisto llega Rita su prima, Abril es salvada por la campana, ante los cuestionamientos de su madre.

—Hola tía, ¿cómo sigue la abuela?

—Está mejor, pero aun no nos permiten verla. Solo a través del cristal.

—Vamos Abril, acompáñame a ver a la abuela—propone Rita.

—Tenemos una conversación pendiente, hija.

—Sí, mamá.

—¿Cómo que llegué justo a tiempo? Lo digo por tu cara de espanto.

—Mamá, notó algo extraño en mí y comenzó, con el interrogatorio.

—Se habrá dado cuenta, que perdiste tu virginidad con tu jefe.

—No, Rita. Eso no es posible.

—Estás muy inquieta, ¿hay otra cosa que te atosiga?

—Los gastos de la casa, sumado a lo de la abuela.

—No dejes tu trabajo, Abril, deja el orgullo mira que la realidad, te está golpeando de manera abrupta. El lunes vuelves a tu trabajo, no creo que tu jefe te corra, si hasta te dijo que tu renuncia quedaría sin efecto.

—Es lo que quiero, no verlo nunca más.

—Eres muy terca, con tu terquedad no resuelves nada, todo lo contrario, lo complicas todo mujer.

—Ya mejor cambiemos de tema.

—¡Ay Abril! —frunce Rita el ceño, ante su negativa.

*****

Cuidad de Manchester.

—Has estado todo el recorrido muy distraído y ausente, hermano, ¿sigues pensando en la muchacha?

—No la veré más, Harry. Huyó de mí, viéndolo bien es mejor así, yo no nací para amar.

—No empieces en eso Alex, vinimos a pasarla bien.

—Es imposible no pensar en ella. Todavía recuerdo su dura mirada, hasta creo que me aborrece por lo sucedido, aquel día.

—Esa chica era virgen Alex, eso para las mujeres es algo distinto de sopesar. Fue su primera vez, todavía se siente herida, a lo mejor no imaginó que su primer encuentro íntimo, fuese de esa forma, sin los típicos detalles que les gustan a las mujeres.

—Olvidaba, que tú sabes mucho de esto.

—Algo, las mujeres son muy sensibles y Abril, no iba ser la excepción. Aparte, siente que la compraste, a cambio de subsanar los gastos de su abuela.

—Soy un cobarde.

—Solo eres un lobo enamorado, pillín.

—Ja, ja, ja, que cosas dices.

—Al menos, te logré sacar una sonrisa.

*****

Comienzo de semana.

Abril, deja de lado la soberbia, se encuentra en su trabajo, había ido muy temprano. Justo ahora está en el despacho de Alex escaneando unos documentos, de un intenso caso de fraude que lleva el bufete Lutter.

Al salir de la oficina, se topa con Madison, quien le revela una mirada desafiante a la dulce joven:

—Buen día, ¿retornaste de tus vacaciones?

—Buen día, con permiso—se muestra Abril muy serena, no respondiendo a su pregunta y se retira dejando a Madison con ligeras dudas. Velozmente llega Alex al despacho y de inmediato, Madison comienza a hostigarlo con sus preguntas:

—Buen día, Alex, acaba de llegar tu secretaria, yo pensaba que había renunciado, como estuvo ausente un par de días.

—Ya te dije, que se fue por un asunto familiar.

—Yo ese cuento no me lo creo.

—A qué viene tanto cuestionamiento justo ahora, ¿tienes algo en contra de Abril?

—No para nada, solo que no se me hace correcto, que se haya ausentado tanto tiempo, que van a decir los demás empleados.

—Te informo que es mi secretaria y de paso, soy el accionista mayoritario de este despacho, por si lo olvidas, Madison—velozmente la pone en su lugar.

—Tengo mucho trabajo, me voy a mi oficina—se va Madison muy molesta.

—Sigue, no te detengas—la despide Alex con ironía.

En la cocina, Abril cuchillea con su amiga Sandra, mientras toman un café:

—Tu Jefa, se mostró muy desafiante conmigo hace rato, que yo sepa no le hecho nada—asienta Abril.

—Está muy rara, estos días que estuviste ausente, no ha hecho más que preguntar por ti, Abril.

—Conmigo que no la agarre, que muy bien le pienso responder a sus majaderías.

—La señorita Madison es muy temperamental, ya ves lo que tengo que soportar.

—Te compadezco, amiga.

—Mejor me voy antes que comience a pegar gritos, llamándome por todo el despacho—imprime Sandra y rápidamente Madison grita su nombre:

—¡Sandra!

—¡¿Que te dije?! —de inmediato ambas sonríen.

Ágilmente, ingresa Abril a la oficina de Alex con un poco de vergüenza, le entrega los documentos y otras cosas más, que había quedado pendiente en su ausencia.

—Muy bien, Abril, deberías de venir conmigo. Este caso es muy difícil.

—Está bien, voy con usted.

—Por favor, tráeme un café muy cargado, me duele la cabeza.

—¿Y eso? —se sorprende ella.

—Estuve de viaje el fin de semana.

—Ahora imagino, porque le duele—comienza Abril imaginar lo peor.

—No es lo que imaginas, mejor ve por mi café—contesta Alex con un tono áspero.

—Enseguida.

Alex cae en cuenta, de lo testaruda que puede llegar a ser Abril si se lo propone, sonríe ante sus pensamientos y a su vez se emociona de que haya vuelto. La penetrante mirada de este hombre lobo se enciende, no obstante, su sonrisa no ilumina su mirada, sus sombras siguen asechando nuevamente a su confundido corazón.

Minutos más tarde, parten para el juzgado. Madison, los sigue con mucho recelo, y los mira partir con aprehensión, en el fondo intuye que algo pasa entre ellos.

Al llegar a la camioneta, el chofer le abre la puerta muy cortésmente a Abril y Alex, esboza una tímida sonrisa. En el camino Abril lo mira de reojos, siente de nuevo que algo no cuadra con él, Alex se muestra silente y muy distante, se supone que era eso lo que ella quería. Velozmente ella se contradice y sus trémulas emociones hacen que rompa el hielo, para decirle:

—Hace calor.

—Un poco—contesta Alex con indiferencia y ella traga saliva, ante su esquiva mirada.

—¿Usted ha tenido que sacrificar algo en su vida?

—No entiendo tu pregunta.

—Yo estoy sacrificando mi dignidad, en este momento. Me había prometido alejarme de usted y del bufete.

—Si te quieres ir, no te detendré—replica Alex con brusquedad

—Perdón.

Abril, se inquieta inmediatamente ante la indiferencia de Alex, él con su accionar ha logrado que se sienta muy ansiosa y como una chiquilla perdida.

*****

Bufete Lutter.

—Sandra, quiero que me digas algo—pregunta Madison a su secretaria.

—Sí, dígame.

—¿Conoces desde mucho tiempo a Abril?

—Desde que comenzamos a trabajar juntas acá, ¿por qué?

—No sabes si tiene novio, pareja.

—Con todo respeto señorita Madison, pero es algo que no me corresponde a mi contestar. Si no se le ofrece nada más, me retiro para seguir trabajando—se marcha Sandra y Madison, susurra con desconcierto:

—Pesada.

Tiempo después, salen Alex y Abril del juzgado, el juicio por fraude en contra de los Harrison va viento en popa, lo tienen casi asegurado.

—Esto tenemos que celebrarlo, es un caso muy difícil. Pero, me atrevo a decir, que vamos por el camino correcto para ganarlo.

—Con las pruebas que presentó, junto con los testimonios de los testigos, es suficiente para conseguir la victoria próximamente.

—Gracias Abril, eres una muy buena empleada. Te invito Almorzar.

—Está bien—afirma Abril y él se sorprende, de que no halla objetado como siempre.

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