Alimceceg estaba asustada. Aquello era poco ante las emociones que sentía su corazón. La sensación de que podía morir allí entre aquella gente le arrebataba la tranquilidad de una manera alarmante. Se mantuvo tras sus primas mientras trataba de alzarse sobre la puntilla de sus pies. Sin embargo, hacer eso no le servía de nada si no podía escuchar lo que el khan Bulaq y su tío hablaban.
De repente, el khan Bulaq y el khan Sekiz Oghuz entraron a la tienda, pero el Khubilai Ilk quedó afuera, esperando a que su hermano terminara de explicar el paso de la caravana por el corredor que políticamente no pertenecía a los Bulaq, pero que ancestralmente sí lo era.
El Khubilai Ilk avanzó hacia donde se encontraba su hija y sus sobrinas. El rostro del hombre estaba desencajado, tal vez tenso por la peligrosa situación.
Alimceceg apresuró el paso hasta llegar al lado de su
Alimceceg corrió a través de la pequeña zona boscosa que rodeaba al campamento de la casa Batun. Se alejó lo suficiente como para asegurar su propia vida, pero aun así era imposible que ella pudiera sentirse tranquila. Lo que le había pasado a su familia era terrible, simplemente desastroso.La casa Batun había desaparecido, el Khubilai Ilk había sido asesinado y con él, también había muerto el prestigio y existencia de la casa misma.Cuando Alimceceg, fue consciente de que estaba desamparada, de que no tenía padres y que se encontraba sola en un bosque lleno de lobos y criaturas nocturnas, se desesperó hasta el punto de la locura. Su cerebro no quiso trabajar correctamente.Aunque sus zapatos se habían roto y las energías también las tenía acabadas, Alimceceg se obligó a seguir caminando en medio
Tuva Eke estaba solo en su habitación cuando tuvo una nueva crisis. Muy pocas veces le pasaba eso a Tuva Eke, pero desde que ingería el veneno blanco, tenía arranques de ira o miedo después de cada toma del narcótico. Ese efecto secundario no era peligroso para él, pero sí bastante atormentador, porque ni siquiera podía controlar aquello que le atacaba, era como una fuerza externa que le dominaba hasta la locura.Tuva Eke sudaba demasiado, la respiración se le dificultaba y también sentía que su corazón palpitaba de manera exorbitante, tanto que tenía la sensación de que en cualquier momento se le iba a estallar dentro del pecho.Sin embargo, todos esos padecimientos eran insignificantes comparados con las ilusiones que su mente hacía. Sí, Tuva Eke siempre regresaba en el tiempo, justo cuando Anuska, su madre era atravesada por las
La caravana entró al campamento Karluk cuando todavía era de madrugada. Hacía frío, tanto que incluso Alimceceg se restregó las manos contra los brazos buscando calentarse. De reojo vio su albornoz, lo único que podía cobijarla, pero que estaba mojado. Alimceceg se enojó con ella misma por no haber pensado bien las cosas cuando decidió enfrentarse esos delincuentes. Ahora, su abrigo de lana estaba empapado, lejos de ser cálido y seco. Alimceceg no solo sentía frío, sino también sentía nervios. Su estómago se revolvía y unas ganas enormes de llorar la amenazaban constantemente. Pero ella sabía muy bien que no iba a llorar frente a toda esa gente, esperaría a quedar sola y solo ahí lloraría por todas sus pérdidas. Finalmente, los guardias apostados en la entrada del campamento permitieron la entrada de la caravana llena de esclavos. Era mitad de semana, lo que significaba venta indiscriminada de prisioneros a toda la estirpe noble de la re
Alimceceg miró a Tuva Eke sin poder entender claramente lo que él le decía. Todo era tan confuso, y no lograba hacer que su cerebro funcionara tan ágilmente como lo deseaba.—¿Su apellido? —preguntó confundida—. No lo entiendo, señor Yul. Además, ¿quién es su padre? Y por qué estaría interesado en protegerme… La verdad es que estoy muy desorientada con lo que dijo.Tuva Eke intentó moverse un poco hacia adelante, pero al final desistió, pues de haberlo hecho, pondría en evidencia su cojera. De repente, acudió de inmediato a su cabeza las palabras dichas por la quinta señorita cuando la conoció. El mismo día que ella se coló en la torre septentrional:“Prefiero morir mil veces”Tuva Eke conocía que la señorita Alimceceg era org
Tuva Eke se levantó afanadamente y se cubrió la cabeza, como cuando un niño se protege de ser golpeado cuando comete una travesura. Temblaba, y poco a poco empezó a sollozar frente al khan, su padre.Alimceceg lo miró impresionada. La actuación simplemente era perfecta. ¿Cómo era posible que Tuva Eke fuera el mismo señor Yul que la había engañado?Volvió a sentir vergüenza, pero no por sentirse idiota, sino por haberlo tratado tan mal, pues después de todo, había hablado pestes de él. Sin embargo, él no parecía sentirse demasiado enojado, al contrario, siempre muy moderado y frío.La parte ambiciosa de Alimceceg se activó. Un hombre de baja atención parecía convertirse en la máxima revelación de la vida de ella.En los años que llevaba con vida, que eran unos veinte, Alimce
Los cantos de las casamenteras no eran muy alegres, pero eso no le importaba a Alimceceg, pues ella le interesaba únicamente, que al final de toda la ceremonia y los ritos protocolarios, la recompensa estuviera allí esperando. Ella se convertiría en pariente cercana de la tribu Karluk y con eso, saldría del anonimato que tanto la había atormentado en la vida. Ella, Alimceceg Batun ya no sería la señorita más insignificante de su casa. De ahí en adelante, ella sería una señora. Sí, tendría su propio hogar, tendría un esposo… Su ardiente deseo de convertirse en una persona de renombre por fin podría empezarse a cumplir. Alimceceg sabía que el recorrido no iba a ser fácil y que se iba a tener que enfrentar con muchos adversarios que lucharían por el mismo objetivo que ella.Solo había un final: ganar o morir. Un final significaba la victoria y el otro la derrota. Solo el más apto ganaba, porque ni siquiera la fue
Alimceceg despertó sintiéndose relajada. El sueño había sido largo y profundo, muy revitalizador. El sol asomó ligeramente en la habitación mientras ella iba abriendo los ojos.Estando acostada sobre le amplio lecho se dio cuenta de que su vida no podía seguir siendo la misma de antes. Ella no podía ser la Alimceceg que se había dejado intimidar por otros, la niña débil y sin atención de la casa Batun.Pensando en ello, Alimceceg se sentó sobre el lecho y seguido a ello gritó asustada. Dos mujeres jóvenes estaban frente a ella y a un lado de la habitación, Tuva Eke se encontraba sentado esperando que ella se despertara.—¿Qué pasó? —interrogó todavía sobresaltada.&mdash
Alimceceg regresó a la torre rápidamente. Después de hablar con Altai tegim se había sentido mal. Las ganas de recorrer el lugar la abandonaron. Su ánimo decayó y ella supo por qué. Se sintió decepcionada de sí misma, no por haber aceptado la propuesta del tegim, sino por el hecho de haber sopesado la idea de traicionar a Tuva Eke. ¿Por qué se comportaba de esa manera?Cuando llegó a la torre, los ojos le escocían, así que lo único que deseaba era ir a su habitación y llorar hasta el cansancio. Sin embargo, se detuvo tras la puerta medio abierta que conducía a la habitación de su esposo. La empujó ligeramente logrando ver la figura del hombre mientras este hablaba con el señor Yul. Alimceceg no resistió estar afuera, por lo que decidió entrar.—Deberías cerrar la pueta, alguien podría darse cuenta