- Ella solo es mi amante, tú sabes que para cosas del amor yo no estoy – joder, otra vez el corazón me duele.
- Eso dices ahora, pero no se sabe qué pueda pasar.
- Jamás me enamoraré de ella, Lisa es solo un pasatiempo. En algún momento me aburriré de ella como de todas – es un hijo de puta. Ojalá pase rápido eso, así recuperaré mi vida.
Estoy lista para ir a la dichosa cena, aunque las ganas de ver la cara a ese idiota las tengo por los suelos. Ahora que me veo con sus vestidos costosos, solo me provoca romperlos todos y devolvérselos.
- Lisa, ¿dónde estás? – abro la puerta de mi habitación y veo que mi hermano está otra vez bebiendo. La decepción regresa a mí.
- Estás tomando… Prometiste no hacerlo.
- ¿Dónde sacaste esa ropa? – M****a, esta ropa se ve muy cara y fina. Nosotros no tenemos dinero para pagar esa clase de ropa, Lisa. – Cuando voy a responder, tocan la puerta, así que mi hermano se apresura a abrirla. Juro que al ver quién es, casi me voy para atrás. Martín está parado frente a mi hermano, mirándolo de manera extraña, y luego mira la botella que hay en su mano.
- ¿Quién es usted? – pregunta mi hermano, mirando a Martín de arriba abajo.
- Soy el jefe de su hermana y vengo por ella. Tenemos una reunión importante – dice penetrándome con sus ojos brillantes que me derriten. Mi hermano me mira y luego lo vuelve a mirar a él.
- ¿Usted fue el que le dio la ropa?
- Así es.
- Usted no debería darle nada a mi hermana, y mucho menos esa ropa tan costosa. Para eso estoy yo – veo cómo Martín se ríe irónicamente y siento que en cualquier momento se va a armar la guerra de Troya.
- Antonio, cálmate. Estás muy tomado. Es mi jefe.
- Tranquila, señorita Molina. Yo le explico aquí a su hermano. Señor Molina, si le di esa ropa es porque quiero que mi personal se vea presentable y tenga lo mejor, más aún porque su hermana es mi asistente, mi mano derecha, la que me acompaña a todos los eventos y reuniones importantes. Ella necesita estar a la altura. No puedo creer que se haya inventado todo eso. Es obvio que es mentira. Es porque soy su m*****a amante. Mejor que en vez de estarme diciendo que no le dé cosas a su hermana, mejor deje de beber de esa manera y consiga un empleo, así deja de ser una carga para su hermana.
- Martín, ya basta – le digo, mirándolo con rabia, ya que él no debe meterse con mi familia. – Antonio, nos vemos más tarde. No tomes más. – Salimos de casa y nos montamos en el auto, pero yo estoy bastante enojada. ¿Cómo se le ocurrió hacer eso? No debiste decirle eso a mi hermano. – Martín pega un frenazo que juro que si no tuviera el cinturón de seguridad, me hubiera dado contra el vidrio. - ¿¡Qué te pasa!? ¡Estás loco!
- Porque se me hace que el causante de tus golpes es el imbécil de tu hermano – me quedo de piedra cuando Martín dice eso. Las palabras se fueron automáticamente. Tenía que defender a mi hermano, pero no me salían las palabras para defenderlo o para decir algo por él. – Tu silencio me lo confirma.
- Él no me hizo nada, Martín.
- No soy estúpido, Lisa. Tu hermano es tomador. No me sorprende que sea alcohólico. En cualquier momento se puede descontrolar y puede lastimarte.
- Mi hermano no me lastimaría. Bueno, ya lo hizo, pero no fue grave.
- Cuídate, Lisa. Si ese idiota se atreve a tocarte de nuevo, así sea un solo cabello, te juro que no tendré compasión de él.
- Martín está pasando por un mal momento.
- No le da derecho de desquitarse contigo. Bueno, sí tiene razón, pero es mi hermano y no le puedo dar la espalda.
- Dejemos este tema mejor. Quiero tener una bonita velada. – La cara de Martín cambia y acaricia mi mejilla.
- Yo también quiero tener una maravillosa velada. – Llegamos a un lindo restaurante con una vista a un lago enorme que está iluminado con luces y algunas velas. La noche está perfecta y Martín está bastante atento, pero todavía está en mi cabeza lo que él le dijo a su hermano… Yo solo soy la amante y jamás llegaré a ser algo más, aunque no entiendo por qué me estoy haciendo jodidas ilusiones.
- ¿Estás feliz en la empresa?
- Me ha gustado. Igual, llevo pocos días. Espero poder aprender mucho más. – Él se queda mirándome de manera extraña, como si quisiera decirme algo, pero justo cuando se decide, la voz de una mujer adulta nos interrumpe.
- Hijo, ¡qué sorpresa! – ¿Hijo? … Ay, lo que faltaba.
- Mamá, ¿qué hacen aquí? – Cuando volteo, veo a una señora mayor y a un señor también mayor, pero que se ven conservados. Los dos tienen rasgos que tiene Martín y marcos, lo que quiere decir que los dos son sus padres. Dios mío, qué vergüenza.
- Estábamos comiendo con tu padre, no pensábamos encontrarte aquí y tan bien acompañado – dice mirándome y luego se acerca – hola, mucho gusto. Soy Roxana, la madre de Martín, y él es mi esposo, Patricio.
- Mucho gusto, soy Lisa Molina – cuando le voy a dar la mano al señor Patricio, Martín me atrae a su cuerpo alejándome de él y me susurra.
- No te acerques a él.
- Ay, hijo, deja de ser así – menciona la señora Roxana – ¿están saliendo?
- Madre… – dice algo molesto Martín.
- Hijo, es que desde Celeste no te he visto con ninguna mujer – ¿Celeste? ¿Quién es ella?
- Madre, por favor – advierte Martín mirándola mal.
- Sé que están saliendo, así que Lisa te invito este fin de semana a mi casa a una comida con mi familia – m****a, qué incomodidad. Ahora qué digo.
- Madre, no creo que…
- Tú cállate – le dice su madre con mala cara. Lo que me causa risa es que él se queda callado como niño regañado – te espero, Lisa. Adiós, hijo mío – los padres se van y la verdad la situación se puso bien tensa. La señora Roxana no dejó terminar al pobre de Martín, lo calló de golpe.
- Joder… – maldice Martín – mi madre siempre me maneja con un dedo – y como si fuera un bipolar, empieza a reírse. ¿Qué le pasa?
- ¿Estás bien?
- ¿Te molesta ir a cenar a mi casa el sábado?
- Martín, yo no quiero que tu familia confunda las cosas.
- Diré que solo somos amigos, no te preocupes. Si no voy el sábado y no voy contigo, mi madre me mata – suelto la carcajada del siglo porque es chistoso escuchar a un hombre de 32 años temiendo a su madre.
- Todo un hombre y con miedo de mamá.
- Amo mucho a mi madre y no me gusta verla enfadada – terminamos de cenar y así nos dirigimos a la casa de Martín. Allí tomamos un poco de vino y, para estar más cómoda, me retiro los tacones. Él, al verme, sonríe – sabes, así, sin tacones, te ves más pequeña, pareces una niña.
- No te burles de mi estatura, idiota – bueno, sí, mido 1,56, pero qué importa, las chiquitas también tenemos lo nuestro – lo bueno viene en envases chiquitos – veo cómo sus ojos se oscurecen y luego me atrapa en sus brazos.
- Eso tengo que probarlo – junta sus labios a los míos y yo, sin pensarlo, correspondo. A pesar de lo mal que me siento, Martín se ha vuelto en una debilidad para mí. Este hombre sabe cómo y dónde tocarme, y en parte, esto llega a asustarme porque sé que esto va a terminar muy mal para mí – mi inocente Lisa.
Martín me cargó como a una princesa y me llevó hasta su habitación, depositándome en su enorme cama. Sentí cómo sus manos se encargaban de quitarme prenda por prenda hasta dejarme solo en lencería que él se encargó de comprar, pero de repente se detuvo. - ¿Qué pasa? - pregunté desconcertada. - Sigo vestido - me miró sin entender, hasta que me di cuenta de lo que quería… M****a, quiere que yo le quite la ropa. - Martín, yo… - Vamos, cariño, no seas tímida, soy todo tuyo - me arrodillé en la cama y con manos temblorosas comencé a desabotonarle la camisa, sin dejar de sentir su mirada penetrante. Cuando terminé con su camisa, me deleité con su cuerpo bien trabajado y, en un acto de valentía, decidí dejar varios besos en su pecho, logrando sacar varios gruñidos de placer. - Me encanta, vamos nena, sigue - continuó con la parte difícil... El pantalón. Tomé su cinturón, lo desabroché y luego bajé la cremallera, dejando a la vista su bóxer hasta que vi su enorme bulto. M****a, ¿todo eso i
MARTÍN FERRER Estoy en la oficina firmando unos documentos, aunque la señorita Molina no sale de mi cabeza ni un solo instante. Por primera vez en mi vida sentí que la noche de ayer fue especial, sentí que su cuerpo tocó mi alma… Estoy jodido, no me puedo enamorar de ella. Mi celular suena y observo que es Marcos, pero no tengo ánimos de hablar con él, así que le cuelgo. Pero vuelve e insiste, así que contesto. - Espero que sea importante, Marcos. - Lisa está en el hospital – ¿qué? - ¿En qué hospital? - Salgo disparado al hospital y en menos de 20 minutos llego, encontrándome con Ana y con Marcos, los dos con cara de preocupación – ¿qué pasó? – le pregunto a Marcos. - Estaba con Ana cuando ella recibió una llamada de Lisa pidiendo ayuda. Cuando fuimos a su casa, ella estaba tirada en el suelo, muy golpeada, y un hombre estaba tirado en el suelo, al parecer, es su hermano. Este hijo de puta, lo sabía, era él, ese idiota la lastimaba. Lo que no entiendo es por qué no me llamó a mí.
Hoy salgo del hospital, pero estoy preocupada por mi hermano Antonio. Desde que ingresé al hospital, no supe nada de él y recuerdo que lo lastimé ese día. -Lista? -pregunta Martín, que durante estos dos días que he estado en el hospital no se ha despegado de mí, aunque ha estado muy serio. -¡Eh, sí, vamos!- Durante el recorrido, me pierdo en mis pensamientos y ni siquiera me doy cuenta a dónde vamos hasta que llegamos a la casa de Martín. -¿Qué hacemos aquí? - pregunto. -Te quedarás aquí - dice seriamente. -Ni loca - respondo. -No te dejaré en tu casa con el loco de tu hermano. -Joder, mi hermano no está loco, Martín. Además, no me quiero quedar en tu casa. Yo no soy nada tuyo". -Pero es mi deber cuidarte, Lisa. -¿De qué mierdas hablas? Yo soy solo tu amante. No tienes obligación conmigo. -Por Dios, dame paciencia -dice, y sin que me lo espere, me carga con cuidado. Como no me puedo mover mucho, me tengo que quedar quieta mientras él me lleva a su casa, llevándome hasta una de
**Martín Ferrer** Estaba pasando por unas tiendas antes de ir a la empresa porque tenía que comprar unas cosas, pero me detuve en una joyería al ver un precioso collar de diamantes que sé que le quedaría precioso a bella e inocente Lisa. - Quiero el collar con unos pendientes – la chica me mira embobada, pero luego reacciona tomando todo lo que yo le pedí y empacándolo en una caja bonita. Cuando salgo estoy contento por la compra, ya que sé que a Lisa le encantará. ¿A qué mujer no le gustan las joyas? A todas les encanta el lujo y si Lisa se queda conmigo va a tener todas las que ella desee. Mi teléfono suena y veo que es mi madre. - Hola mamá. - Hola hijo, ¿cómo estás? - Algo ocupado, pero cuéntame ¿qué necesitas? - Quería preguntarte ¿cómo sigue Lisa? – mi madre, desde que la conoció, no deja de preguntar por ella. Si se entera de que es solo mi amante, me mata, eso es seguro. - Ella está mejor, madre. Incluso hoy se incorpora al trabajo. - ¿Tan rápido? ¿Por qué no le diste m
-¿¿Qué?? ¿Estás loco? Yo no pienso usas eso hoy y justo para la cena con tus padres - Vamos lisa será divertido, además solo lo probaremos cuando estemos tú y yo solos, pero necesito que te acostumbres a él por eso tienes que colocarlo ya – está me mira por unos momentos sin saber que hacer – no lo pienses tanto solamente colócalo nena – está suelta un suspiro y veo cómo levanta su vestido y baja sus bragas, joder que escena tan erótica, luego veo como introduce el pequeño vibrador y para probar que funciona tomo mi celular y lo enciendo haciendo que está peque un brinco -¡Joder! Martín dijiste que sería después - Quería probar – lo apago y ahora si enciendo el auto y manejo hasta la casa de mis padres, cuando llegamos mi madre nos recibe a los dos con un abrazo, pero en especial a Lis que de inmediato le pregunta cómo sigue -Estoy bien señora Roxana - Estábamos muy preocupados por ti, no es así querido – noto algo que no me gusto para nada y es que mi padre está mirando de más a
Es increíble las sensaciones que puede llegar a causar este hombre con solo tocarme, con solo mirarme, con solo besarme, con solo sentirlo poco a poco Martín se ha metido en cada poro de mi piel y eso me está empezando a preocupar porque yo conozco perfectamente cuál es mi posición en esta historia, solo soy su amante, la persona con la cual firma un contrato, la cual llena de regalos y la invita a eventos sociales presumiéndola como su amante, pero jamás llegaremos a ser algo más que eso y lo peor de todo es que llegará el día en que él se canse de mí y consiga a alguien mejor, y yo quede olvidada. Justo ahora lo estoy viendo dormir luego de haber tenido una noche maravillosa de placer, pero esa noche lo sentí algo ausente como si algo lo perturbara. Intenté preguntarle, pero siempre me callaba con besos, como para que no preguntara más. -¿Qué me escondes? -suspiro. Me levanto de la cama, tomo la camisa de Martín y bajo las escaleras para recorrer su enorme casa. Tiene unos ventanale
Llego a la empresa con el ánimo por los suelos. Ana me pregunta si me sucede algo, pero la verdad es que no tengo muchos deseos de hablar del tema. Además, Ana no es que quiera mucho a Antonio por lo que me hizo, así que no comprenderá bien el dolor que estoy sintiendo ahora.-Es una alegría volverla a ver, señorita Molina - cuando volteo y veo al guapo al que le tiré el café.-Emilio, qué bueno verte - este me mira algo extraño, cosa que me pone nerviosa.-¿Qué sucede?-¿De qué?-Porque veo tus hermosos ojos apagados -cómo hace este hombre para leerme.-Cosas que pasan, Emilio-¿Quieres hablarlo con un café? - cuando voy a responder, la potente voz de Martín nos interrumpe.-¿Interrumpo algo? - dice mientras fulmina con la mirada a Emiliano.-Emm, no, señor Ferrer. Él es el empresario Emilio Rosales. Usted tiene una cita con él hoy -Emilio le extiende la mano.-Un placer conocerlo, señor Ferrer.-Igualmente, Lisa, tráenos dos cafés.-Espero esta vez no lo derrames encima de mí - dic
Dejé caer el teléfono y caí de rodillas en el frío suelo, mirando hacia la nada, esperando que la tierra me tragara lentamente. Mi hermano... Mi única familia, mi héroe... Me dejó sola. Lágrimas de dolor se acumularon en mis ojos hasta que salieron por sí solas, y un grito desgarrador llamó la atención de todos los comensales. Por unos instantes, olvidé todo lo que me rodeaba, el mundo se cerró para mí, todo se vino abajo.- Antonio... No, Antonio - sollozaba.- ¡Lisa! - Martín llegó corriendo y se arrodilló a mi lado, tomándome de los hombros. - Lisa bonita, ¿qué pasa? - yo no lo miré, solo seguí repitiendo el nombre de mi hermano.- Antonio... ¿Por qué?- ¿Qué te hizo ese infeliz? - gritó enojado, pero rápidamente me volteé y lo tomé de la chaqueta.- ¡Está muerto!... ¡Mi hermano está muerto, Martín! - sollozaba con más fuerza. Martín se quedó de piedra, pero luego reaccionó, abrazándome.- Antonio... Pobre de mi hermano, murió solo, y ahora yo también me quedé sola.- No digas eso,