Hacia la libertad

Estoy abatida, estos últimos días han resultado pésimos para mí. No he encontrado consuelo con nada. Lis lleva durmiendo aquí una semana, tuvo que venir para ayudarme con Theo y las cosas de la casa.

No se ha cansado de decirme que tengo que mejorar o me va a sacar turno con algún profesional. Entiendo lo preocupada que está. Es cierto que ando deprimida. He perdido un poco de peso porque no estoy comiendo mucho que digamos. 

Tampoco he ido más a trabajar, no soy capaz de verle la cara a Federico otra vez más, creo que me derrumbaría y en toda esta semana no he salido de la casa para buscar otro trabajo, cosa que debería hacer ya.

La voz molesta de Lis me saca de mis pensamientos:

 – ¡Basta ya Cristel! Tienes que salir de la cueva esta en la que has convertido tu apartamento ¡Míralo! ¡Mírate! Llevas una semana llevando el mismo puto pijama. No haces más que estar tirada en esa butaca y lloriquear como una chiquilla perdida

No me habí

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