Al asecho
Alessio
Llegamos a Nueva York pasadas las cuatro de la mañana. Estaba exhausto. Alexander seguía tan fresco como una lechuga, pero yo necesitaba dormir. Había pasado una mala noche y por primera vez rechacé a la siguiente chica en la lista. No podía siquiera pensar en sexo. Mi cabeza se encontraba demasiado concentrada en una sola persona. Era impresionante ver cómo un coño, que aún cabe destacar no había probado, me tenía delirando.
—Reservas del señor Lombardi.
Miré a la chica de recepción a través de mis gafas oscuras. Ella me observaba con cierto interés. Realmente parecía a punto de correrse.
—Suite presidencial. Nuestra encargada, Viola, los acompañará.
Viola caminó delante de nosotros escoltándonos a nuestros dormitorios. En otro momento de mi vida m
Reencuentro familiarGinaGenave me sacó de la cama temprano aquella mañana. Quería seguir durmiendo, pero ella insistió en que debíamos tomar un buen café antes de ir a casa de mis padres. Tener la mente despejada y fresca era el credo de mi hermana, así que no iba a escaparme tan fácilmente. Me rendí y la acompañé al café de siempre. En realidad, necesitaba aquella espabilada.Greogory's seguía tal cual como lo recordaba. El olor a café y rosquillas llenó mis fosas nasales. Me sentí bienvenida, como si el tiempo no hubiese pasado. No obstante, algunas cosas sí habían cambiado en mi vida y lo entendí cuando aquella chica se acercó a pedirme un autógrafo. Por un momento no pude reaccionar y solo me quedé mirándola como una lunática.—¿Gina Ste
Perder el controlAlessioGina entró en aquel bar con un diminuto vestido que no pasó desapercibido por nadie. Me encabroné. Me hubiese gustado sacar algunos ojos, pero Alexander me hizo un gesto negativo con la cabeza al percatarse de mis intenciones y volví a sentarme en aquel sofá. Las dos se acomodaron y agradecí a Alexander por haber reservado este vip, ya que tenía una vista panorámica de todo el bar.—¿Quieren mujeres? —preguntó el encargado del bar. Miré a Alexander—. Solo por compañía.Asentí.El encargado chasqueó los dedos y al segundo estábamos rodeados de mujeres.Gina empezó a tomar una bebida de color azul y miraba a su alrededor con cierta curiosidad, entonces de la nada apareció un tipo frente a ella. Entretanto, el DJ ponía reggaetón en espa&n
EnfrentamientoGinaLas luces me desorientaron en cuanto salí del baño. Me sentí mareada y el corazón me latía desbocado. Miré detrás de mí, pero Alessio aún no salía. ¿Qué demonios fue todo eso? Y allí recordé que perdí mis bragas. Me acomodé aquel diminuto vestido. Me arrepentía de habérmelo puesto.Genave apareció frente a mí, pero unos guardias de seguridad obstaculizaban el pasillo.—¡Estos estúpidos no me dejan pasar! —gritó mi hermana.—Idiotas, ella es mi hermana —mascullé.Los dos gorilas me miraron con interés y me abrieron paso. Genave me tomó en sus brazos.—Vámonos de aquí —dije con ansiedad—. Salgamos de aquí, Gena.El cambio de aire me hizo sentir
TraicionadoAlessioTomé el rostro de Gina y besé sus labios antes de salir de su apartamento. Nunca nada se me había negado en la vida, pues todo lo tuve a mi merced. Con esta mujer no sabía qué esperar. Ella simplemente me hacía controlarme y perder el control al mismo tiempo. Por primera vez no quería ser la bestia en la que me había convertido.Me subí al coche y me alejé con rapidez. La estrategia que utilicé con Gina funcionaba a medias. Aunque se resistiera, me deseaba.Debía darle una vuelta a la situación y demostrarle que mi interés por ella iba más allá del sexo. Quería conocerla. Me abría a esa posibilidad, una que creí enterrar hace mucho tiempo.Italia, 2015Catalina Leoni s
Un último trabajoGinaSolté el aire que retuve en cuanto Alessio salió por la puerta. Me llevé la mano al pecho; el corazón me latía a mil por hora. Me llevé un susto de puta madre cuando mi móvil comenzó a sonar. Miré el nombre en la pantalla y resoplé con fastidio. Mucho se había tardado en llamar y me debatí entre si tomar o no aquella llamada, entonces recordé las palabras de Genave y decidí tomarla.—¿Sí? —dije con más brusquedad de la cuenta.—Tienes un contrato firmado por un año. ¿Crees que puedes irte así nada más? —Deyna pronunció esas palabras de una forma muy pausada, pero sabía que se contenía.—Pagaré la indemnización, las penalidades, lo que sea, si con eso quedo liberada de todo.
Terminar de romperAlessioLas luces de los flashes me deslumbraron en cuanto bajé del vehículo. Había coincidido con una presentación de mi marca en Nueva York y era importante que asistiera. Los periodistas comenzaron a bombardearme con preguntas. Yo solo tenía cabeza para lo que Deyna preparó para mí. Jugué sucio y quizá no obtendría nada, pero valía la pena el riesgo.—Señor Lombardi, ¿es verdad que se encuentra en disputa ahora mismo con la familia Berlusconi? —Escuchar aquel apellido me fastidió.En vez de sacar mi mal carácter, le regalé una sonrisa a aquella periodista, la cual dio un paso atrás. Los demás parecían que el ratón les comió la lengua.La atención de los periodistas se desvió, cosa que agradecí, y se apresuraron hacía
EnloquecidaGinaMe acerqué a Paolo en el instante en que anunciaron que saldrían las modelos. Me miró con sorpresa y luego me abrazó. Aquello me dio mala espina. Él debería estar al tanto de que iba a estar aquí. Llevaba puesto uno de los modelos exclusivos de esta colección, así que sentí que algo no andaba bien, pero quizás estaba siendo paranoica.—¿Cuándo me toca salir? —le pregunté.Me observó, extrañado.—No estás en el listado de modelos, cariño.—Pero Deyna… —Me contempló con asombro—. Llevo puesto uno de los modelos exclusivos, pensé que lo modelaría.Paolo colocó su mano sobre mi hombro y me habló bajito al oído.—Debes estar invitada a otro desfile. —Dejó en mi man
No iréAlessioPasé la noche en vela contemplando el rostro de Gina. Su labio inferior estaba hinchado; aquello era mi culpa. No pude resistirme a chuparlo y ahora mismo era demasiado tentador. Aparté la mirada de ella y la clavé en la ventana. Aún estaba oscuro afuera, pero el amanecer se acercaba. Cuando volví a posar mis ojos en ella, me miraba con detenimiento y sorpresa.Con rapidez, salió de la cama y se miró de arriba abajo. Le había colocado el vestido, pero la ropa interior era mía. Sabía que tenía un debate interno. Sin embargo, con lo que pasó en el bar, dudaba. Con lo que pasó anoche, quedó más que confirmado que yo le gustaba.Salí de la cama y dejé al descubierto mi desnudez. Me aproximé hacia ella. Necesitaba sentirla y tocarla antes de que se me escapara.—¿Qu&eac