Directo al grano

A las siete en punto mi puerta estaba sonando. Ya se va anotando puntos a su favor, me gustan las personas puntuales.

No sabía a dónde me iba a llevar, así que me decidí por un vestido color negro ajustado al cuerpo, pero no corto, lo acompañé con una chaqueta y unos zapatos de tacón, pero no tan altos, si el lugar no es muy elegante no quiero estar fuera de lugar.

Cuando abrí la puerta los dos nos quedamos unos segundos mirándonos sin decir nada. Pero ¿qué me está pasando a mí con este chico? Es como si de buenas a primera fuera una adolescente con las hormonas revolucionadas a más no poder, soy incapaz de controlar mi mirada descarada. “Bien Cris, lo único que te falta es que se te salga la baba para completar”.

Él estaba elegante, pero no de traje, tan diferente a Federico que siempre llevaba uno a donde fuera. Tenía unos pantalon

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