Victoria miró a Danilo y se cruzó de brazos. Preguntándose seriamente si lo que acababa de hacer era lo correcto.
— ¿Estás seguro que no es algún truco?—preguntó nerviosa, alejándose ligeramente de él. Permitiéndole el paso a su departamento.
Él sonrió y negó rápidamente para luego acercarse a ella.
—Te prometo que no intento nada—respondió, temblando de frio.
Victoria miró sus ojos oscuros y suspiró para luego suspirar con fuerza. Tratándose de alejar por completo de él. Escuchando una alarma de alerta en su cabeza.
—La habitación de invitados está al fondo del pasillo, si necesitas algo... no es mi problema —susurró ella. Alejándose lo más rápido posible del chico, tenía la sensación de que en cualquier momento se le tiraría encima.
—Cariño—dijo Danilo mientras la observaba con atención alejarse. — no tienes de que preocuparte, duerme tranquila. Aunque no lo creas, soy un caballero y no pienso tocarte sin que me lo pidas.
Victoria lo ignoró por completo y se encerró en su habitación, se aseguró de cerrar la puerta con seguro. Dejándose caer sobre su gran cama.
Se llevó las manos a la cabeza y suspiró intentando comprender que es lo que estaba haciendo, tenía a un hombre terriblemente sexy en su departamento y no podía hacer nada. Levantó su mano y observó el gran diamante sobre su mano.
Suspiró y tragó saliva, se sentía completamente confundida sobre su matrimonio. Después de cinco años de relación con Felipe aún seguía viendo su futuro completamente borroso.
Se levantó de su cama y caminó hacia la puerta al escuchar un extraño sonido en el pasillo. Al abrir la puerta se encontró con Danilo con el pecho totalmente descubierto.
— ¡¿Qué haces aquí?!—preguntó nerviosa. Tratando de mirar sus trabajados músculos.
Danilo la vio tragar saliva y sonrió como respuesta. Colocó sus brazos en el marco de la puerta y la miro. Victoria miró la manera en la que él chico obstruía el paso y frunció el ceño al mismo tiempo que se llevaba ambas manos a la cintura.
— ¿Te puedes mover?— preguntó viéndolo. — si intentas hacerme algo, llamaré a la policía.
—Solo quería preguntarse si me puedo dar una ducha— preguntó burlesco.
—Claro —dijo ella. — no hay problema pero quítate de mi camino.
Danilo asintió y se alejó del marco de la puerta, permitiéndole salir. Victoria salió de su habitación, caminó hacia la cocina, abrió el refrigerador y sacó una pequeña caja de leche de almendras. Observando como sus manos temblaban ligeramente.
Abrió la estantería y sacó una gran taza junto al frasco de café. Victoria abrió el frasco de café y con una cuchara metió una gran cantidad de café sobre la taza.
Danilo se acercó a ella y la vio servirse bastante leche de almendras.
— ¿Eres vegetariana?— preguntó
—Vegana —contestó ella para luego verlo.
— ¿Por eso eres tan delgada?— preguntó viéndola.
Victoria suspiró y lo miro fijamente. Sintiéndose ligeramente molesta. Odiaba que hablaran de su cuerpo.
—Qué falta de respeto que estés hablando o intentando opinar de mi cuerpo. Vete a bañar —dijo por último para luego meter la gran taza en el horno de microondas.
Danilo la miró y no pudo evitar voltear a verle el perfecto escote que mostraba su pijama rosa, gruñó y caminó rápidamente hacia la ducha, necesitaba un baño de agua fría por su culpa. Entró al baño y se desvivió rápidamente para luego abrir el grifo del agua. Pensó en la hermosa chica que se encontraba en ese mismo departamento y gruñó. Se estaba volviendo loco desde que la había visto.
Se sentía tan frustrado, estaba tan caliente de tan solo verla, necesitaba tocarla o se volvería loco. Se miró en el espejo y negó, no podía hacer eso.
—Respira... se va a casar, no te metas en problemas—susurró antes de negar.
Lo necesitaba y lo haría.
La tocaría solo una vez y nunca más volvería a cruzarse en su vida, esa noche era su oportunidad y no perdería ni un momento más.
No tenía que preocuparse por ella. Por su vida privada, por las cosas que podría causarle a ella. Solo era una desconocida que deseaba y tomaría. Como con todas las demás mujeres que había dormido.
Sabía que ella también lo quería, podía ver como se ponía nerviosa con el simple hecho de acercarse. Conocía a las mujeres, había aprendido a leerlas y sabía que en esos momentos ella lo deseaba como él la deseaba.
Victoria entró a su habitación y se sentó en su cama. Encendió el televisor y revisó cada uno de los canales, frunció el ceño y tomó un poco de su dulce café mientras subía un poco el volumen de la televisión. Dejó el control del televisor un lado y miró con atención cada una de las escenas de la película.
El sueño comenzaba a atacarla cuando Danilo tocó la puerta, ella frunció el ceño y se acercó a la puerta. Dejó la taza de café sobre una pequeña mesa y abrió la puerta.
Victoria tragó saliva al ver al chico con una simple toalla en la cadera, se mordió el labio y levantó un poco su rostro para poder verlo a la cara. Danilo la miró para luego tomarla del rostro y besarla. Había llegado a su límite y no pensaba resistirse solo por intentar ser una buena persona.
Saboreó el dulce café de sus labios y gruñó cuando ella alejó su rostro, temblando ligeramente mientras respiraba con pesadez. Danilo la observó con las manos en sus mejillas y sonrió al verla acercarse de nuevo. Finalmente él había ganado. Gruñó y mordió con delicadeza el grueso labio de la chica.
Un cálido sonido salió de los labios de Victoria y pudo sentir como aquel chico bajaba sus manos para tomarla de las piernas y cargarla. Victoria abrazó el cuello del chico y suspiró
—Esto no está bien —susurró ella. Mirándolo directamente a los ojos mientras temblaba en sus brazos.
—Solo ten una última noche para jugar princesa —susurró él, antes de dejarla en la cama.
—La última noche para jugar...—susurró ella, segura de ya haber escuchado eso antes.
—Eso suena terriblemente tentador—susurró Danilo antes de subirse en ella.
Victoria lo miró y sonrió antes de bajar sus manos por el definido torso del chico. Decidiéndose por soltar la toalla que cubría su cuerpo.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Danilo antes de acercarse a ella para besar el cuello de la hermosa rubia que tenía debajo de él. Victoria se mordió el labio y jadeó con fuerza por un momento.
Las ágiles manos de Danilo tomaron las pocas prendas de Victoria y las retiró. Suspiró y se llevó a la boca la piel de su temblorosa presa.
Un fuerte gruñido rompió el silencio de la habitación cuando ella finalmente se atrevió a tocarlo por completo
—Ah... —susurró él.
Victoria lo miró y alejó su mano rápidamente. Creyendo que por un momento lo había lastimado.
—Lo siento —susurró ella.
Danilo alejó su rostro y la vio fijamente por un momento con sus oscuros ojos. La respiración entrecortada de la chica lo estaba volviendo loco y no tardaría en perder el poco control que creía tener.
— ¿Por qué te disculpas?— preguntó
Ella se mordió el labio y bajo la mirada completamente avergonzada.
Danilo la tomó de las piernas, acariciando su piel antes de bajar. Besando cada mínimo centímetro de piel.
—Adiós, cariño—susurró antes de perder su rostro entre las piernas de la chica.
Los rayos de sol atravesaron la delgada ventana de la habitación de Victoria. Por un momento suspiró molesta y se estiró en la gran camadesordenada.Se levantó de la cama totalmente desnuda y se colocó la pijama con rapidez. Abrió la puerta de la habitación y se dirigió al baño para ducharse como solía hacerlo todas las mañanas. Se miró en el espero y abrió los ojos sorprendida al recordar la noche anterior.—¡No puede ser!— susurró para luego comenzar a revisarse el cuerpo en busca de alguna marca. No podía tener ni una sola marca en su cuerpo, nadie podía descubrir lo que había sucedido la noche anterior.Suspiró tranquila al no encontrar ni una sola marca en su piel, relajada abrió grifo de agua caliente.Se mordió el labio y sonrió al recordar lo bien que la había pasado graci
Danilo levantó la mirada y observó a la hermosa mujer frente a él, pasó discretamente su mirada por la delgada cintura de Victoria y finalmente la clavó en su perfecto escote. Se pasó la mano por la barbilla y sonrió coquetamente.—Relájate — dijo, volteando a ver sus ojos claros.— ¡Solo haz tu trabajo! — le dijo rápidamente.Él chico sonrió y se levantó del sillón para luego acercarse a ella, la jalo de la cintura y la obligó a verlo.— ¡Suéltame!— dijo ella, susurrando a pesar de estar a solas con él en uno de los vestidores.—Respira. — le dijo él, observando como ella parecía estar al borde de algún ataque de nerviosismo.— ¡Suéltame!— dijo una vez másVictoria. Sintiendo el agarre de Danilo un poco más
Victoria tragó saliva ante la situación, Danilo bajó la mirada y la clavó en aquellos gruesos labios rosados que había probado. Inmediatamente desvió la mirada, intentando controlar sus deseos, deseos que cada vez se volvían más difíciles de controlar.Las manos de Victoria viajaron por el pecho de Danilo cuando finalmente le colocó la camisa por completo, le acomodó el cuello y suspiró.—Me gusta —dijo ella. — Solo necesita unos cuantos arreglos—susurró. Tratando de fingir que lo que había sucedido hace unos segundos no había sucedido.—Me aprieta —confesó el apuesto hombre.Ella lo miró y suspiró.—Eres demasiado... tú sabes, para esta camisa. — Dijo Victoria para terminar alejándose de &eac
Él hombre de ojos oscuros finalmente abrió la puerta de la pequeña casa cuando la empujó, suspiró y observó a la anciana en el sofá negro que habían comprado hace poco con el dinero que había ganado en una fiesta.Danilo se dio la vuelta y cerró la puerta sin antes maldecir el estado de esta. Se aseguró de poner el seguro de la puerta y caminó hacia su abuela. La observó dormir pacíficamente y se negó a despertarla para llevarla a la cama.Tomó una pequeña manta del armario y la colocó sobre el pequeño cuerpo de la anciana, se acercó a ella y le dio un pequeño beso en el blanco cabello.Se alejó por completo de su abuela y caminó hacia su habitación. Tomó la manija de la puerta y entró a la habitación. Se quitó la camisa y la dejó en el cesto de ropa
Danilo pasó la mano por la suave sabana de la cama del hotel, se llevó ambas manos a la cabeza y movió sus piernas completamente ansioso, necesitaba dinero y no lo tenía. Estaba desesperado, no tenía dinero suficiente para pagar renta cada mes, mucho menos tenía dinero para dormir en un hotel cada noche. Tenía que hacer algo rápido, no podía salir a trabajar porque en esos momentos su abuela no se encontraba bien pero a su vez necesitaba urgentemente el dinero.Pensó una y otra vez en todas las maneras fáciles de conseguir dinero, se levantó de la cama y tomó su celular. Observó la hora en el pequeño celular y buscó entre los contactos el nombre de la rubia mujer. Había conseguido el número de Victoria gracias a Erika.Caminó por la pequeña habitación dando vueltas, abrió los mensajes y comenzó a redactar un pe
Felipe se llevó las manos hacia el rostro al ver la fotografía que había frente a él. Por un momento tensó el rostro y se pasó la lengua por los labios antes de asentir.—Buen trabajo—soltó.—Hemos confirmado que este hombre es su hermano— susurró uno de los hombres que había en aquella habitación— hemos intentado desaparecerlo pero el incendio no fue completamente exitoso.—Si mi padre...—susurró Felipe, recargándose en el asiento— si mi padre encuentra a este imbécil, me quitará toda mi maldita fortuna.—Su nombre es...—Danilo—soltó Felipe.— justamente me toco conocerlo esta tar
Victoria se llevó ambas manos hacia el rostro, totalmente sorprendida por lo que acababa de ver. Se levantó de la mesa rápidamente y negó antes de observar a Felipe.—¿Qué estás haciendo?— le preguntó —¿Porqué qué estás haciendo esto? Esto es una completa falta de respeto hacia Danilo.—Simplemente me equivoqué, no me gusta este vino, estoy completamente seguro que Danilo lo puede cambiar por mí sin problemas. ¿Cierto?— preguntó antes de voltear a verlo.Danilo únicamente asintió, mirando fijamente a Felipe mientras trataba de controlar las terribles ganas que tenía de partirle la cara en ese mismo lugar. Sabía lo que Felipe había hecho, estaba consciente de qué probablemente él ya se había dado cuenta que algo había sucedido entre su prometida y
Sus labios se deslizaron suavemente por la tersa piel de Victoria, saboreando cada uno de los pequeños jadeos y gemidos que salían de los gruesos labios de la mujer rubia. Danilo sonrió ligeramente al sentirla temblar bajo su cuerpo. Gimiendo con timidez cada vez que él embestía con fuerza su cuerpo.—Danilo—jadeó Victoria con fuerza, empujándolo con fuerza cuando la puerta de su departamento se escuchó abrirse.—Mierda—susurró— ¿La puerta tiene seguro?—preguntó al mismo tiempo que extendía su mano hacia la puerta de la habitación de Victoria. Ella simplemente asintió. Regalándole una mirada llena de temor. — entonces vamos a hacerte correrte.— ¡No!—respondió ella antes jadear, cerrando los ojos mientras Danilo le cubría la boca con la mano. Moviendo su cadera con fuerza.Victor