Como le prometí a Martín, comencé a ir a terapia cada semana. Las primeras citas eran bastante dolorosas para mí y siempre salía con los ojos inflamados, pero con el paso del tiempo, ese peso que cargaba se fue desapareciendo.Hoy cumplo dos meses de estar en terapia. No puedo decir que estoy cien por ciento curada, pero tengo una gran mejoría. Lo único que ahora me tiene preocupada es que durante todo este tiempo no hemos tenido noticias de Celeste.—Hola, amiga, ¿qué haces?—Amiga, estoy terminando unos documentos que Salva me pidió.—¿Qué te parece si nos vemos a la hora del almuerzo?—Sí, claro.—Perfecto, te dejo para que sigas con tus labores. Bye.Estos documentos sí que están muy largos; me tienen hasta estresada, pero bueno, al fin logro completarlos. Cuando me levanto, creo que lo hice muy rápido porque todo a mi alrededor se mueve, haciendo que vuelva a sentarme en mi silla.—Lisa, ¿tienes los documentos? —Cuando Salva levanta su cabeza, se acerca rápidamente a donde estoy—.
Estoy sentado al lado de la camilla donde se encuentra mi esposa. En ningún momento he dejado de tomar su mano; quiero que al despertar sea lo primero que vea.- Perdóname, cariño, debí protegerlos más.Por primera vez desde que el médico nos dio la noticia del embarazo, poso mi mano en su vientre aún plano. Una parte de mí se emociona al pensar que al fin se cumplió lo que tanto deseábamos, pero, por otro lado, estoy lleno de miedo porque no era el momento.- Hijo o hija, te prometo que esta vez sí los voy a proteger. No dejaré que ni a tu madre ni a ti les hagan daño.Dejo un beso en su vientre, pero unos quejidos me hacen separarme de golpe.- ¡Nena! Dios, al fin despertaste - ella abre sus ojos, pero estos se llenan de pánico.- ¡Ana, el bebé! - cuando intenta pararse, hace una mueca de dolor, así que la detengo.- Tranquila, ellos están bien, todo gracias a ti.- ¿Me lo juras? - dice ella con sus ojos cristalizados - Yo los tenía que salvar, Ana, no merecía pasar por lo que yo pas
Estaba más que feliz con la noticia de mis bebés, siento tantas emociones que no podría describirlas, ahora no paro de ver cosas de bebé o de decirle a Ana que me acompañe al centro comercial por cosas para los bebés, estoy maravillada con esto.-nena, llegue - corro prácticamente tirándome a los brazos de mi flamante esposo - alguien me extraño - dice con una sonrisa-te extrañé mucho, pero para esto - junto nuestros labios en un beso apasionado, ya que desde la mañana me urgía por estar así con él, pero se tuvo que ir rápido.Comienzo a quitarle su traje y sin pensarlo rasgó su camisa-nena,
LISA MOLINA- ¿En serio hiciste eso? - Ana se carcajea cuando le cuento lo que le hice a Martín hace unas noches.- Se lo tenía merecido, me molesta que piensen que porque estamos embarazadas somos unas locas hormonales.- Es verdad, a veces me provoca hacerle lo mismo a Marcos.- Pues deberías, bien merecido se lo tiene por arruinar mi noche ese día.- Créeme, está arrepentido, llegó bastante traumado después de verle las bolas a su hermano.Ambas nos volvemos a reír como locas tomando nuestro café.- Tengo que mostrarte algo - dice ella regalándome una sonrisa.- ¿Qué cosa? - Ella levanta un poco su camisa dejándome ver su vientre un poco abultado.- Ya va creciendo.- ¡Oh, por Dios! Es magnífico.- ¿Tú no sientes deseos de que ya se note? - suelto un suspiro al pensar en lo expuestas que quedamos.- La verdad, no. Cuando la prensa se enteró de mi embarazo todo empezó a ser una locura y facilitó las cosas para Celeste, aunque ella ya lo sabe, no quiero que nadie más lo sepa.- Debe s
Estoy sentado al lado de la cama donde se encuentra Lisa, ella ahora está sedada, pero a veces parece tener pesadillas porque se empieza a mover inquieta.- Hijo, ¿cómo está? - Tomé una fuerte respiración al recordar las palabras del médico.- Los bebés están bien, pero ese infeliz abusó de ella - mi madre se tapa la boca ahogando un sollozo, me acerco a ella abrazándola con fuerza.- Me casé con un monstruo, hijo, lo siento tanto.- Mamá, no fue tu culpa. Ahora lo que debemos hacer es rodear mucho a Lisa, iniciar de nuevo con terapias psicológicas, ayudar con su trauma y rezar para que mi esposa vuelva a ser la misma de siempre.- Ella es fuerte, sé que se va a sobreponer de este duro golpe - miro hacia donde se encuentra mi mujer y sonrío con algo de tristeza.- No lo sé, mamá.- Ten fe, hijo.Escuchamos unos quejidos que de inmediato me alertan.- Cariño - ella abre sus ojos, pero en ellos solo puedo ver miedo.- ¡Mis bebés! - toca su vientre repetidas veces, pero yo la tranquilizo.
LISA MOLINA-Ana, este vestido no me convence - me miro al espejo y parezco una foca con este vestido tan pomposo.-Tienes razón, ¿por qué no te pruebas uno que sea pegado al cuerpo?-No entraré en eso, por si no te has dado cuenta tengo dos bebés que me hacen ver más gorda que tú - mi amiga se ríe, mientras come el chocolate que tanto antojo tenía.-A ver, pruébate este - me pasa un vestido en corte sirena, con unos hermosos encajes en todo el vestido, tiene un pequeño escote y es de manga larga, pero tiene algunas transparencias.-Está precioso.-Lo sé, ahora pruébatelo.Me miro al espejo mirando embobada mi vestido de novia, definitivamente este es, estoy segura que Martín se irá para atrás cuando me vea.-¡Estás preciosa! - una lágrima cae por la mejilla de Ana.-¡Hey, no llores! - limpio su lágrima dedicándole una sonrisa.-Lloro de felicidad, después de tanto dolor y sufrimiento por fin van a ser felices - ay no, ahora la que va a llorar soy yo - no llores.-Todo esto me parece u
Nunca había estado tan nerviosa en toda mi vida; hoy, por fin, nos casábamos Martín y yo. Es una sensación tan extraña, pero maravillosa. Al fin vamos a tener lo que siempre hemos querido: un hermoso hogar, dos bendiciones que vienen en camino y ahora nos casaremos.—Querida, estás preciosa —le dedicó una sonrisa a Rox.—Gracias, Rox. Nunca te lo había dicho, pero has sido como una mamá para mí. Me brindaste el amor de madre y eso jamás tendré cómo pagarlo.—Oh, mi niña, tú también eres como una hija para mí, igual que Ana. Son mis consentidas porque mis hijos no dejan de sacarme canas —ambas nos reímos hasta que somos interrumpidas por Ana.—Tenían una reunión aquí y no me dijeron, qué malas.—Te ves preciosa. Esa pancita te hace ver hermosa.—Yo me siento todo, menos hermosa.—Qué dices, amor… Estás preciosa —Marcos toma de la cintura a mi amiga, mientras deja un beso en sus labios—. Qué hermosa estás, cuñadita.—¿Qué haces aquí?—Vengo a preguntar cuándo piensas salir, a mi hermano
Mi nombre es Lisa Molina, tengo 22 años y vivo en la Ciudad de México. Hace algunos años perdí a mis padres, así que solo quedamos mi hermano Antonio y yo. Mi hermano es policía y yo estoy en busca de trabajo, aunque nadie quiere contratar a alguien sin experiencia laboral. Nada ha sido sencillo desde la muerte de nuestros padres; el único que trae dinero es Antonio, pero su sueldo no es suficiente para cubrir todas nuestras deudas. Estamos en serios problemas económicos. -Lisa, me voy, recuerda que hoy tienes esa entrevista de trabajo - me dice Antonio. El trabajo es en una constructora muy famosa llamada Capital. Aún no sé cuál es el puesto, pero en este momento no me importa; lo importante es ganar dinero y ayudar a mi hermano, que ya no puede solo con los gastos. -Sí, tranquilo, ya me voy a arreglar para irme - respondo mientras se acerca y me da un beso en la mejilla. -Mucha suerte, hermanita - me dice. Mi hermano se va y, como siempre, le doy la bendición para que la Virgen l