Mi nombre es Lisa Molina, tengo 22 años y vivo en la Ciudad de México. Hace algunos años perdí a mis padres, así que solo quedamos mi hermano Antonio y yo. Mi hermano es policía y yo estoy en busca de trabajo, aunque nadie quiere contratar a alguien sin experiencia laboral. Nada ha sido sencillo desde la muerte de nuestros padres; el único que trae dinero es Antonio, pero su sueldo no es suficiente para cubrir todas nuestras deudas. Estamos en serios problemas económicos. -Lisa, me voy, recuerda que hoy tienes esa entrevista de trabajo - me dice Antonio. El trabajo es en una constructora muy famosa llamada Capital. Aún no sé cuál es el puesto, pero en este momento no me importa; lo importante es ganar dinero y ayudar a mi hermano, que ya no puede solo con los gastos. -Sí, tranquilo, ya me voy a arreglar para irme - respondo mientras se acerca y me da un beso en la mejilla. -Mucha suerte, hermanita - me dice. Mi hermano se va y, como siempre, le doy la bendición para que la Virgen l
Martín Ferrer. ¿Qué se ha creído esa mocosa para negarse a mí, ¡a mí! Soy Martín Ferrer, uno de los hombres más poderosos de México y Latinoamérica... No se da cuenta con quién se metió. Miro su foto en la hoja de vida y luego algo empieza a maquinar en mi cabeza. - Te voy a hacer la vida imposible, tanto que vas a terminar aceptando mi propuesta. - Llamo a Pérez, el investigador de la familia, y le pido que me envíe toda la información que tenga de ella, que busque cualquier punto débil donde yo me pueda aprovechar, así la tendré en mis manos. - Oye, hermano, ¿hoy vas a la cena familiar? - Marcos, sabes que eso no me gusta. - Vamos, Martín, hace mucho que no vas a casa, mamá te extraña. – Juro que solo lo hago por mamá porque si es por el hombre que se hace llamar mi padre no iría. - Está bien, vamos. – Luego de un rato, llegamos a casa. Como siempre, mi madre me saluda con un gran abrazo y un beso en la mejilla. - Cuánto los he extrañado a mis hijos, en especial a ti, Martín,
Llego a casa con una sonrisa luego de haberle dicho en la cara que era un hijo de puta. El hombre quería explotar de la rabia, pero antes de que dijera algo, me fui corriendo. Al rato, Ana me llamó diciendo que mañana comenzaba como asistente personal del señor Ferrer y que ella me iba a capacitar. - Hermano - corro hacia él y lo abrazo, pero este no lo hace. - ¿Por qué gritas?, me duele la cabeza. - ¡Conseguí trabajo! ¡Y logré pagar la deuda! - este me mira de una manera extraña y en menos de lo que yo pensé, este me sostiene con fuerza el brazo a tal punto de hacerme daño. - ¿Qué haces? ¡Me lastimas! - ¿Cómo conseguiste ese dinero? ¡Qué hiciste? - ¡Suéltame! No hice nada, solo le pedí un adelanto a mi jefe que se lo iba a ir pagando con mi trabajo. Ya suéltame, que me lastimas - este me suelta y puedo ver cómo su mano quedó marcada en mi brazo. - ¿Qué mierdas te pasa? - Más te vale que sea verdad - dice en tono amenazante. - ¿No te alegras de que conseguí trabajo y que solucio
Con lágrimas en los ojos, él me limpia las lágrimas con delicadeza, pero no se aparta de mí. -Espera a que te acostumbres, solo relájate - me dice mientras deja besos en mi cuello, labios y clavícula. Poco a poco, mi cuerpo se relaja y comienza a moverse. Siento que lo estoy disfrutando, pero mi mente está en otro lugar. Solo logro escuchar sus gruñidos de placer y cómo me dice lo mucho que le gusta lo apretada que estoy, lo hermosa y lo inocente que soy. Pero no puedo decir nada, estoy en otro lugar. Luego de un rato, él termina y se retira, lo que provoca un leve dolor en mi parte íntima. Él me mira y acaricia mi mejilla: "Me tienes fascinado". -No sé qué ves de fascinante en una virgen -Quiero corromperte, pero a la vez quiero que conserves siempre esa inocencia - maldito. -Estoy cansada, voy a dormir - me doy la vuelta y solo logro escuchar un suspiro de su parte. -Descansa - una lágrima rueda por mi mejilla y el asco hacia mí misma me golpea. Soy un desastre. A la mañana sig
LISA MOLINA Esto tenía que ser una broma, ni siquiera puedo ir a divertirme tranquila. Martín se convirtió en mi sombra. - Martín, salte del baño, alguien nos puede ver - veo cómo se acerca y, de un movimiento rápido, me sube al lavado, quedando mi vestido en mis caderas. - M*****a sea, Lisa, serás mi perdición. - No seré tu perdición. Eso lo dices ahora porque soy como tu juguete nuevo, pero cuando te canses de mí, me votarás como lo haces con todas - me mira con sus ojos penetrantes y, antes de que diga algo más, estampa sus labios sobre los míos, arrebatándome gemidos de placer. No sé qué tiene este hombre, pero hay que aceptarlo, besa de maravilla, sabe dónde tocar y cómo tocar… Me está volviendo loca. En un momento, siento cómo abre la cremallera de su pantalón y luego corre mis bragas a un lado, dando pequeños toques en mi intimidad. - M****a, estás tan húmeda - joder… Joder - me vuelves loco - siento cómo lentamente entra en mí. Por ser mi segunda vez, aún es incómodo, pero
- Ella solo es mi amante, tú sabes que para cosas del amor yo no estoy – joder, otra vez el corazón me duele. - Eso dices ahora, pero no se sabe qué pueda pasar. - Jamás me enamoraré de ella, Lisa es solo un pasatiempo. En algún momento me aburriré de ella como de todas – es un hijo de puta. Ojalá pase rápido eso, así recuperaré mi vida. Estoy lista para ir a la dichosa cena, aunque las ganas de ver la cara a ese idiota las tengo por los suelos. Ahora que me veo con sus vestidos costosos, solo me provoca romperlos todos y devolvérselos. - Lisa, ¿dónde estás? – abro la puerta de mi habitación y veo que mi hermano está otra vez bebiendo. La decepción regresa a mí. - Estás tomando… Prometiste no hacerlo. - ¿Dónde sacaste esa ropa? – M****a, esta ropa se ve muy cara y fina. Nosotros no tenemos dinero para pagar esa clase de ropa, Lisa. – Cuando voy a responder, tocan la puerta, así que mi hermano se apresura a abrirla. Juro que al ver quién es, casi me voy para atrás. Martín está par
Martín me cargó como a una princesa y me llevó hasta su habitación, depositándome en su enorme cama. Sentí cómo sus manos se encargaban de quitarme prenda por prenda hasta dejarme solo en lencería que él se encargó de comprar, pero de repente se detuvo. - ¿Qué pasa? - pregunté desconcertada. - Sigo vestido - me miró sin entender, hasta que me di cuenta de lo que quería… M****a, quiere que yo le quite la ropa. - Martín, yo… - Vamos, cariño, no seas tímida, soy todo tuyo - me arrodillé en la cama y con manos temblorosas comencé a desabotonarle la camisa, sin dejar de sentir su mirada penetrante. Cuando terminé con su camisa, me deleité con su cuerpo bien trabajado y, en un acto de valentía, decidí dejar varios besos en su pecho, logrando sacar varios gruñidos de placer. - Me encanta, vamos nena, sigue - continuó con la parte difícil... El pantalón. Tomé su cinturón, lo desabroché y luego bajé la cremallera, dejando a la vista su bóxer hasta que vi su enorme bulto. M****a, ¿todo eso i
MARTÍN FERRER Estoy en la oficina firmando unos documentos, aunque la señorita Molina no sale de mi cabeza ni un solo instante. Por primera vez en mi vida sentí que la noche de ayer fue especial, sentí que su cuerpo tocó mi alma… Estoy jodido, no me puedo enamorar de ella. Mi celular suena y observo que es Marcos, pero no tengo ánimos de hablar con él, así que le cuelgo. Pero vuelve e insiste, así que contesto. - Espero que sea importante, Marcos. - Lisa está en el hospital – ¿qué? - ¿En qué hospital? - Salgo disparado al hospital y en menos de 20 minutos llego, encontrándome con Ana y con Marcos, los dos con cara de preocupación – ¿qué pasó? – le pregunto a Marcos. - Estaba con Ana cuando ella recibió una llamada de Lisa pidiendo ayuda. Cuando fuimos a su casa, ella estaba tirada en el suelo, muy golpeada, y un hombre estaba tirado en el suelo, al parecer, es su hermano. Este hijo de puta, lo sabía, era él, ese idiota la lastimaba. Lo que no entiendo es por qué no me llamó a mí.