Oscuridad
Alessio
Hice un gesto con la cabeza para que uno de mis guardias corriera tras de ella. Nunca pensé que la vería tan rota. La mujer que salió corriendo no era ni la sombra de la que me había enfrentado en más de una ocasión. Entendí que quizá sí quería a Camilo, aunque no podía seguir con él. No podía seguir siendo engañada porque yo era un puto de mierda, pero la gente por lo menos lo sabía. Mientras tanto, Camilo se escondía detrás de una máscara.
Lo vi aproximarse hacia mí con el rostro descompuesto. Mis guardias lo detuvieron antes de siquiera dar el siguiente paso. Le advertí y le di dos opciones. Tomó la que no le convenía: decidió ignorarme y seguir adelante con su compromiso. Solo alimentó su lado egoísta, pues él sabía que nunca en
Volver a casaGinaCamilo esperaba por mí sentado en uno de los escalones de la entrada. Me encontraba agotada. No sabía cuánto caminé, pero debió ser mucho porque tenía los pies lastimados. Una fina llovizna me mojaba. Me quedé paralizada mirando a aquel hombre. Se puso de pie y caminó hacia mí. Lo detuve. No podía, ni quería tenerlo cerca. No podía respirar su mismo aire. Su sola presencia en este instante me repugnaba.—Gina —dijo con voz rasposa.—Nunca te bastó. Todo era una maldita mentira. —Me rompería de nuevo, pero antes quería decirle lo que se merecía.—Soy un hombre. ¿Crees que con sexo oral bastaría? Debiste darte cuenta.No podía creer lo que me decía. Era un asqueroso desgraciado. Me di cuenta de que no lo conocía como cre&iacu
No escaparáAlessioMovía el bolígrafo en mis manos con ansiedad. Algo no estaba bien. Era quizás osado de mi parte decir aquello, pues con mi jugada de anoche había dañado a más de una persona.Deyna irrumpió en mi oficina de manera precipitada —nunca hizo algo así— y ahora parecía angustiada.Eso me daba mala espina y la impresión de que su actitud tenía que ver con Gina.—Se fue —soltó de repente—. Dejó su renuncia y se fue.Sentí cómo la rabia comenzaba a crecer en mi interior.—¿Y la dejaste ir así sin más? —Miré a aquella mujer frente a mí con ira.Ella seguía con la mirada en sus pies.—No me anunció nada. Recogió todas sus cosas y se marchó.No pude evitar golpe
Nueva YorkGinaLa noche había caído cuando llegué a Nueva York. Corrí a los brazos de Genave en cuanto mis ojos se posaron en ella; no pude evitar llorar. Gena me acompañó en mi desdicha. Después de unos minutos, decidimos emprender el camino a casa.Las luces de la ciudad me regalaron cierta tranquilidad. Estaba de regreso. En verdad había vuelto a casa, y aquello le regalaba cierta paz a mi alma.—¿Tan malo fue? —cuestionó Genave.Posé mi triste mirada en ella.—Han pasado muchas cosas. Ayer todo fue aun peor. —Una lágrima rodó por mi mejilla.Le conté de camino a casa todo lo que había ocurrido en el compromiso y de paso las cosas que habían comenzado a pasarme con aquel hombre precisamente antes de que explotara la bomba en dicho evento. Genave estaba sorprendida y solta
Al asechoAlessioLlegamos a Nueva York pasadas las cuatro de la mañana. Estaba exhausto. Alexander seguía tan fresco como una lechuga, pero yo necesitaba dormir. Había pasado una mala noche y por primera vez rechacé a la siguiente chica en la lista. No podía siquiera pensar en sexo. Mi cabeza se encontraba demasiado concentrada en una sola persona. Era impresionante ver cómo un coño, que aún cabe destacar no había probado, me tenía delirando.—Reservas del señor Lombardi.Miré a la chica de recepción a través de mis gafas oscuras. Ella me observaba con cierto interés. Realmente parecía a punto de correrse.—Suite presidencial. Nuestra encargada, Viola, los acompañará.Viola caminó delante de nosotros escoltándonos a nuestros dormitorios. En otro momento de mi vida m
Reencuentro familiarGinaGenave me sacó de la cama temprano aquella mañana. Quería seguir durmiendo, pero ella insistió en que debíamos tomar un buen café antes de ir a casa de mis padres. Tener la mente despejada y fresca era el credo de mi hermana, así que no iba a escaparme tan fácilmente. Me rendí y la acompañé al café de siempre. En realidad, necesitaba aquella espabilada.Greogory's seguía tal cual como lo recordaba. El olor a café y rosquillas llenó mis fosas nasales. Me sentí bienvenida, como si el tiempo no hubiese pasado. No obstante, algunas cosas sí habían cambiado en mi vida y lo entendí cuando aquella chica se acercó a pedirme un autógrafo. Por un momento no pude reaccionar y solo me quedé mirándola como una lunática.—¿Gina Ste
Perder el controlAlessioGina entró en aquel bar con un diminuto vestido que no pasó desapercibido por nadie. Me encabroné. Me hubiese gustado sacar algunos ojos, pero Alexander me hizo un gesto negativo con la cabeza al percatarse de mis intenciones y volví a sentarme en aquel sofá. Las dos se acomodaron y agradecí a Alexander por haber reservado este vip, ya que tenía una vista panorámica de todo el bar.—¿Quieren mujeres? —preguntó el encargado del bar. Miré a Alexander—. Solo por compañía.Asentí.El encargado chasqueó los dedos y al segundo estábamos rodeados de mujeres.Gina empezó a tomar una bebida de color azul y miraba a su alrededor con cierta curiosidad, entonces de la nada apareció un tipo frente a ella. Entretanto, el DJ ponía reggaetón en espa&n
EnfrentamientoGinaLas luces me desorientaron en cuanto salí del baño. Me sentí mareada y el corazón me latía desbocado. Miré detrás de mí, pero Alessio aún no salía. ¿Qué demonios fue todo eso? Y allí recordé que perdí mis bragas. Me acomodé aquel diminuto vestido. Me arrepentía de habérmelo puesto.Genave apareció frente a mí, pero unos guardias de seguridad obstaculizaban el pasillo.—¡Estos estúpidos no me dejan pasar! —gritó mi hermana.—Idiotas, ella es mi hermana —mascullé.Los dos gorilas me miraron con interés y me abrieron paso. Genave me tomó en sus brazos.—Vámonos de aquí —dije con ansiedad—. Salgamos de aquí, Gena.El cambio de aire me hizo sentir
TraicionadoAlessioTomé el rostro de Gina y besé sus labios antes de salir de su apartamento. Nunca nada se me había negado en la vida, pues todo lo tuve a mi merced. Con esta mujer no sabía qué esperar. Ella simplemente me hacía controlarme y perder el control al mismo tiempo. Por primera vez no quería ser la bestia en la que me había convertido.Me subí al coche y me alejé con rapidez. La estrategia que utilicé con Gina funcionaba a medias. Aunque se resistiera, me deseaba.Debía darle una vuelta a la situación y demostrarle que mi interés por ella iba más allá del sexo. Quería conocerla. Me abría a esa posibilidad, una que creí enterrar hace mucho tiempo.Italia, 2015Catalina Leoni s