Felicidad
Gina
Alessio me cargó en sus brazos. La fresca brisa de aquella noche acarició mi rostro. Me escondí en su cuello e inhalé su aroma. Caminó al interior de la casa sin siquiera quejarse de lo pesada que quizá podría resultar para él, aunque nunca había hecho algún comentario respecto a mi peso. Era maravilloso estar aquí de nuevo. Compartir parte de su vida me hacía sentir importante, y lo era. Sabía que era importante para él, solo que aún no me acostumbraba a ser la mujer del hombre más codiciado de toda Italia.
—Puedes bajarme si quieres, sé que soy algo pesada. —Envolví mis brazos en su cuello y lo miré con diversión. Tenía un brillo que nunca antes vi en su mirada.
Lo que fuese que hubiese preparado lo emocionaba.
—Déjame consentirte. Tiene
Mi amor por GinaAlessio5 meses despuésAquella mañana estaba siendo de locos. No recordaba la última vez que me levanté tan temprano, pero a sinceridad no pude dormir nada. Estaba ansioso. Mi padre no estaba siendo de mucha ayuda; tomaba su copa de whisky con las piernas cruzadas sentado en el sofá de la habitación del hotel. No sabía por qué la universidad tuvo que poner la graduación justo este día.—Míralo desde la siguiente perspectiva —se puso de pie y caminó hacia mí—: no tendrán que hacer doble celebración. —Lo miré de mala manera.Levantó los brazos en señal de rendición.—Estoy asustado —admití—. Quiero que todo sea perfecto.Se acercó de nuevo y me miró a los ojos.—Todo saldrá
Siempre tuyaGinaSiempre me gustó sentir aquella ventisca que anunciaba el invierno y dejar que los rayos del sol me bañaran con su calor, proporcionándome aquel equilibrio que tanto necesitaba. Así me sentía ahora. De pie frente a Alessio miraba cómo el verde de sus ojos se hacía cada vez más profundo cuando los rayos de sol los iluminaban. Contemplaba la belleza de su rostro y cómo se transformaba cada vez que una sonrisa se asomaba. ¿Acaso esto era un sueño? Nos despertamos aquella mañana como todas las demás y ahora los dos al fin nos jurábamos amor eterno frente al altar.—¿Cuánto amor estás dispuesto a dar? —indagué mientras veía cómo temblaba aquel trozo de papel en mis manos—. No sabía lo que era amar con tanta intensidad hasta que te vi llegar. Llegast
Mi dueñaAlessioContemplar a Gina dormida era algo de lo que nunca me cansaría. Mirar su rostro tranquilo y despreocupado me regalaba la paz que tanto anhelé. El camino hasta aquí fue turbulento. Tuvimos que atravesar demasiados obstáculos para poder estar tranquilos, para poder disfrutar del amor que sentíamos el uno por el otro. Nunca imaginé que se podía amar con tanta intensidad.Abrió los ojos despacio y me observó aún soñolienta. Acaricié su cabello y le di un corto beso. Era demasiado hermosa. No había nada que no pudiese amar de ella. No quería que estos días se terminaran. Volver a la rutina era algo que no anhelaba, pero sabía que era necesario y que aquello se convertiría en el verdadero reto de nuestra nueva vida.—Buenos días, señora Lombardi. ¿Quiere bajar a desayu
Nunca pensé en volver a pisar las pasarelas, pero Alessio insistió para que fuese la modelo exclusiva de su nueva colección. De la forma como lo pidió, fue imposible negarme. Su estrategia para convencerme fue una buena jugada sobre la cama y no pude decirle que no. ¿Cómo podría negarme ante semejante petición? Estuve encantada de complacer a mi esposo.—Por los santos de la moda, estás radiante, mujer. Te ves mejor que nunca —comentó Paolo mientras terminaba de ajustar aquel vestido.—¿Tú crees? —indagué algo avergonzada mirándole a través del espejo.—No me digas que… —Me giré hacia él—. Dios mío, Gina, ¿ya se lo dijiste? —curioseó.—Pienso decirle después del desfile. —Me abrazó.Pude ver un asomo de lágrimas en sus ojos.
Siempre fui como soy. Recuerdo que la escuela pudo ser un infierno, pero nunca permití que nadie me humillara. Mi madre hizo todo lo posible por cambiar mi apariencia. ¿Quién le había dicho a ella que yo quería cambiar? Me hacía la misma pregunta cada vez que llegaba el tema a la hora de la cena. Mi padre respiraba profundo y la miraba con atención, simplemente para que no hiciese algunos de sus dramas. Jimmy, mi hermano, solo resoplaba con fastidio y fijaba sus ojos en mí. Con su mirada me decía todo: Darla lo tenía cansado. —Hablé con la nutrióloga y me dijo que quiere verte la próxima semana. No estoy diciendo que estás gorda, pero si bajaras un poco de peso, te verías mucho mejor. Dejé la cuchara a un lado y miré a mi madre con molestia. —Ya hemos hablado de esto. Me siento bien conmigo misma. Si tú no te sientes bien, entonces es tu problema. Contrajo el rostro y buscó apoyo en mi padre. —Gina nunca se ha acomplejado, no es una c
Italia Gina Deyna Fiorella se había convertido en mi representante desde que llegué a Italia. La compañía me la había asignado. Después de aquello, fuimos inseparables. Más que llevar mi agenda y todo lo relacionado con mi carrera, ella era mi amiga. Llegar a comenzar de cero en un país, que no conocías daba un miedo que te morias y si tenías un soporte como Deyna, todo se volvía más fácil. Por ella hoy tenía la reputación que me gané en el mundo del modelaje. —No puedo llevar tu agenda y también los asuntos de tu boda. Puse aquella cara que Deyna detestaba. —Lo siento —dije con sinceridad—. Sabes que los desfiles me tienen agotada. Solo ayúdame hasta el compromiso. Te prometo hacer todo lo restante. —Está bien, y ya lo prometiste. No pude evitar estrecharla en un abrazo. Me encantaba que estuviésemos de acuerdo siempre. Su teléfono se iluminó. Por la sonrisa en su rostro, sabía que la llamaba
Rechazado Alessio Sin poder evitarlo, me toque mirando las fotos de aquella modelo. Nunca pensé que aquel prototipo de mujer pudiera excitarme, pero solo mirar su cuerpo en lencería me provocó un deseo que no bajó hasta que no hice algo por ella. No dudé en llamar a Deyna, pues sabía que era su representante. Ella siempre lograba convencer a todas las modelos de venir a conocerme. Lo que no sabían es que aquello incluía una sección completa de sexo con todo aquello que se me antojara. No podía esperar para tener a Gina Stevens a mis pies, mirándome mientras chupándome. —Señor, la señorita Fiorella quiere pasar a verle. Me quedé pensativo por un momento porque en realidad esperaba a otra persona. —Dile que pase. —Me coloqué la chaqueta y arreglé mi reloj. Los tatuajes siempre sobresalían aunque tratara de ocultarlos. No lo hacía por vergüenza a ellos, sino por guardar un poco las apariencias —¿Dónde est
Camilo Gina La cita con Camilo fue maravillosa, pero todavía tenía dentro de mí la espina de la conversación que tuve más temprano con Deyna. No había tenido noticias de ella en todo el día y no sabía por qué presentía que se debía a mi negativa ante la invitación de aquel hombre. Ella me conocía mejor que nadie. Sabía con certeza que diría que no. Aun así, me hizo aquella propuesta. No sabía hasta qué punto la manipulaba el señor Lombardi, pero, al parecer, era su dueño. La mano de mi prometido no tardó en deslizarse por mi muslo. Dejaba que Camilo me tocara. Aunque no había rebasado aquella parte y simplemente teníamos sexo oral, era excitante sentir sus manos sobre mi piel. No importaba dónde y cómo fuera. Era la virgen más puta del mundo. Sin embargo, por lo menos cumplió con lo de mantenerme intacta hasta el día de la boda. Sabía que era anticuado, pero les había dicho que cuando me proponía algo lo cumplía, y