Nunca
Gina
Solo quedaban algunos días para mi fiesta de compromiso, pero primero debía enfocarme en el desfile que tenía para la marca Lombardi. No pude dormir bien, mucho menos después de aquella nota. Era amenazante y algo psicópata. Pensé en comentarle a Camilo, sin embargo, quizá solo exageraba el asunto, así que me guardé aquello para mí.—¿Ojeras? —cuestionó Deyna.
Por cierto, se veía más fresca que una lechuga.
—No dormí bien —mascullé—. Al parecer, el diablo me está asechando.
Deyna movió los labios con nerviosismo y pude ver una pequeña marca en ellos. Allí supe que estuvo con él.
—Stevens, ¿dónde estás? —Observé a Paolo, el diseñador, quien se encontraba más que estresado co
Excitante venganzaAlessioMi secretaria llamó al segundo en que Deyna y Gina entraron en el edificio. Las había visto por la cámara de seguridad. Otra vez quedé sorprendido con la capacidad de Deyna para lograr todo aquello que le pedía. No me importaba la forma en la que arrastró a Gina hasta aquí, solo me importaba el hecho de que al fin estaría a mi merced.Un golpe seco en la puerta me hizo poner recto y la expectación de lo que pasaría aquí bullía por mi piel. Era la primera vez que me sentía tan entusiasmado por un coño. Abrí la puerta e hice espacio para que Gina pasara. Observó de arriba abajo la oficina. Entretanto, yo la recorría con mis ojos; aquella blusa holgada no le hacía justicia a su hermoso cuerpo. Sabía que no me podría quedar callado.—Como modelo, deberías u
Nada másGinaTomé una larga y profunda respiración y salí apresurada de aquel lugar. Traté de mantenerme serena. Todo lo que pasó en aquella oficina me había afectado y asustado. Alessio era el demonio mismo. Su mirada, la forma en que me agarró, en que sus labios rozaron mi cuello, me descolocó. Nunca antes sentí algo como aquello. Nunca antes alguien me puso los nervios de punta.Deyna esperaba por mí en el recibidor y me miró, asombrada, cuando aparecí frente a ella. La observé con rabia. No sabía cómo aquella mujer había caído tan bajo para complacer los placeres de aquel psicópata. Pensé que podía confiar en ella, que tenía una verdadera amiga, pero estaba tan podrida y enferma como el hombre que la manipulaba.—Déjalo ya, Deyna —mascullé con los
Por primera vezAlessioMiraba cómo Gina le hacía sexo oral a su prometido. Las ventanas estaban abiertas y las cortinas recogidas. No se habían percatado de que todo se veía desde afuera y que la oscuridad de la noche no disimulaba nada. Alexander miró en otra dirección. Yo no podía apartar la mirada; parecía un pervertido. Sin embargo, lo que sentía mirando aquello era una rabia que recorría todo mi cuerpo.—En marcha —siseé con los dientes apretados. Alexander posó su atención en mí.—Ahora te dedicarás a asecharla —dijo con molestia—. No me arrastres a tus asuntos la próxima vez.Lo observé en silencio. Estas cosas le desagradaban.—¿Qué tiene ese imbécil? —pregunté de la nada.Por primera vez, Alexander me miró
EscaparGinaTenía una sensación extraña en el estómago que me acompañó todo el día, pero al caer la tarde se esfumó. Una cosa era ensayar frente a las modelos y el personal de la firma y otra muy diferente era mostrarme en ropa interior ante todas esas personas. No me malentiendan: me sentía muy cómoda con mi cuerpo, pero no con las miradas que aún no se acostumbraban a las modelos como yo.—¿Y esa cara? —cuestionó Diana, la maquillista, quien terminaba de retocar mi maquillaje.—Esto de la lencería me gana.Me sonrió con dulzura y giró la silla para que la mirara a los ojos.—¿Te digo un secreto? —susurró—: Eres la más hermosa y real de todas las chicas que están aquí. Vas a deslumbrarlos.Le agradecí con una sonrisa y m
AplastarAlessioLos ojos gatunos de Gina me miraban con intensidad. Quería terminar con la tortura que era mirar sus labios. Quería reclamarla aquí y ahora, pero me asustaba su rechazo. Otra maldita primera vez pasaba en mi vida. Quería que ella viniera a mí sin ser obligada y que me deseara tanto como yo la deseaba.Con Gina no funcionaría mi lado animal. Ella simplemente era otro nivel.Apartó mis manos de ella y comenzó alejarse. Sabía que llamaría a la policía, mas no podía darme el lujo de meterme en más problemas. Tenía que bajar la guardia, pensar con la cabeza fría y no permitir que mis bajos instintos la alejaran más de mí.Esta noche me disculparía y me iría. Era lo que debía hacer.—Lo siento. —Le di la espalda y me pasé la mano por el cabello en s
El compromisoGinaEstaba feliz, nerviosa y algo asustada. Me miraba al espejo sin poder evitarlo. Aunque me devolvía una imagen totalmente favorable, aún me sentía inquieta.Deyna entró en la habitación, me recorrió con la mirada y me regaló una gran sonrisa. No confiaba en ella, pero no tenía a quien acudir en momentos como este y mi familia solo podría venir a la boda.—Camilo está recibiendo a los invitados. Ya han empezado a llegar. ¿Estás lista?Tomando una larga respiración, salí.El jardín había quedado de ensueño. Gracias a Camilo, por ser un Berlusconi, asistirían muchas de las personas importantes de toda Italia a este evento. Eso me ponía aún más nerviosa, pero me propuse disfrutar esta noche. Era mi noche y la de Camilo, todo tenía que ser perfec
OscuridadAlessioHice un gesto con la cabeza para que uno de mis guardias corriera tras de ella. Nunca pensé que la vería tan rota. La mujer que salió corriendo no era ni la sombra de la que me había enfrentado en más de una ocasión. Entendí que quizá sí quería a Camilo, aunque no podía seguir con él. No podía seguir siendo engañada porque yo era un puto de mierda, pero la gente por lo menos lo sabía. Mientras tanto, Camilo se escondía detrás de una máscara.Lo vi aproximarse hacia mí con el rostro descompuesto. Mis guardias lo detuvieron antes de siquiera dar el siguiente paso. Le advertí y le di dos opciones. Tomó la que no le convenía: decidió ignorarme y seguir adelante con su compromiso. Solo alimentó su lado egoísta, pues él sabía que nunca en
Volver a casaGinaCamilo esperaba por mí sentado en uno de los escalones de la entrada. Me encontraba agotada. No sabía cuánto caminé, pero debió ser mucho porque tenía los pies lastimados. Una fina llovizna me mojaba. Me quedé paralizada mirando a aquel hombre. Se puso de pie y caminó hacia mí. Lo detuve. No podía, ni quería tenerlo cerca. No podía respirar su mismo aire. Su sola presencia en este instante me repugnaba.—Gina —dijo con voz rasposa.—Nunca te bastó. Todo era una maldita mentira. —Me rompería de nuevo, pero antes quería decirle lo que se merecía.—Soy un hombre. ¿Crees que con sexo oral bastaría? Debiste darte cuenta.No podía creer lo que me decía. Era un asqueroso desgraciado. Me di cuenta de que no lo conocía como cre&iacu