Asechada
Gina
Tomé largas respiraciones y miré donde se encontraba Deyna. Estaba avergonzada, podía notarlo en su mirada, pero ella tenía la culpa por dejarse manipular por aquel hombre. No podía creer que me había hecho salir en lencería para que él me mirara. Odié cómo sus ojos me recorrieron con aquella malicia. Además, se mordió el labio inferior y pasó uno de sus dedos por la comisura de su boca. No me pregunten cómo me fijé en todos esos detalles. El muy maldito hacía que se te nublara la mente.
—Lo siento. —Traté de calmarme y me cubrí más con el camisón.
—Estoy comprometida, Deyna. ¿Qué parte de eso aún no ha entendido? —Escruté nuestro alrededor; todas las miradas estaban sobre nosotras.
—¿Rechazaste al señ
Mi perdiciónAlessioMiraba de lejos cómo Gina recogía aquella nota. Sacó el dedo corazón a nadie en particular y luego dio media vuelta para encerrarse en su casa.Estaba perdiendo la cabeza. La conversación que sostuve esta mañana con Deyna, después de que Gina se fue, me dejó aún más intrigado. Era pura. Aquella fiera que me desafió conservaba su virginidad intacta y ya había pensado en las mil formas en las que podía hacerla gritar mi nombre.—Te vas a buscar un problema. —Miré Alexander con cara de pocos amigos—. Puedes tener la maldita mujer que quieras, y te obsesionas con esa en especial.Me tragué el vómito de palabras que tenía para él, porque ¿quién demonios pidió su opinión? Si quería obsesionarme con ella, lo har&iacut
NuncaGinaSolo quedaban algunos días para mi fiesta de compromiso, pero primero debía enfocarme en el desfile que tenía para la marca Lombardi. No pude dormir bien, mucho menos después de aquella nota. Era amenazante y algo psicópata. Pensé en comentarle a Camilo, sin embargo, quizá solo exageraba el asunto, así que me guardé aquello para mí.—¿Ojeras? —cuestionó Deyna.Por cierto, se veía más fresca que una lechuga.—No dormí bien —mascullé—. Al parecer, el diablo me está asechando.Deyna movió los labios con nerviosismo y pude ver una pequeña marca en ellos. Allí supe que estuvo con él.—Stevens, ¿dónde estás? —Observé a Paolo, el diseñador, quien se encontraba más que estresado co
Excitante venganzaAlessioMi secretaria llamó al segundo en que Deyna y Gina entraron en el edificio. Las había visto por la cámara de seguridad. Otra vez quedé sorprendido con la capacidad de Deyna para lograr todo aquello que le pedía. No me importaba la forma en la que arrastró a Gina hasta aquí, solo me importaba el hecho de que al fin estaría a mi merced.Un golpe seco en la puerta me hizo poner recto y la expectación de lo que pasaría aquí bullía por mi piel. Era la primera vez que me sentía tan entusiasmado por un coño. Abrí la puerta e hice espacio para que Gina pasara. Observó de arriba abajo la oficina. Entretanto, yo la recorría con mis ojos; aquella blusa holgada no le hacía justicia a su hermoso cuerpo. Sabía que no me podría quedar callado.—Como modelo, deberías u
Nada másGinaTomé una larga y profunda respiración y salí apresurada de aquel lugar. Traté de mantenerme serena. Todo lo que pasó en aquella oficina me había afectado y asustado. Alessio era el demonio mismo. Su mirada, la forma en que me agarró, en que sus labios rozaron mi cuello, me descolocó. Nunca antes sentí algo como aquello. Nunca antes alguien me puso los nervios de punta.Deyna esperaba por mí en el recibidor y me miró, asombrada, cuando aparecí frente a ella. La observé con rabia. No sabía cómo aquella mujer había caído tan bajo para complacer los placeres de aquel psicópata. Pensé que podía confiar en ella, que tenía una verdadera amiga, pero estaba tan podrida y enferma como el hombre que la manipulaba.—Déjalo ya, Deyna —mascullé con los
Por primera vezAlessioMiraba cómo Gina le hacía sexo oral a su prometido. Las ventanas estaban abiertas y las cortinas recogidas. No se habían percatado de que todo se veía desde afuera y que la oscuridad de la noche no disimulaba nada. Alexander miró en otra dirección. Yo no podía apartar la mirada; parecía un pervertido. Sin embargo, lo que sentía mirando aquello era una rabia que recorría todo mi cuerpo.—En marcha —siseé con los dientes apretados. Alexander posó su atención en mí.—Ahora te dedicarás a asecharla —dijo con molestia—. No me arrastres a tus asuntos la próxima vez.Lo observé en silencio. Estas cosas le desagradaban.—¿Qué tiene ese imbécil? —pregunté de la nada.Por primera vez, Alexander me miró
EscaparGinaTenía una sensación extraña en el estómago que me acompañó todo el día, pero al caer la tarde se esfumó. Una cosa era ensayar frente a las modelos y el personal de la firma y otra muy diferente era mostrarme en ropa interior ante todas esas personas. No me malentiendan: me sentía muy cómoda con mi cuerpo, pero no con las miradas que aún no se acostumbraban a las modelos como yo.—¿Y esa cara? —cuestionó Diana, la maquillista, quien terminaba de retocar mi maquillaje.—Esto de la lencería me gana.Me sonrió con dulzura y giró la silla para que la mirara a los ojos.—¿Te digo un secreto? —susurró—: Eres la más hermosa y real de todas las chicas que están aquí. Vas a deslumbrarlos.Le agradecí con una sonrisa y m
AplastarAlessioLos ojos gatunos de Gina me miraban con intensidad. Quería terminar con la tortura que era mirar sus labios. Quería reclamarla aquí y ahora, pero me asustaba su rechazo. Otra maldita primera vez pasaba en mi vida. Quería que ella viniera a mí sin ser obligada y que me deseara tanto como yo la deseaba.Con Gina no funcionaría mi lado animal. Ella simplemente era otro nivel.Apartó mis manos de ella y comenzó alejarse. Sabía que llamaría a la policía, mas no podía darme el lujo de meterme en más problemas. Tenía que bajar la guardia, pensar con la cabeza fría y no permitir que mis bajos instintos la alejaran más de mí.Esta noche me disculparía y me iría. Era lo que debía hacer.—Lo siento. —Le di la espalda y me pasé la mano por el cabello en s
El compromisoGinaEstaba feliz, nerviosa y algo asustada. Me miraba al espejo sin poder evitarlo. Aunque me devolvía una imagen totalmente favorable, aún me sentía inquieta.Deyna entró en la habitación, me recorrió con la mirada y me regaló una gran sonrisa. No confiaba en ella, pero no tenía a quien acudir en momentos como este y mi familia solo podría venir a la boda.—Camilo está recibiendo a los invitados. Ya han empezado a llegar. ¿Estás lista?Tomando una larga respiración, salí.El jardín había quedado de ensueño. Gracias a Camilo, por ser un Berlusconi, asistirían muchas de las personas importantes de toda Italia a este evento. Eso me ponía aún más nerviosa, pero me propuse disfrutar esta noche. Era mi noche y la de Camilo, todo tenía que ser perfec