Lo único que pudiera escuchar Victoria era como Felipe se quejaba una y otra vez en la situación. Frente a ella se encontraba su pequeño hijo, jugando con unas pequeñas canicas de cristal rosado que le había comprado Felipe hace unos cuantos días. Sentía que le dolía la cabeza y cada vez que sonaba el celular o el teléfono sentía que le temblaba el pecho porque sentía que en cualquier momento Danilo volvería a solicitarla. No podía entender como el tiempo había pasado tan rápido, tampoco podía entender cómo es qué la personalidad de Danilo había cambiado tanto.
Le dolió demasiado el hecho de saber que la persona que durante tanto tiempo quiso, ya no existía. Quería aferrarse a la idea de qué lo que estaba sucediendo con Danilo no era más que una mentira. Aunque sabía perfectamente que no era una mentira.—No puedo creer que ese imbécil se haya atrevido a regresar. Joder, pensé que se había muerto hace años y nuevamente aparece y todavía tiene el descaro de seguir coqueteDanilo caminó con sutileza por su consultorio. Observando el sobre de color negro que había sobre el cristal de su escritorio.Sin pensarlo dos veces tomó el sobre negro y comenzó a abrirlo para toparse con una pequeña carta que le hizo fruncir el ceño.“Danilo sé que volviste para una nueva vida pero lee esto con atención. Tienes que irte. Tu vida está en peligro, Felipe está dispuesto a esta vez asesinarte, en serio no estoy jugando. Hay algo en ti que él no tiene y nunca podrá tener. Es por ello que te pido que te vayas. Vete a donde sea que desees ir pero simplemente vete porque prefiero tenerte lejos a saber que estás muerto.Sé perfectamente lo que estás pensando, crees que esta carta la he escrito porque él me lo ha ordenado pero no es así, he escrito esta carta porque tengo miedo de lo que te puede llegar a sucede
Danilo se encontraba sentado en su asiento, revisando unos resultados médicos que le habían llegado hace unas cuantas horas. Mantenía la espalda totalmente recargada en las ciento, estaba cansado y ligeramente hambriento pero tenía tanto trabajo que hacer que ella ni siquiera le importaba tomarse un tiempo para ir a comer.Su mirada estaba fija en los documentos cuando una pequeña canica de color rosa chocó con sus pies. Por un momento ignoró aquella pequeña canica antes de qué una segunda canica golpeara sus zapatos negros. Inmediatamente deslizó su silla hacia atrás para poder ver las canicas que habían golpeado sus zapatos. Estaba confundido y por un momento recordó todas las películas de terror que había visto. —¿Qué es esto?—preguntó mientras se agachaba para poder tomar ambas canicas. Tenía años sin mirar canicas, mejor dicho tenía casi toda su vida sin ver canicas. La última vez que había visto una de ellas, era cuando estaba niño.—¡Oye eso es mío!—gritó el pequeño. Negando mi
La noche en la que Danilo decidió regresar a la ciudad, fue realmente difícil. Durante año se había mantenido en completo silencio, en la sombra, tratando de vivir una vida normal mientras permitía que el tiempo curara la herida que su abuela le había dejado por qué aunque algo dentro de él sabía que realmente no había tenido la culpa de lo que había sucedido. No podía dejar de echarse la culpa, porque en esos momentos le parecía más real echar la culpa sobre sus hombros que ignorar toda la situación.Había visto demasiadas noticias respecto al matrimonio de Victoria y Felipe. Aunque había tratado de evitar aquellas noticias, al final, siempre había terminado leyéndolas. Cada una de ellas.Durante los años que se habían mantenido alejado de la ciudad, la única noticia que realmente le había partido del corazó
Danilo se mantuvo un completo silencio, observando la pálida de Victoria. Analizando cada centímetro de su dañada piel. En realidad, con sólo ver su piel podía sentir como en la sangre le hervía.No podía creer la manera en la que Felipe se había atrevido a lastimarla.Simplemente con verle la piel totalmente herida, llena de marcas moradas, le hacía sentir culpable.Por el simple hecho de no poder protegerla. Estaba totalmente consciente que si se acercaba ella, lo único que iba terminar provocando es que Felipe lo volviera a lastimar por culpa de los a los enfermos que tenía contra el. En cierta manera podía entenderlo pero al final, el hecho de sentir celos y sentirse molesto contra él, no le daba motivos para lastimar a Victoria.—¿Dónde te duele?—preguntó a pesar de estar seguro que toda la zona de las costillas le dolía demasiado. —Todo—admitió ella.—¿Crees estar rota?—preguntó él—porque yo si lo creo.—¿Crees que Felipe me haya roto alguna costilla? —¿Alguna vez te ha patea
Sentía que frente a ella Danilo y Felipe seguían golpeándose. Incluso si ya había pasado más de una hora desde que la pelea había terminado, ella aún seguía manteniendo toda esa adrenalina dentro de su cuerpo. Seguirá temblando y aunque ya se había tomado un tranquilizante, sentía que de nada le había servido. — Oye, Victoria, ¿Te encuentras bien?—preguntó Danilo con los nudillos totalmente rojos— no luces muy bien. Lamento haberte hecho pasar ese mal rato. Perdí el control por completo. —Tengo que irme, si... tengo que irme porque si no voy...—soltó Victoria de repente. Volteando a verlo—. Lo siento. Realmente lo siento. Tengo que irme en verdad. —¿Te vas a ir con él a que te terminé de matar o prefieres que termine de revisar tus problemas?— preguntó él con la voz gruesa, ligeramente llena de coraje. —No metas mi estado de salud en esto. —Soy un médico. Puedo meterme en tu estado de salud mientras te encuentres en mi consultorio. —Y un stripper, también eres un stripper—soltó
Felipe se mordisqueó el labio, observándose frente al espejo con una expresión totalmente sombría en el rostro. Estaba cansado, molesto e incluso listo para matar a cualquiera que se le acercara. Detestaba saber que Danilo seguía en la batalla, no podía dejar de preguntarse hasta cuando tendría que lidiar con su hermano menor. Estaba totalmente obstinado a no permitir que Danilo encontrara la verdad de todo, no quería que su padre lo descubriera porque una vez que lo hiciera, todo se iría al carajo. Haría todo lo que estuviera en sus manos para impedir que Danilo descubriera quien realmente era y por ello tenía que desaparecerlo por completo, pero no sabía cómo hacerlo. Ya lo había intentado una vez y no había funcionado en lo absoluto. Necesitaba algo más, algo que realmente le funcionara y no fuera para nada sospechoso. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro al finalmente entender que era lo que tenía que hacer. Tenía un plan maestro, retorcido pero totalmente seguro. Sabía que Dan
Victoria observó por unos segundos a Felipe, negando mientras lo veía fijamente. Estaba totalmente sorprendida por lo que le acaban de pedir y simplemente no podía creer que es lo que le acababa de pedir Felipe, realmente fuera real. Por un momento había creído que él estaba bromeando con ella pero al final se había percatado que no era así. Felipe realmente estaba hablando con seriedad, lo que le acaba de pedir, realmente quería que lo hiciera.Felipe al verla negar con tanta insistencia, entendió que ella ya se había unido por completo al bando de Danilo. "No voy a permitir que seas feliz al lado de ese imbécil" pensó mientas la observaba.
Danilo se mantuvo un completo silencio, observando la pálida de Victoria. Analizando cada centímetro de su dañada piel. En realidad, con sólo ver su piel podía sentir como en la sangre le hervía.No podía creer la manera en la que Felipe se había atrevido a lastimarla.Simplemente con verle la piel totalmente herida, llena de marcas moradas, le hacía sentir culpable.Por el simple hecho de no poder protegerla. Estaba totalmente consciente que si se acercaba ella, lo único que iba terminar provocando es que Felipe lo volviera a lastimar por culpa de los a los enfermos que tenía contra el. En cierta manera podía entenderlo pero al final, el hecho de sentir celos y sentirse molesto contra él, no le daba motivos para lastimar a Victoria.—¿Dónde te duele?—preguntó a pesar de estar seguro que toda la zona de las costillas le dolía demasiado. —Todo—admitió ella.—¿Crees estar rota?—preguntó él—porque yo si lo creo.—¿Crees que Felipe me haya roto alguna costilla? —¿Alguna vez te ha patea