Martín Ferrer.
¿Qué se ha creído esa mocosa para negarse a mí, ¡a mí! Soy Martín Ferrer, uno de los hombres más poderosos de México y Latinoamérica... No se da cuenta con quién se metió. Miro su foto en la hoja de vida y luego algo empieza a maquinar en mi cabeza.
- Te voy a hacer la vida imposible, tanto que vas a terminar aceptando mi propuesta. - Llamo a Pérez, el investigador de la familia, y le pido que me envíe toda la información que tenga de ella, que busque cualquier punto débil donde yo me pueda aprovechar, así la tendré en mis manos.
- Oye, hermano, ¿hoy vas a la cena familiar?
- Marcos, sabes que eso no me gusta.
- Vamos, Martín, hace mucho que no vas a casa, mamá te extraña. – Juro que solo lo hago por mamá porque si es por el hombre que se hace llamar mi padre no iría.
- Está bien, vamos. – Luego de un rato, llegamos a casa. Como siempre, mi madre me saluda con un gran abrazo y un beso en la mejilla.
- Cuánto los he extrañado a mis hijos, en especial a ti, Martín, que nunca vienes a vernos. Tu padre y yo te extrañamos. – Miro a Patricio, alias papá, y luego a mi madre.
- Mucho trabajo, pero aquí estamos. - Le dedico una sonrisa a mi madre, que siempre está ajena a todo lo que ocurrió entre mi padre y yo.
- Vengan, pasen. – Antes de pasar, Patricio me detiene.
- ¿Qué quieres? - Mi voz se vuelve seria mientras lo fulmino con la mirada.
- Hijo, ya han pasado dos años. ¿No crees que es momento de dejar el rencor a un lado? – Lo miro y juro que quiero matarlo.
- Tú crees que yo me voy a olvidar de lo que me hiciste, peor aún, ¿de lo que le hiciste a mi madre? Y fuiste tan cobarde que nunca fuiste capaz de contarle.
- Hijo, fue un error.
- ¿Cómo un padre se mete con la prometida de su hijo? – Digo con los puños apretados– Dime, ¿cómo un esposo que tiene una esposa amorosa y maravillosa la traiciona de esa manera?
- Hijo, fue un error que estoy pagando caro.
- No lo has pagado del todo, porque no fuiste capaz de decirle a mi madre.
- Sabes que la mataría con eso.
- No lo sé, pero tampoco me pidas que te perdone porque eso no pasará. Tú para mí dejaste de ser mi padre el día que te vi justo un día antes de mi boda en mi cama revolcándote con mi prometida, con la mujer que amaba, con la mujer que pensaba compartir mi vida. Ese día, Patricio, acabaste con mi vida. – Antes de que le parta la cara, me largo de ahí y voy directo a la sala donde está mi madre y mi hermano. La historia se resume en que hace dos años me iba a casar con una mujer que decía que era el amor de mi vida. Para mí, era la mujer perfecta, y justo un día antes de la boda la encontré acostándose con mi padre. Ese día rompí el compromiso, ella se fue, y él muy cobarde me suplicó que no le contara nada a mi madre. No lo hice por él, sino por ella, porque sabía que eso la mataría. Esto solo lo sabemos él, mi hermano y yo, pero mi hermano intenta mantenerse a raya con todo, aunque tampoco es que esté muy orgulloso de lo que hizo mi padre, así que intenta no compartir mucho con él.
- Hijo, ¿ya lograste conseguir secretaria? – En ese momento, me acuerdo de la señorita Molina y una sensación entre rabia y algo de alegría me recorre el cuerpo.
- Estoy en eso, madre. Aunque muy pronto tendré una – secretaria y amante, todo será perfecto. Podré poseer su maravilloso cuerpo en cualquier momento del día. Solo de pensarlo, varias imágenes me llegan a la mente... Ay, señorita Molina, está haciendo estragos en mi mente. Mi teléfono suena y es Pérez. – Pido permiso, tengo que atender la llamada… Pérez, dime qué información tienes.
- Al parecer, la señorita Molina y su hermano tienen una enorme deuda con el banco y están a punto de perder la casa por retraso en el pago. – En ese momento, se me enciende el bombillo.
- Mueve tus contactos para que eso se adelante.
- ¿Está seguro, señor?
- Sí, y quiero que te encargues de que no consiga trabajo en ningún lugar. La quiero desesperada, ¿entendiste, Pérez?
- Sí, señor, como ordene.
- Perfecto. – Cuelgo la llamada y sonrío. En cualquier momento te tendré gimiendo en mi oficina, señorita Molina. Eso tenlo por seguro.
LISA MOLINA.
Miro el documento una y otra vez. La casa será rematada si no pagamos la totalidad de lo que debemos, y no tenemos ni un solo peso, aparte de que nadie me da trabajo.
- ¿Qué vamos a hacer? – Le pregunto a Antonio.
- No lo sé, voy a tener que pedirle prestado al chango. – ¿¡Qué!?
- ¡No! Ni se te ocurra, ese hombre es un matón. Si le pides prestado, será como venderle el alma al diablo.
- ¡Entonces, qué mierdas quieres que haga! – Grita desesperado.
- Vamos a mirar cómo salir de esta.
- Ningún banco nos va a prestar esa plata, Lisa. Sé realista. – Él se para y se va a trabajar. Yo, al rato, hago lo mismo, buscando empleo, hasta que choco con un pecho duro que por poco me hace caer. Menos mal soy sujetada por unas manos.
- Te tengo. – Esa voz.
- ¡Usted! – Me suelto de golpe al ver al señor Ferrer.
- ¿Cómo la trata la vida, señorita Molina?
- De maravilla. – Digo sonriéndole.
- Tanto que le van a quitar su casa por la de
uda que tiene. – ¿Cómo lo sabe?... Acaso...
- ¿Usted me investigó? Sabe que eso se llama violación de datos.
- Yo la puedo ayudar, pero sabe cuáles son mis condiciones. – Suelto una risa sin ganas.
- Sigue insistiendo con eso, señor Ferrer. Ya le dije, yo no soy su puta.
- Debería aceptar mi ayuda, es un buen trato.
- ¡No quiero su m*****a ayuda! Lárguese de mi vida. – Digo caminando dejándolo atrás. No pienso aceptar su m*****a propuesta, no pienso rebajarme tanto.
Paso todo el día buscando trabajo y nada que consigo algo. Me siento desesperada, pero mi desesperación y tristeza aumentan cuando veo a Antonio tomado y la casa destrozada.
- Pero ¿qué pasó aquí? – Me acerco a él y veo que sobre la mesa hay un papel. Al tomarlo, leo bien y ahí se cae todo: a mi hermano lo acaban de despedir. Ahora sí estamos en la inmunda, ya no tenemos ningún sustento – "Antón, ven, vamos a la cama, estás muy borracho".
- Déjame, quiero tomar.
- Hermanito, encontraremos una solución.
- ¡ME DESPIDIERON! – Cuando mi hermano grita, siento mucho, pero mucho miedo, así que doy dos pasos hacia atrás – Lárgate y déjame en paz – Subo las escaleras y me encierro en mi habitación a llorar, como cuando era pequeña, solo que ahora no está mi madre para consolarme. Ahora estoy sola y siento que me estoy quedando sin opciones.
- No tengo más opción – Tendré que hacer lo que tanto me negaba.
Ya estoy lista para ir a la empresa del señor Ferrer. Cuando bajo, veo que mi hermano sigue tirado en el sofá con dos botellas completamente acabadas. Dejo un beso en su mejilla.
- Te prometo que las cosas se van a solucionar – Salgo de la casa directo a la empresa. Cuando llego, todos me vuelven a mirar raro, pero Ana, como siempre, me recibe formal.
- El señor Ferrer la está esperando.
- Gracias, Ana – Sigo hasta la gran puerta y toco dos veces.
- Adelante – Tomo todo el aire posible, llenando mis pulmones, y abro la puerta. Cuando el señor Ferrer entra en mi campo de visión, veo que tiene una sonrisa en su rostro – Veo que regresó, espero que sea para darme buenas noticias.
- Vamos a dejar claro unas cosas, señor Ferrer. La primera, no voy a hacer esto por gusto, es por necesidad porque mi hermano y yo estamos pasando por un muy mal momento económico y me siento desesperada. Lo único que le voy a pedir son dos cosas: uno, que pague la deuda de mi casa, y lo otro, que deje que le pague la deuda trabajando aquí en lo que usted desee.
- Vas a ser mi amante, lo vas a tener todo. No tienes necesidad de trabajar.
- Señor Ferrer, en algún momento usted se cansará de mí, cosa que espero que sea pronto, así que yo necesitaré algo estable. Además, solo utilizaré sus cosas costosas cuando esté con usted. De resto, utilizaré lo que yo pueda pagar – Veo cómo se pone tenso.
- Eres una mujer muy testaruda – Dice con los dientes apretados.
- Solo pido eso, señor Ferrer, no pido nada más. Esas son mis condiciones para que sea su... amante personal.
- ¡¡NO LO DIGAS DE ESA FORMA, CARAJO!! – Su grito me hace pegar un brinco – Tú no serás mi amante personal, serás mía, SOLO MÍA.
- Vaya, no le veo mucha diferencia. ¿Qué es lo que hacen los amantes? … Follan, nada más – Este me sonríe y niega con la cabeza.
- Si esa es la mejor parte – Dice mirando con lujuria mi cuerpo – pero también me gusta que me acompañen a eventos importantes o que, de vez en cuando, me hagan compañía, cosas así.
- Como quiera, solo cumpla con su parte - Veo que marca a alguien y habla por unos minutos y luego cuelga.
- Solucionado, la deuda de tu casa fue saldada ahora – Saca de su escritorio un papel y un lapicero – Cumple con tu parte.
- ¿Qué es esto?
- Un contrato de confidencialidad, no quiero que te pongas a hablar de más.
- Oh, tranquilo, no me siento muy orgullosa de presumir que soy la amante del señor Ferrer, aunque estoy segura de que pronto esto se acabará, ya que usted se terminará cansando de mí y yo me libraré de usted – Firmo el documento y se lo entrego – Le puedo decir algo y no se ofenda.
- Sí – Dice serio.
Es usted un hijo de puta.
Llego a casa con una sonrisa luego de haberle dicho en la cara que era un hijo de puta. El hombre quería explotar de la rabia, pero antes de que dijera algo, me fui corriendo. Al rato, Ana me llamó diciendo que mañana comenzaba como asistente personal del señor Ferrer y que ella me iba a capacitar. - Hermano - corro hacia él y lo abrazo, pero este no lo hace. - ¿Por qué gritas?, me duele la cabeza. - ¡Conseguí trabajo! ¡Y logré pagar la deuda! - este me mira de una manera extraña y en menos de lo que yo pensé, este me sostiene con fuerza el brazo a tal punto de hacerme daño. - ¿Qué haces? ¡Me lastimas! - ¿Cómo conseguiste ese dinero? ¡Qué hiciste? - ¡Suéltame! No hice nada, solo le pedí un adelanto a mi jefe que se lo iba a ir pagando con mi trabajo. Ya suéltame, que me lastimas - este me suelta y puedo ver cómo su mano quedó marcada en mi brazo. - ¿Qué mierdas te pasa? - Más te vale que sea verdad - dice en tono amenazante. - ¿No te alegras de que conseguí trabajo y que solucio
Con lágrimas en los ojos, él me limpia las lágrimas con delicadeza, pero no se aparta de mí. -Espera a que te acostumbres, solo relájate - me dice mientras deja besos en mi cuello, labios y clavícula. Poco a poco, mi cuerpo se relaja y comienza a moverse. Siento que lo estoy disfrutando, pero mi mente está en otro lugar. Solo logro escuchar sus gruñidos de placer y cómo me dice lo mucho que le gusta lo apretada que estoy, lo hermosa y lo inocente que soy. Pero no puedo decir nada, estoy en otro lugar. Luego de un rato, él termina y se retira, lo que provoca un leve dolor en mi parte íntima. Él me mira y acaricia mi mejilla: "Me tienes fascinado". -No sé qué ves de fascinante en una virgen -Quiero corromperte, pero a la vez quiero que conserves siempre esa inocencia - maldito. -Estoy cansada, voy a dormir - me doy la vuelta y solo logro escuchar un suspiro de su parte. -Descansa - una lágrima rueda por mi mejilla y el asco hacia mí misma me golpea. Soy un desastre. A la mañana sig
LISA MOLINA Esto tenía que ser una broma, ni siquiera puedo ir a divertirme tranquila. Martín se convirtió en mi sombra. - Martín, salte del baño, alguien nos puede ver - veo cómo se acerca y, de un movimiento rápido, me sube al lavado, quedando mi vestido en mis caderas. - M*****a sea, Lisa, serás mi perdición. - No seré tu perdición. Eso lo dices ahora porque soy como tu juguete nuevo, pero cuando te canses de mí, me votarás como lo haces con todas - me mira con sus ojos penetrantes y, antes de que diga algo más, estampa sus labios sobre los míos, arrebatándome gemidos de placer. No sé qué tiene este hombre, pero hay que aceptarlo, besa de maravilla, sabe dónde tocar y cómo tocar… Me está volviendo loca. En un momento, siento cómo abre la cremallera de su pantalón y luego corre mis bragas a un lado, dando pequeños toques en mi intimidad. - M****a, estás tan húmeda - joder… Joder - me vuelves loco - siento cómo lentamente entra en mí. Por ser mi segunda vez, aún es incómodo, pero
- Ella solo es mi amante, tú sabes que para cosas del amor yo no estoy – joder, otra vez el corazón me duele. - Eso dices ahora, pero no se sabe qué pueda pasar. - Jamás me enamoraré de ella, Lisa es solo un pasatiempo. En algún momento me aburriré de ella como de todas – es un hijo de puta. Ojalá pase rápido eso, así recuperaré mi vida. Estoy lista para ir a la dichosa cena, aunque las ganas de ver la cara a ese idiota las tengo por los suelos. Ahora que me veo con sus vestidos costosos, solo me provoca romperlos todos y devolvérselos. - Lisa, ¿dónde estás? – abro la puerta de mi habitación y veo que mi hermano está otra vez bebiendo. La decepción regresa a mí. - Estás tomando… Prometiste no hacerlo. - ¿Dónde sacaste esa ropa? – M****a, esta ropa se ve muy cara y fina. Nosotros no tenemos dinero para pagar esa clase de ropa, Lisa. – Cuando voy a responder, tocan la puerta, así que mi hermano se apresura a abrirla. Juro que al ver quién es, casi me voy para atrás. Martín está par
Martín me cargó como a una princesa y me llevó hasta su habitación, depositándome en su enorme cama. Sentí cómo sus manos se encargaban de quitarme prenda por prenda hasta dejarme solo en lencería que él se encargó de comprar, pero de repente se detuvo. - ¿Qué pasa? - pregunté desconcertada. - Sigo vestido - me miró sin entender, hasta que me di cuenta de lo que quería… M****a, quiere que yo le quite la ropa. - Martín, yo… - Vamos, cariño, no seas tímida, soy todo tuyo - me arrodillé en la cama y con manos temblorosas comencé a desabotonarle la camisa, sin dejar de sentir su mirada penetrante. Cuando terminé con su camisa, me deleité con su cuerpo bien trabajado y, en un acto de valentía, decidí dejar varios besos en su pecho, logrando sacar varios gruñidos de placer. - Me encanta, vamos nena, sigue - continuó con la parte difícil... El pantalón. Tomé su cinturón, lo desabroché y luego bajé la cremallera, dejando a la vista su bóxer hasta que vi su enorme bulto. M****a, ¿todo eso i
MARTÍN FERRER Estoy en la oficina firmando unos documentos, aunque la señorita Molina no sale de mi cabeza ni un solo instante. Por primera vez en mi vida sentí que la noche de ayer fue especial, sentí que su cuerpo tocó mi alma… Estoy jodido, no me puedo enamorar de ella. Mi celular suena y observo que es Marcos, pero no tengo ánimos de hablar con él, así que le cuelgo. Pero vuelve e insiste, así que contesto. - Espero que sea importante, Marcos. - Lisa está en el hospital – ¿qué? - ¿En qué hospital? - Salgo disparado al hospital y en menos de 20 minutos llego, encontrándome con Ana y con Marcos, los dos con cara de preocupación – ¿qué pasó? – le pregunto a Marcos. - Estaba con Ana cuando ella recibió una llamada de Lisa pidiendo ayuda. Cuando fuimos a su casa, ella estaba tirada en el suelo, muy golpeada, y un hombre estaba tirado en el suelo, al parecer, es su hermano. Este hijo de puta, lo sabía, era él, ese idiota la lastimaba. Lo que no entiendo es por qué no me llamó a mí.
Hoy salgo del hospital, pero estoy preocupada por mi hermano Antonio. Desde que ingresé al hospital, no supe nada de él y recuerdo que lo lastimé ese día. -Lista? -pregunta Martín, que durante estos dos días que he estado en el hospital no se ha despegado de mí, aunque ha estado muy serio. -¡Eh, sí, vamos!- Durante el recorrido, me pierdo en mis pensamientos y ni siquiera me doy cuenta a dónde vamos hasta que llegamos a la casa de Martín. -¿Qué hacemos aquí? - pregunto. -Te quedarás aquí - dice seriamente. -Ni loca - respondo. -No te dejaré en tu casa con el loco de tu hermano. -Joder, mi hermano no está loco, Martín. Además, no me quiero quedar en tu casa. Yo no soy nada tuyo". -Pero es mi deber cuidarte, Lisa. -¿De qué mierdas hablas? Yo soy solo tu amante. No tienes obligación conmigo. -Por Dios, dame paciencia -dice, y sin que me lo espere, me carga con cuidado. Como no me puedo mover mucho, me tengo que quedar quieta mientras él me lleva a su casa, llevándome hasta una de
**Martín Ferrer** Estaba pasando por unas tiendas antes de ir a la empresa porque tenía que comprar unas cosas, pero me detuve en una joyería al ver un precioso collar de diamantes que sé que le quedaría precioso a bella e inocente Lisa. - Quiero el collar con unos pendientes – la chica me mira embobada, pero luego reacciona tomando todo lo que yo le pedí y empacándolo en una caja bonita. Cuando salgo estoy contento por la compra, ya que sé que a Lisa le encantará. ¿A qué mujer no le gustan las joyas? A todas les encanta el lujo y si Lisa se queda conmigo va a tener todas las que ella desee. Mi teléfono suena y veo que es mi madre. - Hola mamá. - Hola hijo, ¿cómo estás? - Algo ocupado, pero cuéntame ¿qué necesitas? - Quería preguntarte ¿cómo sigue Lisa? – mi madre, desde que la conoció, no deja de preguntar por ella. Si se entera de que es solo mi amante, me mata, eso es seguro. - Ella está mejor, madre. Incluso hoy se incorpora al trabajo. - ¿Tan rápido? ¿Por qué no le diste m