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La última noche para jugar
La última noche para jugar
Por: Karen Terminel
1: La despedida de soltera

“¿Alguna vez te habías encaprichado con una piel o con una mujer que supieras que no puedes tener?” se preguntó, acariciando suavemente  la tersa piel de la mujer rubia que dormía pacíficamente a su lado. Con los carnosos labios entre abiertos, descansando mientras él la admiraba.

En realidad nunca había sentido admiración hacia una mujer, nunca se había sentido cautivado por una en realidad pero ella parecía tan interesante... tan prohibida que no había podido evitar sentirse atraído por aquella extraña inocencia.

No se lamentaba en lo absoluto, había disfrutado cada rincón de su cuerpo y si ella lo deseaba... lo volvería hacer.  Le importaba un bledo que ella estuviera a punto de casarse, ella había sido suya esa noche y aunque para ella había sido la última noche para jugar, a él le había encantado ser su último juguete.

—––––––– UNAS HORAS ANTES—–––––––

—No creo que esto sea adecuado, tengo demasiado trabajo por hacer— respondió Victoria, mordisqueándose el labio mientras deslizaba sus tersas manos sobre la tela del vestido corto.

— ¡Claro que es adecuado!—gritó Hannah con una gran sonrisa en su rostro, tomando la mano de la rubia. Obligándola a caminar por el jardín de la mansión, escuchando el sonido de las fuentes mientras sonreía. — tienes que confiar en mi cuando te digo que esta noche será una locura.

—Por favor, no hagamos que Felipe se moleste.

—No tienes de que preocuparte, Victoria. Felipe no se enterará de nada. — respondió la pelinegra, abriendo la puerta del auto antes que todas gritaran “Sorpresa”.

Victoria sonrió ampliamente, sabiendo que aquella noche no terminaría para nada bien. Conociendo la clase de personas que solían ser sus amigas a la hora de emborracharse.

Hannah sonrió victoriosa y se acomodó el cuello de su cara blusa de seda.

— ¡Está prohibido hacer algún comentario sobre la sorpresa!— dijo la chica de cabello negro. — ¡Todo tiene que ser una sorpresa y prometo que será tranquilo!

Victoria miró asentir a las chicas y sonrió sintiéndose un poco más tranquila. Seguro sería una despedida de solteras completamente tranquila como Hannah acababa de prometer y ella se estaba imaginando de todo cuando en realidad no sería de esa manera.  

Se llevó las manos al cuello y se lo masajeo delicadamente.  Estiró su mano y miró aquel gran diamante en su dedo anular. Se acomodó el anillo y suspiró. 

“Un gran anillo para una novia gran novia” había dicho el gran magnate al entregárselo. 

—Entonces... vámonos—susurró antes de subir al vehículo. Sintiéndose completamente ansiosa.

Cuando llegaron a la ubicación y el auto se detuvo, Victoria se percató del desastre que harían en su departamento.

— ¿Mi departamento?— preguntó. Miró a su mejor amiga y suspiró. — pensé que me llevarías a cenar o algo por el estilo.

—Eso es tan aburrido —dijo Hannah. — lo que necesitas es embriagarte, mucho pero mucho.

—Mañana tengo que ir a una reunión con los padres de Felipe. ¡No puedo emborracharme!

— ¡Shh!— chilló una chica de cabello gris. — ¡Ese nombre está prohibido por esta noche!

— ¡Que comience la despedida!— gritó Hannah, tomando a Victoria de los hombros. — ¡Hoy muere tu zorra interna! O nace...

—Ojalá nazca, que nunca la he visto—susurró otra chica.

— ¡Hoy no va a pasar nada!—respondió inmediatamente la novia, bajándose del auto con los nervios hasta el tope. Sintiendo como ligeramente las piernas le temblaban.

—Por favor— susurró Hannah. — Sólo disfruta tu noche— pidió antes de llevarla hacia la puerta del departamento. —toda tu vida has hecho lo que tus padres han querido, solo esta noche… juega un poco sin preocuparte, somos tus mejores amigas y nunca te traicionaremos. No le diremos nada a tu familia, acábate todas las botellas de alcohol si quieres, nosotras no hemos visto nada ¿Entendido?

—Entendido—susurró Victoria antes de ver como una de las chicas abría la puerta del departamento frente a ella.

Victoria sonrió al escuchar la fuerte música sonar, admirando las luces del lugar antes que las chicas gritaran y la llevaran por completo hacia el interior de su departamento. Miró el lugar y suspiró completamente feliz. No había nada más que pedir, estaban sus mejores amigas y tenía tiempo para ser ella misma.

Las chicas tenían razón, tenía que divertirse esa noche. Al menos una noche.

Ya no había más tiempo para divertirse, así que esa noche la disfrutaría al máximo.

—Pásame esa botella de vodka— dijo, estirando su mano— ¡Voy a emborracharme!—gritó antes que todas gritaran eufóricas.

Victoria gritó después de unos cuantos tragos, la música alta y el sentimiento de felicidad la mantenían completamente en el éxtasis. Las chicas a su alrededor reían y bailaban al ritmo de la música mientras sostenían delicadamente las copas e incluso las botellas.

Hannah gritó cuando golpearon la puerta del departamento y las chicas tomaron a Victoria de los brazos. Obligándola a caminar hacia una silla negra que había en medio de la sala de estar. Victoria las miró por un momento, confundida al mismo tiempo que se llevaba a los labios la botella de champagne que traía entre manos.

— ¿Qué sucede?— preguntó riendo. 

La puerta se abrió en el momento que las chicas la sentaron en la silla negra de su sala. Victoria tomó un poco de la botella y  palideció por completo al ver al chico de cabello negro acercarse a ella.

— ¿Y bien?— dijo aquel chico con su voz gruesa. Victoria se mordió el labio y tomó un poco más de su botella. Hannah gritó cuando un segundo chico entró en el departamento de Victoria. — ¿Quién es la novia?— preguntó para luego romper cada uno de los botones de su camisa dejando al descubierto su pecho perfectamente trabajado.

—Cuidado con el lugar—le dijo Victoria al ver los botones volar por cualquier lado.

—Ella es la novia —dijo Hannah.

El chico ladeó un poco el rostro y miró a aquella mujer rubia. Acercándose por completo a ella con ligeros pasos llenos de amenaza. Comprobando lo que había sospechado, una chica rica, terriblemente hermosa y sensual.

—Así que aquí tenemos a la novia —soltó el chico sobre sus labios, haciéndola temblar. — Es una pena porque eres totalmente mi gusto—murmuró antes de depositar sus manos sobre la temblorosa cintura de Victoria, levantándola con facilidad. — vamos a un lugar mucho más privado.  

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