IsaacObservo mi reflejo a través del espejo y me siento ridículo. El moño en mi cuello me asfixia casi tanto como la idea de compartir mi vida con esa mujer, y si no fuera por la inquietud que ha demostrado la manada ante su presencia, dejaría las cosas como están sin necesidad de armar todo este circo; pero quieren a su luna, necesitan un ejemplo de estabilidad y compromiso que no puedo darles por mi propia cuenta. Tengo que demostrarles que no volveré a desaparecer, o comenzará la incertidumbre y con ella las traiciones.Salgo de la recámara, escuchando el alboroto tras la puerta frente a mí, observo la pequeña caja que alberga el anillo de compromiso que nunca le di, y pienso en entrar y dárselo ahora, pero es mi tía quien me detiene.—¿Qué haces?, no puedes entrar ahí, es de mala suerte ver a la novia antes de la boda —me explica con horror, como si algo malo pudiera sucedernos si me atrevo a verla solo minutos antes de la ceremonia.—Tonterías —digo. Tomo el pomo de la puerta de
IsaacDejo a Victoria en su habitación y voy a la mía. Intento relajarme y dormir un poco, pero la incomodidad en mi pecho me lo impide. Salgo a la pequeña terraza a tomar aire y la oscuridad de la madrugada en su hora más densa me hace apreciar con mayor facilidad las estrellas en el cielo. Esta noche no hay luna.Mis manos se aferran al barandal con fuerza, el malestar regresa con una punzada que sacude mi cabeza y me hace temblar el cuerpo. No sé cuánto tiempo podré soportar esto, pero a veces solo desearía nunca haber regresado a esta vida.Trato de ignorar la necesidad de cruzar el pasillo y terminar con lo que inicié, pero esa posibilidad murió en el momento en que dejé que el odio que siento hablara por mí. Mi respiración se vuelve pesada y mi animal gruñe desde adentro. La necesita. Yo la necesito. Es indiscutible el maldito lazo que nos une, tanto como el hecho de que detesto todo lo que ella representa.Mis pies me traicionan y salgo de mi habitación enfurecido conmigo mismo
VickyHan pasado dos semanas desde que mamá regresó a Luna creciente y no podría extrañarla más. Los días se han vuelto interminables estando encerrada en esta enorme, pero desolada mansión, sin alguien más con quien compartir mi tiempo. Maggie ha sido mi única compañía, no puedo ser injusta; la mujer se ha ganado mi confianza en el poco tiempo que tengo de conocerla y, aunque no siempre puedo decirle todo lo que pasa por mi cabeza, por obvias razones, siento que podría contarle cualquier cosa sin temor a que me juzgue.Ava ha sido otro pilar que ha evitado que me derrumbe como tantas veces he estado a punto de hacer, sin embargo, a ella no puedo decirle la verdad sobre mi unión con su Alfa, no porque no le tenga la suficiente confianza, sino por que tengo miedo de la reacción de este si llegase a descubrir que he hablado de más. Esa fue una de las reglas que acordamos, y debo respetarla.Después de la humillación que recibí por parte de Isaac no hemos vuelto a tener un acercamiento d
Vicky Un cosquilleo en mi nariz me despierta y la dulce risita de Harry, que me observa acariciando mi rostro, es lo más bello que me ha pasado a lo largo de estos días. Me levanto tomándolo en brazos y jugamos un rato con sus juguetes, hasta que comienza a chupar sus manitas como dijo Ava que hace cuando tiene hambre, así que lo cargo, tomo lo necesario para prepararle su mamila y bajo con él a la cocina. Escucho ruidos que provienen de la misma, y veo a Maggie preparándose un té. —Hola, Maggie, ¿me puedes ayudar por favor? —Hola, cariño, no escuché cuando llegaste —dice desde la estufa sin voltear a verme—. ¿En qué te ayudo? Agacho la mirada a la pañalera que he puesto sobre la barra del desayunador, mientras busco la mamila y la leche de fórmula para Harry. —¿Sobró un poco de agua caliente? —pregunto sin recibir respuesta—. ¿Maggie? —Volteo a verla cuando noto que se ha quedado callada. Sus ojos llorosos me alarman de inmediato y me asusto al pensar que pueda sentirse mal—. ¿Qu
VickyDespierto enojada, aburrida y extrañamente acalorada. Bajo a la cocina y tomo el desayuno escuchando a Maggie sin ponerle atención realmente. Isaac no ha bajado aún. Anoche lo escuché gritar de nuevo y a pesar de decir que me alegro de su sufrimiento, en ocasiones me gustaría entrar en su mente y saber qué es lo que lo atormenta de esa manera. Su conciencia, por supuesto, pero; quisiera saber cuál parte de la historia es la que más le duele.Termino de comer y vago un rato por la casa, hasta que escucho su voz desde el pasillo cuando camino frente a su oficina. La empleada le dice algo, y es mi loba quien reacciona como siempre que siente la presencia de Mary.Me quedo de pie junto a la puerta de su despacho, observando cómo la chica lo atiende con esmero y sumisión. Es tan linda, que en otras circunstancias me agradaría conocerla, pero, no hoy; no cuando posa su mirada en mi compañero y le es imposible disimular el amor que se desborda por sus ojos.Isaac no se da cuenta, ni si
VickyAgradezco con el alma que Isaac sea tan grande, y que su saco cubra más debajo de mi trasero, o ahora mismo estaría mostrando mis atributos por toda la casa. No sé de qué manera sentirme con lo que acaba de pasar. Quisiera ser más mojigata y decir que fue un error, que me arrepiento y que no volverá a suceder, pero, la verdad es que lo disfruté bastante.En teoría, no debería de sentir vergüenza o arrepentimiento; es mi esposo después de todo, pero la realidad es que no tengo idea de cómo haré para verlo a la cara de nuevo.El cuerpo me duele con cada paso que doy mientras subo las escaleras hacia mi habitación. No recuerdo la última vez que tuve acción, pero, sin duda, nunca había hecho algo tan intenso como esto. Las pocas veces que tuve sexo con Jonathan fueron… buenas; sin embargo, nunca llegué a sentir nada espectacular. Nada lo suficientemente bueno como para recordarlo, mucho menos para sufrir las consecuencias dolorosas que el encuentro con Isaac me están causando.Con c
VickyPierdo el control de mi cuerpo por unos segundos, para después sentir cómo el otro lobo me hala de una pata haciéndome lloriquear por el dolor. Veo a Holton dejar inconsciente al otro y acercarse apresurado en mi dirección. Me muerde del cuello queriendo recuperarme, haciéndome daño por igual.El lobo me suelta y ataca a mi compañero. Él lo recibe enfurecido y lo último que veo es cómo se debaten en una guerra de mordidas y gruñidos que, estoy segura, resultará en muerte.“Corre” —ordena su voz en mi mente. Dudo de dejarlo aquí, pero reitera su mandato haciéndome reaccionar—. “¿Qué esperas para irte?, ¡Largo!”Corro lo más rápido que me permiten mis heridas y deshago el camino andado con la sensación de ser perseguida, así como el arrepentimiento de haberlo dejado solo después de haberme salvado.Llego a la casa y espero por él en el patio. Retomo mi humanidad y me coloco la bata que se encontraba justo donde la dejé. Pasan largos minutos y comienzo a desesperarme cuando no regr
Isaac El bolígrafo se rompe entre mis dedos por la presión que ejerzo sobre él. Llevo más de una hora intentando firmar la pila de contratos y permisos que se encuentran en el escritorio, pero simplemente no logro concentrarme; todo lo que sucedió ayer me tiene completamente distraído. Sobre todo, lo que pasó aquí mismo con cierta rubia indomable que me saca de mis casillas y me orilla a hacer cosas que no quiero…, bueno, no voy a negar que lo disfruté más de lo que me gustaría admitir. Observo el escritorio y el recuerdo destella en mi memoria. Cada centímetro de su perfecta piel vibrando ante el deseo, cada empuje que me llevó a la locura. Su cuerpo estrujando al mío tan deliciosamente que, de solo pensarlo, mis vellos se erizan y mi miembro palpita con necesidad. Todo deseo se ve opacado cuando pienso en el ataque. El odio que sentí al ver cómo ese bastardo trataba de tomarla por la fuerza… nunca había experimentado algo igual, ni siquiera cuando supe lo de Alicia. En aquella oca