XXXI Despertar
—Habla claro, bestia. No tengo tiempo como para perderlo con tus juegos. ¿Estás aquí por los Dumas?

—Por supuesto, Camsuq. Todo tiene que ver con los Dumas, eso lo sabes bien. Fue por su causa que nuestros caminos se cruzaron y fue por esa misma razón que me enviaste a tu amada florecita.

—Lis no está aquí, ¿o sí? No te atrevas a ponerla en peligro.

Por más que Desz intentó mantener su seriedad, una risa se le escapó. Sólo Camsuq podía enfurecerlo con la misma intensidad con la que le arrancaba carcajadas.

—¡¿Qué te hace tanta gracia, bestia inmunda?! —Camsuq golpeó la mesa, haciendo saltar las figuritas que se repartían sobre un mapa garabateado en un viejo papel.

—Tu cinismo sin límites, Camsuq, tu desvergüenza... Y el miedo que se agita en tu pecho.

El rey de Arkhamis se recompuso y tomó distancia.

—Se acabó, seguiré mi camino hacia Nuante. A quien quiero ver es a mi hija, no a ti —dio media vuelta y emprendió la retirada.

—¿Tu hija?

Camsuq se detuvo de golpe. Había algo en
NatsZ

Los Dumas de la aldea despertaron, ¿estará Mel en peligro? La identidad del traidor será revelada ante Desz muy pronto.

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