LISA MOLINA
Esto tenía que ser una broma, ni siquiera puedo ir a divertirme tranquila. Martín se convirtió en mi sombra.
- Martín, salte del baño, alguien nos puede ver - veo cómo se acerca y, de un movimiento rápido, me sube al lavado, quedando mi vestido en mis caderas.
- M*****a sea, Lisa, serás mi perdición.
- No seré tu perdición. Eso lo dices ahora porque soy como tu juguete nuevo, pero cuando te canses de mí, me votarás como lo haces con todas - me mira con sus ojos penetrantes y, antes de que diga algo más, estampa sus labios sobre los míos, arrebatándome gemidos de placer. No sé qué tiene este hombre, pero hay que aceptarlo, besa de maravilla, sabe dónde tocar y cómo tocar… Me está volviendo loca. En un momento, siento cómo abre la cremallera de su pantalón y luego corre mis bragas a un lado, dando pequeños toques en mi intimidad.
- M****a, estás tan húmeda - joder… Joder - me vuelves loco - siento cómo lentamente entra en mí. Por ser mi segunda vez, aún es incómodo, pero ya no duele tanto. Además, Martín se encarga de que todo sea más placentero.
- Ahhh, Martín - tiro mi cabeza hacia atrás, disfrutando de sus embestidas hasta que ya no puedo más. Siento que en cualquier momento voy a estallar - Martín, no puedo más.
- Juntos, Lisa - cuando voy a gritar, soy callada por sus maravillosos labios, llegando a un maravilloso orgasmo, dejándome con mis piernas como gelatina - ¡Joder! - este pega su frente a la mía, ambos con la respiración agitada. Luego nos separamos y veo que este se va a uno de los baños trayendo un papel.
- ¿Qué haces? - digo cuando se agacha.
- Voy a limpiarte - ¿qué?...
- No, no, qué vergüenza - este sonríe y abre mis piernas.
- No sientas vergüenza conmigo, Lisa, esto es algo normal.
- No es normal que alguien limpie tus partes íntimas - digo, mientras siento cómo este me limpia de la forma más delicada posible.
- Pues, para mí sí. Pero tranquila, ya terminé - me ayuda a pararme - sal primero, yo saldré después.
- Ok - antes de irme, este me detiene - ¿qué pasa?
- Mucho cuidado con ese chico.
- Martín, es solo un compañero de trabajo, nada que ver. Además, nosotros solo somos amantes.
- Pues, a mí me gusta mucho la exclusividad, y no estoy dispuesto a compartirte, Lisa - salgo del baño algo confundida por el comportamiento de Martín. O sea, no sé qué más quiere de mí. Lo único que tengo claro es que no puedo mezclar sentimientos porque, si lo hago, voy a terminar muy mal.
Al llegar a casa, veo que todo está a oscuras, así que decido subir a mi habitación. Pero de golpe, la luz de la sala se prende, dejando ver a mi hermano con una botella de alcohol casi terminada.
- ¿Dónde estabas? - dice, casi arrastrando las palabras.
- Estaba con unos compañeros del trabajo.
- ¿Con permiso de quién sales?
- Yo no necesito permiso de nadie, soy mayor de edad, Antonio. Recuerda eso - veo que este se para de golpe y camina hacia mí, tomando con fuerza mi brazo - OYE, SUÉLTAME, ¡QUE ME LASTIMAS!
- ¡ENTONCES, RESPÉTAME!
- ¡RESPÉTAME TÚ, MI! ¡SUÉLTAME, CARAJO! - le doy un empujón, y este cae al suelo, así que salgo corriendo a mi habitación. Pero este me alcanza en las escaleras, tomándome del tobillo, haciendo que me dé un fuerte golpe en la cabeza - m****a, todo me da vueltas. Cuando toco mi frente, veo sangre. Antón, al verme, se pone pálido.
- Lisa... Yo, JODER - me ayuda a pararme y me lleva a la cama. Luego, llega con un botiquín y me cura la herida - lo siento, lo siento.
- Deja de tomar de esa manera, Antón. Tú no eres así, te lo suplico.
- Te prometo que lo dejaré - me dedica una sonrisa.
- Eso espero - me quedo dormida, pero a la mañana siguiente, el dolor de cabeza me levanta, así que decido pararme para darme una ducha. Pero me quedo en shock al observarme en el espejo. Tengo un tremendo golpe en la frente que no creo que se tape con mil kilos de maquillaje. Joder, ahora qué haré. Me meto a la ducha y luego me visto para proceder a lo más difícil: maquillarme el golpe, pero es inútil, nada lo tapa bien, así que decido peinarme de una manera que tape lo más que pueda el golpe. Cuando bajo, me sorprendo al ver a mi hermano levantado con el desayuno listo.
- Qué sorpresa - digo.
- Quería compensarte por lo ocurrido ayer.
- No puedes seguir así. Busca un nuevo trabajo. Sé que te lo darán rápido, pero si sigues aquí, te va a consumir más el alcohol y no quiero eso - me acerco a él y lo abrazo - eres lo único que tengo. No te quiero perder a ti también.
- Yo tampoco, hermanita. Prometo que las cosas van a cambiar - él me dedica una sonrisa, y ahí comenzamos a desayunar en tranquilidad, conversando un poco de mi trabajo, aunque ni loca le mencioné el trato que hice con mi jefe. Si le cuento, sé que va a estar muy decepcionado, y es capaz de ir a matar a Martín, y lo último que quiero es una masacre.
- Bueno, todo estuvo muy rico, pero debo irme – me despido con un beso y salgo corriendo de casa para llegar puntual antes que Martín.
- Cuando llego, Ana me recibe, pero como era de esperarse, vio mi golpe y de inmediato me preguntó qué me pasó, así que me tocó decirle que ayer tomé de más y me caí borracha en mi casa. De milagro se creyó el cuento, aunque tengo miedo porque sé que Martín no se lo va a creer tan fácil.
En ese momento lo vemos entrar directo a la oficina, pero me llama.
- Señorita Molina, a la oficina – tomo aire, agarro la agenda y corro tras él. Al entrar, veo que acomoda todo, pero al voltearse para saludarme, se para en seco analizando mi rostro. Este se acerca y pone su mano en mi frente, destapando más el golpe para ver bien la dimensión del mismo. Veo cómo poco a poco se va poniendo rojo y tenso hasta que, ¡pum!, estalla – ¿¡DIME YA MISMO QUIÉN TE HIZO ESO!?
- Martín, anoche llegué a casa y, como estaba tan oscuro, no me fijé bien y caí por las escaleras. Menos mal que estaba mi hermano para ayudarme – este parece analizar mi respuesta, aunque sé que no me está creyendo mucho, ya que se acerca y me toma del cuello sin hacerme daño.
- No me gustan las mentiras, Lisa, así que más te vale que me estés diciendo la verdad, porque si me entero de que fue tu hermano u otra persona la que te hizo esto, me enojaré y mucho – trago duro y asiento.
- Fue un accidente, Martín, relájate – digo tratando de restarle importancia al asunto. Este se acerca y mira mi frente, analizando mi golpe, tocando con la mayor delicadeza posible para no lastimarme.
- Odio verte golpeada. ¿Por qué se comporta de esa manera conmigo? Digo, soy solo su amante, tenemos sexo nada más, ¿qué ha cambiado? Déjame darte un beso, muero por probar tus labios – sin poder decir nada, Martín junta nuestros labios y, sin querer, suelto un suspiro porque sus labios siempre me dejan sin aliento. Sin pensarlo, Martín se ha vuelto una droga para mí y hace que todo lo malo que ocurra a mi alrededor desaparezca con solo tenerlo cerca. Quiero invitarte a cenar esta noche, así que colócate algo de lo que te compré.
- Está bien – en ese momento tocan la puerta y esta se abre, dejando ver al señor Marcos, que al verme me sonríe.
- Hola, Lisa, ¿cómo estás?
- Muy bien, señor Ferrer, ¿y usted?
- Nada de señor Ferrer, eso déjaselo a mi hermano, a mí dime Marcos – dice este con una sonrisa, sin embargo, noto cómo Martín lo está fulminando. – ¿Y esa cara, hermanito? Parece que me fueras a matar.
- Lo haré si sigues coqueteando con mi asistente – este suelta una carcajada.
- No negaré que tu asistente es una belleza – m****a, mis mejillas ahora están rojas – pero sabes qué, hay cierta mujer que me trae loco.
- Más te vale, no quiero partirte la cara.
- ¿Acaso estás celoso, hermano? – joder.
- Bueno, creo que es mejor que me retire – digo algo apenada, pero Martín me detiene.
- No, espera, es mejor que mi hermano sepa de una vez por todas que tú eres mía y que no puede andar merodeándote – ay, Dios mío, lo dijo, se lo dijo y justo a su hermano... Me quiero morir, qué vergüenza.
- Ella solo es mi amante, tú sabes que para cosas del amor yo no estoy – joder, otra vez el corazón me duele. - Eso dices ahora, pero no se sabe qué pueda pasar. - Jamás me enamoraré de ella, Lisa es solo un pasatiempo. En algún momento me aburriré de ella como de todas – es un hijo de puta. Ojalá pase rápido eso, así recuperaré mi vida. Estoy lista para ir a la dichosa cena, aunque las ganas de ver la cara a ese idiota las tengo por los suelos. Ahora que me veo con sus vestidos costosos, solo me provoca romperlos todos y devolvérselos. - Lisa, ¿dónde estás? – abro la puerta de mi habitación y veo que mi hermano está otra vez bebiendo. La decepción regresa a mí. - Estás tomando… Prometiste no hacerlo. - ¿Dónde sacaste esa ropa? – M****a, esta ropa se ve muy cara y fina. Nosotros no tenemos dinero para pagar esa clase de ropa, Lisa. – Cuando voy a responder, tocan la puerta, así que mi hermano se apresura a abrirla. Juro que al ver quién es, casi me voy para atrás. Martín está par
Martín me cargó como a una princesa y me llevó hasta su habitación, depositándome en su enorme cama. Sentí cómo sus manos se encargaban de quitarme prenda por prenda hasta dejarme solo en lencería que él se encargó de comprar, pero de repente se detuvo. - ¿Qué pasa? - pregunté desconcertada. - Sigo vestido - me miró sin entender, hasta que me di cuenta de lo que quería… M****a, quiere que yo le quite la ropa. - Martín, yo… - Vamos, cariño, no seas tímida, soy todo tuyo - me arrodillé en la cama y con manos temblorosas comencé a desabotonarle la camisa, sin dejar de sentir su mirada penetrante. Cuando terminé con su camisa, me deleité con su cuerpo bien trabajado y, en un acto de valentía, decidí dejar varios besos en su pecho, logrando sacar varios gruñidos de placer. - Me encanta, vamos nena, sigue - continuó con la parte difícil... El pantalón. Tomé su cinturón, lo desabroché y luego bajé la cremallera, dejando a la vista su bóxer hasta que vi su enorme bulto. M****a, ¿todo eso i
MARTÍN FERRER Estoy en la oficina firmando unos documentos, aunque la señorita Molina no sale de mi cabeza ni un solo instante. Por primera vez en mi vida sentí que la noche de ayer fue especial, sentí que su cuerpo tocó mi alma… Estoy jodido, no me puedo enamorar de ella. Mi celular suena y observo que es Marcos, pero no tengo ánimos de hablar con él, así que le cuelgo. Pero vuelve e insiste, así que contesto. - Espero que sea importante, Marcos. - Lisa está en el hospital – ¿qué? - ¿En qué hospital? - Salgo disparado al hospital y en menos de 20 minutos llego, encontrándome con Ana y con Marcos, los dos con cara de preocupación – ¿qué pasó? – le pregunto a Marcos. - Estaba con Ana cuando ella recibió una llamada de Lisa pidiendo ayuda. Cuando fuimos a su casa, ella estaba tirada en el suelo, muy golpeada, y un hombre estaba tirado en el suelo, al parecer, es su hermano. Este hijo de puta, lo sabía, era él, ese idiota la lastimaba. Lo que no entiendo es por qué no me llamó a mí.
Hoy salgo del hospital, pero estoy preocupada por mi hermano Antonio. Desde que ingresé al hospital, no supe nada de él y recuerdo que lo lastimé ese día. -Lista? -pregunta Martín, que durante estos dos días que he estado en el hospital no se ha despegado de mí, aunque ha estado muy serio. -¡Eh, sí, vamos!- Durante el recorrido, me pierdo en mis pensamientos y ni siquiera me doy cuenta a dónde vamos hasta que llegamos a la casa de Martín. -¿Qué hacemos aquí? - pregunto. -Te quedarás aquí - dice seriamente. -Ni loca - respondo. -No te dejaré en tu casa con el loco de tu hermano. -Joder, mi hermano no está loco, Martín. Además, no me quiero quedar en tu casa. Yo no soy nada tuyo". -Pero es mi deber cuidarte, Lisa. -¿De qué mierdas hablas? Yo soy solo tu amante. No tienes obligación conmigo. -Por Dios, dame paciencia -dice, y sin que me lo espere, me carga con cuidado. Como no me puedo mover mucho, me tengo que quedar quieta mientras él me lleva a su casa, llevándome hasta una de
**Martín Ferrer** Estaba pasando por unas tiendas antes de ir a la empresa porque tenía que comprar unas cosas, pero me detuve en una joyería al ver un precioso collar de diamantes que sé que le quedaría precioso a bella e inocente Lisa. - Quiero el collar con unos pendientes – la chica me mira embobada, pero luego reacciona tomando todo lo que yo le pedí y empacándolo en una caja bonita. Cuando salgo estoy contento por la compra, ya que sé que a Lisa le encantará. ¿A qué mujer no le gustan las joyas? A todas les encanta el lujo y si Lisa se queda conmigo va a tener todas las que ella desee. Mi teléfono suena y veo que es mi madre. - Hola mamá. - Hola hijo, ¿cómo estás? - Algo ocupado, pero cuéntame ¿qué necesitas? - Quería preguntarte ¿cómo sigue Lisa? – mi madre, desde que la conoció, no deja de preguntar por ella. Si se entera de que es solo mi amante, me mata, eso es seguro. - Ella está mejor, madre. Incluso hoy se incorpora al trabajo. - ¿Tan rápido? ¿Por qué no le diste m
-¿¿Qué?? ¿Estás loco? Yo no pienso usas eso hoy y justo para la cena con tus padres - Vamos lisa será divertido, además solo lo probaremos cuando estemos tú y yo solos, pero necesito que te acostumbres a él por eso tienes que colocarlo ya – está me mira por unos momentos sin saber que hacer – no lo pienses tanto solamente colócalo nena – está suelta un suspiro y veo cómo levanta su vestido y baja sus bragas, joder que escena tan erótica, luego veo como introduce el pequeño vibrador y para probar que funciona tomo mi celular y lo enciendo haciendo que está peque un brinco -¡Joder! Martín dijiste que sería después - Quería probar – lo apago y ahora si enciendo el auto y manejo hasta la casa de mis padres, cuando llegamos mi madre nos recibe a los dos con un abrazo, pero en especial a Lis que de inmediato le pregunta cómo sigue -Estoy bien señora Roxana - Estábamos muy preocupados por ti, no es así querido – noto algo que no me gusto para nada y es que mi padre está mirando de más a
Es increíble las sensaciones que puede llegar a causar este hombre con solo tocarme, con solo mirarme, con solo besarme, con solo sentirlo poco a poco Martín se ha metido en cada poro de mi piel y eso me está empezando a preocupar porque yo conozco perfectamente cuál es mi posición en esta historia, solo soy su amante, la persona con la cual firma un contrato, la cual llena de regalos y la invita a eventos sociales presumiéndola como su amante, pero jamás llegaremos a ser algo más que eso y lo peor de todo es que llegará el día en que él se canse de mí y consiga a alguien mejor, y yo quede olvidada. Justo ahora lo estoy viendo dormir luego de haber tenido una noche maravillosa de placer, pero esa noche lo sentí algo ausente como si algo lo perturbara. Intenté preguntarle, pero siempre me callaba con besos, como para que no preguntara más. -¿Qué me escondes? -suspiro. Me levanto de la cama, tomo la camisa de Martín y bajo las escaleras para recorrer su enorme casa. Tiene unos ventanale
Llego a la empresa con el ánimo por los suelos. Ana me pregunta si me sucede algo, pero la verdad es que no tengo muchos deseos de hablar del tema. Además, Ana no es que quiera mucho a Antonio por lo que me hizo, así que no comprenderá bien el dolor que estoy sintiendo ahora.-Es una alegría volverla a ver, señorita Molina - cuando volteo y veo al guapo al que le tiré el café.-Emilio, qué bueno verte - este me mira algo extraño, cosa que me pone nerviosa.-¿Qué sucede?-¿De qué?-Porque veo tus hermosos ojos apagados -cómo hace este hombre para leerme.-Cosas que pasan, Emilio-¿Quieres hablarlo con un café? - cuando voy a responder, la potente voz de Martín nos interrumpe.-¿Interrumpo algo? - dice mientras fulmina con la mirada a Emiliano.-Emm, no, señor Ferrer. Él es el empresario Emilio Rosales. Usted tiene una cita con él hoy -Emilio le extiende la mano.-Un placer conocerlo, señor Ferrer.-Igualmente, Lisa, tráenos dos cafés.-Espero esta vez no lo derrames encima de mí - dic