Isaac —He dicho que no, Victoria, por favor entiende… —Pero, Isaac —refuta frunciendo el entrecejo con molestia—. No puedes mantenerme en esta casa como a una prisionera. ¡Ava me necesita! —Victoria, conoces la situación —intento razonar con ella, pero se ha empeñado en acompañar a su amiga a una de las ceremonias que ambas han organizado, y la idea de que se exponga de esa manera me vuelve completamente loco. —Harry nos acompañará —suplica acariciando mi pecho de manera melosa, cambiando su estrategia. Sabe que cualquier día podría convencerme solo con una mirada, pero hoy es diferente; las últimas amenazas han sido especialmente violentas y temo que en cualquier momento ese demente se atreva a cumplirlas. —Lo siento, pero la respuesta es No, y es mi última palabra. —¡Agh! —me da un empujón que no logra moverme, e intenta huir de mi agarre, pero soy más rápido y la atraigo nuevamente a mi pecho. Victoria evita mi mirada, por lo que tomo su barbilla y la elevo hasta que sus ojos
Vicky —Me parece increíble que otra vez pueda salir libremente, sin pensar en que un loco me está acechando desde los rincones. —¿Libremente? —cuestiona Ava observando al séquito de guardaespaldas que Isaac ha enviado a protegerme. —Ah, eso… ignóralos, Isaac es un exagerado, pero ¿sabes?, me gusta que me cuide como lo hace. —Me encojo de hombros recordando al obsesivo de mi compañero que, a pesar de haber dado con la persona responsable de las amenazas en mi contra, aún me cuida como si fuese un tesoro. —Te tiene muy consentida, amiga. —Se ríe Ava, mientras revisa los manteles para la nueva ceremonia que juntas estamos organizando. —Siempre he sido una consentida —admito—. Él solo se ha adaptado a mí —presumo orgullosa. Recuerdo la primera vez que lo vi ese día que me reclamó frente a mi familia y todas las emociones que sentí al tenerlo de frente. La manera intensa en que sus ojos de diferente color me observaron y desnudaron mi alma, así como la corriente de excitación que viaj
VickyUn mes pasa volando entre el trabajo y la vida cotidiana, Isaac está más complaciente que de costumbre y conforme pasa el tiempo más me gustan sus atenciones. Amo que me mime como lo hace, que me cuide y se preocupe por cada detalle de mi día, así como yo me esmero en demostrarle todo el amor que siento por él. —¿Cómo te sientes hoy? —pregunta acariciando mi espalda desnuda con las yemas de sus dedos. —Bien, ¿por qué lo preguntas? —Elevo mi rostro al suyo, extrañada por la peculiaridad de su pregunta sin contexto. Mis ojos se pasean por su rostro iluminado por la hermosa luna llena que baña el interior de la cueva con su luz, y no puedo evitar soltar un suspiro que infla mi pecho al admirar tanta belleza. Y no me refiero a la luna. —Fue solo una pregunta. —Un poco extraña, la verdad. Estoy bien, supongo. —Suelto un suspiro entrecortado que me delata y, como me conoce tan bien, vuelve a preguntar: —¿Qué te pasa?, te he notado un poco melancólica. Dudo de mi respuesta, pero
Vicky Si ya me dolía la cabeza por el golpe, el malestar solo ha incrementado al escuchar las palabras de Isaac que me han dejado muda de repente. Embarazada. «No puede ser, esto no está pasando, ¿cómo pudo saberlo él antes que yo?» —¿De qué estás hablando, Isaac? —cuestiono seriamente, intentando no desatar la furia que comienzo a sentir conforme pasan los segundos y las miles de preguntas se amontonan en mi cabeza impidiéndome pensar correctamente. —Les daré privacidad, estaré afuera si me necesitan —informa el doctor saliendo de la habitación. —¿Qué estás esperando para comenzar a hablar? —lo presiono. —Iba a decírtelo, no quería que te enteraras así… —¡¿Cuándo?! —grito llena de coraje—. ¿Cuándo ibas a decirme que en mi cuerpo se está gestando un bebé? —pregunto levantándome de la cama. —Ten cuidado. —Se apresura a sostenerme cuando otro mareo me tambalea y debo volver a tomar asiento—. Tenía miedo de tu reacción —confiesa sosteniendo el puente de su nariz. Guardo silencio
La otra cara de la LunaPrefacioLas hojas del bosque crujían bajo sus patas; el sabor metálico de la sangre inundaba sus sentidos mientras caminaba desorientado por aquel territorio desconocido para él, si bien no era la primera vez que se alejaba de su manada, jamás había llegado tan lejos. No sabía cuál era el motivo, pero se sentía verdaderamente atraído hacia ese territorio de lobos, lo sabía por el olor que llenaba el ambiente.Sus patas lo llevaron automáticamente por la vereda que se adentraba hacia la manada que, por alguna razón, le parecía bastante familiar. Una especie de recuerdo le asaltó la mente, haciéndolo retroceder con horror: una familia a la mesa, gritos, un sentimiento de odio proveniente de él, una mujer…Su mujer…Esa maldita pesadilla que se había repetido en su mente por los últimos años, no sabía cuántos, ya había perdido la cuenta, y no era que le importara en realidad… últimamente ya nada lo hacía.Si pudiera terminar con su existencia, hace mucho tiempo l
Isaac HoltonLos hombres caen como moscas a mi alrededor, el sonido de las balas rompiendo el aire zumba en mis oídos, pero, aún con todo el caos que me envuelve, lo único en lo que mi mente puede pensar ahora, es en esos penetrantes ojos azules que me desafían con cada pestañeo.Me importa una mierda esta absurda guerra, tanto, que ni siquiera recuerdo el verdadero motivo de estar aquí; sin embargo, ella me lo pidió. Se atrevió a dejar su orgullo de lado y suplicar por mi ayuda, así que, supongo que es importante.Una bala muerde mi hombro haciéndome gruñir, y debo introducir mis dedos para sacarla antes de que se entierre y me impida continuar. Nada me impedirá regresar hoy mismo a su lado, y hacer cumplir la promesa que ha quedado pendiente entre ambos, una que cambiará nuestra vida para siempre, aunque, no de la manera en que ella piensa.«Voy a disfrutar tanto hacerla sufrir, voy a saborear cada segundo de su presencia en mi casa» esa simple idea me hace burbujear la sangre y me
VictoriaMi habitación se ha vuelto mi refugio desde que ese lobo engreído llegó a casa y su presencia llenó el ambiente de negatividad. Ni siquiera quise preguntar por la cena, y no es que tuviera hambre, pero me intriga pensar cómo se ha desenvuelto en un territorio que no es el suyo, solo por curiosidad. Sé bien cómo es en sus terrenos, y de solo pensar que debo regresar a su casa…«Nuestra casa» parece que lo escucho corregirme y mis ojos ruedan por inercia; me molesta reconocer la influencia que tiene sobre mí, aún cuando no se encuentra en mi presencia, y doy la vuelta sobre mi cama tratando de conciliar el sueño que simplemente no quiere aparecer.Me doy por vencida después de rodar y rodar por lo largo de una hora, y decido salir de la habitación en busca de un poco de agua. Camino a hurtadillas sin saber por qué, y cuando llego a la habitación que se encuentra junto a la mía, un grito me sorprende y debo llevar las manos a mi pecho tratando de controlar los latidos acelerados
ISAAC Si alguien me hubiera dicho que después de los años que he odiado a esta gente, un día me sentaría a su mesa, dormiría bajo su techo y comería su comida, sin duda me habría reído en su cara. Sin embargo, lo he hecho y, a pesar de que pensé que sería satisfactorio incomodarlos, que disfrutaría el hecho de verlos sufrir ante el recuerdo que mi presencia en la mesa desata; no pude estar más equivocado, pues, no solo ha sido difícil para ellos, sino que también lo ha sido para mí, cosa que no me divierte en lo absoluto. La mirada de odio que me brinda la rubia a mi lado es una cosa, sin duda puedo lidiar con ella, pero, confieso que no me esperaba la amabilidad de su madre. De pronto los recuerdos invaden mi mente y es como revivir una y otra vez la misma pesadilla que se ha reproducido en mi cabeza durante la última década. La comida me asquea y aun así me obligo a comer cuanto puedo, me duelen las articulaciones y un dolor punzante atraviesa mis sienes como un puto pájaro carpin