No escapará
Alessio
Movía el bolígrafo en mis manos con ansiedad. Algo no estaba bien. Era quizás osado de mi parte decir aquello, pues con mi jugada de anoche había dañado a más de una persona.
Deyna irrumpió en mi oficina de manera precipitada —nunca hizo algo así— y ahora parecía angustiada.
Eso me daba mala espina y la impresión de que su actitud tenía que ver con Gina.
—Se fue —soltó de repente—. Dejó su renuncia y se fue.
Sentí cómo la rabia comenzaba a crecer en mi interior.
—¿Y la dejaste ir así sin más? —Miré a aquella mujer frente a mí con ira.
Ella seguía con la mirada en sus pies.
—No me anunció nada. Recogió todas sus cosas y se marchó.
No pude evitar golpe
Nueva YorkGinaLa noche había caído cuando llegué a Nueva York. Corrí a los brazos de Genave en cuanto mis ojos se posaron en ella; no pude evitar llorar. Gena me acompañó en mi desdicha. Después de unos minutos, decidimos emprender el camino a casa.Las luces de la ciudad me regalaron cierta tranquilidad. Estaba de regreso. En verdad había vuelto a casa, y aquello le regalaba cierta paz a mi alma.—¿Tan malo fue? —cuestionó Genave.Posé mi triste mirada en ella.—Han pasado muchas cosas. Ayer todo fue aun peor. —Una lágrima rodó por mi mejilla.Le conté de camino a casa todo lo que había ocurrido en el compromiso y de paso las cosas que habían comenzado a pasarme con aquel hombre precisamente antes de que explotara la bomba en dicho evento. Genave estaba sorprendida y solta
Al asechoAlessioLlegamos a Nueva York pasadas las cuatro de la mañana. Estaba exhausto. Alexander seguía tan fresco como una lechuga, pero yo necesitaba dormir. Había pasado una mala noche y por primera vez rechacé a la siguiente chica en la lista. No podía siquiera pensar en sexo. Mi cabeza se encontraba demasiado concentrada en una sola persona. Era impresionante ver cómo un coño, que aún cabe destacar no había probado, me tenía delirando.—Reservas del señor Lombardi.Miré a la chica de recepción a través de mis gafas oscuras. Ella me observaba con cierto interés. Realmente parecía a punto de correrse.—Suite presidencial. Nuestra encargada, Viola, los acompañará.Viola caminó delante de nosotros escoltándonos a nuestros dormitorios. En otro momento de mi vida m
Reencuentro familiarGinaGenave me sacó de la cama temprano aquella mañana. Quería seguir durmiendo, pero ella insistió en que debíamos tomar un buen café antes de ir a casa de mis padres. Tener la mente despejada y fresca era el credo de mi hermana, así que no iba a escaparme tan fácilmente. Me rendí y la acompañé al café de siempre. En realidad, necesitaba aquella espabilada.Greogory's seguía tal cual como lo recordaba. El olor a café y rosquillas llenó mis fosas nasales. Me sentí bienvenida, como si el tiempo no hubiese pasado. No obstante, algunas cosas sí habían cambiado en mi vida y lo entendí cuando aquella chica se acercó a pedirme un autógrafo. Por un momento no pude reaccionar y solo me quedé mirándola como una lunática.—¿Gina Ste
Perder el controlAlessioGina entró en aquel bar con un diminuto vestido que no pasó desapercibido por nadie. Me encabroné. Me hubiese gustado sacar algunos ojos, pero Alexander me hizo un gesto negativo con la cabeza al percatarse de mis intenciones y volví a sentarme en aquel sofá. Las dos se acomodaron y agradecí a Alexander por haber reservado este vip, ya que tenía una vista panorámica de todo el bar.—¿Quieren mujeres? —preguntó el encargado del bar. Miré a Alexander—. Solo por compañía.Asentí.El encargado chasqueó los dedos y al segundo estábamos rodeados de mujeres.Gina empezó a tomar una bebida de color azul y miraba a su alrededor con cierta curiosidad, entonces de la nada apareció un tipo frente a ella. Entretanto, el DJ ponía reggaetón en espa&n
EnfrentamientoGinaLas luces me desorientaron en cuanto salí del baño. Me sentí mareada y el corazón me latía desbocado. Miré detrás de mí, pero Alessio aún no salía. ¿Qué demonios fue todo eso? Y allí recordé que perdí mis bragas. Me acomodé aquel diminuto vestido. Me arrepentía de habérmelo puesto.Genave apareció frente a mí, pero unos guardias de seguridad obstaculizaban el pasillo.—¡Estos estúpidos no me dejan pasar! —gritó mi hermana.—Idiotas, ella es mi hermana —mascullé.Los dos gorilas me miraron con interés y me abrieron paso. Genave me tomó en sus brazos.—Vámonos de aquí —dije con ansiedad—. Salgamos de aquí, Gena.El cambio de aire me hizo sentir
TraicionadoAlessioTomé el rostro de Gina y besé sus labios antes de salir de su apartamento. Nunca nada se me había negado en la vida, pues todo lo tuve a mi merced. Con esta mujer no sabía qué esperar. Ella simplemente me hacía controlarme y perder el control al mismo tiempo. Por primera vez no quería ser la bestia en la que me había convertido.Me subí al coche y me alejé con rapidez. La estrategia que utilicé con Gina funcionaba a medias. Aunque se resistiera, me deseaba.Debía darle una vuelta a la situación y demostrarle que mi interés por ella iba más allá del sexo. Quería conocerla. Me abría a esa posibilidad, una que creí enterrar hace mucho tiempo.Italia, 2015Catalina Leoni s
Un último trabajoGinaSolté el aire que retuve en cuanto Alessio salió por la puerta. Me llevé la mano al pecho; el corazón me latía a mil por hora. Me llevé un susto de puta madre cuando mi móvil comenzó a sonar. Miré el nombre en la pantalla y resoplé con fastidio. Mucho se había tardado en llamar y me debatí entre si tomar o no aquella llamada, entonces recordé las palabras de Genave y decidí tomarla.—¿Sí? —dije con más brusquedad de la cuenta.—Tienes un contrato firmado por un año. ¿Crees que puedes irte así nada más? —Deyna pronunció esas palabras de una forma muy pausada, pero sabía que se contenía.—Pagaré la indemnización, las penalidades, lo que sea, si con eso quedo liberada de todo.
Terminar de romperAlessioLas luces de los flashes me deslumbraron en cuanto bajé del vehículo. Había coincidido con una presentación de mi marca en Nueva York y era importante que asistiera. Los periodistas comenzaron a bombardearme con preguntas. Yo solo tenía cabeza para lo que Deyna preparó para mí. Jugué sucio y quizá no obtendría nada, pero valía la pena el riesgo.—Señor Lombardi, ¿es verdad que se encuentra en disputa ahora mismo con la familia Berlusconi? —Escuchar aquel apellido me fastidió.En vez de sacar mi mal carácter, le regalé una sonrisa a aquella periodista, la cual dio un paso atrás. Los demás parecían que el ratón les comió la lengua.La atención de los periodistas se desvió, cosa que agradecí, y se apresuraron hacía