Nada más
Gina
Tomé una larga y profunda respiración y salí apresurada de aquel lugar. Traté de mantenerme serena. Todo lo que pasó en aquella oficina me había afectado y asustado. Alessio era el demonio mismo. Su mirada, la forma en que me agarró, en que sus labios rozaron mi cuello, me descolocó. Nunca antes sentí algo como aquello. Nunca antes alguien me puso los nervios de punta.
Deyna esperaba por mí en el recibidor y me miró, asombrada, cuando aparecí frente a ella. La observé con rabia. No sabía cómo aquella mujer había caído tan bajo para complacer los placeres de aquel psicópata. Pensé que podía confiar en ella, que tenía una verdadera amiga, pero estaba tan podrida y enferma como el hombre que la manipulaba.
—Déjalo ya, Deyna —mascullé con los
Por primera vezAlessioMiraba cómo Gina le hacía sexo oral a su prometido. Las ventanas estaban abiertas y las cortinas recogidas. No se habían percatado de que todo se veía desde afuera y que la oscuridad de la noche no disimulaba nada. Alexander miró en otra dirección. Yo no podía apartar la mirada; parecía un pervertido. Sin embargo, lo que sentía mirando aquello era una rabia que recorría todo mi cuerpo.—En marcha —siseé con los dientes apretados. Alexander posó su atención en mí.—Ahora te dedicarás a asecharla —dijo con molestia—. No me arrastres a tus asuntos la próxima vez.Lo observé en silencio. Estas cosas le desagradaban.—¿Qué tiene ese imbécil? —pregunté de la nada.Por primera vez, Alexander me miró
EscaparGinaTenía una sensación extraña en el estómago que me acompañó todo el día, pero al caer la tarde se esfumó. Una cosa era ensayar frente a las modelos y el personal de la firma y otra muy diferente era mostrarme en ropa interior ante todas esas personas. No me malentiendan: me sentía muy cómoda con mi cuerpo, pero no con las miradas que aún no se acostumbraban a las modelos como yo.—¿Y esa cara? —cuestionó Diana, la maquillista, quien terminaba de retocar mi maquillaje.—Esto de la lencería me gana.Me sonrió con dulzura y giró la silla para que la mirara a los ojos.—¿Te digo un secreto? —susurró—: Eres la más hermosa y real de todas las chicas que están aquí. Vas a deslumbrarlos.Le agradecí con una sonrisa y m
AplastarAlessioLos ojos gatunos de Gina me miraban con intensidad. Quería terminar con la tortura que era mirar sus labios. Quería reclamarla aquí y ahora, pero me asustaba su rechazo. Otra maldita primera vez pasaba en mi vida. Quería que ella viniera a mí sin ser obligada y que me deseara tanto como yo la deseaba.Con Gina no funcionaría mi lado animal. Ella simplemente era otro nivel.Apartó mis manos de ella y comenzó alejarse. Sabía que llamaría a la policía, mas no podía darme el lujo de meterme en más problemas. Tenía que bajar la guardia, pensar con la cabeza fría y no permitir que mis bajos instintos la alejaran más de mí.Esta noche me disculparía y me iría. Era lo que debía hacer.—Lo siento. —Le di la espalda y me pasé la mano por el cabello en s
El compromisoGinaEstaba feliz, nerviosa y algo asustada. Me miraba al espejo sin poder evitarlo. Aunque me devolvía una imagen totalmente favorable, aún me sentía inquieta.Deyna entró en la habitación, me recorrió con la mirada y me regaló una gran sonrisa. No confiaba en ella, pero no tenía a quien acudir en momentos como este y mi familia solo podría venir a la boda.—Camilo está recibiendo a los invitados. Ya han empezado a llegar. ¿Estás lista?Tomando una larga respiración, salí.El jardín había quedado de ensueño. Gracias a Camilo, por ser un Berlusconi, asistirían muchas de las personas importantes de toda Italia a este evento. Eso me ponía aún más nerviosa, pero me propuse disfrutar esta noche. Era mi noche y la de Camilo, todo tenía que ser perfec
OscuridadAlessioHice un gesto con la cabeza para que uno de mis guardias corriera tras de ella. Nunca pensé que la vería tan rota. La mujer que salió corriendo no era ni la sombra de la que me había enfrentado en más de una ocasión. Entendí que quizá sí quería a Camilo, aunque no podía seguir con él. No podía seguir siendo engañada porque yo era un puto de mierda, pero la gente por lo menos lo sabía. Mientras tanto, Camilo se escondía detrás de una máscara.Lo vi aproximarse hacia mí con el rostro descompuesto. Mis guardias lo detuvieron antes de siquiera dar el siguiente paso. Le advertí y le di dos opciones. Tomó la que no le convenía: decidió ignorarme y seguir adelante con su compromiso. Solo alimentó su lado egoísta, pues él sabía que nunca en
Volver a casaGinaCamilo esperaba por mí sentado en uno de los escalones de la entrada. Me encontraba agotada. No sabía cuánto caminé, pero debió ser mucho porque tenía los pies lastimados. Una fina llovizna me mojaba. Me quedé paralizada mirando a aquel hombre. Se puso de pie y caminó hacia mí. Lo detuve. No podía, ni quería tenerlo cerca. No podía respirar su mismo aire. Su sola presencia en este instante me repugnaba.—Gina —dijo con voz rasposa.—Nunca te bastó. Todo era una maldita mentira. —Me rompería de nuevo, pero antes quería decirle lo que se merecía.—Soy un hombre. ¿Crees que con sexo oral bastaría? Debiste darte cuenta.No podía creer lo que me decía. Era un asqueroso desgraciado. Me di cuenta de que no lo conocía como cre&iacu
No escaparáAlessioMovía el bolígrafo en mis manos con ansiedad. Algo no estaba bien. Era quizás osado de mi parte decir aquello, pues con mi jugada de anoche había dañado a más de una persona.Deyna irrumpió en mi oficina de manera precipitada —nunca hizo algo así— y ahora parecía angustiada.Eso me daba mala espina y la impresión de que su actitud tenía que ver con Gina.—Se fue —soltó de repente—. Dejó su renuncia y se fue.Sentí cómo la rabia comenzaba a crecer en mi interior.—¿Y la dejaste ir así sin más? —Miré a aquella mujer frente a mí con ira.Ella seguía con la mirada en sus pies.—No me anunció nada. Recogió todas sus cosas y se marchó.No pude evitar golpe
Nueva YorkGinaLa noche había caído cuando llegué a Nueva York. Corrí a los brazos de Genave en cuanto mis ojos se posaron en ella; no pude evitar llorar. Gena me acompañó en mi desdicha. Después de unos minutos, decidimos emprender el camino a casa.Las luces de la ciudad me regalaron cierta tranquilidad. Estaba de regreso. En verdad había vuelto a casa, y aquello le regalaba cierta paz a mi alma.—¿Tan malo fue? —cuestionó Genave.Posé mi triste mirada en ella.—Han pasado muchas cosas. Ayer todo fue aun peor. —Una lágrima rodó por mi mejilla.Le conté de camino a casa todo lo que había ocurrido en el compromiso y de paso las cosas que habían comenzado a pasarme con aquel hombre precisamente antes de que explotara la bomba en dicho evento. Genave estaba sorprendida y solta