Capítulo 71. Una inmensa luz que apaga las sombras.

Zeus, aún aturdido, pero con una chispa de vida en los ojos, se levanta lentamente de la esterilla, sintiendo la energía fluir de nuevo por su cuerpo. Duvan, con una sonrisa de satisfacción, observa cómo el hechizo de Hakeem se desmorona como un castillo de naipes. Harry, con la boca abierta, no puede creer lo que está presenciando. En ese instante, Alexander irrumpe en la escena acompañado por los guerreros que han sobrevivido al ataque. El ambiente se llena de júbilo y celebración, pero lo que más resalta es el abrazo entre padre e hijo.

—¡Papá! —grita Alexander, con los ojos brillantes de emoción. —¡No puedo creer que estés aquí, que estés bien!

Zeus lo abraza con fuerza, sintiendo el calor del perdón en el corazón de su hijo. —Hijo, he fallado en muchas cosas, pero nunca en amarte. Estoy muy orgulloso de ti.

Alexander se aparta un poco, mirándolo a los ojos. —He luchado contra mi identidad, contra lo que soy... Pero ahora, al verte, entiendo que ser un licántropo no me define. Ere
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