Adiós a mi carrera
Gina
Aquel lunes por la mañana la sensación de vacío me invadió. Debía volver al trabajo y tenía que enfocarme en las cosas verdaderamente importantes. Con mi reputación como modelo sabía que cualquier agencia estaría feliz de contratarme. Debía mantenerme positiva, hacer algunas llamadas y en un par de días todo volvería a ser como antes.
Verifiqué el teléfono y vi que tenía treinta llamadas perdidas. Camilo se lució, pero le dejé claro que no regresaría con él y que por ahora no estaría con nadie más. Necesitaba enfocarme y volver a estar unida con mi familia. No me daría por vencida, nunca lo había hecho. Soy y siempre seré una luchadora.
Volví a dejarle un mensaje a Deyna. Necesitaba que me enviara los papeles que certificaban l
La cenaAlessioLos últimos tres meses había recibido un informe cada día de todos los movimientos de Gina. Las fotos estaban esparcidas en mi escritorio y de vez en cuando me masturbaba imaginándome su cuerpo desnudo. Regresé a los viejos hábitos desde que conocí a aquella mujer. Esperaba y anhelaba el momento en el que al fin podría tenerla entre mis brazos.—El vehículo está listo —dijo Alexander al entrar en mi oficina.Recogí aquellas fotos y las llevé a casa conmigo.Me sentía patético por tener que llegar a este punto, pero nunca antes se me negó algo. Nunca me habían quitado nada y sentía todos los días que Gina me quitó la oportunidad de enseñarle un mundo nuevo, además de enseñarle a explorar su sexualidad al extremo. Los pocos instantes que pasamos
VolverGinaMis padres tenían más que claro que las cosas entre Camilo y yo habían terminado mal, pero esto no se trataba de nuestra relación, sino de mi carrera, esa por la que luché y que ahora se desmoronaba. Pasé los últimos tres meses tocando puertas y absolutamente todas me habían rechazado. Todas las agencias tenían algo que ver con la marca Lombardi y sabía que aquel hombre había hecho todo para joderme.—Cuando dijiste que serías modelo curvy nunca pensé que llegarías tan lejos. —Mi madre apretó mi mano y por un momento me sentí reconfortada.—Deja que tu madre y yo te ayudemos con parte de los gastos de la demanda.Miré a mi padre, apenada. No podía permitirlo.—No —dije con firmeza—. Lo único que necesito ahora de ustedes es apoyo. Regresa
DistanciaAlessioLa besé con urgencia y desesperación. Cerré la puerta con mi pie, pero en ningún momento la solté. Se atrevió a desafiarme otra vez y provocó que la deseara aún más. Llevé mis manos a su rostro y ella me apartó. Nunca me esperé aquella bofetada. Toqué la zona donde me abofeteó.—¡Déjame! —gritó y saltó de nuevo sobre mí.La llevé a la pequeña sala y la senté forzadamente en el mueble. La tomé por los brazos y los coloqué sobre su cabeza para sujetarla con firmeza.—Corriste a él en vez de a mí —mascullé y sentí mi cara arder—. Además, te atreviste a ponerme la mano.—Eres un desgraciado. Eres peor que él. Eres un acosador de mierda y estás tratando de
Perder la razónGinaLo vi marcharse y me sentí extraña. Sabía que sus ojos se habían posado en mí, ya que la distancia que nos separaba no era tan grande. Mi corazón comenzó a latir veloz. Aquello significaba muchas cosas, las cuales no quería ponerles nombre, así que solo dejé que mi excuñada me presentara a todos los accionistas de su marca y traté de enfocarme en lo que era importante: recuperar mi carrera.—Eres realmente hermosa —comentó uno de los empresarios. Era joven, su rostro lo delataba, pero al parecer ya había construido un imperio—. Me alegro de que Adrián te haya elegido como el rostro de la marca —agregó.—Estoy muy contenta y agradecida —dije con una sonrisa.Posé mis ojos en la distancia sin poder evitarlo y me maldije por sentirme tan interesa
Me estoy enamorandoAlessioEscuchaba Dark Obsession, una canción de una banda poco conocida que empezaba a despegar y que yo patrocinaba. Su música era buena. Nunca invertía en nada que no pudiese darme ganancias, aunque con ella comenzaba a sentir que estaba perdiendo. Cerré los ojos y me imaginé quitándole aquel vestido blanco. Mi pene no tardó en reaccionar ante aquel pensamiento.—¿Qué demonios haces conmigo, Gina? —me pregunté a mí mismo.La pantalla de mi móvil se iluminó.Lo levanté con poco gusto, porque ¿a quién demonios se le ocurría escribir a estas horas de la noche? Pero cuando vi el nombre en la pantalla, todo se detuvo y mi respiración se cortó. El móvil estuvo a punto de resbalar de mi mano; lo sostuve con firmeza. Me debatí
La listaGinaEscuchaba un pitido, un sonido incesante que me iba a hacer explotar la cabeza. Me senté sobre la cama, aturdida, y me quité el cabello que se encontraba esparcido por mi cara. Tenía sed, mucha sed. Volví a oír el sonido infernal y me di cuenta de que se trataba de mi teléfono. Me puse de pie. Cuando visualicé mi desnudez, volví a sentarme. Las imágenes, todas, una por una de la noche anterior, llegaron a mi cabeza.Agarré mi móvil con rapidez y pedí el no haber hecho lo que pensaba que hice. Aún tenía la llamada entrante de Adrián, pero primero debía verificar los mensajes salientes. Me llevé la mano a la boca ante la sorpresa de lo que vi; anoche no solo me pasé de tragos, estaba realmente ebria y los hechos lo dejaron más que comprobado.El teléfono volvió a sonar y sa
La únicaAlessioContemplaba pensativo la vista panorámica de la ciudad. Decidí cancelar aquella demanda. No podía seguir adelante con eso sabiendo que tenía sentimientos por Gina, los cuales iban más allá de lo pasional. Me ponía ansioso el verla de nuevo después de lo de anoche, pero si quería ganármela debía comenzar a comportarme como el hombre que ella se merecía.—La señorita Stevens ya está aquí.—Dile que pase —Me acomodé la corbata por enésima vez.Gina entró, sigilosa. Se me cortó la respiración al mirarla; se recogió el cabello y optó, como siempre, por usar una de esas camisetas con dibujos en el frente y unos jeans gastados, aunque cabía destacar que sus senos se abrazaban a la perfección por aquella camiseta.Le
Ninguna otraGinaTodos mis encuentros con Alessio, por más insignificantes que fueran, eran demasiado intensos. Mi corazón latía a mil por hora. Aunque me moría por besarlo, no dejé que fuese tan fácil. Aquello de la lista me mortificaba y no había obtenido más que un “No quieres saberlo” de su parte. Él guardaba muchas cosas oscuras, pero quería conocerlo. Si en verdad me iba a embarcar en su mundo, debía saberlas.—Disculpe, señorita —dije a la joven de recepción—, ¿me puede indicar dónde está la oficina del señor Alexander? Debe entregarme unos documentos.—Claro. Al final del pasillo a la derecha —me indicó con mucha simpatía.Si alguien sabía y tenía más que claro lo de la lista, era la mano derecha de Alessio. Quizá