La vida que deseaba no es mía

La vida que deseaba no es míaES

Scheherazade  Em andamento
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Resumo
Índice

Rebeca Souza vive en Venezuela y tiene una vida triste; tiene 27 años, desempleada, nunca tuvo pareja, y se ha logrado mantener gracias a sus tigritos en internet y lo que su hermana, desde Estados Unidos, le envía a ella y a su mamá para sobrevivir al mes. Una discusión con su madre que ha escalado a niveles desagradables hace que Rebeca escape de casa y sufra un accidente del cual nunca volverá a recuperarse... Por otro lado, en Alemania, Elizabeth Rouch es una mujer famosa en el mundo del internet. Tiene 25 años, está casada desde los 23 con su amado y posesivo novio coreano Hyun-Seok Kim, quien además es empresario. Tiene todo lo que toda mujer podría desear; un apartamento enorme, unos preciosos perros de raza que son sus actuales hijos, dinero, y un amado esposo que la prioriza y la trata como una diosa. Manejando en plena noche para visitar a su amiga de la infancia, Elizabeth sufre un desafortunado accidente que la deja en estado vegetativo sin mucha esperanza de recuperarse o de volver a ser la misma de siempre. En el mismo día, en la misma hora, dos personas distintas sufren un desafortunado accidente en donde una de ellas pierde la vida. Sin embargo, es también el momento en que un milagro ocurre... —¡Elizabeth! — gritó Hyun-Seok emocionado hasta las lagrimas. —¿Eh?...¿Qué?... —No hables, amor mío, aún sigues lastimada. —¿Quién... eres? —Eli, mi amor... — dijo Kim preocupado ante las palabras de su esposa — Soy yo, Hyun-Seok, tu esposo... —¿Esposo? ¿Eli?... Ah... estás equivocado, yo no estoy casada. Y tampoco me llamo Elizabeth. Mi nombre es Rebeca.

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Prólogo
Las voces de los médicos apenas alcanzaban a Rebeca. El “beep” repetitivo, los utensilios puestos rápidamente en la mesilla de metal, y por último, la voz urgente del médico a cargo.—Pulso 90/64, la hemorragia interna sigue sin detenerse…¿los insumos?—Farmacia no tiene el drenaje Redón y el resto de los instrumentos de corte, doctor.—¡Entonces que el familiar se mueva rápido a conseguirlo!Aaah…¿Dónde estoy?Rebeca hablaba consigo misma, incapaz de decir algo por las pocas fuerzas que poco a poco le quedaban, y el tubo del respirador que un internista estaba manejando de modo manual. Leves destellos de luz pasaban por sus retinas, y para su sorpresa, no sentía incomodidad o dolor.¿Estoy en un hospital? ¿Por qué?Ya, ya lo recuerdo… Fue ese carro, el que no vi cuando cruzaba la calle.Recuerdo que mamá me estaba llamando desesperada, no sonaba molesta y enojada conmigo como momentos atrás cuando vio que se rompió el asa de la carrucha para llevar el agua.No era mi culpa… de haber
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Despertando en una nueva vida
Rebeca abrió los ojos lentamente cuando la tranquilidad del lugar empezaba a zumbar sus oídos, junto a un pitido leve que apenas podía captar. Cuando se acostumbró a la luz y sus ojos empezaban a enfocar su entorno, notó que la luz que le escocía un poco los ojos era la luz matinal que aparecía por la ventana. Las paredes blancas se mantuvieron quietas en dónde podía ver algunos afiches médicos.Rebeca se removió lentamente, sintiendo las agujas bajo su piel y el suero lentamente cruzando por el torrente de sus venas. El cansancio fue inmediato, haciendo que se quedará inmóvil en la cama.—¿Dónde… dónde estoy?Susurró Rebeca confundida mirando el lugar limpio y ordenado.Recordó entonces cuando salió de casa, los gritos de su madre y luego el claxon del carro. Claro, sí, la atropelló un carro.—Es el hospital… pero, no es uno cualquiera.Rebeca miraba a todos lados. Las paredes blancas muy limpias, el televisor apagado que era nuevo y absurdamente caro. Vio también las maquinas, que e
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Te amo aunque no sepas quién soy
Al otro día, Hyun-Seok habia llegado al Asclepius Hospital Barmbek como siempre hacía. Había aparcado su coche en la entrada para que su guardaespalda, aquel que había asignado para el cuidado de Elizabeth, lo llevase al estacionamiento para no perder tiempo. Estaba ataviado con un traje casual, de chaqueta negra de tela lisa y pantalón de vestir con zapatos de cuero negro, lustrosos y brillantes. El hombre de mirada oscura, tenía en manos un ramo de flores con rosas abiertas y perfumadas, con un girasol en el medio y envuelto en papel negro mate y rodeados por un listón plateado; y con un paso firme ingresó al hospital, donde mirabas furtivas y cuidadosas se dirigían hacia el empresario.-¿Lo ves? Ese que va ahí, es el esposo de la mujer del cuarto número 38 en el área de Neurología.- Dijo una enfermera con una leve señal a su compañera recién ingresada de su turno -Viene todos los días, sin falta a ver a su esposa y dejarle flores. La mencionada vio al hombre avanzar hasta el ascen
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