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Capítulo 1. El villano del cuento

Isaac Holton

Los hombres caen como moscas a mi alrededor, el sonido de las balas rompiendo el aire zumba en mis oídos, pero, aún con todo el caos que me envuelve, lo único en lo que mi mente puede pensar ahora, es en esos penetrantes ojos azules que me desafían con cada pestañeo.

Me importa una m****a esta absurda guerra, tanto, que ni siquiera recuerdo el verdadero motivo de estar aquí; sin embargo, ella me lo pidió. Se atrevió a dejar su orgullo de lado y suplicar por mi ayuda, así que, supongo que es importante.

Una bala muerde mi hombro haciéndome gruñir, y debo introducir mis dedos para sacarla antes de que se entierre y me impida continuar. Nada me impedirá regresar hoy mismo a su lado, y hacer cumplir la promesa que ha quedado pendiente entre ambos, una que cambiará nuestra vida para siempre, aunque, no de la manera en que ella piensa.

«Voy a disfrutar tanto hacerla sufrir, voy a saborear cada segundo de su presencia en mi casa» esa simple idea me hace burbujear la sangre y me transformo con renovada energía, la cual me da el impulso que necesito para desgarrar la garganta de los tres hombres que se abalanzan sobre mí. Su sangre me asquea, los recuerdos me atacan y el sentimiento de soledad me invade, provocando que pierda la concentración y otra bala se incruste en mi espalda.

No la alcanzo, no en esta forma, y debo continuar peleando con ella en mi cuerpo.

No puedo negar el miedo que siento al volver a mi estado salvaje, y no tener la certeza de poder regresar a mi humanidad, pero, no puedo continuar viviendo con el temor de mi naturaleza, así que me olvido de todo por el momento y me concentro en terminar lo más pronto posible con la tarea, con tal de regresar a cobrar mi recompensa.

Entramos a la fortaleza que guarda lo que venimos a buscar, y de inmediato comienzo a preocuparme: son muchos hombres, con muchas armas poderosas que podrían acabarnos en minutos, sin duda debo concentrarme y dejar de fantasear con la vida de m****a que le daré a cierta rubia caprichosa que se ha vuelto mi único incentivo para seguir con vida.

Me sorprende lo bien sincronizado que está el equipo, como si no fuese la primera vez que nuestras manadas se unen en la batalla. Poco a poco vamos acabando con el enemigo en común y cuando parece que hemos ganado, un disparo rompe el silencio y el gruñido de dolor que se escucha tras el impacto, proviene del ser a quien con gusto dejaría morir, sin embargo, un recuerdo invade mi mente y mi cuerpo actúa por inercia yendo a socorrer a uno de los seres que por tantos años he odiado.  

«“Cuida de mi hermano, por favor”» La voz de Victoria retumba en mi cabeza y me obliga a actuar como un sirviente de sus órdenes. «“Ya me has arrebatado a uno, no permitas que pierda al único hombre que queda en mi vida”» recuerdo también y la sangre me hierve al saber que para ella no soy nada, pero eso cambiará en cuanto regrese y me una a ella definitivamente.

***

La pelea fue más difícil de lo que pensé que sería, pero, lo que nunca imaginé fue hacer un buen equipo con el enemigo, o, a quien por años creí mi enemigo.

Una vez cumplido el propósito de la misión, reunimos a los hombres -por suerte no perdimos a ninguno-, y regresamos a la manada de Verti, desde donde partió esta aventura que termina hoy.

Una extraña emoción hace latir mi pecho con fuerza con cada kilómetro que nos acercamos al territorio de Luna Creciente. Es de noche para cuando llegamos a la manada y el sabor del triunfo invade mis sentidos y mis manos sudan al ver la casa a lo lejos.

Salgo del auto, mientras que mis hombres sacan a Verti rengueando, debido a la herida de bala que aún lleva incrustada en la cadera y lo hace tambalear. Las mujeres salen de la casa al darse cuenta de nuestra llegada: la Luna de Verti, su madre y… ella, la hermosa rubia caprichosa que sostiene mi mirada por largos segundos, y escanea mi cuerpo en busca de algo que no encuentra, pasa de largo hasta llegar a su hermano herido, dejándome a un lado sin dirigirme la palabra.

—¡Hermano!, ¿estás bien? —inquiere preocupada,

«Yo también lo estoy, por cierto» pienso después de ser vilmente ignorado, pero ¿qué esperaba?, ¿Que corriera a mis brazos y me dijera lo mucho que temió por mi vida?, ¡por favor! Como si en verdad me importaran sus preocupaciones. De cualquier manera, se irá conmigo, quiera o no.

Me doy la vuelta al entender que no pinto nada en esa cursi escena, pero, apenas doy un paso, su voz me detiene haciéndome sonreír para mis adentros:

—Estás herido —dice colocando su pequeña mano sobre mi espalda. Una corriente eléctrica recorre mi columna, pero me obligo a ignorar la sensación y me doy la vuelta para enfrentarme a la dueña de todos mis pensamientos últimamente.

—No es así —desmiento su declaración.

La rubia se acerca a mi pecho, provocando que mi tórax se agite con violencia; rodea mi espalda con su brazo y, cuando pienso que va a besarme, la muy m*****a introduce un dedo en la herida de mi omóplato que no recordaba que seguía ahí.

—Ah, ¿no? —cuestiona mostrándome su mano ensangrentada, haciéndome sisear por el dolor repentino que atraviesa mi piel.

—Perra —susurro solo para que ella me escuche.

—Siempre. —Sonríe altiva obligándome a igualar el gesto.

—¿Me extrañaste, mi luna? —La sonrisa se esfuma de su rostro y retrocede alejándose un paso de mi alcance—. ¿Lista para irnos a casa?

—Aún no —responde seriamente—. Debemos atender a los heridos, no esperarás que nos vayamos así, ¿cierto?, son tu gente…

—Nuestra —la corrijo—. Serás su luna, que no se te olvide —ordeno autoritario, retomando mi camino de nuevo.

—¡Holton! —me llama por mi apellido deteniendo mi paso—. ¿A dónde vas?

—A buscar un lugar donde pasar la noche, o ¿me recibirás en tu cama?

—Idiota —sisea rodando los ojos—. Debes tratarte esa herida, mi madre atenderá a… nuestra gente —murmura con sarcasmo—. Hemos habilitado el gran salón para que puedan descansar, puedes quedarte… si quieres.

—Preferiría tu cama, pero me conformo con una habitación —regreso a su lado—. Siempre puedo escabullirme más tarde —murmuro sobre sus labios.

—¿Sabes qué?, lárgate mejor, no estoy para estupideces —increpa molesta yendo hacia la casa. Ya el resto ha entrado y la sigo unos pasos atrás dejando de lado el juego. En verdad me siento cansado y no puedo negar que un baño y una cama limpia me caerían muy bien.

Entramos a la casa que aun es la protagonista de mis peores pesadillas, y mi mirada trata de evitar a toda costa el enorme comedor que he soñado tantas veces; no es el mismo de aquel entonces, sin embargo, el sentimiento sigue intacto como si la escena hubiese sido ayer.

Retiro la vista con asco y voy hacia el lugar donde están siendo tratados mis hombres. Son alrededor de 15 los que han requerido ayuda, todos con esas malditas balas incrustadas que duelen como la m****a, sin duda no son comunes, sino que fueron diseñadas especialmente para hacer daño a los de mi especie.

—Isaac. —La mujer de mediana edad, tan parecida a cierta rubia caprichosa, me llama desde lo lejos y me acerco a ella sin saber por qué de pronto me siento tan nervioso—. Me informaron que estás herido —dice con incomodidad esperando mi reacción, y me doy cuenta de que es la primera vez que hablamos.

—No es nada —digo restándole importancia al asunto, aunque comienzo a sentirme mareado debido a la pérdida de sangre; sin embargo, lo único que quiero es retirarme de enfrente de la mujer a quien me atreví a arrebatarle un hijo a sangre fría.

—Bueno, déjame decidir eso a mí. —Rodea mi cuerpo deteniéndose en mi espalda y murmura una afirmación—. Permíteme ayudarte —pide con una amabilidad que no me merezco, y no puedo negarme a su generosidad. Acepto a regañadientes y me dejo curar por ella sin decir nada más; el momento es incómodo para ambos y quisiera acelerar el tiempo con tal de huir de su presencia.

Después de aproximadamente media hora en la que retira la bala de mi cuerpo y desinfecta la zona, me levanto de la camilla improvisada, esperando que mi cuerpo haga el resto. Agradezco su ayuda y sigo sus indicaciones que me llevan hacia la habitación donde pasaré la noche sin poder creer en lo irreal de la situación, en la ironía de tener que dormir bajo el mismo techo que mis enemigos.

Llego al cuarto y lo primero que hago es tomar una ducha y salir de nuevo a la habitación, mi maleta ha sido traída por uno de los miembros de mi manada y me visto con algo cómodo antes de recostarme a descansar. No pasa mucho tiempo antes de que logre caer rendido y me dejo llevar por el sueño que me deja en la inconsciencia.

***

—Te amo, mi amor, nunca lo dudes —Sus labios impactaron con los míos en un beso dulce que bajó mi guardia por completo. El cuerpo de la hermosa mujer vibró bajo el mío cuando nos hicimos uno por primera vez, consumando el acto con el que afirmamos nuestro lazo ante la luna.

—Quédate conmigo —le rogué como tantas otras veces lo hice, pero de pronto, sus labios me quemaron, y su cuerpo comenzó a desvanecerse entre mis dedos como la arena.

El escenario cambió y la habitación se transformó en un salón lleno de gente a la mesa, los gritos resonaron en el lugar, y la sangre en mi boca comenzó a asfixiarme al darme cuenta de lo que había hecho. El cuerpo sin vida de un joven yacía en el piso y mi compañera, a la que había tomado tantas veces, se quitaba la vida frente a mis ojos.

—¡¡No!! —El grito que salió de mi garganta estremeció la habitación y el dolor se convirtió en un ente más grande y poderoso que amenazaba con desgarrar mi piel desde el interior de mi cuerpo.—¡¡NO, otra vez no, por favor!!

—Holton, despierta, ¡Hey! —Me doy vuelta sobre la cama, dejando inmóvil a mi oponente. Abro mis ojos con la respiración hecha un desastre y trato de ubicarme en tiempo y espacio; tardo un poco en reaccionar, pero, al ver a la mujer que yace bajo mi cuerpo, la ira se dispara en mis venas y mi grito la hace temblar confundida.

—¡¿Qué haces aquí?! —espeto furioso, cobrándome con ella el desagradable sentimiento que bulle en mi pecho.

—Estabas gritando —responde temblorosa tirando de sus manos que siguen sujetas con fuerza por las mías.

—¡Largo! —grito soltándola y apuntando hacia la puerta de la habitación.

—Solo trataba de ayudar. —Se levanta sobando sus muñecas lastimadas por mi brutalidad, pero no me inmuto, me vale una m****a que le duela, por el contrario, espero que lo haga. Ella y todas las de su clase merecen sufrir eso y más, esto es solo un adelanto de lo que le espera a mi lado.

—¡¡Que te largues he dicho!! —Tiro de ella expulsándola de la habitación y cierro la puerta de un golpe regresando al interior con la cabeza hecha un lío.

Durante años me han visto como el villano del cuento, hoy la luna me ha dado la oportunidad de hacerlo realidad y no pienso desaprovecharla. Les haré pagar cada minuto que tuve que sufrir lejos de casa, lejos de ella… pero, sobre todo…

Lejos de mí.

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Hola mis lobit@s, les doy la bienvenida a esta nueva historia. Sé que dije que podrían leerla sin necesidad de leer las anteriores, pero, después de analizarlo por largo rato, decidí que no es posible, pues tendría que regresarme mucho en la trama y no se me hace justo que vuelvan a leer cosas que ya han leído en las otras novelas. Así que, al grano, continuaremos desde donde nos quedamos y espero que si son nuevos en la manada, no les moleste tener que regresar a leer (si no lo han hecho, claro), de cualquier manera, todo se irá aclarando confrome avance la trama. 

Espero que sea de su agrado y, como siempre, me gustaría leer sus comentarios.

Les mando un besote. Muchas gracias por el apoyo ;) 

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