Epílogo

Nunca pensé en volver a pisar las pasarelas, pero Alessio insistió para que fuese la modelo exclusiva de su nueva colección. De la forma como lo pidió, fue imposible negarme. Su estrategia para convencerme fue una buena jugada sobre la cama y no pude decirle que no. ¿Cómo podría negarme ante semejante petición? Estuve encantada de complacer a mi esposo.

—Por los santos de la moda, estás radiante, mujer. Te ves mejor que nunca —comentó Paolo mientras terminaba de ajustar aquel vestido.

—¿Tú crees? —indagué algo avergonzada mirándole a través del espejo.

—No me digas que… —Me giré hacia él—. Dios mío, Gina, ¿ya se lo dijiste? —curioseó.

—Pienso decirle después del desfile. —Me abrazó.

Pude ver un asomo de lágrimas en sus ojos.

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