No iré
Alessio
Pasé la noche en vela contemplando el rostro de Gina. Su labio inferior estaba hinchado; aquello era mi culpa. No pude resistirme a chuparlo y ahora mismo era demasiado tentador. Aparté la mirada de ella y la clavé en la ventana. Aún estaba oscuro afuera, pero el amanecer se acercaba. Cuando volví a posar mis ojos en ella, me miraba con detenimiento y sorpresa.
Con rapidez, salió de la cama y se miró de arriba abajo. Le había colocado el vestido, pero la ropa interior era mía. Sabía que tenía un debate interno. Sin embargo, con lo que pasó en el bar, dudaba. Con lo que pasó anoche, quedó más que confirmado que yo le gustaba.
Salí de la cama y dejé al descubierto mi desnudez. Me aproximé hacia ella. Necesitaba sentirla y tocarla antes de que se me escapara.
—¿Qu&eac
Sin respiraciónGinaHabía olvidado por completo mi compromiso con Genave aquel sábado. No estaba de humor y opté por no contarle a mi hermana sobre lo que pasó la noche anterior. No iba a entrar en detalles, pero conociéndola, insistiría en saber más de la cuenta. Lo único que buscaba era olvidar todo aquello, aunque sabía que sería imposible. Tenía a Alessio impregnado en mi piel. Todavía podía sentir sus labios besando los míos y la maldita hinchazón de mi labio inferior me lo recordaría por un buen rato.—Pool party —chilló mi hermana con exagerado entusiasmo. Entró en el apartamento y desparramó todo lo que tenía en el bulto sobre el sofá—. Tienes que ayudarme a elegir el más sexi y caliente. Debo derretir el corazón de Marco.Genave
Algo pasajeroAlessioGina se acomodó lo más alejada de mí y me regaló una sonrisa incómoda cuando Marco nos presentó. Evitaba por todos los medios mi mirada y aquello me hacía sentir satisfecho. Eso quería decir que le afectaba, que mirarme a los ojos la delataba. Me hizo sentir victorioso; mi ego se alimentaba cada vez más y ella inocentemente no se daba cuenta.—¿Gusta un trago, señorita Stevens? —le preguntó Rudy, el hermano de Marco.—Llámame Gina, y sí, por favor. —Le dio una simpática sonrisa.Me molesté. No lo hacía para joderme, pero aun así aquel gesto me hizo hervir la sangre.Rudy le pasó la bebida y se sentó a su lado. El chico era aparente y venía de buena familia. No obstante, nunca sería como yo. La mujer a su lado era m&iacu
No lo conozcoGinaMe encerré en el baño para poner distancia con él. Sin embargo, con lo enfurecido que estaba, no me seguiría. Me eché agua en la cara y traté de calmarme. Me estaba volviendo loca. Cada vez que se me acercaba, se apoderaba de una parte de mí, pero me prometí mantenerme firme. Las cosas no podían ser tan fáciles. No era un objeto que él podía utilizar a su antojo.Me quedé un momento de pie al borde de las escaleras y tomé una profunda respiración antes de volver a entrar en el salón. Debía mantener serena y hacer de cuenta que nada pasó, pero en cuanto pisé el lugar, no pude evitar mirar cómo Alessio jugueteaba con una de las chicas que se encontraban allí. El ambiente estaba algo tenso y sentía que todas las miradas estaban puestas en mí.—&iques
ConsumirmeAlessioFui directo a la oficina en cuanto pisé Italia. Alexander me había recomendado descansar aquel día, pero perdí demasiado tiempo y debía cobrarme con creces cada valioso minuto que desperdicié en Gina. Seguía deseándola con todas mis fuerzas, eso era algo que no podía negar y que me enloquecía, pero estaba enojado. Debía hacerle entender que este juego tenía un solo ganador y que yo tenía el control.—Señor, la señorita Deyna ya está aquí.—Hazla pasar —dije con altivez.—¿Me mandó a llamar, señor? —preguntó Deyna cuando estuvo frente a mí.Me acomodé en el sillón y sopesé por un momento mis palabras.—¿Está concluido el contrato de la señorita Stevens?Dey
Adiós a mi carreraGinaAquel lunes por la mañana la sensación de vacío me invadió. Debía volver al trabajo y tenía que enfocarme en las cosas verdaderamente importantes. Con mi reputación como modelo sabía que cualquier agencia estaría feliz de contratarme. Debía mantenerme positiva, hacer algunas llamadas y en un par de días todo volvería a ser como antes.Verifiqué el teléfono y vi que tenía treinta llamadas perdidas. Camilo se lució, pero le dejé claro que no regresaría con él y que por ahora no estaría con nadie más. Necesitaba enfocarme y volver a estar unida con mi familia. No me daría por vencida, nunca lo había hecho. Soy y siempre seré una luchadora.Volví a dejarle un mensaje a Deyna. Necesitaba que me enviara los papeles que certificaban l
La cenaAlessioLos últimos tres meses había recibido un informe cada día de todos los movimientos de Gina. Las fotos estaban esparcidas en mi escritorio y de vez en cuando me masturbaba imaginándome su cuerpo desnudo. Regresé a los viejos hábitos desde que conocí a aquella mujer. Esperaba y anhelaba el momento en el que al fin podría tenerla entre mis brazos.—El vehículo está listo —dijo Alexander al entrar en mi oficina.Recogí aquellas fotos y las llevé a casa conmigo.Me sentía patético por tener que llegar a este punto, pero nunca antes se me negó algo. Nunca me habían quitado nada y sentía todos los días que Gina me quitó la oportunidad de enseñarle un mundo nuevo, además de enseñarle a explorar su sexualidad al extremo. Los pocos instantes que pasamos
VolverGinaMis padres tenían más que claro que las cosas entre Camilo y yo habían terminado mal, pero esto no se trataba de nuestra relación, sino de mi carrera, esa por la que luché y que ahora se desmoronaba. Pasé los últimos tres meses tocando puertas y absolutamente todas me habían rechazado. Todas las agencias tenían algo que ver con la marca Lombardi y sabía que aquel hombre había hecho todo para joderme.—Cuando dijiste que serías modelo curvy nunca pensé que llegarías tan lejos. —Mi madre apretó mi mano y por un momento me sentí reconfortada.—Deja que tu madre y yo te ayudemos con parte de los gastos de la demanda.Miré a mi padre, apenada. No podía permitirlo.—No —dije con firmeza—. Lo único que necesito ahora de ustedes es apoyo. Regresa
DistanciaAlessioLa besé con urgencia y desesperación. Cerré la puerta con mi pie, pero en ningún momento la solté. Se atrevió a desafiarme otra vez y provocó que la deseara aún más. Llevé mis manos a su rostro y ella me apartó. Nunca me esperé aquella bofetada. Toqué la zona donde me abofeteó.—¡Déjame! —gritó y saltó de nuevo sobre mí.La llevé a la pequeña sala y la senté forzadamente en el mueble. La tomé por los brazos y los coloqué sobre su cabeza para sujetarla con firmeza.—Corriste a él en vez de a mí —mascullé y sentí mi cara arder—. Además, te atreviste a ponerme la mano.—Eres un desgraciado. Eres peor que él. Eres un acosador de mierda y estás tratando de