Llego a casa con una sonrisa luego de haberle dicho en la cara que era un hijo de puta. El hombre quería explotar de la rabia, pero antes de que dijera algo, me fui corriendo. Al rato, Ana me llamó diciendo que mañana comenzaba como asistente personal del señor Ferrer y que ella me iba a capacitar.
- Hermano - corro hacia él y lo abrazo, pero este no lo hace.
- ¿Por qué gritas?, me duele la cabeza.
- ¡Conseguí trabajo! ¡Y logré pagar la deuda! - este me mira de una manera extraña y en menos de lo que yo pensé, este me sostiene con fuerza el brazo a tal punto de hacerme daño. - ¿Qué haces? ¡Me lastimas!
- ¿Cómo conseguiste ese dinero? ¡Qué hiciste?
- ¡Suéltame! No hice nada, solo le pedí un adelanto a mi jefe que se lo iba a ir pagando con mi trabajo. Ya suéltame, que me lastimas - este me suelta y puedo ver cómo su mano quedó marcada en mi brazo. - ¿Qué mierdas te pasa?
- Más te vale que sea verdad - dice en tono amenazante.
- ¿No te alegras de que conseguí trabajo y que solucioné nuestro problema?
- Y yo ahora estoy sin trabajo.
- No es mi culpa, Antonio. No te desquites conmigo. - Me subo a la habitación y me miro al espejo viendo cómo mi brazo se va tomando otros colores.
Al otro día me preparo para ir al trabajo. Cuando bajo a comer algo, me vuelvo a encontrar a mi hermano tirado en la sala, totalmente borracho. Literalmente, se está gastando toda su liquidación cuando tenemos cuentas por pagar.
- Tendré que hablar seriamente contigo. - Salgo de casa y cuando llego a la oficina, Ana me dice que tengo que ir a la oficina del señor Ferrer para reportarle la agenda del día de hoy, así que tomo aire y toco la puerta.
- Adelante.
- Con permiso, señor Ferrer. - Este me atraviesa con la mirada y se acerca a mí, cosa que me pone nerviosa.
- Sabes, eres hermosa, pero te verías más hermosa con ropa de diseñador. - Dice mientras acaricia mi mejilla. - Tranquila, yo me encargaré de eso.
- Vine a decirle su agenda.
- Lo sé, pero antes, salúdame como es debido. - Sin que yo me lo espere, este me toma de la cintura y junta nuestros labios en un beso bastante demandante. Al principio, me niego a corresponder, pero su olor a menta me embriaga hasta hacer que corresponda, entregándome igual que él. Este me lleva hasta el escritorio y me sube, metiéndose entre mis piernas mientras siento cómo sus manos van desabrochando mi blusa. Quiero pararlo, pero mi maldito cuerpo me traiciona porque el idiota sabe dónde tocar y cómo besar. Cuando menos pienso, ya estoy sin blusa y solo me encuentro con mi sostén blanco de encaje, pero al ver su cara, parece que no le gusto.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- ¿¡QUIÉN MIERDAS TE HIZO ESO EN EL BRAZO!? - M****a, el morado, se me había olvidado por completo. Ahora, ¿qué le digo?
- Me pegué, señor Ferrer.
- No me digas señor Ferrer cuando estemos solos, y tampoco me mientas. Tienes dedos marcados. - Le doy un empujón, bajándome del escritorio, y luego me acomodo la blusa. - Martín, qué raro suena su nombre en mi boca, no por el hecho de que sea tu amante tengo que compartir mi vida privada contigo, no cruces ese límite.
- ¿No te alegras de que conseguí trabajo y que solucioné nuestro problema?
- Y yo ahora estoy sin trabajo.
- No es mi culpa, Antonio. No te desquites conmigo. - Me subo a la habitación y me miro al espejo viendo cómo mi brazo se va tomando otros colores.
Al otro día me preparo para ir al trabajo. Cuando bajo a comer algo, me vuelvo a encontrar a mi hermano tirado en la sala, totalmente borracho. Literalmente, se está gastando toda su liquidación cuando tenemos cuentas por pagar.
- Tendré que hablar seriamente contigo. - Salgo de casa y cuando llego a la oficina, Ana me dice que tengo que ir a la oficina del señor Ferrer para reportarle la agenda del día de hoy, así que tomo aire y toco la puerta.
- Adelante.
- Con permiso, señor Ferrer. - Este me atraviesa con la mirada y se acerca a mí, cosa que me pone nerviosa.
- Sabes, eres hermosa, pero te verías más hermosa con ropa de diseñador. - Dice mientras acaricia mi mejilla. - Tranquila, yo me encargaré de eso.
- Vine a decirle su agenda.
- Lo sé, pero antes, salúdame como es debido. - Sin que yo me lo espere, este me toma de la cintura y junta nuestros labios en un beso bastante demandante. Al principio, me niego a corresponder, pero su olor a menta me embriaga hasta hacer que corresponda, entregándome igual que él. Este me lleva hasta el escritorio y me sube, metiéndose entre mis piernas mientras siento cómo sus manos van desabrochando mi blusa. Quiero pararlo, pero mi maldito cuerpo me traiciona porque el idiota sabe dónde tocar y cómo besar. Cuando menos pienso, ya estoy sin blusa y solo me encuentro con mi sostén blanco de encaje, pero al ver su cara, parece que no le gusto.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- ¿¡QUIÉN MIERDAS TE HIZO ESO EN EL BRAZO!? - M****a, el morado, se me había olvidado por completo. Ahora, ¿qué le digo?
- Me pegué, señor Ferrer.
Aquí tienes el texto corregido:
- No me llames señor Ferrer cuando estemos solos, y tampoco me mientas, tienes dedos marcados – le doy un empujón bajándome del escritorio y luego me acomodo la blusa.
- Martín – qué raro suena su nombre en mi boca – no por el hecho de que seas mi amante tengo que compartir mi vida privada contigo, no cruces ese límite.
- ¿Ah, sí? Parte de mi deber también es cuidar de ti.
- No tienes ningún deber conmigo, Martín. No sé de dónde sacas eso, solo soy una más – veo cómo se pasa la mano por la cabeza en señal de frustración.
- Si vuelvo a verte con otro de esos no te preguntaré, yo mismo lo averiguaré y actuaré a mi manera.
- Ok. ¿Podemos revisar la agenda?
- Sí, pero guarda un espacio porque en la tarde vamos a ir a la diseñadora. Quiero que hagan ropa para ti – suelto un suspiro y asiento, ya que no puedo decir nada al respecto.
- Hola, ¿cómo te ha ido el primer día? – pregunta Ana.
- Bien, ya aprendí varias cosas. La verdad es bastante sencillo.
- Me alegra que aprendas rápido. Quería proponerte que mañana vayamos a celebrar que entraste a la empresa con algunos empleados de aquí que son amigos, para que los conozcas.
- Es que no soy mucho de fiestas - respondo con algo de timidez.
- Oh, vamos, será divertido. Eres joven, debes disfrutar más de eso – me sonríe.
- Está bien, acepto – en ese momento aparece Martín.
- Señorita Molina, vamos – me despido de Ana y sigo al señor Ferrer. Nos montamos en la camioneta y en un incómodo silencio manejamos hasta donde queda la tienda de la diseñadora. Cuando llegamos, me quedo sorprendida porque la tienda es enorme y muy hermosa.
- Martín querido, qué bueno verte - Martín le da dos besos en ambas mejillas a la mujer alta y estilizada que nos recibe.
- Cristina, vine porque solicito tus servicios. Te presento a la señorita Lisa Molina – le extiendo la mano y ella la recibe dedicándome una sonrisa – quiero que le des tus mejores prendas, no importa el precio, todo corre por mi cuenta.
- Perfecto, ven conmigo – ella toma mi mano y me lleva a unos vestidores enormes. Me pide que me quite la ropa y me ponga una bata de seda. Cuando salgo, exploró la tienda y me quedo sorprendida con los precios.
- Genial, con esto se podría alimentar a toda una población, qué desperdicio.
- ¿Querida? - llama mi atención.
- ¿Sí?
- Ya la ropa está lista – ropa tras ropa me mido. No lo negaré, es preciosa, pero cada vez que veía el precio me sentía fatal al ver la cantidad de dinero que se podría invertir en gente que en realidad necesitaría ese dinero – no te noto feliz, ¿acaso no te gusta la ropa?
- Oh no, no es eso, Cristina. La ropa es preciosa, es solo que…
- Yo lo sé, te veo como una chica muy humilde y sé que tener ropa de marca no es tan importante para ti. Lo haces más por él que por ti.
- Así es, siento que con este dinero puedo ayudar a otras personas – Cristina me sonríe.
- Martín es afortunado de tener una chica como tú a su lado – ¿qué? Ella piensa que somos pareja.
- Cristina, él…
- ¿Ya está todo?
- Sí, Martín, tu novia quedó preciosa – m****a, mis mejillas deben estar rojas.
- Siempre tan eficiente, mándalo todo a mi casa.
- Claro, Lisa, fue un placer conocerte – ella me da un abrazo y yo le correspondo.
- Adiós, Cristina – nos montamos en el auto y Martín me pregunta.
- ¿Te gustó lo que compré para ti?
- No te hubieras molestado en gastar esa fortuna en mí.
- La persona que esté conmigo tiene que tener lo mejor.
- ¿Y de qué me sirve tener todo eso? ¿Crees que eso comprará mi felicidad o algo así? – este se queda callado, sin embargo, yo decido preguntar lo que me tenía pensativa – ¿por qué no le dijiste a Cristina que yo no soy tu novia?
- No tengo por qué aclarar nada a nadie, Lisa – otra vez el silencio, pero ahora noto que no vamos para la oficina, es otro camino.
- ¿A dónde vamos? – llegamos al portón de una enorme casa. Cuando se abre, mi sorpresa fue grande al ver el lujo de esa casa.
- Mi casa - sonríe.
- ¿Por qué estamos en tu casa?
- Quería privacidad contigo – me ayuda a bajar y cuando entramos a su casa, me quedo maravillada con cada cosa que hay. Todo es tan lujoso, pero sofisticado. Martín se ve que goza de buen gusto – ¿te gusta la casa?
- Es muy hermosa – siento cómo pega mi espalda a su pecho. Descubre mi cuello dejando besos húmedos en él, mientras acaricia mi abdomen plano.
- Te deseo, Lisa, me traes loco – trago saliva al pensar que había llegado el momento que tenía miedo que llegara. Este me voltea y luego me carga como una princesa subiendo conmigo hasta una habitación que se supone que debe ser la suya. Con todo el cuidado del mundo, me quita la ropa y luego me dice que le quite la suya. Aunque mis manos están temblorosas e inexpertas – eres tan jodidamente inocente – si supieras que literalmente soy inocente
- Martín yo … – este me calla con un beso mientras me tumba a la cama terminando de quitar mis últimas prendas quedando los dos completamente desnudos, este se separa y se coloca un preservativo, siento que estoy embobada no soy capaz de formular palabra hasta que siento como entra con fuerza en mí logrando que salga un grito de mis labios, Martín se queda paralizado mirándome con angustia
-¿Eres Virgen?
- Era …
Con lágrimas en los ojos, él me limpia las lágrimas con delicadeza, pero no se aparta de mí. -Espera a que te acostumbres, solo relájate - me dice mientras deja besos en mi cuello, labios y clavícula. Poco a poco, mi cuerpo se relaja y comienza a moverse. Siento que lo estoy disfrutando, pero mi mente está en otro lugar. Solo logro escuchar sus gruñidos de placer y cómo me dice lo mucho que le gusta lo apretada que estoy, lo hermosa y lo inocente que soy. Pero no puedo decir nada, estoy en otro lugar. Luego de un rato, él termina y se retira, lo que provoca un leve dolor en mi parte íntima. Él me mira y acaricia mi mejilla: "Me tienes fascinado". -No sé qué ves de fascinante en una virgen -Quiero corromperte, pero a la vez quiero que conserves siempre esa inocencia - maldito. -Estoy cansada, voy a dormir - me doy la vuelta y solo logro escuchar un suspiro de su parte. -Descansa - una lágrima rueda por mi mejilla y el asco hacia mí misma me golpea. Soy un desastre. A la mañana sig
LISA MOLINA Esto tenía que ser una broma, ni siquiera puedo ir a divertirme tranquila. Martín se convirtió en mi sombra. - Martín, salte del baño, alguien nos puede ver - veo cómo se acerca y, de un movimiento rápido, me sube al lavado, quedando mi vestido en mis caderas. - M*****a sea, Lisa, serás mi perdición. - No seré tu perdición. Eso lo dices ahora porque soy como tu juguete nuevo, pero cuando te canses de mí, me votarás como lo haces con todas - me mira con sus ojos penetrantes y, antes de que diga algo más, estampa sus labios sobre los míos, arrebatándome gemidos de placer. No sé qué tiene este hombre, pero hay que aceptarlo, besa de maravilla, sabe dónde tocar y cómo tocar… Me está volviendo loca. En un momento, siento cómo abre la cremallera de su pantalón y luego corre mis bragas a un lado, dando pequeños toques en mi intimidad. - M****a, estás tan húmeda - joder… Joder - me vuelves loco - siento cómo lentamente entra en mí. Por ser mi segunda vez, aún es incómodo, pero
- Ella solo es mi amante, tú sabes que para cosas del amor yo no estoy – joder, otra vez el corazón me duele. - Eso dices ahora, pero no se sabe qué pueda pasar. - Jamás me enamoraré de ella, Lisa es solo un pasatiempo. En algún momento me aburriré de ella como de todas – es un hijo de puta. Ojalá pase rápido eso, así recuperaré mi vida. Estoy lista para ir a la dichosa cena, aunque las ganas de ver la cara a ese idiota las tengo por los suelos. Ahora que me veo con sus vestidos costosos, solo me provoca romperlos todos y devolvérselos. - Lisa, ¿dónde estás? – abro la puerta de mi habitación y veo que mi hermano está otra vez bebiendo. La decepción regresa a mí. - Estás tomando… Prometiste no hacerlo. - ¿Dónde sacaste esa ropa? – M****a, esta ropa se ve muy cara y fina. Nosotros no tenemos dinero para pagar esa clase de ropa, Lisa. – Cuando voy a responder, tocan la puerta, así que mi hermano se apresura a abrirla. Juro que al ver quién es, casi me voy para atrás. Martín está par
Martín me cargó como a una princesa y me llevó hasta su habitación, depositándome en su enorme cama. Sentí cómo sus manos se encargaban de quitarme prenda por prenda hasta dejarme solo en lencería que él se encargó de comprar, pero de repente se detuvo. - ¿Qué pasa? - pregunté desconcertada. - Sigo vestido - me miró sin entender, hasta que me di cuenta de lo que quería… M****a, quiere que yo le quite la ropa. - Martín, yo… - Vamos, cariño, no seas tímida, soy todo tuyo - me arrodillé en la cama y con manos temblorosas comencé a desabotonarle la camisa, sin dejar de sentir su mirada penetrante. Cuando terminé con su camisa, me deleité con su cuerpo bien trabajado y, en un acto de valentía, decidí dejar varios besos en su pecho, logrando sacar varios gruñidos de placer. - Me encanta, vamos nena, sigue - continuó con la parte difícil... El pantalón. Tomé su cinturón, lo desabroché y luego bajé la cremallera, dejando a la vista su bóxer hasta que vi su enorme bulto. M****a, ¿todo eso i
MARTÍN FERRER Estoy en la oficina firmando unos documentos, aunque la señorita Molina no sale de mi cabeza ni un solo instante. Por primera vez en mi vida sentí que la noche de ayer fue especial, sentí que su cuerpo tocó mi alma… Estoy jodido, no me puedo enamorar de ella. Mi celular suena y observo que es Marcos, pero no tengo ánimos de hablar con él, así que le cuelgo. Pero vuelve e insiste, así que contesto. - Espero que sea importante, Marcos. - Lisa está en el hospital – ¿qué? - ¿En qué hospital? - Salgo disparado al hospital y en menos de 20 minutos llego, encontrándome con Ana y con Marcos, los dos con cara de preocupación – ¿qué pasó? – le pregunto a Marcos. - Estaba con Ana cuando ella recibió una llamada de Lisa pidiendo ayuda. Cuando fuimos a su casa, ella estaba tirada en el suelo, muy golpeada, y un hombre estaba tirado en el suelo, al parecer, es su hermano. Este hijo de puta, lo sabía, era él, ese idiota la lastimaba. Lo que no entiendo es por qué no me llamó a mí.
Hoy salgo del hospital, pero estoy preocupada por mi hermano Antonio. Desde que ingresé al hospital, no supe nada de él y recuerdo que lo lastimé ese día. -Lista? -pregunta Martín, que durante estos dos días que he estado en el hospital no se ha despegado de mí, aunque ha estado muy serio. -¡Eh, sí, vamos!- Durante el recorrido, me pierdo en mis pensamientos y ni siquiera me doy cuenta a dónde vamos hasta que llegamos a la casa de Martín. -¿Qué hacemos aquí? - pregunto. -Te quedarás aquí - dice seriamente. -Ni loca - respondo. -No te dejaré en tu casa con el loco de tu hermano. -Joder, mi hermano no está loco, Martín. Además, no me quiero quedar en tu casa. Yo no soy nada tuyo". -Pero es mi deber cuidarte, Lisa. -¿De qué mierdas hablas? Yo soy solo tu amante. No tienes obligación conmigo. -Por Dios, dame paciencia -dice, y sin que me lo espere, me carga con cuidado. Como no me puedo mover mucho, me tengo que quedar quieta mientras él me lleva a su casa, llevándome hasta una de
**Martín Ferrer** Estaba pasando por unas tiendas antes de ir a la empresa porque tenía que comprar unas cosas, pero me detuve en una joyería al ver un precioso collar de diamantes que sé que le quedaría precioso a bella e inocente Lisa. - Quiero el collar con unos pendientes – la chica me mira embobada, pero luego reacciona tomando todo lo que yo le pedí y empacándolo en una caja bonita. Cuando salgo estoy contento por la compra, ya que sé que a Lisa le encantará. ¿A qué mujer no le gustan las joyas? A todas les encanta el lujo y si Lisa se queda conmigo va a tener todas las que ella desee. Mi teléfono suena y veo que es mi madre. - Hola mamá. - Hola hijo, ¿cómo estás? - Algo ocupado, pero cuéntame ¿qué necesitas? - Quería preguntarte ¿cómo sigue Lisa? – mi madre, desde que la conoció, no deja de preguntar por ella. Si se entera de que es solo mi amante, me mata, eso es seguro. - Ella está mejor, madre. Incluso hoy se incorpora al trabajo. - ¿Tan rápido? ¿Por qué no le diste m
-¿¿Qué?? ¿Estás loco? Yo no pienso usas eso hoy y justo para la cena con tus padres - Vamos lisa será divertido, además solo lo probaremos cuando estemos tú y yo solos, pero necesito que te acostumbres a él por eso tienes que colocarlo ya – está me mira por unos momentos sin saber que hacer – no lo pienses tanto solamente colócalo nena – está suelta un suspiro y veo cómo levanta su vestido y baja sus bragas, joder que escena tan erótica, luego veo como introduce el pequeño vibrador y para probar que funciona tomo mi celular y lo enciendo haciendo que está peque un brinco -¡Joder! Martín dijiste que sería después - Quería probar – lo apago y ahora si enciendo el auto y manejo hasta la casa de mis padres, cuando llegamos mi madre nos recibe a los dos con un abrazo, pero en especial a Lis que de inmediato le pregunta cómo sigue -Estoy bien señora Roxana - Estábamos muy preocupados por ti, no es así querido – noto algo que no me gusto para nada y es que mi padre está mirando de más a