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5.Yo te veo toda una dama

Danilo levantó la mirada y observó a la hermosa mujer frente a él, pasó discretamente su mirada por la delgada cintura de Victoria y finalmente la clavó en su perfecto escote. Se pasó la mano por la barbilla y sonrió coquetamente.

—Relájate — dijo, volteando a ver sus ojos claros.

— ¡Solo haz tu trabajo! — le dijo rápidamente.

Él chico sonrió y se levantó del sillón para luego acercarse a ella, la jalo de la cintura y la obligó a verlo.

— ¡Suéltame!— dijo ella, susurrando a pesar de estar a solas con él en uno de los vestidores.

—Respira. — le dijo él, observando como ella parecía estar al borde de algún ataque de nerviosismo.

— ¡Suéltame!— dijo una vez más Victoria. Sintiendo el agarre de Danilo un poco más fuerte. Él únicamente guardo silencio, cruzando sus brazos en la espalda de ella, abrazándola. Victoria como consecuencia se pegó más a él y chilló.

— ¿No piensas respirar?—preguntó él, seriamente con su voz gruesa.

Victoria se alejó solo un poco para poder verlo a los ojos. Soltando un suspiro completamente lleno de estrés antes de tomar las manos de Danilo y alejarlas de su cuerpo con fuerza. Respirando agitadamente.

— ¡Solo nos acostamos una vez!— le dijo ella — ¡No intentes ser cercano a mí porque no funcionará! No lo conseguirás —dijo para terminar saliendo del lugar dónde se encontraban.

Danilo gruñó ligeramente molesto al verla salir, suspirando con fuerza antes de dejarse caer por completo en el sillón que había a sus espaldas. Revisó su celular y contestó cada uno de los mensajes que había recibido de su madre en esa semana, desvió la mirada hacia la tabla de quesos que había a su lado y acercó su mano hacia ella para poder tomar un poco del costoso queso.

Su expresión cambió totalmente cuando vio entrar a Felipe con un costoso traje mandado a ser probablemente con algún diseñador francés. Quejándose de una diminuta mancha de polvo que había encontrado en la tela.  Danilo bajó la mirada y observó sus botas negras que había comprado hace unos años, hizo una pequeña mueca y se prometió a él mismo tener algún día todo el dinero que tenía ese hombre.

Y a su mujer.

Cuanta envidia le tenía.

— ¿Has visto a mi mujer?— preguntó Felipe viéndolo, sacudiéndose el saco del traje.

“¿A la que me devoré anoche? Claro que la he visto” pensó Danilo antes de sonreír. 

—Salió hace unos momentos, está muy estresada.

Felipe volteó con ojos y suspiró al escuchar las palabras de Danilo. Estaba harto de la actitud de Victoria.

— ¡Siempre está estresada!— se quejó, tomando un poco de queso al igual que Danilo— no debería ser diseñadora si no puede con el trabajo. Cree que puede morder más de lo que puede masticar—susurró.

—Te casarás con ella ¿No deberías de apoyarla y ayudarla a superar el estrés?—preguntó antes de alzar una de sus gruesas cejas.

—Lo que debería de hacer es aprender a ser una buena ama de casa, aprender a cocinar, satisfacerme en la cama las veces que quiera... no ser una diseñadora sin talento.

Danilo se mordió la lengua al escucharlo hablar, sintiendo como el estómago se le revolvía con su comentario. Únicamente asintió y soltó una falsa sonrisa.

 —Opinó lo mismo ¿Para qué necesita trabajar? si tú le pagas todo— soltó Danilo con arrogancia. Conociendo la respuesta que seguramente Felipe le terminaría por dar.

Felipe sonrió y negó rápidamente.

—Victoria no permite que le compre las cosas y está bien. Odio gastar en tonterías de mujeres. No pienso gastar mi dinero en cosas para Victoria, ella no merece mi dinero.

—Sabes —dijo Danilo. Aguantando las ganas de destrozarle la cara a Felipe. Si lo odiaba en general, al escucharlo terminaba por desear asesinarlo. — concuerdo contigo, las mujeres lo único que hacen es gastar, en tonterías.

— ¡Exacto!— dijo Felipe con una sonrisa. — Me agradas chico. —Soltó, señalando unas cuantas veces— creo que podríamos llevarnos muy bien. — ¿Cuántos años tienes?— preguntó Felipe observándolo.

—Veintiséis —contestó Danilo.

— ¿A qué te dedicas?

—Soy médico —contestó él.

— ¿Qué haces trabajando como modelo?— preguntó Felipe, completamente confundido.

—Diversión—contestó Danilo, levantándose del sofá— a veces solo necesitas buscar algo nuevo— añadió antes de salir por la puerta.

Caminó por el pasillo y miró el lugar totalmente solo. Silencioso.  Sacó el celular y llamó por teléfono. Escuchando como Luis respondía inmediatamente su llamada.

En qué camerino este preguntó viendo las puertas de los camerinos, pasándose la lengua por los labios de manera ansiosa.

—En el seis —contestó él hombre de voz gruesa. — ¿Por qué no me dijiste que la diseñadora era la novia de ayer?—preguntó— ¡Sabes que no podemos mostrar nuestra identidad!

—Perfecto, voy para allá —dijo Danilo, ignorando por completo la pregunta de su amigo. Colgando la llamada antes de alejar de su rostro aquel celular negro. Caminó hacia la puerta del camerino número seis, tomó la manija de la puerta y escuchó el conocido sonido de las zapatillas de Victoria.

—Danilo —dijo ella a unos cuantos metros, jugando nerviosamente con sus manos. — ¿Estás ocupado con algo?

Él la observó con una sonrisa coqueta en el rostro y negó.

—Necesito que me acompañes para unas medidas, por favor —dijo ella.

— ¿Tengo que desnudarme para ti?— preguntó con una sonrisa en el rostro. — la verdad soy medio tímido para desnudarme frente a las mujeres.

— ¡Danilo!— dijo ella, ruborizándose antes de sonreír. — Que idiota—susurró, bajando el rostro.

Él chico se mordió el labio mientras sonreía, soltó la manija de la puerta y caminó hacia ella.

— ¿Qué necesitas exactamente?— preguntó viéndola.

Victoria caminó unos cuantos pasos esperando que él la siguiera, volteó con el fin de comprobar que Danilo la seguía, se pasó ambas manos por el suelto vestido y suspiró.

Estaba tan nerviosa, Danilo la ponía nerviosa con solo verla y se estaba volviendo loca. Sabía que estaba mal, sabía que había fallado en su relación y se sentía culpable pero cada vez que lo veía se sentía tan bien y no dudaba en volverlo a hacer.

En realidad estaba ansiosa, ansiosa por volver a hacerlo con él.

Danilo miró el nombre de Victoria en una de las puertas, caminó rápidamente y se adelantó únicamente para abrir la puerta para ella.

Ella se detuvo sorprendida, ruborizándose ligeramente al verlo hacer  tal acción. Felipe nunca le había abierto la puerta y le sorprendía ver que un chico que había conocido una noche atrás lo hiciera para ella sin pensarlo. Estaba consiente que ella podía abrir la puerta por si misma pero el pequeño gesto de educación y caballerosidad le había sorprendido...

—Estoy esperando, cariño —dijo él, mientras sostenía la puerta para ella, observando como parecía estar paralizada en medio del pasillo.

— ¡Lo siento!— dijo rápidamente, entrando a su oficina con Danilo a sus espaldas.  

Danilo pasó la mirada por el gran lugar y suspiró sorprendido.

— ¿Estás un poco ocupada no?— preguntó al ver el desastre de diseños que tenía sobre su escritorio.

—Necesito terminar algunos diseños, necesito empezar a coser unos cuantos vestidos y hablar con los proveedores, además, necesito asegurarme que cada prenda le quede a los modelos, necesito asegurarme que las invitaciones del evento lleguen a tiempo y...—respiro agitadamente, observando como sus manos comenzaban a temblar.

Danilo se acercó rápidamente a ella y la tomó de los hombros. Haciendo que volteara a verlo.

—Mírame a los ojos —le ordenó antes que ella le hiciera caso.

— ¿Sufres ataques de ansiedad?— preguntó, conociendo perfectamente los síntomas.

Victoria negó y suspiró. Danilo negó suavemente, creyéndole en lo absoluto.

—Yo los sufrí de niño, los sigo sufriendo de vez en cuando así que deja de mentir que conozco las alarmas.

—Necesito que te quites la camisa —dijo Victoria, alejándose de él rápidamente. Tratando de mantener la postura. Danilo asintió y se quitó la ligera camiseta negra de su pecho, Victoria observó el tatuaje en sus costillas y desvió la mirada. Sintiendo la ola de deseo entre sus piernas.

—Pareces preocupada—susurró él, sonriendo al verla sonrojarse— ¿Quieres un poco?—preguntó, ofreciéndole su cuerpo.

—Siempre he querido tatuarme —dijo ella, atreviéndose a acariciar la firme piel de Danilo.

— ¿Por qué no lo haces?— preguntó Danilo, disfrutando de la pequeña caricia.

Victoria soltó una pequeña risita antes de alejarse, tomando unas cuantas camisas que se encontraban colgadas en un armario.

—Las mujeres de mi estatus social no deben de estar tatuadas, debemos  permanecer siendo unas completas damas, finas.

Danilo sonrió y miró las camisas que la chica traía para él.

—Yo te veo toda una dama —dijo él, alzando la ceja al mismo tiempo que sonreía ampliamente. — bastante sexy por cierto.

—En verdad eres un coqueto—susurró antes de tomar una camiseta con detalles en cuero.

Danilo levantó los brazos y espero que la hermosa mujer colocara la camisa sobre su cuerpo. Sintiéndose totalmente embriagado con la dulce aroma de su perfume. Imaginando una vez el tomarla.

—Soy toda una dama por qué he seguido las reglas —dijo ella, Victoria metió uno de los fuertes brazos de Danilo por la manga y se acercó a él para poder pasar la tela por su espalda. Quedando a unos cuantos centímetros de su rostro.

—Entonces... rompe las reglas conmigo—susurró. Tomando los labios de Victoria entre los suyos para terminar mordiéndola.

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