Emma
Me quedaba más que claro que Aiden gustaba de Maddie, él mismo lo había confesado hacía no más de media hora. Le agradecí a la enfermera y salí de la enfermería con un sabor amargo en la boca.
No entendía por qué me chocaba tanto, estaba claro que él me atraía mucho, pero no llegaba a comprender cómo ni por qué me pasaba eso. Solo fueron dos días en los que realmente me di cuenta de su existencia. Está bien que lo había visto efímeros segundos en las clases que compartíamos, pero de no haber hablado el viernes con él cuando me cobró en el supermercado, quizá Aiden en este momento no estaría siendo el protagonista de mi actual pensamiento, e inclusive, de seguro ni siquiera lo reconocería al verlo pasar por los pasillos.
Una mirada y una breve conversación, &iques
EmmaMi cara de sorpresa ante las palabras de Chad había sido la clara respuesta que él buscaba para su pregunta.No era verdad que Aiden y Maddie se habían besado. Chad lo inventó para saber si yo realmente miraba la pared o si miraba a mi compañero de clases. Me había quedado descolocada por un segundo cuando Chad me dijo que, por mi reacción, era claro que no miraba la pared. Lo cierto es que había una cosa que no me cuadraba… ¿Por qué él había emparejó a Madison y Aiden si Chad no sabía que ambos tenían algo?No tardé en mirar a Kendall y darme cuenta de que ella ya le había ido con el chisme sobre esos dos. ¿En qué momento había sido? Yo le estaba comentando a mi prima sobre aquello hacía un rato, poco antes de que llegara su novio Chad. No me quedó otra posibilidad que pensar
EmmaLa mañana siguiente subí las escaleras de uno de los pasillos del instituto y me dirigí a la sala de proyección. Tenía la almohada pegada a la cara y a mi alma la había abandonado en mi cama en el momento en que sonó la alarma y mamá tiró de mis pies para que saliera de mi lugar de descanso.Era martes y ya sentía las ganas de que fuese fin de semana para dormir todo lo que yo quisiese.—¿Se murió alguien?—elevó las cejas cuando llegué a su lado.—Estoy cansada, Kendall. No me molestes.Rodó los ojos y me senté junto a ella.—Recién pasó la directora y nos avisó que la profesora no vendrá.—¿Ah, no?—pregunté contenta.—Creo que dijo que se enfermó o no sé qué
EmmaBusqué el Facebook de Aiden durante media hora, estaba decidida a encontrarlo, decidida a enviarle una solicitud de amistad, pero terminé por resignarme cuando no encontré el usuario que yo quería.Me mordí el labio, pensativa.Quizá no tenía Facebook. Esa red ya estaba bastante pasada de moda, casi nadie la usaba hoy en día, y quizá él no era la excepción.—Quiero ver algo—insistió Katherine otra vez. La niña se había pasado casi todo el rato pidiéndome que dejara de usar mi ordenador así ella podía buscar alguna película que le llamara la atención. Yo le decía que en un momento terminaba, pero no se quedaba conforme con la respuesta y seguía inquiriendo cuánto me faltaba para terminar.—Lo sé, Katherine—soplé
EmmaEl día libre de ayer se había pasado volando y me quedé con ganas de seguir disfrutándolo viendo alguna peli o simplemente pegada a la cama, durmiendo un par de horas más.Me levanté de la cama maldiciendo entre dientes y me fui directa al baño a tomar una ducha. Me vestí con unos leggins de color negro y una camiseta algo desgastada que hace mucho no usaba. Tomé mis zapatillas y me las coloqué a los apurones cuando vi que se hacía tarde para ir al colegio y que apenas iba a tener tiempo para desayunar.Como supuse, no pude comer ni tres tostadas porque mis padres ya me estaban apurando para que me subiera al auto. Subí las escaleras para cepillarme los dientes y me di cuenta de que casi me olvidaba de meter el teléfono en la cartera.El viaje hasta la escuela se me hizo de lo más rápido, todo lo contrario a mis deseos; quer&iacut
AidenNo tenía muchas ganas de levantarme, pero aun así lo hice. Tenía que hacerlo, tenía que salir de la cama y asistir al colegio. Ya me había dado el permitido de no venir el otro día por haberme tenido que ocupar de mi hermano ya que estaba enfermo. Le hubiese pedido a mamá que lo cuidara mientras yo no estaba, pero si no salía de ella misma... pedírselo hubiera sido una gran pérdida de tiempo. La conocía demasiado bien como para saber que no se iba a preocupar.Con suerte había logrado que se sintiera mejor para la tarde, su estómago no estaba tan mal como en la mañana, así que pude irme al trabajo más relajado. Cuando llegué a casa en la noche todos estaban durmiendo, hasta incluso mi madre; había entrado a su cuarto para asegurarme de que no volvió a traer a ese tipejo del demonio con el que solía salir y me
EmmaEl día casi llegó a su fin y sentí por primera vez en mucho tiempo que me la había pasado bien en el colegio. James me había hecho reír un montón y legró que le tomara un poco de cariño; volví a notar que no era nada que ver a cómo se comportaba cuando estaba rodeado de todos esos amigos suyos, conmigo era muy amable, atento, caballeroso, pero un mal contador de chistes, todo hay que decirlo. Sin embargo, por lo malos que eran, me causaban risa.Toda la clase de filosofía me la pasé con su compañía después de que me volviera a preguntar si podíamos o no sentarnos juntos para conocernos mejor. He de admitir que el recelo aún seguía en mí, y esperaba que en el futuro, si llegábamos a convertirnos en amigos, él siguiese siendo bueno conmigo.Los vellos de mi nuca se erizaron cuando Aiden se c
AidenEl camino se acortaba y me iba poniendo más nervioso.Era la primera vez que iba a la casa de una chica, y aunque no era de esa forma, era la primera vez. Me preocupaba quedar en ridículo con ella, las matemáticas me costaban y me consideraba duro para entender ciertas cosas. Esperaba que Emma tuviera paciencia conmigo porque la iba a necesitar. Pero Emma no parecía ser de las chicas que se molestaban fácilmente por cosas simples, y su personalidad dulce me generaba confianza.Una de las razones por la cual escogí a Emma para que me ayudara era porque en una clase de mate había oído que la profesora la felicitaba por haber hecho todo bien. También porque era amable y porque si le pedía ayuda a Maddie—quien también iba bien en la materia— iba a quedar mal parado, como alguien que no sabía algo que al parecer a todos le resultaba
EmmaLas mariposas en mi panza amenazaban con explotarme. Estaba cansada de sentir tantas cosquillas, quería evitar eso que Aiden me provocaba con su simple presencia, pero por más que pusiera todo de mí para asesinar a aquellos insectos no podía hacerlo. No cuando me sonreía de esa forma.Sus sonrisas no tenían nada de otras intenciones, se notaba, pero me hacían dar unos calores en el cuerpo que él tranquilamente podía darse cuenta. Cada que me miraba cuando no entendía algo me daba una ternura bárbara, porque sus ojos detonaban esa preocupación con la que me miraba cuando me pedía ayuda para estudiar o cuando me pedía por favor que le volviera a explicar el tema con más calma.Creo que Aiden intentaba estar atento, pero que había algo que rondaba por su cabeza que no lo dejaba por completo para mí. Sus ojos estaban sobre los