Emma
Las mariposas en mi panza amenazaban con explotarme. Estaba cansada de sentir tantas cosquillas, quería evitar eso que Aiden me provocaba con su simple presencia, pero por más que pusiera todo de mí para asesinar a aquellos insectos no podía hacerlo. No cuando me sonreía de esa forma.
Sus sonrisas no tenían nada de otras intenciones, se notaba, pero me hacían dar unos calores en el cuerpo que él tranquilamente podía darse cuenta. Cada que me miraba cuando no entendía algo me daba una ternura bárbara, porque sus ojos detonaban esa preocupación con la que me miraba cuando me pedía ayuda para estudiar o cuando me pedía por favor que le volviera a explicar el tema con más calma.
Creo que Aiden intentaba estar atento, pero que había algo que rondaba por su cabeza que no lo dejaba por completo para mí. Sus ojos estaban sobre los
EmmaLa cena no fue tan mala como esperaba, pero tampoco fue algo cómoda. Tener a Aiden en la misma mesa que mi padre era algo nuevo para mí. Como había dicho, nunca llevé a ningún muchacho a mi casa como para que se hiciera una cosa fuera de lo común. Me la pasé, literalmente, dura. En un principio, la conversación por parte de mi padre era escasa, no hacía mucha mención de nada, pero luego comenzaron a venir las preguntas hacia mi compañero y no pude evitar rodar los ojos en más de una ocasión.Miré varias veces a mi madre para que hiciera algo, pellizcarlo, quizá, pero no me hizo caso y el jefe siguió con las preguntas. Aiden estaba sentado a mi lado, parecía disfrutar de la comida y no reparar mucho en las interrogaciones. Quizá ya se esperaba algo como esto o quizá le daba igual o intentaba aparentar tranquilidad. &E
AidenHoy no había sido una de esas noches malas, una de esas noches estrelladas en la casa, sin nada interesante para hacer. Fue incómodo al principio, pero se tornó lindo cenar con la familia de Emma. Esas personas parecían ser unidas, amorosas y, a pesar de tener una enorme y hermosa casa y mucho dinero, daban la sensación de ser humildes, y era agradable estar en la misma mesa en la que una familia comía tranquilamente y no había discusiones, insultos, llantos o silencio.Nunca tuve la oportunidad de tener una familia como la de Emma, y aunque sabía que estaba mal envidiar, yo sí que la envidiaba... Su padre y su madre —mucho más el padre— parecían ser de los que preguntaban al invitado para que su hija no estuviera con mala junta, pero era más que entendible y me daba una linda sensación pensar que esa chica estaba en una familia que la quer&iacu
EmmaLa mañana siguiente me levanté pareciendo un zombi. Los mocos se me caían y parecía que mi garganta había sido rasgada con el rallador de queso. No me tomé la temperatura, pero al poner mi mano sobre mi frente supe que tenía fiebre. Mi cuerpo me dolía y no tenía ganas de levantarme de la cama, pero si no lo hacía mi vejiga iba a explotar. Me levanté a regañadientes y con mala cara y fui hasta el baño arrastrando mis pantuflas de Sullivan. Adoraba ese regalo de papá porque eran cómodas y los fines de semana, cuando me quedaba en casa todo el día, las usaba para no tener que andar con las zapatillas. Me gustaba estar suelta, relajada, pero lástima que hoy me sentía para el traste.Cuando toqué el agua me dio la sensación de que estaba helada, y eso que no hacía tanto frío. En realidad, estáb
EmmaEl lunes por la mañana me levanté apurada. Estaba mejor, lo que significaba que iría a la escuela y vería a Aiden para entregarle lo que le prometí, pero no era seguro si llegaría a la primera clase. En realidad, yo sabía que no por lo tarde que era. No faltaban más de diez de minutos para que la clase comenzara y recién estaba desayunando porque mamá se quedó dormida y yo olvidé poner la alarma.Bebí un poco de jugo y dejé el vaso en la mesa de luz. Metí en una bolsa el celular y el cargador y metí todo en mi bolso. Terminé de desayunar, me lavé los dientes y le pedí a mi padre que ya me llevara.El viaje fue silencioso, y eso que mi padre es de los que hablan mucho en este tipo de momentos, pero hoy se encontraba raro y temí que hubiera discutido con mi madre, porque ahora que lo mencionaba, mam&aacut
EmmaEra viernes. La semana se había pasado volando, pero lamentablemente aún tenía que soportar las clases de este día. Era la primera hora de la mañana y ya quería salir corriendo a mi casa para refugiarme en mi cama. Estaba cansada porque Kendall me llamó cerca de las dos de la madrugada para decirme que tuvo una discusión con Chad, y como buena prima que soy, me quedé consolándola para que su llanto no se multiplicara y sus padres no se enteraran de que se sentía triste por un chico.Chad en estos días estaba distinto, no era el mismo chico molesto de la semana pasada. Ahora estaba más calmado, más centrado en sus cosas y notoriamente triste. Se ve que el fallecimiento de su perro lo dejó bastante golpeado porque ahora su comportamiento había cambiado. Me caía mejor este Chad, para ser sincera. Pero no me agradaba su cara de ni&nti
EmmaLas personas tenemos distintas maneras de reaccionar ante ciertas situaciones, y si yo hubiera estado en el lugar de Aiden, definitivamente habría hecho las cosas de forma distinta. Entendía que él no se sintiera bien, pero yo solo quería ayudarlo, quizá esperaba que me contara qué le pasaba, que confiara en mí pero, si no lo hacía, de todas maneras quería ayudarlo. Me resultaba algo vergonzoso lo que hace unas horas pasó. Que me dejara en el teatro, con la mandíbula hasta el suelo al decirme que no me metiera en los asuntos de los demás me dejó una imagen poco amable de él. Pero no podía hacer nada por más que me molestara. Su rostro de molestia antes de darse la vuelta para irse me dejó clarito que mi presencia para Aiden era una molestia, que prefería estar solo antes de tener que contarme sus dilemas personales.Estaba
Emma—Dame un fuerte abrazo, mi amor —me dijo papá con ternura y me estrechó entre sus brazos con bastante fuerza. Reí para ignorar el leve nudo instalado en mi garganta y aprecié cada segundo con él hasta que el turno de mi hermano para ser abrazado llegó.La semana pasada, el día en que noté a mis padres algo extraños, después de la escuela, me dieron la noticia de que mi padre se iría de la ciudad por un tiempo para grabar algunos capítulos de una serie a la que le invitaron a participar. Mi padre estaba contento porque era una serie muy conocida y exitosa y hasta había una posibilidad de que, pronto, terminara siendo parte de los personajes principales. Lo malo, es que tendría que irse por unas largas semanas o, para ser exactos, por casi un mes. Me sentía contenta porque él estaba emocionado, pero no me agradaba la distancia
AidenLas mañanas empezaban a pesarme. Levantarme comenzaba a angustiarme. Ir a la escuela me resultaba asfixiante.En las últimas dos semanas todo fue una completa basura. Mis días pasaban de ser grises a ser negros y mi estado emocional decaía poco a poco, como si estuviera cayendo en un pozo negro que no tenía salida. Me sentía solo, no tenía a nadie con quien hablar de mis problemas y a nadie que se preocupara por mí.El día martes de la semana pasada tuve una evaluación de matemática y aunque no tenía el resultado frente a mis ojos tenía la seguridad de que me fue bien y eso hizo que no empezara el día con el pie izquierdo, pero todo se torció cuando escuché un par de susurros y risas cuando pasaba por los pasillos del instituto. Al principio no quise darle tanta importancia, pero después, la humillación empezó